Este pasado sábado, me calcé los esquís junto con
mi buen amigo/hermano Miguel, y... la gozamos muy temprano subiendo
apaciblemente, y después bajando deslizándonos
y gozando de una nieve en optimas condiciones a esa hora.
Que placer sentir la libertad y realidad que te da el esquí de montaña.
Al final del recorrido todo es único. Lo que
haces, y tú mism@.
Que difícil es explicar cómo somos, y mucho
menos que buscamos.
Lo que es obvio, es que todos perseguimos reír,
divertirnos, emerger, relacionarnos, y olvidarnos de los desengaños del
día a día.
Y a mi, la actividad de o en montaña
(naturaleza), me proporciona esa sensación de libertad y desahogo.
Y además si trae como guarnición una buena
compañía y la moldura enlucida de montes y nieves transitorias, no se puede
pedir más.
Que sencilla receta de expansión, armonía y
compañerismo, mancomunada con el humilde objetivo de pasar un buen rato; De
mejorar tu estado de ánimo, autoestima, y otros aspectos con los que
sentirte bien posteriormente.
Está claro que el deporte, y si es en la
naturaleza más, nos reporta beneficios físicos y psicológicos. A mí me da una sensación de felicidad y de libertad.
Es el compararnos con los demás lo que nos
perturba.
Y como firme preludio de esperanza, ilusión y
ánimo, nos evaluamos permanentemente con intención de decretarnos a favor o en
contra de lo vivido, deseando que lo que venga, sea siempre mejor.
La
vida al final es capitulación a golpe de errores y estacazos, pero también
argumentación con sueños, amores, alegrías, y amig@s.
Es el codiciar
vivir igual que, hacer lo mismo, ser tan fuerte como, tan rápido, tener
la talla de, verte como, y un sin fin de tópicos, lo que te pueden amargar.
Así que lo conveniente es dejar de vigilar
situaciones ajenas “que no son las
tuyas” y en todas las casas cuecen habas, y explorar tus virtudes, habilidades
y perspectivas, y aprovecharlas; y reconocer también tus carencias y defectos,
aspirando mitigarlos.
Muchas veces las palabras bonitas que nos dicen
no son sinceras, y normalmente las palabras sinceras no son bonitas.
Salvemos la libertad de SER, HACER, TENER y
ESTAR...
La circunspección durante una excursión por la
montaña, es una buena camilla para auto diseccionarse examinarte abierta y
sinceramente, aceptar tus propias limitaciones, y ser consciente de tus
convicciones, certidumbres y realidades.
“Tarde no
es, y prisa no tengo”.
¿Qué hemos perdido por el camino?. Cada cual hará
recuento de sus ganancias y pérdidas, pero en realidad... Estamos aquí. Estamos
vivos.
Debemos mirar atrás con satisfacción, sin dejar de mirar aún hacia delante, con la posibilidad de escoger.
Mirar al frente y no al suelo.
Debemos mirar atrás con satisfacción, sin dejar de mirar aún hacia delante, con la posibilidad de escoger.
Mirar al frente y no al suelo.
Un paseo por la montaña. Un momento ideal para
reflexionar sobre lo que hemos sido, lo que hemos hecho, y lo que nos falta por
ser o por hacer.
Es sencillo; Como tú te quieras, así te querrán;
como tu te veas, así te verán.
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