"Las acciones revelan las pasiones"
Cada año nos quejamos de lo rápido que pasa el tiempo y desaparecen las hojas del calendario, pero pocas veces nos paramos a pensar en las acciones o actos que hemos realizado en el transcurso de esos doce meses.
Al terminar el año, es un buen momento para escarbar en nuestro último negativo de recuerdos, y hacernos una perspectiva más amplia de lo vivido, lo revivido o aun mejor, de lo aprendido, para quizás caer en la cuenta, de que a pesar de la velocidad con la que sentimos que se marchan los días, los años, a pesar de todos los momentos malos que resucitemos en este ejercicio de memoria, seguro que han habido acontecimientos que nos han enriquecido, e incluso engrandecido.
Que la vida en general es un proceso de aprendizaje es obvio; que desde que nacemos nos adiestramos o entrenamos a diario en todas las facetas, y por eso estamos constantemente rectificando es indiscutible; que a veces se pasan malas rachas es matemático, pero ser reflexivo y consciente de que se aprende mas de un error o de un mal momento, es una credencial de experiencia y madurez.
Por eso no debemos olvidar las malas experiencias o los malos momentos del año tanto en lo físico y deportivo, como en lo privado o psicológico. Cada mala experiencia trae un aprendizaje positivo, y sobre todo eficaz para el futuro.
En mi caso, en lo privado o familiar ha sido un año excepcional que reservo para mi como mi fortuna capital de seres y estares y no ha lugar en este blog.
En lo deportivo...., en lo deportivo este gran año ha trascendido a lo específico o manifiesto. Una gran experiencia en la maratón de Sables, superó con creces mis expectativas, pero, los nuevos amigos o consolidar y reforzar la “amistad” con los de siempre que me respaldaron durante este proyecto, sin lugar a dudas me ha subrayado este 2008.
Me decidí, me definí, conseguí revertir ese proceso de ostracismo y comodidad que nos exige asentarnos en la tranquila y rutinaria vida diaria, renunciando a nuestras discutibles fantasías, y de repente el universo comenzó a ayudarme.
Marcel, Juanma, Jaume, Zanoni, Luis, Toño, Luis Enrique, Julio, Salva, Jorge o Joaquín entre otros muchos, son inesperados nombres que nunca olvidaré, que junto a mis ya amigos, José Mª, Miguel, Isa, Ana, Jesús, Olga, Javier y otros tantos (perdonar que no os nombre a todos), que me ayudaron en una medida que ellos no pueden ni imaginar, han refrendado mi intenso 2008.
Creo que no me han quedado objetivos por cumplir en este año que termina, pero si muchos para el que comienza, que es, como cada año, el comienzo del resto de mi vida.
Plantearse demasiados cambios u objetivos en un solo año es poco realista y al final frustrante, así que intento ser prudente e ir paso a paso en todos los terrenos, donde siempre me califico como un eterno aprendiz.
Quizás nunca debamos plantearnos para 2009 eso de ser felices y comer perdices, o convertirnos en laureados y afamados deportistas. Mi propuesta alternativa a esta sinrazón de elevados propósitos la tengo clara: “descubre qué es lo que te gusta hacer, y hazlo”.
Sí, lo sé. Este tipo de propósito no tiene el glamour de un cambio existencial en tu vida, pero en definitiva, significa no dedicar tanto tiempo a seguir intentando ser quien no eres, y si un poco más a disfrutar de quien si eres o te gustaría ser junto a las personas que quieres. Mi gran objetivo deportivo este año que comienza esta claro que va a ser la Y
ukón Arctic, aunque habrá otros muchos objetivos deportivos junto a Rosana o mis amigos; proyectos mas modestos, y gracias a Dios menos mediáticos, pero no por ello menos valiosos para mi.
ukón Arctic, aunque habrá otros muchos objetivos deportivos junto a Rosana o mis amigos; proyectos mas modestos, y gracias a Dios menos mediáticos, pero no por ello menos valiosos para mi. ¡Feliz año a todos y que se cumplan todos vuestros objetivos!. 
El martes observé al ejemplo vivo de que envejecer es como escalar una gran montaña: mientras asciendes las fuerzas quizás disminuyen, pero la mirada es más libre, y tu perspectiva más generosa y tranquila.”
- “Estoy feliz, desde que me jubilé me he ido a vivir a la sierra y ahora tengo tiempo para entrenar y para descansar tras los entrenamientos” decía Carlos el martes durante su charla.
- “Tengo asumido, que nunca escalaré ya 7º grado”, redundaba de vez en cuando durante su conferencia, que mas que una conferencia y gracias a su naturalidad, sencillez y tono afectuoso, pareció cuando en un bar atiendes ensimismado a las correrías vacacionales de cualquiera de tus queridos amigos. Una persona ilusionada como un niño, que sigue ascendiendo montañas de 8000 metros cumplidos casi los setenta años, asume que ya nunca escalará 7º grado....ja ja ja.... Perdona que me ría Carlos.
Un veraneante se encontraba en la playa, y tras pensarlo mucho, decidió contratar ese servicio (previo pago), que consiste en colocarte un paracaídas, el cual está atado con una cuerda a una lancha, y la lancha arranca mar adentro con el turista sujeto al paracaídas con un arnés elevándolo. Era la primera vez que subía en un paracaídas arrastrado por una lancha, le daba miedo, pero siempre había deseado hacerlo.
- “Hay que correr con el paracaídas en la playa unos instantes, hasta el momento que despegas los pies del suelo, el paracaídas se eleva hasta el cielo y tu junto a el”. Escuchó con nerviosismo las últimas indicaciones del monitor mientras este le ajustaba el salvavidas...
Este turista no sabía nadar, tenía un gran nudo en el estomago y las siguientes preguntas en su cabeza:
¿Qué pasará si no me elevo y la lancha me arrastra mar adentro?
¿Y si una vez en el cielo, me caigo desde semejante altura?
A pesar del miedo, decidió apretar los dientes, realizar el vuelo, confiar en si mismo y evitar la incertidumbre y el recelo. Era una nueva experiencia y era normal sentir temor. Y también sabía que la vida es eso, un cúmulo de nuevas experiencias y que hay que estar abierto a ellas.
Se ajustó el arnés.., y se escuchó el sonido del motor de la lancha que iniciaba su recorrido mar adentro. Comenzó a caminar despacio al principio y después a correr a medida que la velocidad aumentaba.
Y llegó el momento en que tuvo que pegar un salto para evitar caer al mar ¡Guuuaooo! no lo podía creer, el paracaídas se elevó y en cuestión de segundos, estaba a muchos metros por encima, contemplando el mar y las casas de la costa. Y sintió serenidad y equilibrio.
“Nunca hubiera imaginado que era tan fácil y divertido” se relajó y disfrutó de las hermosas vista desde el cielo.
