Recientemente,
durante una excursión matinal con niños por el entorno del monasterio del
Pueyo, estábamos almorzando cuando unos paseantes que conocían a una de las
madres, le advirtieron que tuviéramos cuidado, que allí cerca había un agujero
muy profundo; Tanto, que si arrojabas una piedra no la oías golpear contra el
suelo.
Algunos
se acercaron al lugar a mirar, y otros, para no llamar la atención y curiosidad
de los niños nos quedamos esperando.
Tras
volver de allí, dijeron lo mismo: -“No se ve el fondo”.
Así
que me acerque a curiosear, y a primera vista parecía un derrumbe del terreno
ocasionado por las abundantes lluvias de este ultimo mes, que asemejaba una
gran madriguera de unos ochenta centímetros de anchura, enmascarada por breñas
de tomillo.
Medio
metro mas abajo se observaba un chaflán de tierra, así que con cuidado me
introduje hasta allí agazapado para intentar vislumbrar el interior.
Y
efectivamente, acurrucado desde allí, vi que el boquete no solo continuaba para
abajo si no que además parecía ensancharse dentro.
Saque
el móvil y con la lámpara del mismo trate de iluminarlo, pero
no tenia la potencia suficiente.
Aunque si distinguí dos cosas que agudizaron mucho mi curiosidad:
La caída no era vertical si no que era una rampa de tierra hasta donde alcanzaba la vista, y por eso amortiguaba el sonido de las piedras que arrojaban, y lo más curioso; el techo parecía desde allí un túnel de roca abovedado y bien obrado.
Aunque si distinguí dos cosas que agudizaron mucho mi curiosidad:
La caída no era vertical si no que era una rampa de tierra hasta donde alcanzaba la vista, y por eso amortiguaba el sonido de las piedras que arrojaban, y lo más curioso; el techo parecía desde allí un túnel de roca abovedado y bien obrado.
Así
que salí, pero con el firme propósito de volver otro dia con un frontal,
iluminarlo y ver que descubría.
Y
dicho y hecho. Regresé ayer tomando precauciones básicas; avisar a
un amigo con el que había estado de excursión de donde iba, y dejar mi coche
cerca para que se viera.
Y con
precaución me introduje en la boca como el primer dia. Sin intención de entrar.
Desde allí, desde donde
la primera vez, lo iluminé, y ¡Sorpresa!.
Hasta donde se distinguía, era un túnel que descendía en rampa y en el que un poco mas adentro cabía de pie una persona. ¡¡¡Buuuuaaa!!!
Hasta donde se distinguía, era un túnel que descendía en rampa y en el que un poco mas adentro cabía de pie una persona. ¡¡¡Buuuuaaa!!!
Me deslice un poquito
mas hacia adentro por el talud, para verlo mejor donde comenzaba a ensancharse.
Si no lo veía seguro no
era cuestión de arriesgarse...
Examiné con detenimiento
el techo; evidentemente estaba excavado en roca arenisca sólida.
Se observaban perfectamente las muescas y surcos del cincel o herramienta que se usó para excavarlo. Por tanto era sólido y consistente.
Se observaban perfectamente las muescas y surcos del cincel o herramienta que se usó para excavarlo. Por tanto era sólido y consistente.
Así que descendí un
poquito más, hasta advertir que donde terminaba el hundimiento de tierra, se
adivinaban escaleras talladas en la roca.
Antes de seguir
descendiendo, ya que me hervía la sangre por saber si unos cuatro metros mas
abajo donde parecía acabar continuaba la pasadizo, me surgió la duda del
oxigeno allí en el fondo. Así que seguí observando desde allí con el haz de luz
Y de repente, abajo del
todo, boca abajo agarrado al techo, descubrí un pequeño murciélago amodorrado.
Eso disipó mis dudas
de sí hubiese algún gas irrespirable en el fondo.
Así que poco a poco descendí
hasta allí.
Allí se agrandaba un
poco, pero terminaba la gruta haciendo rellano.
Era una formación
cavernosa con una gran veta entre rocas en una de sus paredes. Y desde allí,
mirando hacia arriba se divisaban perfectamente las escaleras de acceso.
Realicé unas cuantas
fotos alumbrando con mi frontal, y emergí con la satisfacción de haber
descubierto algo fuera de lo normal, pero también con la decepción de que
tampoco era para tanto...
Mientras bajaba imaginé
una galería que terminaba en una antigua cripta en las entrañas de la montaña
bajo el monasterio, y si además había un tesoro, ya para que... jajaja...
Influencias de ver tanto
cine y fascinarme la aventura.
Al llegar a casa y
revisar las fotos inmediatamente se las mandé con la información que pude darle
a Daniel Valles (Ultimo premio Félix de Azara en el apartado de comunicación).
Curiosamente estaba a punto de salir caminando hacia el Pueyo.
Dani es amigo y socio de
Montañeros de Aragón Barbastro, y un gran divulgador, y estudioso de la historia
de la zona, que sabe mucho del tema.
Y enseguida me afirmó
que esa zona, es un área de asentamiento de una villa agrícola Romana, y que
podría tratarse de un pozo artesiano.
Así que aquí queda este
casual hallazgo y su historia. “Entre comillas lo de hallazgo”. Siempre puede
surgir el octogenario y entrañable pastor que lo conocía de siempre.
Y aunque no son las
cuevas de Altamira, si es un pequeño vestigio de nuestros antepasados, y por
tanto hace ilusión toparse con algo así.
Hola Javi, no soy octogenario ni pastor, ya esta investigado el descubrimiento , un intento de encontrar agua por los Benedictinos del Pueyo, pregúntale a Ángel Huguet que el te contara, nuestro gozo en un pozo, yo también me cole por ahí hace unos años y pensé como tu, que habíamos descubierto algo insólito, habría que tapar la entrada para evitar accidentes, saludos cordiales.
ResponderEliminarMuchísimas gracias Antonio por la información. La verdad es que es un sitio curioso. Y más como fue ayer mi caso, cuando accedes como si te metiera en una madriguera de rabosa.
EliminarTe reiteró las gracias. Al menos a mi me generó mucha curiosidad. De allí el contactar con Daniel, o publicarlo (sin poner su ubicación exacta). Como bien dices podría ser un peligro sobre todo para algún niño. Un abrazo.