Seguramente
harás amigos durante toda tu vida, pero muy pocos serán tan significativos como
tus amigos de la infancia.
Un
fin de semana donde nos hemos juntado casi todos en el espectacular y acogedor
hotel L`Abadia de Sieste propiedad de Nano, uno de esos mejores amigos de toda
la vida, condimentado con un buen jamón
(cortesía de Juan), una excursión, y la participación de todos para realizar
juntos lo mismo un fregote, una comida o un baile, resulta un fin de semana que
confirma esto que llevamos años legitimando:
Que
los amigos de la infancia, los de siempre, son quienes nos devuelven a aquellos
maravillosos y mágicos momentos, y aún ahora ya maduros, nos recuerdan que
tenemos una parte divertida, juguetona, ingeniosa y alegre que por las
circunstancias de la vida alguna vez descuidas o callas.
Porque
con ellos posees un vínculo incondicional que se alimentó en recreos,
excursiones, campamentos, travesuras, primeros amores, discusiones y
reconciliaciones, todo tan sincero como inocente.
Porque
con ellos no tienes que guardar las apariencias, ni fingir, ni intentar ser
quien no eres, porque te conocen perfectamente desde siempre.
Tanto,
que aunque no te hayan visto en meses, con tan solo mirarte a los ojos están
dispuestos a preguntarte: -“¿Té pasa algo? ; ¿Estás bien?”.
Y es
que el concepto de amistad que se tiene durante la infancia es tan simple, que
no existen los sentimientos de rencor, resentimiento, o celos como cuando eres
adulto.
En la familiaridad, en la
esencia y en el talante, se reconoce perfectamente que nos secundamos
mutuamente durante esos complejos años de crecimiento, cambios y
desorden hormonal.
Y aun ahora, estar con
ell@s te hace sentir como más seguro. Como salvaguardados. Porque sabes que son
los que, pase lo que pase, nunca te dejarán tirado.
Así es. Si esa amistad
ha conseguido prolongarse hasta la edad adulta como es nuestro caso, se
convierte en la mejor medicina para tu autoestima si estas desmoralizado, para
arrancarte una sonrisa si estas abatido, o esperanzarte ante los
problemas sí estas pesaroso.
Porque junto a ellos
aprendiste qué es la confianza. Y no solo aprendiste a confiar, sino a demostrar que
también eres de fiar, viendo la responsabilidad que se tiene hacia una persona
que confía en ti.
Ellos
son los primeros que nos guardaron las espaldas, con los que formamos las
primeras pandillas, y con quienes compartimos esas primeras dudas que nos
provocaban sonrojo.
Son
la familia que elegimos.
Nos conocen bien, y fueron los primeros en
distinguir y señalar nuestros puntos fuertes y débiles.
Los primeros en
comprobar nuestras incompetencias, nuestra testarudez o nuestro carácter, y aun
así contaban con nosotros y siguen contando.
Y es por eso, por lo que nos ayudan a aumentar la
autoestima.
Porque siempre nos recuerdan que
merecemos la pena.
El
significado de la amistad es algo que se establece en la infancia y estas
primeras adquisiciones influyen y de qué manera en el desarrollo posterior.
Y el
destino pone a muchas personas en tu camino, pero solo las mejores permanecen
para siempre.
Un fin de semana espectacular, de repetir. De amigos legítimos.
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