
Muchos dicen, reconocen, que necesitan de
objetivos (carreras) para salir a correr; y lo respeto; somos libres de
realizar lo que queramos como nos venga en gana.
Al fin y al cabo, la mitad del mundo no entiende
los pasatiempos de la otra mitad.
Pero considero que si precisas esos propósitos
para obligarte a salir a trotar, realmente, no te gusta hacerlo.
El bum del correr y la creación de nuevas
carreras continúa: Medias, maratones de asfalto, de montaña, Trails, Ultra
Trails, carreras del Agua, Solidarias, contra el Cáncer o VIH, nocturnas, 10
Ks, km verticales, con lucetas, con polvos de colores, con obstáculos, en ropa
interior y hasta en túneles. La oferta es tan amplia que agota solo mirarla.
Estoy seguro que por vetusto o forzado, en algún
momento este bum terminará. Y muchas de estas carreras morirán.
En una especie de ansia, la gente que comienza a
correr, en poco espacio de tiempo se lanzan a participar en medias maratones,
maratones o ultras.
Pero posteriormente much@s, cuando hayan realizado
su colección de carreras o postrada su lista de mejores marcas, a no ser que
sean buen@s y ese afán de distinción y aplausos, dilaten su afición,
terminarán hastiados o lesionados, y lo dejaran.
Por eso insisto; no hay que correr siempre
asociándose con un reto, sino que hay que aprender a correr por simple placer;
sin metas ni objetivos.
Disfrutando de ese tu tiempo, de la naturaleza, o
de la compañía de amigos o familia.
Independientemente de tus orígenes u motivos
iniciales (todos son válidos), el objetivo final debe ser aprender a correr por
gusto o terminaras dejándolo.
Placer significa satisfacción; sensación
agradable producida por la realización de algo que te complace.
Y correr debería ser eso, porque generalmente
quien corre no lo hace por obligación, sino porque desea hacerlo. Cosa que dudo
algunas veces cuando miro las caras de algunos corredores con los que me cruzo.
Unos científicos alemanes demostraron
científicamente que después de correr tienes altos niveles de endorfinas.
Las endorfinas son como las moléculas de la
felicidad; son las que permiten a las personas disfrutar de la vida, sentirse
deleitados por muchas cosas y resurgir de por ejemplo una crisis personal sin
heridas emocionales.
Si piensa en algo que verdaderamente te hace
feliz, y ese pensamiento hace asomar una sonrisa en tu cara, eso son las
endorfinas.
De hecho, si desposeyéramos a una persona de
endorfinas, no sentiría placer por nada.
Según ese estudio, trabajar a alta intensidad
genera en el cuerpo mayor liberación de endorfinas y por lo tanto, mayor
sensación de felicidad tras él. Asimismo, demuestra que la liberación de
endorfinas es directamente proporcional al nivel de ese esfuerzo y a la
duración del mismo, por lo que, si bien podemos sentirnos mejor tras un
ejercicio intenso y de corta duración, también si el esfuerzo es de duración
prolongada e intensidad moderada.

Esto prueba que correr y placer ya están
relacionados en su desenlace.
Medio camino hecho si, pero yo hablo también del
placer durante.
Porque si la practica te supone un martirio,
aunque el desenlace sea ese subidón químico de endorfinas, el fin quizás no
te justifique el medio...
Sin embargo, si alcanzas ese objetivo de correr
disfrutando de hacerlo, ese factor intrínseco de las endorfinas, hará que
aumente ese placer a la enésima potencia. Y esto se consigue.
Pero repito; Pregúntate: ¿Te es difícil o poco
probable correr sin objetivos ni propósito?... quizás no te gusta correr
realmente.
Ahí queda esa pregunta.
Como decía Oscar Wilde: Los placeres sencillos
son el último refugio de los hombres complicados.
Eres sabio. Y con la experiencia acumulada en tus piernas y cabeza, hay que tener muy en cuenta tus palabras
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