Por fin he
comenzado a escribir el guión de lo que será el audiovisual sobre la última
aventura en Bolivia el pasado mes de octubre. Tras el proceso de escritura,
vendrá el de doblaje, y después montaje de imágenes, música, etc. Así que aún
tardará un poquito. Pero llegará.
Para hacer
boca, comparto aquí el texto de uno de los pasajes.
Nuestra
visita a la isla del Sol en el lago Titicaca:
La
isla del Sol.
Habitualmente
nunca te encuentras a ti mismo cuando te buscas, lo haces por sorpresa cuando
menos te lo esperas.
En un
pequeño fondeadero de Copacabana,
tomamos una lancha para dirigirnos a la Isla del Sol.
Al
poco, nos hallamos navegando por el famoso lago sagrado Titicaca (Puma de
piedra). Titi- Puma; Caca – Piedra. En alusión a la roca sagrada que se
encuentra en la Isla del Sol.
Con una extensión de unos 8.500
kilómetros cuadrados, casi el tamaño de la Comunidad de Madrid, es el lago navegable mas alto
del planeta:
204
Km. de longitud por 65 Km. de anchura máxima,
y una profundidad media de 107 m.
Una
imponente masa de agua compartidas entre Perú y Bolivia.
Mientras
lo navegas y el viento te abraza y te besa en la cara, es como si te
hipnotizara; no puedes apartar la mirada de sus misteriosas aguas.
Cuando
lo piensas bien, cuando tomas conciencia de donde te hayas, una especie de
excitación, de pálpito, recorre tu cuerpo.
Todos
nos miramos conscientes y cómplices, y nos sonreímos.
Cuenta
la leyenda, que un día ya lejano, el dios Inti (el sol) miró hacia abajo para
ver cómo iban las cosas en la tierra, y lo que vio no le gustó nada.
La
humanidad vivía en un estado de salvajismo y miseria tal, que se entristeció.
Vivían
en discordia, desconocían la agricultura, no sabían construir herramientas, e
ignoraban cualquier tipo de norma de comportamiento social.
Ante
tal situación, el sol
decidió tener dos hijos, y que estos enseñaran a la gente los fundamentos de la
civilización, y los guiaran.
Y se
retiró a la isla del Sol junto con la luna para amarse y concebirlos.
De
allí nacieron Manco Capac y Mama Ocllo.
Estos,
cumpliendo el mandato de su padre, enseñaron a los hombres civismo y los
rudimentos de la agricultura, y a las mujeres a ser excelentes trabajadoras,
esposas, y hábiles artesanas.
Y
allí y desde allí, se desarrolló y propagó la cultura Inca, que se asentó
después en Cuzco (Perú).
Que
hermosa introducción nos relata Luisa (nuestra guía) durante el viaje en lancha
para esta isla que estamos a punto de pisar.
En mas o menos una hora de navegación, desembarcamos en la zona Sur de
la isla del Sol; en la comunidad Yumani.
Caminamos
en ascenso por un perceptible sendero rumbo al poblado, atravesando el
yacimiento arqueológico de Pilcocaina (Residencia de los pájaros).
Un
señero edificio de la época
prehispánica, que algunos dicen que era la residencia del mismísimo soberano
inca cuando se desplazaba hasta la isla, y otros señalan como un templo
de culto al sol, puesto que todas sus aberturas se emplazan en dirección este
(lugar dónde se sucede el amanecer).
Lentamente,
pues no olvidemos que nos estamos a casi cuatro mil metros de altura, llegamos
a Yumani. Comunidad
de origen Quechua y Aymara.
La
población más grande de la Isla, y el lugar en el que se concentra la mayor
parte de los comercios, restaurantes y alojamientos.
Nos alojamos en el sencillo hostal
Pachakuti; todo un lujo en un lugar así.
Que
verdad es que la felicidad arraiga en la sencillez de las cosas, de las
personas y de los lugares.
Por
desgracia mañana no podremos visitar la parte norte de la isla como era nuestra
intención, porque hay conflictos entre la comunidad Yumani (donde nos hallamos)
y la comunidad Challapampa de la parte norte, y esta parte ha quedado cerrada al turismo por completo.
Aun así que magnitud, matices, entorno y placidez.
Aquí todo se ordena para disfrutar de una
fascinante representación de avenencia entre la tierra, el agua y el cielo.
El
ocaso, la alborada, las horas que pasas en esta isla, suponen inhalar
serenidad, sosiego, placidez y en definitiva magia.
Si hay magia en este planeta, que la
hay, muchos de nosotros aseguraríamos
que este lago y su isla del Sol, es uno de los lugares donde descubrirla.
Quizás
por una especie de áurea que rodea este entorno, por su dimensión, o las
leyendas y misterios que se mecen a su alrededor, pero percibes claramente que
el lugar es mágico.
Al amanecer; El horizonte ensalza al sol
mientras este irradia su primer misterioso resuello de perfil purpúreo.
Y de nuevo nos regala un brindis a la
vida simplemente sublime.
En este lugar realmente
conectas con el entorno.
Tras desayunar, subimos paseando hasta el
mirador Pallakasa.
Y
desde allí contemplamos toda la extensión del lago rodeado por las imponentes cimas nevadas de Los
Andes.
Y toda
la isla del Sol , que tiene 14,3 kilómetros cuadrados: 9,6 de largo y 4,5
en su parte más ancha.
Terrazas
de cultivo, las humildes casas de los campesinos, las mujeres engalanadas con
sus faldas multicolores, los rebaños de ovejas o llamas, o los niños el rostro
encendido de sol inmisericorde. Que bodegón más espectacular!!
Aquí,
observando a sus gentes, cobra sentido
eso de que no es más rico el que más tiene, si no el que menos necesita.
Todo
nos dispone a la emoción de forma definitiva.
Viendo
la inmensidad azul del Titicaca desde esta atalaya natural, no es difícil
dejarse arrastrar por mitos y creer a pies juntillas, que de estas aguas
nacieron los hijos de Inti para civilizar a los hombres.
Bajamos
de manera vertiginosa hacia el embarcadero a través de La Escalera del Inca.
A
medio camino se encuentra la Fuente de las Tres Aguas, o de la eterna juventud.
Una muestra del dominio hidráulico de los pueblos prehispánicos.
Muy
curioso también el sistema de terrazas de cultivo en los costados de la
escalera, conocido como el Jardín del Inca.
La
mística de las islas del Sol y de la Luna, casi enfrente a esta, atrae cada
equinoccio de Primavera (21 de septiembre) y solsticio de Invierno (21 de
junio) a miles de turistas que buscan experiencias ‘sobrenaturales’.
Entendemos
que la Paz viene de dentro de cada uno, y no deberíamos buscarla fuera, pero
escenarios como este ayudan a encontrarla dentro de ti.
La Isla del Sol. Un lugar que jamás olvidaremos.
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