Fueron los días más tristes de mi vida.
Te fuiste llevándote algo de mí que no puedo
describir, y dejando un enorme vacío. Ha sido difícil
aceptar que no estás; aceptar y conllevar día a día que de momento no te vería
más.
¿Por qué? ¿Acaso hacían falta más ángeles en el
cielo?
Cuánto me hubiera gustado poder detener
el tiempo, o echarlo atrás.
No oyó ni
una sola de mis inútiles e infinitas plegarias, y todo siguió su curso
llevándose consigo parte de lo que fui, y dejándome a solas con un sentimiento
con el que no ha sido fácil lidiar.
Pienso y siento tantas cosas, que las palabras, las letras, no alcanzan a expresar.
Pienso y siento tantas cosas, que las palabras, las letras, no alcanzan a expresar.
Aquí quedó tu ejemplo, tu
fortaleza, sinceridad, virtud, rectitud, elegancia, independencia, tantas cosas
que recuerdo y veía en ti.
Una mujer sencilla que al mismo tiempo no
claudicaba en sus principios de honestidad y respeto; incapaz de subestimar a
nadie y siempre dispuesta a ayudar a los demás.
En pocas palabras, una buena persona; y eso es lo que más valoro.
Ese es el mejor recuerdo que me quedó, y el ejemplo que quiero
seguir.
Ha pasado ya un año. Y aunque los colores del cielo siguen siendo los mismos, y mis sueños no han cambiado, nada es igual sin tu presencia.
Ha pasado ya un año. Y aunque los colores del cielo siguen siendo los mismos, y mis sueños no han cambiado, nada es igual sin tu presencia.
Todo es diferente.
Y aunque el tiempo pasa, el
hecho de no tenerte continua doliendo, y se que continuará siempre.
A veces te busco con desvelo
esperando una señal, y cada paso o
pensamiento lo realizo imaginando cómo lo veras desde donde te halles.
Sé que de algún modo sigues
a mi lado, a nuestro lado, porque así lo siento todo el tiempo, en muchas
cosas, en muchos detalles, eso me hace tolerar el hecho de que ya vives donde
no puedo verte y me conforta.
Aunque siempre
me invade tu recuerdo y te imagino en cada rincón.
Algunas veces miro al cielo y busco tu
sonrisa modelada por las nubes, deseando que llegue el dia para poder volver a
abrazarte y contarte cómo ha ido mi vida.
No hago más que
preguntarme qué te gustaría que hiciera con mi vida, con mis sueños, con mi
futuro, con mi presente.
Y sé la
respuesta; - “Que sea feliz”.
Lo hiciste muy
bien, mejor de lo que pudiste imaginar.
Ahora lo sabes.
Yo de mala gana entendí lo que se siente al
perder a una Madre, y sentí ese el dolor tan grande.
Cuando se tiene Madre, sin percatarnos creemos
que es simple recorrer los caminos de la vida; pero al perderla, nos damos
cuenta que es por su guía y apoyo por lo que todo se hacía más accesible y más
simple todo. Sin miedo.
Ella es nuestro soporte, a la que siempre podemos
recurrir porque todo lo puede solucionar, siempre nos va a ayudar y nunca nos
va a juzgar.
Muchos han
sufrido la ausencia de ese ser maravilloso que es la madre, pero muchos más la
tienen con vida y les ruego que lo valoren.
Hacerlo, porque el día que os falte, os
exhortará pensar lo mucho que pudisteis darle en su momento.
Tener hijos nos
llena, pero recibir la reciprocidad de esos sentimientos aportados, esa
dedicación, ese esfuerzo, aunque no sea ninguna obligación, es un privilegio y
una legítima prebenda.
Y sí, poco a poco volveremos a reír, a
soñar despiertos, a llorar, y a dejar que la vida nos guíe, pero en cada uno de
esos instantes nos faltará ese eco de tu inconfundible sonrisa y ese brillo de tus ojos.
Desde ese
triste día, no ha habido un solo momento en el que no te haya pensado, y de
algún modo, cuándo no sé bien qué hacer, siento que me susurras la mejor
respuesta a la peor de mis dudas; siento que camino de tu mano sin soltarme.
Desde
aquel día gris percibo páginas que nunca me cansaré de releer: tu olor, tu alegría, tus consejos, y en definitiva esa
esencia que me da fuerzas cada mañana para afrontar un nuevo día, combatir las
adversidades, y encontrar el sentido en los pequeños detalles.
Sé que
tendré, que deberé aprender a vivir con tu ausencia, con la necesidad de
contarte mis sueños.
Sé que no
pasará un solo día en el que no te eche de menos.
Pero
seguiré buscándote entre las nubes o las estrellas, en cada recodo, en el
silencio de la soledad y sobre todo en mis recuerdos.
Porque
también sé, y estoy seguro de ello, que siempre siempre te encontraré cuidando
de todos nosotros.
Gracias por darme tu ejemplo
aunque sea difícil de seguir. Te agradezco tanto.
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