lunes, 7 de octubre de 2024

NO SÉ CUANTOS AÑOS TENGO. SÉ LOS QUE YA NO TENGO: 57

Cuando era pequeño, pensaba en las personas de más de 50 años como esos “abuelos” que acompañaban o recogían a sus nietos del colegio. Nunca me imaginé a mí mismo con esa edad.

Y un día llega. Casi sin pensar, en un respiro, vas y cumples 50. Y en otra exhalación, 57...

Muy bien se tiene que dar, para que viva otros tantos… He vivido ya más de la mitad de mi vida. Más de la mitad de las cosas que “debo vivir”. He plantado algún que otro árbol, he tenido una hija maravillosa, he montado en globo, y aunque no he publicado ningún libro, creo que lo de escribirlo lo tengo ya convalidado. Y bueno, independientemente de este conocido formulario, he tenido la fortuna de perseguir y cumplir muchos de aquellos sueños de aventurero y trotamundos que revoloteaban  mi cabeza cuando era niño. Así que no puedo quejarme.

Este año una reflexión me llevó a decidir señalar que ya no sé cuántos años tengo; sé los que ya no… “hoy ya no tengo 57”. Y por mi cumpleaños,  cada año, me gusta reflexionar sobre ello:

Desde el día que nacemos, el planeta va dando tantas vueltas al sol como años vamos cumpliendo. Así que incluso me parece algo caprichoso establecer el inicio del año el uno de enero. Pues para cada cual, podría ser precisamente la significativa fecha de su cumpleaños. 

Y aunque cumplir años es como una cuenta atrás, también es una cuenta hacia delante. Conforme vamos cumpliendo, el espacio dentro de ti se vuelve más sereno, y se amortiguan los ruidos del mundo exterior. Poco a poco, alcanzas un estado de equilibrio donde mente y corazón se encuentran más en armonía. Cumplir años te permite vivir el presente sin cargas del pasado y sobre todo sin la ansiedad por el futuro. En este caso más es menos. Vas construyendo un refugio personal obrado con aceptación, gratitud y capacidad de soltar lo que no puedes controlar. Así que lo uno por lo otro. O más bien, no existe lo uno sin lo otro…

Así que para mí, alcanzar un año más de vida es un motivo de celebración porque me da la oportunidad de seguir en este mundo conviviendo, aprendiendo, compartiendo, con todas las personas que me acompañan en este viaje y amo. Un regalo de la vida proporcionándome un poco más de tiempo para seguir sumando momentos, para seguir reuniendo experiencias, aprendiendo y mejorando. Un proceso para asumir mi propia edad y aceptar todo cada vez mejor. 

Lo mejor que he hecho estos últimos años, ha sido aceptar que pase lo que pase, “pasa”. Y que todo lo que pasa, o quien pase, por lo que sea, siempre está bien. He aprendido que todas esas veces que me dijeron que callar mantenía la paz, esa paz no era mía. Que el verdadero aprendizaje muchas veces consiste en desaprender;  que existen dos razones para parar y cambiar: Que aprendiste demasiado, o ya sufriste suficiente. Este año, he terminado de ser consciente que ante algunos traumas cerré mi corazón y me puse una coraza, pero que al  sanarlos, lo he abierto y he puesto límites.

Acabo de cumplir cincuenta y siete, y voy aprendiendo a aceptar quien soy, con mis virtudes y defectos. 

Vivimos en unos tiempos en los que se venera la juventud sin concesiones, cuando lo que ahora más aprecio yo, es que exponencialmente, cada año me gusta más valorar las cosas verdaderamente importantes y disfrutar con pasión mi vida. De esta forma reivindico mi edad, cada edad; y me gusta celebrarla, porque cada día que pasa me siento mejor conmigo mismo, y porque significa un año más de crecimiento y aprendizaje. Dejando atrás los miedos y sintiéndome más libre. Eso si significa que estoy vivo y que estoy aquí, que mi camino aún no ha terminado y continúa. Sé que me quedan muchas cosas que aprender, muchas puertas por abrir,  muchos viajes por hacer, personas por conocer, muchas aventuras que vivir, y cosas que compartir. Porque lo más bonito de cumplir años es, definitivamente, poder cumplirlos junto a las personas que amas. 

Se dice que los ancianos son sabios, y que a fuerza de haber vivido saben más y mejor… así que hazte caso a ti mismo antes de que sea demasiado tarde, dejando de lado las penas, la vergüenza, el miedo a fracasar o a hacer el ridículo, porque nada de eso te importará más adelante. 

Este año descubrí una máxima de Clint Eastwood que me encantó y hago mía: A sus 93 años, está dirigiendo una película (espero que no la última), y le preguntaron: “Señor Eastwood, ¿Cómo hace para mantener esa fuerza de voluntad a su edad?”. A lo que respondió: “No dejo que el viejo entre en mi”…

No tengo más que decir. A por mi siguiente vuelta al sol con los brazos abiertos, para abrazar todo lo que me quiera ofrecer. La última ha estado bien,
















No hay comentarios:

Publicar un comentario