¡¡Es oficial!!.
Ya han pasado cincuenta años desde que por vez primera vi la luz en la clínica Cobos de Barbastro.
Ya han pasado cincuenta años desde que por vez primera vi la luz en la clínica Cobos de Barbastro.
Mi primer añito de vida lo
pasé en el por entonces pueblo y ahora barrio de Barbastro, Burceat, y después
hasta el dia de hoy en Barbastro ciudad.
Ósea que soy
“Bur-bastrense”, puesto que mi infancia siempre estuvo ligada (y eso jamás se
olvida) a este vecino pueblo de mis abuelos paternos, donde pasaba con mis
hermanos fines de semana y vacaciones escolares.
Y si, aunque me considero
ciudadano del mundo, me reconozco privilegiado por el hecho de haber nacido y vivir aquí; Cerca del Pirineo,
y junto a mi querida Sierra de Guara. Me enorgullezco de ello.
Y no lo digo por decir;
¿Cuánta gente nace por desgracia en lugares de los que quiere escapar, o aún
peor debe hacerlo por diferentes razones sociales?.
Como a todos me ha sucedido cosas buenas y malas, justas e
injustas, complacientes y dolientes; algunas sobresalientes, y otras
intrascendentes, durante estos cincuenta años de infancia, juventud, y ahora
madurescencia...
Si madurescencia, porque los
hombres, al contrario que las mujeres, no dejamos de ser unos sempiternos
adolescentes con todas las consecuencias...
Años de aprendizaje,
equivocaciones, experiencia, tropiezos, vanidad, humildad y algunas veces
resignación. Prueba y error; Tinos y resbalones. Pero eso sí, entusiasmo, mucho
entusiasmo en todo lo que he emprendido.
Para bien y para mal.
Para bien y para mal.
Ahora ya sé que la vida es
un carrusel de eventualidades abrigadas de un esmalte muy espeso de emociones y
sentimientos, que en un instante pueden alzarte o en otro derrumbarte.
Y sé que cada edad es
siempre nueva para cada uno de nosotros; podremos decir lo que queramos, pero
siempre nos acorrala la inexperiencia y la ingenuidad.
Muchas veces, con la
ambición de tenerlo todo, perdemos cosas que ya tenemos; con la avidez de
deslumbrar, nos apagamos; o con el anhelo de pretender ser perfectos, nos
olvidamos que no somos tan imperfectos como pensamos o algunos nos hacen creer.
Desde que tenemos
conciencia, hacemos recuento de metas cumplidas, y nos proponemos nuevas. Y siempre mantenemos
el presentimiento de que las cosas van a cambiar, serán mejores y por fin un
día se cumplirán todos nuestros deseos.
Siempre es importante
imaginar y desear lo mejor, pero aún más saber qué pasos dar para conseguirlo,
y darlos; Con cincuenta años esto debe ser casi un cometido.
Cerrar los ojos, escuchar tu corazón, y sin predisponerte a los deseos o expectativas de los otros para contigo, pensar realmente en lo que tú quieres.
Aunque sea algo verdaderamente difícil de cometer.
Cerrar los ojos, escuchar tu corazón, y sin predisponerte a los deseos o expectativas de los otros para contigo, pensar realmente en lo que tú quieres.
Aunque sea algo verdaderamente difícil de cometer.
No me voy a explayar aquí
con mis pasadas vivencias personales, ni con todo lo que deseo para esta
venidera cincuentena, que finalizará antes o después con mi último viaje.
Tampoco puedo ni quiero
quejarme; En muchas cosas logré imaginar imponiéndome a la resignación que te
da de la seguridad, y tuve la gran suerte de arriesgar, perseverar, y lograr
muchos de mis sueños.
Pero reconozco que a estas
alturas sigo soñando y avanzando por esa senda que me marca mi imaginación y mi
corazón.
Hasta aquí, en estos
primeros cincuenta años, muchos encuentros y algunos desencuentros; Muchas
bienvenidas, y del mismo modo numerosas despedidas y añoranzas.
Demasiadas ausencias: algunos buenos amigos, mis abuelos y mis padres, ya ondean en la memoria de mi corazón mutilado de ellos, pero fortalecido para siempre con su recuerdo.
Demasiadas ausencias: algunos buenos amigos, mis abuelos y mis padres, ya ondean en la memoria de mi corazón mutilado de ellos, pero fortalecido para siempre con su recuerdo.
Mi madre todavía es la gran
pérdida por rendir, que hace que este año tan especial, lo sea muchísimo menos.
Porque extrañar no tiene brazos, pero oprime muy fuerte el corazón; y la
extraño muchísimo. Siento como este año se me ha roto un trozo de corazón.
Es férreo e inflexible este
oficio de vivir y da pocas treguas.
Por eso cuando las da hay
que aprovecharlas.
En esta próxima cincuentena,
deseo atesorar
mas recuerdos buenos para equilibrar
esos malos que siempre vuelven.
Deseo no permanecer
sentado en mi piedra por miedo a no volver a tropezar en ella y caminar; o
mejor aún seguir corriendo y escalando.
Deseo intentar que me resguarden buenas sombras, por haberme arrimado a los mejores árboles.
Subirme a todos esos trenes que pasan por delante, disfrutando del viaje.
Pero sobre todo deseo alcanzar mi cima dentro de veinte, treinta o cincuenta años mas, y allí arriba no arrepentirme de nada que haya hecho, pero sobre todo nada que haya dejado de hacer; cerrar los ojos, volver a colocarme esas alas que un dia tuve, y volar muy alto.
Deseo intentar que me resguarden buenas sombras, por haberme arrimado a los mejores árboles.
Subirme a todos esos trenes que pasan por delante, disfrutando del viaje.
Pero sobre todo deseo alcanzar mi cima dentro de veinte, treinta o cincuenta años mas, y allí arriba no arrepentirme de nada que haya hecho, pero sobre todo nada que haya dejado de hacer; cerrar los ojos, volver a colocarme esas alas que un dia tuve, y volar muy alto.
"La Meta es el camino", En ti cobra fuerza y sentido. Un abrazo Javi
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