“La risa es la distancia mas corta entre
las personas”.
Percibí que la risa es un cántico que
sale desde el fondo de nuestra alma, nos provoca contento, nos remedia la
tristeza, y acarrea unos efectos extraordinarios.
Ya en el libro 'El nombre de la rosa',
Umberto Eco, hiló todo un relato sobre lo acaecido en una abadía Italiana en el
siglo XIV, donde se sucedían unos crímenes, que trataban de ocultar un libro
donde Aristóteles hacía apología de las virtudes de la risa.
Y aunque esto era ficción, no estaba
exento de realidad, ya que en otros tiempos y lugares “no muy lejanos” (incluso
aún hoy dia en algunos), lo sensato, lo maduro, era permanecer serio, seco e
incluso insociable.
La risa y el buen humor, se asociaban a
frivolidad, trivialidad e inmadurez.
Por suerte, algo que la sabiduría popular
ya adivinaba, hoy en dia la ciencia lo ha demostrado: Que “Reír es muy
saludable”.
Este pasado sábado, invitados por Lucia,
participamos en un taller de “Yoga de la risa” en Monzón. (Asociación Tierra Padmáyati).
Durante el pasado viaje a la India, una
tarde en el trekking, Lucia ya nos realizó unos ejercicios de risoterápia, y la
verdad es que, aún con falta de oxigeno recién llegados a 4.500 m de altura, lo
pasamos fenomenal.
He de señalar, que cuando te inscribes
por primera vez a un taller de este tipo, evidentemente acudes dispuesto a
reír, si, pero asistes algo temeroso,
por si se trata de prácticas o circunstancias embarazosas que te hagan sentir
incómodo, o avergonzado.
Porque unos mas u otros menos, todos
abrigamos nuestra particular timidez. Por normal los hombres aún más que las
mujeres.
E independientemente de que acudas
acompañado o conozcas a alguien, allí te topas con personas desconocidas, y eso
cohíbe.
Pero, saltándome el meollo y yendo
directamente al desenlace, desvelaré que al finalizar, sentía tal buen rollo
con todos y cada uno de los asistentes, que parecían formar parte de mi grupo
de amigos de toda la vida.
Estoy seguro que ahora, si me cruzo con
cualquiera de ellos por la calle, al vernos, nuestro primer cumplido será una
enorme sonrisa.
Y además ahora ya lo sé: Si estás abierto
a ello, e incluso si no lo estas tanto, nada se extiende tan rápido de unos a
otros corazones, como la risa.
Lo sentí en la mandíbula, el abdomen, y
claro, en el corazón.
Doy fe. Este Yoga de la Risa es un concepto único, con el
que cualquier persona puede reír.
Cuando llegamos, Lucia nos presentó a Alicia.
Alicia era la simpática monitora, que con una deliciosa
facilidad para carcajear, y una risa contagiosa, dirigió magníficamente un
taller asentado en divertidos ejercicios, directrices, respiraciones y música.
¿Normal no?. No imagino dando cursos de risoterápia o Yoga de la risa a una
monitora antipática y hostil. No pega. Sería como poner a pilotar un parapente
a una persona con vértigo.
Pues bien, antes de comenzar, Alicia nos explicó, que en
el año 1995, el doctor Madan Kataria, como no, Indio, creó y desarrolló
el Yoga de la risa o Hasya Yoga, con el objetivo de sanar
el cuerpo, y a la vez aportar alegría y optimismo a nuestro carácter.
Desde entonces, miles de personas que lo practican en
todo el mundo.
Y tras esta introducción, arrancamos con un ejercicio
grupal de presentación, en el que tratamos de declarar nuestro nombre al resto,
pero como no, con la lengua alojada entre el labio inferior y los dientes.
Intentarlo.
A continuación, “como no se había entendido demasiado
bien”, volvimos a repetir la presentación, pero esta vez sustituyendo las
consonantes por jotas:
-
“Me llamo Javi Subías”
-
“Je jajo, Jaji Jujías....”
Muy pronto, casi sin querer, todo se convirtió en risa
espontánea y muy contagiosa.
Imagino que la risoterápia a secas es en el fondo
parecido, pero en este caso, la razón de denominarse Yoga de la Risa, se debe a que entre medias incorpora
ejercicios de respiración, e incluso al finalizar de relajación.
Y según este tal Madan Kataria, esto aporta más oxígeno al cuerpo y al
cerebro, y por ello nos hace sentir más energía y mucho más saludables.
Técnica y demostradamente, con este procedimiento se
liberan endorfinas; concretamente encefalinas, serotonina y dopamina, que no son términos
grandilocuentes acabados en INA, si no sustancias naturales
que poseen propiedades similares a las de la morfina, y
producen felicidad, apaciguan el estado de ánimo, provocan placer, y
eliminan o reducen el dolor.
Que manera mas desabrigada de estimularse con algo tan
natural como la risa, sin tener ni que plantar ni regar una sospechosa maceta.
Todo esto lo llevas tú dentro, y lo puedes estimular y
desencadenar a voluntad. Simplemente riendo.
Incluso un tipo de glóbulos blancos que obstaculizan el
desarrollo del cáncer en el cuerpo.
Y más aún:
El Yoga de la risa, es antiestrés; Ejercita los músculos
del diafragma y los abdominales;
Potencia el sistema inmunológico; Incrementa la circulación sanguínea.
Evidentemente desembaraza nuestras inhibiciones y
desarrolla la inteligencia emocional, incrementando sentimientos de
alegría.
Y yo sentí, que además te conecta con la gente al nivel
de corazón.
Los abrazos que nos dimos carcajeándonos para finalizar,
emanaban mucha mas conexión y dulzura que un simple abrazo.
Hicimos muchos más juegos y ejercicios que inducían la
risa cada vez con mas facilidad.
Como ejemplo, uno de los más llamativos era “la espiga”
(video): Todos en el suelo en fila, tumbados entre las piernas y sobre la
barriga del que nos precedía.
Eso ya no había quien lo parara.
La risa, la conexión y el buen rollo, a esa altura eran
ya irreprimibles.
Oír las carcajadas y además sentirlas al percibir como tu
cabeza repercutía posada en el estomago del anterior, era algo incontrolable.
Finalizas la sesión con una quietud mental y una
relajación, difícil de alcanzar de otro modo que yo conozca.
Lo mejor de todo, es no es necesario tener sentido del
humor para reír.
Por
lo visto, la risa está localizada en la zona
prefrontal de la corteza cerebral, que es la parte más evolucionada del
cerebro.
En esta zona reside la creatividad, la
capacidad para pensar en el futuro y la moral.
Es un rollo. Conforme cumplimos años, se
nos supone más sabios, pero dejamos atrás al niño o niña que fuimos, y perdemos
la espontaneidad de dejarnos llevar por la risa. Olvidamos buscar la carcajada
o encontrar esa parte cómica de las situaciones. Y por eso es conveniente de
nuevo aprender a reír, o al menos aprender a rememorar cómo reías.
El prestigioso Sigmund Freud, ya
determinó que las carcajadas tenían el poder de liberar al organismo de la
negatividad.
Y esto fue científicamente demostrado,
cuando se descubrió que el córtex cerebral libera impulsos eléctricos negativos
tan solo un segundo después de comenzar a reír.
Es más, reírse es una función biológica
necesaria para mantener el bienestar físico y mental
Por eso reír, o aprender a reír, es algo más importante de lo
que parece a simple vista. Y se trata de conseguir hacerlo de una manera
natural y sana, y que las carcajadas salgan de lo visceral e irracional.
Alicia poco a poco, nos ayudó a acomodar
esa percepción en las situaciones que nos iba proponiendo, para que al vernos
en ellas nos riéramos, con nosotros mismos y con los demás. Nos provocó esa
risa que fluye del corazón y no de la cabeza.
Después, sales con la sensación de ser
más receptivo, y como con mas facilidad
de ver el lado positivo de las cosas.
Me pareció una excelente forma de lograr
la relajación, y de abrir nuestra capacidad de sentir y amar.
La risa no es un mal
comienzo para nada, y dista mucho de ser un mal final.
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