martes, 4 de julio de 2017

LOS BARRANCOS DE GUARA Y YO


Admiramos las cosas por muchas razones, pero las amamos sin ninguna.
Porque lo que te impresiona, muchas veces te impresiona una sola vez, sin embargo lo que te resulta realmente extraordinario, te lo resulta más cuanto más lo contemplas...
He filmado ininterrumpidamente (dejando aparte la Palomera, que fue un ensayo), cinco de los barrancos más populares de Guara: Formiga, Gorgonchón, Oscuros del Balcés, Mascún y Peonera. Barrancos cargados de recuerdos y nostalgia...
Esta semana he decidido darme un respiro y tomar aire, para próximamente grabar el que para mí más representa: “ El Vero”.
Fue mi primer barranco, el que más veces he descendido, y en el que por muchas razones más me deleito; unas sinceras, propias y afectivas, y otras como para muchos, evidentes y perceptibles.
Incluso, creo, deduzco, que mi interés por la aventura en general nació dentro de este barranco.
Cuando tenia no sé bien si trece o catorce años, me condujeron allí por vez primera dos de los monitores del por entonces grupo Scout de Barbastro que también eran de montañeros de Aragón en Barbastro (Carlos y Juan Jaime). No sé si ellos lo recordaran, pero yo no lo olvidaré jamás. Esto era mas o menos sobre el año 1980.
Dentro de lo mal que lo pasé, debido a las gélidas aguas y mi enclenque complexión, al terminar me figuró la aventura más extraordinaria que había vivido en toda mi vida.
Y que conste que cuando me introduje en la primera poza de los oscuros del Vero, quedé tan agarrotado, tan paralizado,  que me juré a mi mismo no volver a pisar jamás un barranco. El frío me amedrentó y me guillotinó hasta la respiración. Pero..., está claro que no cumplí esa determinación.
Aunque como a todos por entonces, motivos no me faltaron, porque se descendía en bañador, camiseta, calcetines y bota de vino...
Eso si, un bañador engrosado con algún viejo y recortado pantalón tejano para así robustecer la culera y preservarlo del roce; Una ajada camiseta  como forma de prever los restregones por el pecho con las interminables piedras; calcetines para evitar un poco que se colaran tantas piedrecillas en las prehistóricas zapatillas de deporte o Chirucas de tela, y la bota de vino para ... ¿enardecer y vivificar?.
También material recomendado era algún tipo de barquita o colchón hinchable, que al final siempre constituía mas una contrariedad que un apoyo... jajaja
Como antítesis a lo nuestro, ya se avistaba algún que otro francés equipado con traje de neopreno, que... “provocaba nuestra mofa”:
-“¿Qué hará este Gabacho vestido de hombre rana por un río?” . Era algo insólito, pero muy al contrario de lo que nosotros pensábamos, ese francés era perspicaz, sensato y seguro que con mas experiencia que nosotros... El tiempo le dio la razón.
Pero nosotros, los trajes de neopreno solo los habíamos visto en la tele, en los documentales de Jaques Cousteau, y efectivamente los relacionábamos con el mar. No con un río... 
Eran trajes de buceo. Para nada los trajes perfilados y reforzados especialmente para barrancos que aparecieron años mas tarde.
Los franceses habían explorado ya y dado a conocer antes que nosotros estos maravillosos cañones, y en Francia eran muy populares en los círculos de montaña y espeleología. Incluso cuando aquí casi comenzaban a conocerse, ellos ya tenían editada en Francia una guía con muchas reseñas. Como extravagante curiosidad, y pese a las frías aguas, por aquel entonces en el menos transitado que hoy río Vero, practicaban mucho las Francesas toples; Tanto, que algún lugareño se llegaba por senderos desde Alquezar hasta alguna badina, equipado con su caña de pescar con sedal, corcho y “sin anzuelo ni cebo”, para “no tan disimuladamente” ver  pasar a estas francesas con sus erguidos pechos al aire, vivificados por ese agua fría.
Año tras año no falté a mi cita, y hasta creo que aprendí a escalar evitando el agua en algunos pasajes abrazado a las paredes como una lagartija... Por cierto, que al terminar, como colofón, se saltaba la presa desde la vieja pasarela.
Cada año sin falta, descendía por lo menos el río Vero, e incluso ya me introduje en al Balcés y el Mascún.
El año 1990, por medio de montañeros y la escalada conocí a Pepe Chaverri, nos hicimos amigos, y este me ofreció trabajar junto a él, y Alfredo Vivés durante mis vacaciones de verano en el camping del Vero en Alquezar que dirigía José Luis Solana (un buen amigo), y el camping del Puente de Rodellar que casi acababan de inaugurar Fina y Pepe.
Así, en la práctica, tuve los dos mejores instructores que se pudiera tener, pero sobre todo en la actitud, la correspondencia y el procedimiento.  Así que reforcé mi experiencia, los barrancos ya sabidos, y aprendí bien los que aún no conocía.
En el camping, “casi convenciendo” a diario a la gente para que nos contratara como guías (ya con neopreno), fuimos poco a poco guiando, disciplinándonos, y puliendo entre todos cada paso, cada barranco; trazando cada recorrido, y la mejor técnica que se nos ocurriera para conducir a la gente contenta, pero sobre todo “ilesa”.
Y fue difícil. Porque por entonces, se concebía un guía solo para la alta montaña, para los Alpes, pero para ¿un río?.
Poco a poco cuajó, y pasaron unos años, unos veranos, despreocupados, plenos y llenos de buenas anécdotas, vivencias y experiencias, donde vimos, formamos parte en cierto modo, de la evolución del barranquismo en la forma y en el fondo. La equipación, la técnica, y como poco a poco nacían las empresas de guiás y aventura... Yo cada verano seguí ayudando a mis amigos Pepe y Alfredo, incluso con la creación de la suya: “Milorcha”; Hasta diseñé y dibujé su logotipo.
En 1993 yo era vocal de escalada y barranquismo en mi club y se crea por parte de la federación aragonesa de montaña el primer comité de barrancos de una federación Española de montaña, cuando en montañeros de Aragón Barbastro, ya hacíamos para los socios los primeros cursillos de descenso de barrancos.
De hecho, no fue hasta 1999 cuando vio la luz un primer manual técnico de descenso de barrancos...
Cada año, sumergido en estos barrancos, soñaba con nuevas gestas, y poco a poco fui llevando a cabo algunas de ellas, e incluso utilizándolos como lugar de entrenamiento.
Ahora,  casi treinta y siete años después de esa primera vez, tras centenares de descensos realizados, cientos de personas conducidas, y algunas vivencias aventurodeportivas por el mundo, que siempre he admitido que nacieron allí, mi idilio con ellos sigue intacto. 
Fueron, son, la entraña y el espíritu de un chaval y sus lógicas ansias de aventura, para poco a poco convertirse en una pasión por hacer, pero sobre todo por aprender y compartir.
Porque la pasión es una emoción importante que encierra entusiasmo e inclinación por algo, y por eso se dice, que a una persona le apasiona algo cuando establece una fuerte correlación con algo. Creo que este es mi caso. Me apasionan muchas cosas, si,  pero una muy importantes son los barrancos “de Guara”. No cualquier barranco; los de Guara.
Y cada año, como cuando se visita a un gran amigo, reedito y sigo fiel a esa cita. Solo, acompañando gente, o como este año además para grabarlos.
Porque   gracias a las nuevas tecnologías, los puedo grabar casi como yo los veo, pero sobre todo casi como los siento.
Y de un modo distinto, seguir compartiéndolos con el propósito, el deseo, de que estas grabaciones sean para mí  como esa  estropeada foto con un viejo amigo que contemplaré dentro de muchos años suspirando.
Al mismo tiempo, mi ilusión es la de, de algún modo, de forma visual, guiar hasta ellos a gente que por lo que sea no podrían conocerlos.
Gente lejana, o tan cercana como mi propia madre, que me ha visto avanzar tantos años fiel a esta cita. Incluso, los primeros años, ella misma me acercaba y me recogía con su coche en mi cita anual con el río Vero.
Ahora, por fin, puedo mostrárselos en algo mas que en fotografías, y revelarle lo que se esconde dentro de esas gargantas y porque  me gustan tanto.
Por lo demás, me reitero, estas grabaciones son principalmente para mí mismo. Una disposición de mi mente, y no una condición de las circunstancias.
Los barrancos de Guara han sido, son y serán, parte de mi vida.

PD: Curiosamente el primer descenso integro que se realizó del río Vero, lo realizó el Dr. Paul Minbielle y su hijo (Franceses), el año 1967; El año que yo nací...

2 comentarios:

  1. Llevo unos años leyendo este blog, y desde que estás con esta serie de post sobre los barrancos no dejo de pensar una cosa: ¡qué pena que en mi próxima visita a tu tierra, con motivo de la UTGS, no pueda quedarme unos días a disfrutar de uno de ellos!

    Por lo menos disfrutaré de otro placer: saludaros en persona a ti y al gran Pacotorrinco.

    Saludos.

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  2. Pues eso te obliga a otra visita, en la que me comprometo a hacerte de guía.
    Gracias por tú comentario y nos vemos en la Ultra

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