Y captar corredores con o sin vínculos entre sí, reunidos
para trotar unos kilómetros y después de ello tomar sin más unas cervezas, es
una cátedra de vida.
Sin cuota de inscripción, sin chips, sin dorsales ni arco
de meta. Solo gente, una dirección, un escenario y buen ambiente.
Esta pasada ha sido la sexta “Trotada cervecera”. Un
experimento social que comenzó hace tres años.
Correr, charlar, reír, y finalizar brindando con cerveza en
este caso en el restaurante Area 62.
Un evento abierto, campechano, y sincero, que se
caracteriza por eso; mezclar corredores de distinto perfil, con el único
objetivo de crear ambiente, camaradería, desenfado, y hacer deporte claro.
Y que gran satisfacción se siente al hacer algo sin
filtrarlo con el tamiz de los intereses o los deberes.
Momentos en los que compartir cobra el principal
significado.
Correr es simple, pero no sencillo, y aunque todos
queremos progresar haciéndolo, también queremos divertirnos, disfrutar, conocer
gente, y por supuesto, darnos igualmente a conocer. Porque todos merecemos la
pena.
Y si prendes esa sensación de libertad que da correr por
el campo, y lo fusionas con amigos, afinidad y concordia, el resultado nunca
puede contraproducente.
El contorno de todo esto fue una bonita ruta circular
desde esa gasolinera del Área 62. 15 Kilómetros de trote/paseo y charla por el
monte entre el monasterio del Pueyo y Fornillos, atravesando el barranco de la
Clamor y las ruinas románicas del Almerge o ciudad muerta.
Y claro, después rematado con unas cervezas, maridadas
(que se diría hoy) con unas suculentas tortillas de patata y longaniza. (Refrigerio obsequió de Antonio
del restaurante
Área 62). ¡Muchísimas gracias Antonio!
Ha sido la sexta propuesta de realizar esta “Trotada
Cervecera” (por llamarlo de algún modo), y acudieron “24 personas”.
Y soy consciente que como otras veces, faltaron por
imprevistos o compromisos de ese mismo día, muchos cercanos con nombres y
apellidos.
Una inocente receta de sociabilidad cuyos principales
ingredientes son el compañerismo y la convivencia entre corredores de
toda condición y filosofía, mancomunados no por la distancia, ni por la
velocidad, si no por el trato y el acuerdo.
Objetivos pasar un buen rato, mejorar el ánimo, la
autoestima, la amistad, y muchos aspectos con los que después sentirte bien.
La ruta gustó. O al menos eso me dijeron.
Muchas personas ya en estas seis quedadas. Algunos, sin
figurarse capaces de correr estas distancias (confiaron en intentarlo),
abrigadas por este ambiente especial lo consiguen, disfrutando y deseando repetir.
Porque compartir te hace sentir positiv@.
Una “carrera con final feliz”.
Gracias una vez mas a todos los que quisisteis participar
en este ensayo deportivo y social, donde lo importante no es compartir una
trotada, si no compartirse trotando, y emplazaros para la séptima, que espero
poder preparar en primavera.
Y aprovechando la circunstancia:
¡Feliz año 2017 a todos los lectores de este humilde blog!
Aunque este pasado año, podamos haber perdido alguna
ilusión por el camino, seguro que vendrán muchas nuevas.
Por delante doce meses vírgenes, cuatro nuevas estaciones
inexploradas, y un corazón que aunque a veces lo dudemos, es de complexión
risueña de nacimiento y sostiene unos
ojos optimistas y soñadores.
Este próximo año para mí es especial.
Los de mi generación, 1967, cumplimos cincuenta años, y
“le damos la vuelta al jamón”... ¡¡¡A por otros tantos!!!
Comenzamos una etapa inédita de nuestra vida, y al menos
a mi no me falta ilusión.
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