viernes, 24 de febrero de 2012

Riesgos y miedos.

Cuando uno emprende alguna aventura, y no solo deportiva, si no también espiritual o personal (como tener un hijo...), le asalta una especie de incertidumbre y desconfianza. Le asalta el miedo. Y lo opuesto al miedo, no es el riesgo ni el peligro.
Siempre nos han dicho que valiente es el que tiene miedo y lo vence, si, es muy cierto, pero con los años he llegado a la conclusión que la verdadera valentía no es actuar pese a tu miedo, sino hacerlo sin él. Y eso tambien se entrena.
Cuando te expones a una situación de riesgo, no te ocurre nada y la vences, sueles sentir un enorme reflejo de euforia y embriagez que la siguiente vez que lo reclamas ha disminuido e incluso desaparece, obligandote a escarbar en mayores retos para conseguirlo.
En realidad esta euforia no es real, y simplemente se debe a que crees que ha superado ese miedo; la realidad es que solo lo has asfixiado por un tiempo y resurgirá si dejas de aleccionarlo.
En tal caso, esa especie de disipación o asfixia de tu miedo, coarta tu capacidad de sentir, y por ello te surjen impulsos de buscar esas continuas sensaciones de euforia.
Y cuanto más repites el proceso, mayor adicción a esas sensaciones "fuertes" sientes.
Contradictoriamente, esa disminución o ausencia de temor si tiene una cosa buena, es que aumenta considerablemente la impresión de gozo, satisfacción y de disfrute de tu vida (que como siempre digo al final "se acaba").
Resolver tus miedos no es sencillo, y en muchas situaciones de la vida (casi siempre en las más comunes, y menos deportivas), sin vuscarlo, no te quedará más remedio que actuar pese él.
Esto supone estrés, sufrimiento y en la mayoría de las ocasiones, o bien los miedos van creciendo, o crece esa insensibilidad a ellos, y emerge el hastío, el aburrimiento y por tanto la busqueda de nuevas emociones.
A través de los hábitos o los entrenamientos podemos llegar a ser más fuertes, mas rápidos, mas agiles, si, pero tambien más justos, más prudentes, más beneficiarios de nosotros mismos... y menos miedosos para bien y para mal. Suele decirse que "el hábito no hace al monje", y verdaderamente es cierto.
Pese a todo, alimenta tu autoestima sabiendo que eres especial (todos lo somos), únic@, no te compares con nadie, y siéntete muy orgulloso si te pones "pequeñas" metas, pese a tus miedos y las consigues. Y nunca nunca olvides, que un largo camino comienza siempre con un único paso. 
Vence tus miedos aun a riesgo de hacerlos desaparecer y tener que vuscarte otros nuevos.

PD: Este fin de semana participaré en la media maratón de Barcelona junto a muy buenos amigos, y con muy buenas sensaciones en el chasis y el motor. A ver como va, pero tengo la sensación que voy  "sin ningún miedo" a disfrutar.

sábado, 18 de febrero de 2012

REITERAR

Durante estos dos últimos años, he recibido varios correos ya, referidos a este post que escribí por aquel entonces, felicitándome. El último esta misma semana desde Brasil (gracias Guilherme) .
Este gesto me ha obligado a  releerlo,  y darme cuenta que sigue bastante/muy vigente. Así que dos años después lo edito y reitero de nuevo:

“A algunos los disfraces no los ocultan sino que los desnudan”.
¿Hay algo mejor que salir una mañana a trotar, a escalar o en bici con los amigos al ritmo del mas lento mientras charlas afablemente?, ¿hay algo mejor que animar y ayudar a alguien a superarse y alegrarse de sus éxitos?. ¿No tiene el mismo mérito en una carrera, la liviana liebre que la gana, que el percherón que queda el último venciéndose a si mismo con un enorme sacrificio físico y psicológico?. ¿No siente parecido el Alpinista que alcanza una gran cumbre, que el senderista que se aventura a vencer sus dudas y recelos y escala su primer tres mil?.
Todo tiene un comienzo; ¿Porque en el mundo deportivo hay personas más preocupadas en desear fatalidades a los otros, que en hacerse bien a sí mismos?.
Siempre hemos creído que la competitividad es el detonante que hace que una persona se supere. Que conocer a otros mejores que tu en cualquier cosa, despierta el deseo de progresar.
Durante estos años de diferentes practicas deportivas, he llegado a la conclusión de que en realidad, la competitividad “mal entendida” provoca envidias, malos modos, criticas e incluso intrigas urbanas. Si destacas en algo, serás juzgado.
La superación, como siempre manifiesto, debe realizarse en relación con nosotros mismos, nuestras propias capacidades y destrezas, sin compararnos con nadie, pues cada uno posee sus propias cualidades o circunstancias, y no son para nada comparables con las de ningún otro.
La superación personal puede alentarse con la admiración, si, pero combinada con una gran proporción de generosidad y humildad. Admirar, no envidiar. Naturalidad y franqueza. La única y verdadera manera de evolucionar en el deporte cuando lo practicamos por verdadero placer. Somos deportista, entusiastas, adictos, devotos, y no fanáticos ni detractores ¡coño!...
La envidia es una manifestación psicológica demasiado común en las practicas deportivas y deberíamos desterrarla ya.
¿Se trata de un sentimiento de frustración ante algún bien, beneficio, superioridad o éxito de otra persona? ¿Por qué?... ¿El envidioso es un resentido o quizás un frustrado?. Sea lo que sea, quiero imaginar que quien actúa así no sabe que lo es y por eso siente consciente o inconscientemente rencor irracional contra otras personas que igual ni conoce, pero poseen algo que él también desea y no puede, o lo mas alarmante “no quiere” o “no se atreve” a realizar... ¿por miedo al fracaso?. Así, en lugar de apreciar sus propias carencias, aceptarlas, superarlas o resolverlas, desprecia y desdeña. En vez de luchar por sus propios empeños, prefiere de alguna manera destruir la competencia. Experimentar un ansia persistente de destacar, ganar, ser el "más", "el mejor", no es bueno.....y..... no creo que sean felices los que practican deporte con este pesado condicionante. Sentirte continuamente forzado y afligido por tus propios éxitos, fracasos, o incluso por el de los demás. Vivir en crónica competencia contra el mundo que te rodea, no puede ser bueno. Seguro que todo esto condiciona tu personalidad, tu vida y tu felicidad. En resumen: cada día la gente se aficiona mas a todo tipo de deporte, y por tanto en el deporte hoy en día, gracias a Dios hay un altísimo porcentaje (cada vez mas) de gente afable, llana, humilde, cómplice y colega (todos conocemos muchos), pero también, por desgracia existen personajes insatisfechos, recelosos e intrigantes (todos conocemos alguno).
Esto se cura concienciándose y resolviendo tus propias carencias, creciendo, madurando, compartiendo. Divirtiéndote. Una persona realmente madura no envidia.
Deporte, envidia y competitividad mal entendida, no deberían caminar juntas, y mucho menos en el deporte amateur.