Pero la etapa de la
“infancia” es muy determinante para la vida de cualquiera. Para lo bueno
y para lo malo.
Salvando lo malo, eran aquellos maravillosos años en los que no nos
complicábamos la vida, y disfrutábamos de cada instante; aquellos años
en lo que todo, por enrevesado que fuera, lo convertíamos en un juego.
Ahora, ya de "adultos", por el contrario, nos angustiamos con cualquier
cosa, y todo tiene que tener un “porque” o un “porque no”.
Siendo niño todo parecía tan colosal...
No salíamos solo a jugar a la calle, salíamos de expedición. Cuando necesitábamos ver la inmensidad desde lo alto, trepábamos a un enorme árbol.
No salíamos solo a jugar a la calle, salíamos de expedición. Cuando necesitábamos ver la inmensidad desde lo alto, trepábamos a un enorme árbol.
Ahora somos adultos, si, pero quizás esos juegos o acciones infantiles
de corre corre que te pillo, o esa bicicleta que en nuestra imaginación
era un caballo o una moto, esas exploraciones de casas abandonadas o
recónditos bosques, o esas escaladas de formidables árboles, han
prosperado junto con nosotros en el perfil adulto de hacer footing,
nadar, escaladas, o ir en bici... sin mas.
Cuando niños, nuestras fantasías hacían acrobacias en torno a los
personajes que participaban de nuestra imaginación.
Ahora de adultos no
solo los emulamos, somos nosotros mismos, corriendo mas lejos, escalando
mas alto, o llevando aquellas fantasías a un entorno real.
Somos adultos si, pero quizás solo en el perfil, porque puede que en el
fondo seamos aún esos niños deseosos de salir a jugar con nuestros
amigos a la calle en forma de quedar a correr, salir al campo en
apariencia de excursión, escalada o expedición, o a jugar al río en la
silueta de descender un barranco.
En definitiva, la vida está llena de magia para la persona que se deja
arropar por ella.
Asociamos la niñez con inocencia, naturalidad y alegría, y pensamos que
al hacernos adultos, esos valores se deben sustituir por otros como la
sensatez, formalidad o madurez...
¿No pueden convivir juntos?... Yo
pienso que si.
Hacerse adulto no implica tener que olvidar al niño que todos llevamos
dentro.
No dejemos morir ese niño.
La infancia es una etapa de
felicidad, en la que por general, no se tiene conciencia
de la existencia de problemas, ya que otros nuestros padres, maestros,
etc. los solucionan por nosotros.
Sin embargo después, crecemos, y se
produce un cambio de mentalidad tomando conciencia de las
responsabilidades. Entonces, cada persona empieza a orientar su vida en
una determinada dirección y madura equivocándose una y otra vez, esa es
la realidad.
Pero con este post, pretendo ser realista al afirmar que el deporte “en
general”, es una forma de mantenernos en contacto directo, en roce
continuo con esa etapa de felicidad y juego, y pretendo deciroa... ¿salis a
jugar?
No hay comentarios:
Publicar un comentario