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“Javi, se nos ha ocurrido un reto loco. Buscar personas que escriben bien, y
darles un título (todos el mismo), para construir una historia de unos 2600
caracteres, y publicarlas en nuestra revista. Si te atreves te doy el título”.
¿Cómo
osó introducir la expresión “SI TE ATREVES”, en un mensaje dirigido a
alguien que le fascinan los retos, y además es Aragonés nativo?.
Así
que, sorprendido y a la vez alagado por que con semejante requisito pensaran en
mí, le contesté:
- “Me parece chulo”.
Como
podéis ver, una respuesta intelectual, a la altura de un consagrado académico.
Jajajaja.
-“El titular es “447”. Me transcribió él.
Y
acepté el reto.
En
un primer instante, lo primero que me pasó por la cabeza fue un avión.
Dándole
vueltas ya esa tarde mientras corría, pensé en aviones, números de habitación,
matriculas, prefijos, dorsales de carreras, contraseñas, y en todo lo que se me
viniera a la cabeza inspirado en esos números.
Pero
a la postre, decidí coger la indicación estipulada del “447”, y olvidarla.
Sí;
Opté por no partir de ella, si no encontrármela mientras inventaba un relato.
Asimismo,
trasladadar el relato a mi terreno; a algo conocido, familiar y querido que me
inspirara: “La Sierra de Guara”.
Así
que me decidí por inventar una leyenda, y en el curso de la escritura de la
misma, tratar de encajar esa combinación de números sobre la marcha.
Y
el resultado fue este:
447 La leyenda de LOS GUARABUNDOS
Esta
cúpula, está dividida en diferentes demarcaciones dispuestas sobre lugares
mágicos, y cuando alguien muere conducen a través de ellas su alma al mas allá.
Y cuenta esta leyenda, que una de estas demarcaciones está sobre la sierra de
Guara.
Según
esta leyenda, entre los límites de la sierra de Guara y el cielo existe un
inmenso abismo custodiado por siete almas. Porque siete es el número mágico, el
número dispensador de vida, y los pecados capitales.
Y
desde los cuatro ríos que fragmentan esta sierra: Guatizalema, Flumen,
Alcanadre y Vero, emergen cuatro senderos invisibles que conducen las animas
hasta este abismo celeste. Cuatro por los cuatro elementos: agua, tierra, fuego
y aire; o los cuatro puntos cardinales: norte, sur, este y oeste.
Cuatro
invisibles arterias, que nacen en puntos ocultos bajo las aguas de estos ríos.
Y
por esas aberturas, estos siete espíritus pasan de la tierra a los cielos y al
revés, ayudando a las ánimas después de morir a cruzar al otro lado.
Al
principio de los tiempos, estos senderos invisibles se hallaban tan accesibles,
que muchas personas al cruzar estos ríos, desaparecían sin haber pasado por el
tránsito de la muerte, y asomaban vivas en cuerpo y alma al mas allá, con lo
que ello suponía. Así que las siete almas custodias, decidieron ocultarlos.
Para
ello arrojaron desde lo alto del tozal de Guara, montones de enormes rocas
rodando, formando hendeduras, simas, despeñaderos y laberínticos caos en los
cuatro ríos.
Ocultaron
tan bien estos pórticos, que a ellos mismos les costaba hallarlos.
Así
que para poder encontrarlos, junto a cada uno de los pasos colocaron una roca
sumergida con el epígrafe “CDXLVII”; 447 en números romanos. Cuatro ríos,
cuatro pórticos, siete almas.
Desde
entonces, guiaban las almas de aquellos que morían cerca o en estos ríos,
quedando atrapados entre las rocas sin saber como salir.
Pasaron
los años y no fue hasta 1938, en plena guerra civil, cuando algunos vecinos de
Lecina manifestaron haber visto unos espíritus conduciendo las ánimas de los
guerrilleros y maquis muertos por la comarca. Los llamaron “Guarabundos”.
A
dia de hoy nadie cree en leyendas, pero referiré que en 1993, un barranquista
Francés desapareció en un sifón del río Alcanadre; cuando ya se le había dado por desaparecido,
se halló desorientado y confuso río abajo. Afirmaba haber visto bajo el agua
una resplandeciente inscripción con números romanos, y juró que siete luces lo
guiaron hasta emerger.
Asimismo,
Ramiro, un pastor centenario de Bara, narraba que cuando era niño, escuchó un estrépito
de golpes y correteos en la entrada de Gorgas negras, asomó, y vio a los siete
Guarabundos jugando a la pelota con el cráneo de un jabalí.
Yo no creo en leyendas, pero dicen, que ese sonido silbante y disonante que acompaña a las tormentas de Guara, son sus voces intentando comunicarse.
Yo no creo en leyendas, pero dicen, que ese sonido silbante y disonante que acompaña a las tormentas de Guara, son sus voces intentando comunicarse.
Si
los escuchas, por si acaso debes
contestar siempre con voz susurrante y suave.
Me encanta, gracias Javier.
ResponderEliminarMuchas gracias Manoli! !
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