viernes, 30 de diciembre de 2011

PLANETA RUNNING


Somos lo que hacemos reiteradamente. La aptitud, entonces, no es un hecho. Es una simple rutina.
El pasado mes, contactaron conmigo para proponerme escribir un articulo sobre mi experiencia en la Jungle Marathon en la revista Planeta Running. Me pareció bien, así que en el nuevo número de enero de la revista, (45) aparece dicho artículo relatando mi vivencia en esta carrera.
Desde que empecé con estas carreras imposibles de “senderismo a lo bruto” (como yo las llamo), con las tres en las que he participado he aparecido reflejado en revistas especializadas ¿?: 
Tras Sables me ofrecieron escribir unas líneas para la revista Trail, tras la Yukón, aparecí expuesto en una entrevista también para la revista Planeta Running, en un artículo sobre las carreras mas duras del mundo, y ahora, tras la jungle, de nuevo este articulo de mi puño y letra para Planeta Running.
Acumular, "aparentar", exigir, vencer y convencer, dogmatizar, adoctrinar y ¿ejercer algún tipo de poder? Tonterías. Tan solo son unas letras más logradas o más erradas, en una revista especializada sobre un tema concreto, del que puedes hablar o escribir porque “estabas allí”. Sin más, pura circunstancia, pura anecdota. 
Aunque..., si no intentas grandes cosas, no las lograrás; y mola ¿no?.


domingo, 25 de diciembre de 2011

IMAGINARIOS DESEOS PARA 2012

" ojo por ojo" y el mundo quedará ciego”
Miguel Ángel Blanco tenía veintinueve años cuando ETA lo secuestró el 10 de Julio de 1997, cuarenta y ocho horas después apareció herido de muerte con dos tiros en la cabeza.
Yo por esas fecha tenia su misma edad, y pocos días después junto a mis compañeros José Vilalta y Chema Grau partía para Kazajstán para escalar el Khan Tengri de 7010 metros.
Todavía recuerdo la sensación de incredulidad e impotencia confundida de rabia que me invadió (a mi e imagino que a casi todos). Me sentí tan entristecido, que necesitaba hacer algo; quería participar de alguna forma de esa protesta contra la sin razón y la violencia que miles de personal obraban por las calles levantando sus manos teñidas de blanco.
Se me ocurrió coser un gran lazo azul y llevármelo al Khan Tengri para subirlo hasta su cima, y después esa foto mandársela a alguna asociación por la Paz o algo parecido “Sería mi granito de arena”,.
Así lo hice, me llevé un lazo azul, y lo sitúe en la cima el 13 de agosto en una noche gélida, cristalina y estrellada, pero aquella foto realizada un día antes a 6500 metros, a caballo entre el Khan Tengri y el Chapaev, nunca la envié a nadie.
Hoy 2011, casi 2012, catorce años mas tarde, esa foto ha revivido entre mis recuerdos, me ha hecho hacer memoria y conmover de nuevo.
La mente es selectiva, muchos de los recuerdos, los desagradables los borra... Nunca mandé la foto, nunca la publiqué, y que mejor día que hoy, al filo de un nuevo año de deseos renovados.
En este 2011, la cifra total de conflictos armados era de 32, la mayoría en África (12) y Asia (12). El resto se en Europa,  Oriente Medio y América.
Por desgracia existe un enorme potencial de inestabilidad y violencia en el mundo, que en ocasiones desemboca en conflictos bélicos. Estoy seguro que es posible un planeta Tierra SIN GUERRAS Y SIN HAMBRE, y que depende de nosotros que lo logremos .
Cada camino, cada vida, cada gesta, es individual, cada uno le debe a si mismo y a los demás la búsqueda de su propio destino y de su fin en este mundo. Cada uno en alguna medida ejerce diferentes papeles e influencias en la sociedad, unos a la vista de todos, y otros en un segundo o tercer plano; con una foto, con un escrito, con una sonrisa, todos podemos hacer algo, porque el denominador común es nuestro deseo de que la humanidad en su conjunto avance hacia la coexistencia pacífica en un planeta sin guerras y sin hambre.
Hoy, catorce años después, publico aquella foto para desear un Feliz 2012 “en Paz”

miércoles, 21 de diciembre de 2011

SALOU, el camino a Nueva York

Antes de expresar algo, es necesario saber lo que se quiere decir. Hay que reflexionarlo y prestar atención a lo que sucede en nuestro interior; se trata simplemente de SENTIRLO. ¿Qué siento? Satisfacción y bienestar. 
El pasado fin de semana me desplacé a Salou a regañadientes, y con el “único” objetivo de realizar la marca que me permitiera acceder directamente a la inscripción para la Maratón de Nueva York 2012; maratón que siempre he tenido en la cabeza participar como una de mis ¿pretensiones?, y este año 2012 que no aspiro hacer ninguna “Gran aventura personal”, era un buen año para encajar este deseo en un viaje familiar y vacacional y consumarlo. Así que con desgana, pero con la afable compañía de mis grandes amigos José Mª, Raúl, Edu, Bego y Miguel, bajé a Salou por tercer año consecutivo (los otros dos nos sirvió de pretexto para reunirnos con mi buen amigo Marcel Batlle, y este año que me hubiera secundado como liebre, no pudo unirse). 
Allí, en Salou, un festival barbastrense. Todo un minibús fletado por el club hermano de Atletismo Barbastro repleto de corredores amigos, en un día que sin sospecharlo anteriormente, se convirtió en una de las medias que más a gusto he corrido, y que más sobrado me he notado. Seguramente abrazaba todo para ello: (coincidencia de planetas); Tras la Jungla y sus meses de entreno, mantengo una muy buena forma física (como me reveló Julen, ahora incluso me hallaré en  un estado de supercompensación del cuerpo tras las brutales palizas), se añadió una cadencia o ritmo que tras entrenarlo estas semanas si encontré, y al mismo tiempo se sumó una motivación extra provocada por el propósito de alcanzar la marca. En definitiva, “un buen día”.
Siempre, aun sabiendo que está a mi alcance el objetivo, antes de comenzar aparece la incertidumbre, el titubeo, “la duda”. Un estado que el paso de los kilómetros se ocupa de acrecentar o apaciguar. Esta vez, y aún siendo cauteloso y prudente en carrera como lo soy siempre,  ese gesto, esa incertidumbre, se fue atenuando ya en los primeros kilómetros, y desapareció totalmente al estrellarse frontalmente con las buenas sensaciones que notaba conforme pasaba el tiempo y la distancia.
En carrera disfruté mucho, e incluso se me hizo corta. Estaba tan a gusto, que escudriñaba en cada circuito, giro o cruce para poder ver a alguno de mis amigos barbastrenses, y se me contentaba el ánimo, la cara, el ritmo y la voluntad al distinguir a Blanca o Monrasín; “que buenos animando”.
Al alcanzar lo últimos kilómetros, noté que, al contrario de otras veces, que como sé dosificarme llego justo, llegaba con fuerzas y holgado para alcanzar finalmente el tiempo que no solo me daba para alcanzar el anhelado objetivo, sino que si hubieran rebajado este año las marcas de acceso a Nueva York, como es el plan para el 2013, también me habría valido esta en mi rango de edad...
Inmediatamente, un donut, un agua, y sin esperar en la llegada al resto de amigos para abrazarles como tanto me gusta, salí pitando para casa perdiéndome esto, y una opípara comida/fiesta de la que espero formar parte en otra ocasión (será una buena excusa para animarme a alguna carrera más), pero es que estoy tan tan embriagado en estos momentos de mi familia, que el pasar un día “festivo” sin “ellas” no lo concibo, así que tocaba bajar para acatar el objetivo, y salir pitando para notar el día completo tras comer y pasar la tarde “satisfecho” con ellas.
Eso sí, en la meta  esperaban y pude abrazar a  mí estimada Begoña, Miguel (amigo/hermano y padrino de mi hija) y Monrasín con Reyes a la que me dio mucha alegría conocer por fin, aunque fuera de esta manera tan apresurada; Ellos hicieron mas dulces aún esos instantes.
Eche de menos poder charlar un rato y compartir con tantos otros, (Mi Ornitopaco, Frenándoos, Yago, Javier, Tom, Pepe, Michel, David, etc, etc ),o abrazar a José Mª que comenzó a correr conmigo hace no muchos años, y ahora cualquiera le suelta un galgo... pero habrá mas ocasiones seguro. Eso sí, los telefonee desde casa, y todos finalizaron contentos tras un gran día de deporte, gastronomía, amistad, y la grata impresión del “beber” cumplido (si, he escrito beber, porque me describió Fernando, que la rehidratación que algunos realizaron en el bufet libre que hasta ese día “estaba abierto” en Cambrils, tras la manducatoria que tampoco se quedó atrás, fue indescriptible...).
Todo sucedió como debe ser cuando todo se confabula y se confabula bien. Sin egos, sin marcas, solo amigos compartiendo un deporte, un día y una “gran”comida común. 
El ego compite, polemiza, piensa... o lo intenta, y siempre quiere salirse con la suya, sin ningún tipo de consideración por los demás. Así que si eres  inteligente, no entraras en inútiles rivalidades que además te piratea el ánimo, te perturban el humor, te minan sicológicamente y encima, lo peor de todo, es no conduce a nada.
Hay competitivos crónicos y para mi lo mejor es evitarlos; hay sectarios empedernidos, y también para mi lo mejor es no entrar en su juego de fanatismos; y luego hay amigos, camaradas, y adictos deportistas individuales. Esos no los dejéis escapar... Enhorabuena a todos.
¡¡¡Viva el Club de Atletismo Barbastro, y la buena gestión de sus directivos, que se evidencia en su buen ambiente!!!
Fotos: Blanca, Miguel y Monrasin. Gracias

lunes, 19 de diciembre de 2011

FELICES FIESTAS.

Una Navidad más en un humilde blog personal. En estas fechas los mensajes, los post, se engalanan de sentimientos que lleguen al corazón, como en la televisión aquel hijo que vuelve a casa por Navidad para cenar en familia...¡que bonito!.
Durante todo el año, confiar, escribir y compartir tus proyectos, conflictos, inquietudes, sueños, e incluso si eres honesto, tus fracasos. Contar y acreditar historias; relatar aventuras y describir personas y situaciones; Se vive, se siente, se agita, y se tiene la imperiosa necesidad de "conectarse" y compartirlo; en realidad de enjuiciarse con otras personas o con otros blogs análogos.
Ahora es Navidad. ¿Te has parado a pensar lo deprisa que pasa el tiempo?... Otro año que se va.
Pero al igual que los deportistas amateurs, seas lento o rápido, lo importante es seguir aquí para decir adiós y hola.
Puede que lo que dejemos atrás no nos haya ido tan bien como deseábamos al principio del año, ni que hayamos podido cumplir esas ilusiones, o esos objetivos que teníamos, pero, da igual porque aun tenemos tiempo para conseguirlo, y compartirlo con quienes queremos. Un nuevo año; unos renovados propósitos. Además, si miras hacia atrás de forma optimista, seguro que encuentras pequeñas cosas de las que si estás satisfecho. Siempre aprendemos cosas nuevas o conocemos personas nuevas; es lo bueno del deporte, que tenemos el privilegio de revalidarnos año tras año y de SENTIRNOS MAS VIVOS.
Porque en realidad, no te engañes, es la suma de esas pequeñas cosas, de esos pequeños instantes de cada día, los que erigen TU FELICIDAD
Desde ya, piensa que el mundo es mejor porque tu estas en él.
Sé que alguno de los que lee este blog, aún sin saberlo, tiene ánimo de campeón. Se que alguno no estará de acuerdo con lo habitual, y está esperando algo nuevo. Pues a esos les diré..., les volveré a repetir, que detrás de una estupenda realidad primero existió un sueño, y tras él un hombre que creyó en si mismo.
FELIZ NAVIDAD a todos, y que este próximo 2012 se cumplan todos vuestros sueños y retos (Deportivos o no), pero sobre todo, que este 2012 creáis en vosotros mismos.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

BERMEO y un AMIGO

El tema sentimientos es una cuestión imprescindible para el hombre. Somos organismos imperfectos,inacabados, y por lo tanto necesitados de los demás, de su correspondencia, de su afecto, de su comprensión y su amistad. Necesitamos sonrisas, gestos, expresiones cariñosas, o en determinados momentos, un enérgico abrazo para poder continuar adelante, y es tan bueno comprenderlo como aceptarlo. Voy a ser estereotipado para definir un amigo, como quien te quiere por encima de cualquier interés o provecho, siente que el otro le corresponde con idéntico afecto, y comparte con él ese similar y noble apego, y reciproco respeto. Esto, si lo piensas bien, no es tan sencillo.
En definitiva, la amistad, es un instante de enriquecimiento a lo largo de tu vida, que has de agradecer y sobre todo disfrutar.
Puedo sentirme orgulloso de haber hecho muchos y buenos amigos relacionados con el deporte durante mi trayectoria. Muchos de ellos en situaciones que, pudiendo tener el efecto contrario, si surge la afinidad, esas situaciones o lugares posibilitan aún más esa adhesión, ese vínculo, esa amistad; como en algunas grandes expediciones, o en estas aventuras deportivas de estos últimos años.
La última, por fortuna no ha sido una excepción y fue el destino el que me unió a Julen Urdaibai para compartir quince días de convivencia, itinerario e intensa aventura en Brasil en la Jungle Marathon, y tras todo ello, puedo llamarlo “AMIGO” y él a mi también.
Este  pasado fin de semana nos desplazamos Rosana, Nayra y yo a Bermeo (ciudad de donde es, y donde reside Julen). El propósito, reencontrarnos, darnos un fortísimo abrazo, y presentarnos a nuestras respectivas familias, de las que, tanto el uno como el otro tanto nos habíamos hablado con nostalgia. Que alegría nos dio a ambos vernos de nuevo (eso se vislumbra por fuera y se siente por dentro).
Por fin he, hemos conocido a su encantadora familia de la que tanto y tan bien me hablaba durante nuestras conversaciones : sus cuñados, sus suegros, su madre, su afable mujer Laura, y su   vivaz y risueño hijo Unai.
Charlas, sonrisas, animados paseos, indescriptibles paisajes, afecto, correspondencia, familiaridad, “cañitas y... pinchos”..., son palabras desnudas que pueden resumir estos dos días en los que nos hemos sentido como en casa fuera de ella.
De Bermeo, ¿que decir?. Nos ha parecido un rincón precioso de Euskadi. Una pintoresca villa situada a la falda del monte Sollube y protegida por el cabo Matxitxako, y que es la entrada costera de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai. (Apellido de Julen). Al ver semejantes paisajes, pendientes y laderas, no me extrañó en absoluto la energía de Julen en la selva. Menudo sitio privilegiado de entrenamiento.
En cuanto paseas por las calles de Bermeo, saltar a la vista que esta ciudad ha unido su trayectoria al mar.
El puerto viejo, las embarcaciones, los aparejos, dan testimonio de los siglos de tradición marinera, y escuchar a Julen embelesado hablar de ello, de su abuelo y de su padre, ambos pescadores, te sugestiona aún mas en este entorno.
A pesar de haberse convertido la mayor parte del puerto en puerto deportivo, es magnífico pasear por el muelle hasta el rompeolas tanto de noche como de día. La visión de las antiguas casas de pescadores teñidas de bonitos colores envolviendo el puerto en forma de semicírculo, le proporciona un atractivo único.
El sábado por la mañana, nos llevaron de excursión al peñón de San Juan de Gaztelugatxe, resaltado en su cima por una pequeña y preciosa ermita marinera,  a la que se accede por 231 escalones  desplegados después de una estirada y ceñida senda a lo largo de un sinuoso camino de piedras y rutilantes acueductos. Si vais por esta zona, no os lo perdáis.
El domingo, por la mañana temprano, volvimos a correr juntos. Uno al lado del otro. Julen me guió hasta uno de sus lugares de entreno favoritos. -“Esos lugares especiales que todos tenemos”, me dijo;  El techo del Burgoa (452 m). Una modesta cumbre próxima al litoral, que alcanzamos por una ruta circular de unos ocho kilómetros por pistas y senderos. Desde la cima unas vistas espectaculares de la zona y del mar con la isla de Izaro (icono durante años de la productora de cine Izaro Films ).
En ella, en la cumbre, un belén montañero nos recordaba las fechas a las que estamos llegando, y un curioso buzón de forja con unos remeros. Un recorrido de misteriosa belleza. Su lugar especial que quiso compartir conmigo. Todos los que corremos tenemos uno cerca. Lugar donde alguna vez buscamos estímulo, suerte o absolución.
La vida de una amistad está estructurada en dos palabras, los silencios y las actitudes. Julen es de pocas palabras, pero su actitud me hace presentir una duradera amistad entre nosotros.  A mi también me gustan los silencios, cuando corres junto a alguien también son importantes. Son los silencios los que te dejan en el alma la certeza de una sintonía profunda.
No es posible vivir la amistad de un modo diferente a lo que uno es, y los amigos más importantes son con los que tú verdaderamente te sientes como eres, sin secretos ni disimulos. Preguntas espontáneas y sinceras, respuestas verdaderas. 
Gracias Julen, Laura y Unai por este fantástico fin de semana.

viernes, 9 de diciembre de 2011

MI JUNGLE MARATHON (Capitulo 2)

Antes de acostarnos en este inédito y hermosísimo emplazamiento, un grupo compuesto de unos veinte niños y niñas dirigidos por quienes parecen ser sus educadoras, nos brindan unos bailes y cánticos de bienvenida. Los miramos, escuchamos y nos fotografiamos junto a ellos cuando al terminar posan con los blasones de Brasil, de la carrera, e imagino que del estado donde estamos. ¿Cuanto habrán ensayado ilusionados para ofrecernos esta deferencia? Para ellos, hoy es un día muy significativo que cada año les aparta de su rutina, y por ello se les nota concentrados y muy entusiasmados. Deberemos estar a la altura de sus atenciones, y aplaudirlos a rabiar como merecen.
La irlandesa promotora de la carrera, Shirley Thompson, concluye esta especie de ceremonia inaugural afirmándonos en su nombre y en el de todas las comunidades de este territorio por donde discurre la carrera: - “Bem-vindo e boa sorte” (bienvenidos y buena suerte). 
Me acurruco en la hamaca, es ya tarde. Me acomodo, y al poco, ya casi estoy dormido, pero..., como si de un terremoto se tratara, la hamaca se balancea sin yo siquiera menearme... Acabo de descubrir otra de las precauciones que habrá que tener en lo sucesivo para instalar la hamaca: Si varias hamacas están anudadas a un mismo tronco, cualquier movimiento que tenga una de ellas se transmite al poste donde está atada balanceándolo, y este a su vez, como una reacción en cadena, trasmite ese balanceo al resto de hamacas sujetadas a él. Así que si has tenido la mala suerte (como es mi caso) de compartir amarre con alguien corpulento además de inquieto, estarás toda la noche danzando espontáneamente al ritmo de sus movimientos. Entre estos incontrolados movimientos, y algún perturbador “mangazo” que nos despierta y altera a todos al apedrear con fuerza alguna lona, provocando algún grito y algunas risitas perversas, la noche no ha sido todo lo placida que desearía.
Escucho movimiento. Veo a través de la redecilla como el sol comienza a iluminar las copas de los árboles más altos, y el poblado lentamente se anima. Son las seis y ya suenan voces, ladridos, cacareos, lo que me parecen cigarras o moscas, y algunos pájaros.…. Apunta el alba.
Me incorporo, y despegando el velcro que mi hamaca tiene en su base para poder salir de ella, asomo. Este velcro está cosido en el fondo de la hamaca desde una esquina hasta justo su mitad, y sirve de puerta de entrada y salida; así, al cerrarlo bien cuando estas dentro, la hamaca que esta envuelta por arriba con tela mosquitera,  queda perfectamente enclaustrada evitando la entrada de insectos o mosquitos. Eso si, tienes que tener el cuidado de acostar la espalda y la cabeza por la parte de hamaca que no está el velcro, y que este quede entre tus piernas, porque si lo hicieras al revés, sucumbiría por tu peso, y te pegarías un imponente espaldarazo contra el suelo...
Al calzarme las chancletas de dedo que llevo para descansar en los campamentos, lo primero que observo en el suelo, son los mangos magullados por el estacazo contra el firme que han caído por la noche, y como atraen el interés de la chavalería, y también de las gallinas que rivalizan con ellos por hacerse con uno. Es como si creyeran que al desperezarnos nosotros se los íbamos a robar.
Con agua caliente que nos proporcionan en una barraca contigua, me preparo y desayuno un liofilizado de muesli con chocolate, y me decido a explorar el lugar paseando por unos disimulados senderos bajo unos enormes árboles complicados por la espesura de unos arbustos que se mezclan con gruesas lianas, grandes hojas, tallos trepadores y grandes raíces, alrededor de unas pocas modestas y diseminadas viviendas. Mientras camino, pienso en mi familia; ya es imposible comunicarme con ellos, y los hecho de menos. Observo que ya están colocadas las marcas de la primera etapa por un sendero ascendente. Son orlas de tela (biodegradables) de color rojo, unas atadas a ramas, y otras ensartadas en alguna hendidura hecha en los troncos de los árboles a golpe de machete.
Allí cerca, encuentro a un anciano extrayendo caucho de un árbol enorme. El, caucho o látex, es un polímero natural empleado ya por los pueblos mesoamericanos desde hace más de 3.000 años, que se dice pronto, y se obtiene a partir de la savia lechosa de este árbol “Hevea brasiliensis” . Por sus propiedades, se fabrican miles de artículos con él para muy diferentes usos, como por ejemplo los neumáticos..
Observo ensimismado como el anciano practica una incisión vertical en el tronco del árbol con una especie de minúscula hoz, en la cual clava una pequeña canaleta metálica que apunta a un cacillo apostado en el suelo. Con la precisión de un cirujano, practica otras dos incisiones horizontales alrededor del tronco rematadas en la primera hendidura por las que el árbol comienza a sangrar, a exudar el látex, asegurándose el escurrimiento hasta el cazo. Observando la corteza del tronco, me doy cuenta de que está repleta de viejos surcos ya cicatrizados. ¡Que curioso! Es algo que nunca había visto.
No veo más que verdor, y no siento más que calor y humedad. Hay tantos árboles y tan altos. Casi detrás de cada casa, está parapetada su letrina. Letrinas que podemos utilizar, y que están hechas, formando una garita de no mas de metro y medio a cielo raso, con tres quebradizos tabiques elaborados con hojas de palmera secas, cerrados al frente por una lona de plástico azul que ejercer de imaginaria puerta. Parecen unos pequeños corrales. Dentro, pisando sobre dos leños estratégicamente distanciados para dejar espacio entre tus pies, y estos sobre un agujero excavado en el suelo, acuclillados, con las piernas separadas y las palmas de las manos sobre los muslos, depositas tus tributos intestinales. Rememoré mis años de campamentos juveniles, cuando no había tantas normas sanitarias y fabricábamos y usábamos este tipo de letrinas pedestres.
Prosiguiendo mi paseo, en lo alto de un montículo al que se accede por unas escaleras, desde donde se divisa muy bien el campamento y el río, se halla una pequeña nacarada y sobria iglesia. Afable por fuera y muy humilde por dentro.
Nos comunican que Shirley junto a Gil, uno de sus colaboradores Brasileños y fotógrafo de la carrera, va a presentar el briefing, así que acudimos todos a la pequeña explanada central del campamento donde han colocado en círculo unos austeros bancos de madera.  Primeramente Shirley diserta con gesto sobrio de burócrata anglosajón. Mientras habla agita con ímpetu sus delgados brazos y dibuja una convencida sonrisa. La observo, ya que como se expresa en inglés, apenas entiendo algunas palabras sueltas de lo que dice. Es de piel enjuta y lustrosa, de pelo liso castaño claro casi rubio, ceñido con una coleta que despeja su frente y su gesto que aparenta unos cincuenta años; es muy delgada, y por ello parece más alta de lo que es en realidad; lleva camiseta rosa con el anagrama de la carrera, y unos pantalones de explorador pardos ajustados bajo sus rodillas con unas voluminosas y ahuecadas espinilleras anti serpientes salpicadas de barro. Esto hace presuponer su determinación y comunión con la carrera. Trasmite la imagen de una persona muy enérgica. De lo poco que entendemos con Julen, es que el tratamiento contra la malaria no es obligatorio tomarlo, porque donde estamos no es zona de riesgo, pero cada cual que haga lo que considere oportuno (Yo ya tenía decidido no tomarlo por el montón de efectos secundarios, así que el escuchar esto me satisface y refrenda aún más); y que en la zona pantanosa que atravesaremos durante la primera etapa de mañana, mientras marcaban, habían avistado una enorme “anaconda”. Esperemos que nosotros como máximo solo hagamos eso, avistarla...
Después Gil, tanto en inglés como en portugués, nos explica algunos tipos de actuación cuando evolucionemos por la “mata” (selva en portugués), sobre todo con respecto a aferrarse a cualquier planta que nos venga a mano sin fijarnos, y las posibles consecuencias si la planta es la equivocada… Gil, es también muy flacucho y escurrido, y hay algo en sus rasgos y en su forma desenfadada de vestir, que le da cierta armonía. Sus canas, su rostro enjuto y jovial golpeado de sol, hacen difícil calcular su edad. Con esa apariencia de hippie maduro, puede ir de los cuarenta y pocos a los cincuenta y tantos. Su pelo grisáceo de robusta melena, le cae casi entre los omóplatos, y barba cana y maltratada parece querer fugársele de la cara hacia sus vividos ojos, dándole un aire muy gótico.
Finalizado el briefing, nos vamos hacia nuestro sector del campamento, y acto seguido, Shirley se presenta con un cuaderno entre sus brazos,  y nos insta a Julen y a mí a efectuarnos el control de material. Ella nos va recitando el listado de material obligatorio, y nosotros se lo vamos mostrando; lo ratifica, y lo marca en nuestra ficha: Brújula, cuchillo, tabletas potabilizadoras, sctiks fluorescentes, silbato, frontal, pilas, los bidones con suficiente capacidad, mechero, repelente de mosquitos, etc, etc… ¡Está todo! . Nos da la conformidad, y también una hoja o ficha para que nos presentemos en un edificio colindante que nos señala para pasar el control médico y de botiquín, y continúa pasando el control de material a otros compañeros. La verdad es que no ha sido tan meticulosa y rigurosa como yo me esperaba, pues algún material del que ha ido pronunciando, mientras se lo mostraba Julen, no me daba tiempo a mostrárselo yo, y aún así, sin verlo, señalándolo en la ficha lo daba por bueno, y decía otro. ¿Será que da por hecho que con un solo objeto de cada nos apañamos los dos, y que en caso extremo de estar extraviados por la selva y tener que utilizar algo, estaremos los dos juntos y podremos compartirlo…? No sé, no sé…Además, le hago entrega a Shirley, de una gran bolsa que contiene piruletas, lapiceros, pinturas y estuches para lápices, gentileza de los Supermercados Simply, y de mi amigo y director Aselo, para que ella a su vez se las entregue a los niños del lugar.
Nos dirigimos con el botiquín y  los papeles en mano (certificados de vacunación, reconocimiento médico y electrocardiograma) al edificio que nos ha señalado Shirley. Es un modesto edificio mezcla entre pabellón y cobertizo con techado, circunvalado con tabiques o tapias de no más de un metro de altura, que le dan un aspecto de chiquero. Allí  dentro se han distribuido todos los médicos y auxiliares en grupos de dos sentados en sillas, para que vayas pasando de unos a otros como si se tratara de una cadena de montaje. Primero control de botiquín, todo correcto; a continuación control de vacunas presentando la cartilla de vacunaciones. En mi caso, fiebre amarilla, Hepatitis A, Antitetánica y la triple vírica. Esta última es debido a unos brotes de sarampión que se habían sucedido en esta zona el pasado año, y a que yo el sarampión no lo he pasado de niño...; al contrario que la hepatitis B (otra de las vacunas obligatorias), que si la pase de pequeño, y no me la he tenido que dar porque la llevo de serie.
Después de  esto, un intensivo reconocimiento medico en el que te explora, te ausculta, y te hacen decenas de preguntas sobre tu salud, entrenamiento que has seguido y condiciones físicas, anotando en tu ficha cada uno de los resultados. Por último, ya al salir de este “circuito de la salud”, das tu ficha totalmente rellena aprobada y certificada, y te asignan el dorsal. El 34 y a Julen el 38. Me ha tocado el número del prefijo telefónico internacional de España; buen augurio. En Sables me toco el 600, número emblemático de nuestro coche más internacional, y la cosa me fue bien...Que dorsales más bonitos: son de tela recia como de fardo antiguo de color grisáceo, que le dan el aspecto gastado de unos tejanos envejecidos, muy acorde con el escenario de la carrera.
Comemos. Esta vez me toca un apetitoso plato de pasta a la boloñesa. Por mas años que llevo empleándola, siempre me resulta asombrosa la comida liofilizada. Abres el sobre, y si puedes evitarlo, es mejor que no mires dentro antes de añadirle el agua caliente, porque verás unos minúsculos fideos envueltos por unos residuos entre grava, cutículas, polvillo de color, y cal; unos cachos de pellejos embalsamados que podrían ser fragmentos de cualquier animal momificado, y granulitos de algún tono y aspecto inconfesable. Todo este consistente mejunje, una vez le añades el agua caliente hasta la rayita que marca en el sobre, lo revuelves, y esperas diez minutos:... ¡tachaann!... por arte de magia, se trasforma en un exquisito plato de fideos gordos con pollo a la milanesa. Menos mal que para acompañar y alegrar el espíritu, como segundo plato aún tenemos pan bimbo con jamón ibérico; ¡eso si es un buen liofilizado!... Abra que sestear un poco, hundidos en la hamaca para hacer la digestión.
Ya son las cinco de la tarde. Hemos de entregar el petate con el equipaje a la organización, y quedarnos solamente con el material y equipo de carrera, con el que deberemos pasar los próximos siete días, así que montamos una vez mas el tenderete para ajustar y desajustar la mochila, y después nos dirigimos al río donde esta atracado el barco de la organización, para entregar el petate perfectamente cerrado y documentado con tus datos personales.
Con pasos prudentes sepultados en arena de playa, lentamente regresamos con Julen al campamento. Charlamos amigablemente y reímos, e incluso invitamos a jamón a los más cercanos a nuestras hamacas. –“Mira qué buena indumentaria lleva ese”; - “Que fuertes parecen esos”; “Observa esos dos, con ese aspecto tan pedante y soberbio, paseándose perfectamente uniformados y con el pecho inflado”… Esos dos, eran dos ingleses, a los que inmediatamente, por su tiesura, excelso aspecto físico ceñido a su perfecta uniformidad, y sobre todo por su evidente altanería que les hacia mirarnos a todos por encima del hombro, bauticé como "Krak y Catakrak". Su fachada y forma de actuar, era un patrón que ya había visto en otras ocasiones tanto en expediciones, como en otras carreras, y lo distinguí inmediatamente, y le dije a Julen: - “Estos dos, petaran”…. -“Igual luego soy yo el que peto, pero esos dos, tan caracterizados, y con esos aires de prepotencia antes de… “nada”, normalmente después resultan los más engañosos y petan”…
Integrados en la carrera y en este delicado equilibrio con la naturaleza, todo está ya listo para comenzar mañana la aventura que llevamos preparando meses. Quién sabe como acabaremos, ¿no? Pero eso forma parte del encanto: tanto el destino, como el camino por el que llegas hasta él.
Disfrutamos de otro asombroso atardecer crepuscular de tinturas rojizas y anaranjadas que se proyectan en el río, dando a todo una envoltura de quimérico sueño, suscitando que tu ánimo esté en armonía con todo lo que te rodea.
Después de cenar, nos distribuyen los primeros mails, y excitados con ellos en la mano, nos hundimos en las hamacas para leerlos a la luz del frontal, anhelando encontrar en ellos el ánimo, el cariño y la confianza necesaria para la aventura que mañana emprenderemos. Estos instantes que parecen insignificantes, puedo decir que son instantes con unas emociones únicas. La noche anterior a comenzar, los mails; instantes que has esperado durante meses. Emociones tan placenteras que no sientes otra cosa. Entendiendo que cada emoción es diferente e intensa en su propio contexto.

Me acurruco como un bebé con los ojos aun vidriosos de satisfacción tras leer los mensajes de mi familia o amigos. Todos tenemos derecho a ser malas personas en alguna época de la vida,  de haber sido orgulloso, tímidos, no saber explicar, de ser perezoso, o de equivocarnos ¿por qué? Porque somos humanos, seres sensibles y vulnerables, y sobre todo porque “no tenemos porque hacerlo todo bien”. Todo en esta vida  es por algo y para algo, y todo está diseñado si te das cuenta, para sacar lo mejor de ti. Me duermo.- “Buenas noches Julen”; - “Buenas noches Javi”

martes, 6 de diciembre de 2011

Naturalidad

No intentes que las cosas ocurran como tú quieres. Ansía mejor, que se produzcan tal como se producen, y de ese modo serás más feliz.
Mientras acabo de escribir otro capítulo de “Mi jungle maratón” (voy un poco pillado de tiempo), he recibido por parte de Julen este entusiasta video montaje que ha realizado para alguna de las charlas que ha dado:
Hay en el mundo un lenguaje que todos comprendemos: es el lenguaje del entusiasmo, de las cosas hechas con cariño y con voluntad, en busca de aquello que quieres o en lo que crees.
Las frases que aparecen al final del video,  escritas en euskera, dicen:
1.- ORLANDO, EL MEJOR CORREDOR
2.- PARA LOS QUE HABEIS ESTADO CORRIENDO CONMIGO EN LA JUNGLA…
3.- GRACIAS A TODOS Y DE TODO CORAZON…
4.- HASTA PRONTO…
Muchas gracias Julen; soñar es más interesante que entender, pero menos interesante que descubrir.

martes, 29 de noviembre de 2011

SOLILOQUIOS

Desde que regrese de Brasil, estoy disfrutando un montón corriendo a diario por el campo sin ningún otro objetivo más allá que gozar y disfrutar de eso, del rodaje, de mis sensaciones y del campo.
Bueno..., miento..., recientemente estoy avivando ese ritmo, desde que me enteré que en mi rango de edad, necesitaba una marca homologada de 1h 30m en una media maratón antes del 31 de Enero de 2012, para poder inscribirme de forma directa en la Marathon de Nueva York de este próximo año.
Si..., aunque no me gusta inscribirme en maratones, esta es una que he llevado fijada en la mente desde hace muchísimos años (como otros empeños), y este 2012 que lo viviré recreándome en mis hobbies y mi familia, me perece un buen año para pasar unos días de vacaciones familiares allí, y simultáneamente, disfrutar de esta fiesta deportiva mundial.
Asimismo, a nivel de propio orgullo , el tener la posibilidad de obtener el derecho a participar por la marca personal sin pasar por sorteos o empresas, me resulta más satisfactorio. Si no tuviera esta posibilidad, no dudo que procuraría inscribirme por esos otros procedimientos. En mi caso, esta marca, si no pasa nada anormal la tengo a tiro (siempre suelo bajar de ese tiempo), pero como llevo muchos meses de largos rodajes a ritmos lentos y forzados, y las piernas se duermen y se acomodan, necesito avivarlas para poder realizarla el próximo día 18 en la media maratón de Salou, y si allí corriera mal y fuera preciso, tener margen aún de poder inscribirme en otra antes de febrero.
Independientemente de este hecho, estoy gozando como un niño saliendo cada mañana a trotar.
Este pasado fin de semana, estuve en Madrid. Allí quedé para correr con Roberto de buena mañana. Roberto es un Madrileño de adopción (es de Santander) que trabaja en el Instituto Cervantes, y que hace más de un año me escribió, porque escudriñando en Internet información para hacer alguna travesía invernal por Canadá, o incluso para inscribirse en la Yukón Arctic, dio conmigo.
Desde entonces hemos intercambiado muchos correos en los que intentaba esclarecer sus dudas, y él se ha ido animando a prepararse corriendo. Así que este domingo, aprovechando mi viaje a Madrid nos hemos reunido, y juntos hemos disfrutado por los alrededores de Paracuellos durante una hora y media de rodaje y sosegada charla. Me ha entusiasmado su ilusión y afán. Está claro que le apasiona, y estoy seguro que lo conseguirá. Ha llegado a construirse su propia pulka con tal maestría, que no sabría distinguirla casi de una pulka comercializada (la trajo en el coche para mostrármela). Instinto, sentimiento, destreza y lo mas importante, humildad es lo que he advertido en él en una primera impresión.
“Roberto, cuando con paciencia y sin ningún fanatismo se va notando esa necesidad día a día de volver a repetir ese momento de recorrer la misma o mas distancia, de encontrarte contigo mismo en esa especie de mundo particular; de sentirte de alguna manera especial; en ese preciso instante, uno empieza a ser un corredor de fondo, montañero, o ciclista... deportista en general; no importa tu nivel, simplemente se es y ya está..... Y tú ya lo eres”.
Esta experiencia de quedar para correr con alguien en un lugar foráneo en el que estás de paso, como le comenté a Roberto está empezando a gustarme. ¿Por qué inscribirse en una carrera como pretexto para visitar un lugar y correr?... Gracias a las nuevas tecnologías podemos contactar con gente cuando visitamos un sitio, y a buen seguro alguien estará encantado de salir un rato y compartir el rodaje, e incluso guiarte o enseñarte algún sugestivo circuito, como hizo conmigo durante mis vacaciones en Tenerife Roberto de la Orotaba, en Torrevieja con Juanma, o en el homenaje que le organizamos a Fidel Martí en Banyotes donde Joseph y Mariona nos propusieron un fantástico recorrido que espero repetir este próximo año.
De hecho Roberto, el de Madrid, ya me ha instado a visitar Santander y llevarme a correr por allí; o en breve, que viajaremos a Bermeo para vernos con Julen (mi buen amigo y compañero de fatigas en la Jungla), y conocer a su familia,  espero de nuevo  poder correr junto a él por alguna de sus rutas.
Cada vez son mas las personas, que notan o notamos un cambio personal e inconsciente en la forma de ver y afrontar la vida gracias al deporte. Descubriendo un modo inédito de hallar un asomo de sosiego interior, o un lugar privado de reflexión que suaviza bastante nuestra visión de las cosas, o de liberar tensiones. En muchas ocasiones esta sacudida dura más allá de ese instante concreto.
Correr, andar, escalar, nadar o ir en bici puede convertirse en algo tan imprescindible en tu vida diaria, que la ausencia de esta rutina, de manera natural te deja ansioso e inquieto. Aquellos que practicamos el deporte que nos gusta como un medio de encontrar un punto de equilibrio mental y corporal, aprovechamos, no para ganar medallas ni rebajar marcas, sino para ahondar en tus propias limitaciones y tus posibilidades a la vez "disfrutando". Entonces los kilómetros, las distancias, el medio, u “otros deportistas”, dejan de ser enemigos a batir. Sin reloj, metas, ni adversarios. Nuevos horizontes. Sentirte cómodamente solo en una complaciente soledad, o gratamente acompañado de personas análogas.
Si, existe la soledad del deportista, pero es un estado donde uno se encuentra a solas con sus pensamientos, en una especie de paraíso que nos hace ser uno con el entorno que nos rodea; un estado de verdadero placer. Y también existe el placer de compartir, comunicar, conocer, entender y siempre aprender.
Mis grandes decisiones siempre las he tomado tras meditarlas mientras corro por el campo; mis nervios, mis desánimos, mis problemas o contrariedades, se sosiegan o se revelan de otra manera tras meditarlos durante un largo rodaje rodeado de naturaleza.

lunes, 21 de noviembre de 2011

MI JUNGLE MARATHON (Capitulo 1)

Hago un rápido reconocimiento del barco, y los pisos superiores están totalmente ocupados. Rápidamente Julen el astuto me ha indicado la razón: Aquí, en el primer piso donde estamos, hay abierta una escotilla por la cual se accede a una especie de bodega donde asoma el motor del barco, y puede oírse nítidamente su estrépito, y lo que es peor, emerge un hosco tufo a gasoil y a humo enrarecido resultado de algún tipo de  tubo de escape.
En fin, nos apostaremos junto a la proa, en el extremo mas alejado, ya que la escotilla del motor está en la parte de la popa (parte posterior del barco), y así por lo menos aminoramos el ruido y esquivamos un poco el molesto tufillo.
Amarrando con sus delgados pero eficaces cordeles a unos ganchos preparados para ello, tendemos del techo nuestras hamacas la una junto a la otra. Sacando partido de la situación, nos distraemos practicando con Julen el nudo mas simple y eficiente para este cometido que yo conozco, el ballestrinque, y de paso vamos estrechando “lazos”.
Sin ningún anhelo de hacerse el listo o avasallar, todo es sincero y recíproco entre nosotros: Yo alecciono a Julen en cuestiones, como este simple nudo, que van surgiendo y manejo, y él me dilucida muchísimas suspicacias o requisitos deportivos, físicos, de alimentación, preparación o de recuperación que como buen profesor de gimnasia tiene totalmente dominados, y yo, como experimentado deportista debería, pero por mi afán autodidacta e intuitivo gobernado por las sensaciones, ignoro. Es preciso aprender lo que necesitamos, y no únicamente lo que anhelamos.
Nos han comunicado que zarparemos de madrugada; sobre las tres o las cuatro, pues el avión que viene con la mayoría de competidores desde Londres, sufre retraso. Acordándonos de lo sofocados y exhaustos que nos hallábamos nosotros hace dos días cuando recién llegamos, imaginamos lo mal que lo pasaran ellos, con el cambio de clima y horario, a tan solo dos días de comenzar la carrera, y nos refrendamos en haber acertado viniendo unos días antes de empezar.
Bien acomodados sentados y arrimados a una mesita que tenemos a nuestro lado, nos disponemos a cenar con un menú basado hoy por hoy en comida liofilizada de la que traemos por cuestión de peso, volumen y comodidad de preparación, para satisfacer lo meramente nutritivo, pero igualmente exquisiteces que nos satisfagan y contenten el ánimo como jamón, longaniza o lomo embuchado.
Antes de embarcar, hemos comprado en el pueblo algunos zumos y un paquete grande de pan de molde, así estos dos días hasta que empiece la carrera podremos disfrutar de deliciosos sándwich de embutidos de la tierra (Aragonesa y Vasca).
Dos días en los que habrá que matar el tiempo observando, aprendiendo, escuchando, captando, escribiendo, dibujando o escuchando testimonios, aunque sean en Portugués o inglés. ¿Hay algo mejor?
 Tras la amable cena con Julen, nos introducimos en nuestras hamacas para reposar, suspendidos como dos simétricas larvas en sus envoltorios. Son hamacas fabricadas con el mismo tejido de los paracaídas (fuerte y ligero). La que yo uso, me la prestó mi buen amigo Jaume Tolosa, y es su segunda participación consecutiva en la carrera, pues él se la compró el pasado año para venir aquí. (Toda una ejercitada veterana). Entre el sutil balanceo, el murmullo del motor y sobre todo el cansancio, me duermo.
Al escuchar cuchicheos me despierto. Son las cuatro de la madrugada. Como si fueran misteriosos espectros gravados con gruesos petates,  están llegando los integrantes del vuelo de Londres. Yo, acurrucado y medio adormeciendo, entornando los ojos los espío a través del tejido  mosquitera en forma de velo cosido a la hamaca que la reviste por su parte superior. Estos, tratan de instalarse como buenamente pueden. El barco zarpa río arriba, y yo me duermo de nuevo.

Las siete y media. Ya ha amanecido y la luz es enérgica. Aún así se está bien agazapado en el interior de este balancín de tela. Hoy es mi cumpleaños. Cumplo 44 y me siento feliz. Al hombre le interesa lo real, aunque no sea agradable. A un niño le importa lo agradable, aunque no sea real. Porque lo que importa realmente en la vida no son los propósitos, sino los caminos que seguimos para lograrlos Aún me siento como un niño, y ojalá por muchos años más.
Es la segunda vez en mi vida que cumplo años en un lugar inverosímil e insólito; el año 99, celebré mi cumpleaños en el campo base del Manaslu en el Himalaya Nepalí, y hoy, en la selva del Amazonas Brasileño. Será un día excepcional, pero el estar separado de la familia en un día especial, lo aflige un poco. Julen si lo sabe, y me felicita en cuanto abre un ojo.
Le tengo prohibido que le diga nada a nadie; no me gustaría ni forzar los cumplidos de la gente, ni alguna excéntrica y notoria exhibición con algún Happy Birthday  público  por parte de la organización, como hacen en otras carreras.
Tras estirarme, plegarme y bostezar unas cuantas veces, nos levantamos y desayunamos un poco, mientras observamos que el barco se encamina a una margen del río y vara en una playa, que describirla como idílica o paradisíaca quizás sea insuficiente para hacerle verdadera justicia. -¿Ya hemos llegado?. –“Que viaje más largo; soy un año más mayor que cuando zarpamos…” bromeo.
Es una formidable playa de inmaculada arena con algunas palmeras a lo lejos, abrigada  por un tapiz de tupida y agreste selva de un verde tan intenso que resulta casi obsceno. Solo puedo imaginar a los primeros descubridores allá por el 1492, arribando a las costas americanas, presenciando algo así. Yo jamás habia visto una playa tan extraordinariamente incorrupta. Aparenta, aunque no lo sea, un lugar deshabitado, sin ningún vestigio de civilización, ni  un soplo de Dios. Parece que estés soñando.
Arriban la escalera de madera, y la gente comienza a ponerse el bañador y a lanzarse al agua. Al parecer es una parada técnica para estirar las piernas y darse un refrescante baño.
Nos apostamos con Julen en la barandilla del barco observando los movimientos del personal. La mayoría llevan dos días juntos por haber viajado convocados desde Londres, y al hablan el mismo idioma, parecen haber alcanzado ya cierta afinidad.
Algunos con imponentes carcajadas, otros con alaridos para captar la atención, con candeletas, de cabeza, o saltando desde el segundo o tercer piso del barco, uno a uno se van lanzando al agua en una especie de presentación, exhibición, o alarde, que llega a manifestaciones tales como proponerse subir al barco desde el agua a pulso por los rancios neumáticos amarrados a sus lados, en lugar de la escalera apostada para ello.
Desde lo alto del barco debe haber siete metros de altura; en la presa de Bierge tenemos ocho y medio, medito conteniéndome para no incorporarme a este pavoneo.
Riéndome de mi mismo me acuerdo que a mis dieciocho años, cuando empezaba a guiar grupos por el barranco, y al concluir el descenso en un alarde de... ¿tontería? ... saltaba de cabeza desde lo alto de la presa. Así que algo he madurado desde entonces, pues hace unos años, habría saltado de lo alto del techado del tercer piso del barco, y además de cabeza, y aunque a la vista lo hubiera clavado, seguro que el estacazo en la cabeza y las cervicales al entrar en el agua hubiera sido épico; pero, eso si, hubiera emergido del río tras un largo buceo para crear incertidumbre, con la mayor de mis sonrisas y apariencia de “esto pa mi na”, aunque internamente me estuviera cagando de dolor  Que animales somos los humanos en el sentido literal de la palabra.
En el reino animal, el macho alfa exterioriza su dominio a través del movimiento de su cuerpo y su porte frente a otros machos y hembras. La verdad es que los seres humanos no somos tan diferentes. Movimientos físicos efusivos para llamar la atención. Estamos asistiendo a una especie de duelo de machos alfa en el río Tapajós.
La carrera, la competición ha empezado ya. Reflexiono, ¿cuántos acabaran o acabaremos con el “rabo alfa” entre las piernas en unos pocos días cuando estemos verdaderamente donde hay que demostrar si estamos o no preparados o preparadas?... pero, hay que presentar las credenciales cuanto antes. Ahora, durante estos dos días, nadie nos conocemos, todos nos observamos. Cada gesto cuenta. Jajaja.
Es un buen momento para visitar el desocupado minúsculo y dejado cuarto de baño en el segundo piso; un tugurio en la parte trasera, que parece una garita mal teñida de verde amargado, con olor a pis añejo, y en el suelo una balsa de emulsiones con emplastos de papel que procuras no ver pues vas con chanclas. Esta bonita estampa hace que  uno procure visitarlo solo en caso de extrema necesidad o agonía.
A última hora, descendemos con Julen “por las escaleras”, y tras darnos un placido baño, profanamos con nuestras pisadas la majestuosa playa. Para que a mí, que me ducho con agua caliente en el mes de agosto, me parezca agradable la temperatura  del agua, debe de estar muy caliente. 
Al concluir el baño y el paseo, zarpamos nuevamente, y en una hora y media mas de navegación, el barco se detiene frente a una apartada ensenada.
Arriban un bote y le ajustan en la parte trasera un motor fueraborda que descienden desde la cubierta sujetado con una cuerda;  se suben tres componentes de la organización con su equipaje, y salen hacia esa apartada bahía o más lejos, pues a los pocos minutos los perdemos de vista casi en el horizonte. Cuesta comprender que estamos en un río y no en el mar.
Como nos tengan que desembarcar así, de tres en tres, a todos, vamos a tardar todo el día y parte de la noche. Al rato, divisamos a lo lejos otra barca que viene hacia nosotros. Es una típica chalupa de las que se utilizan por estos ríos: larga, de madera, con un austero dosel con toldo en medio, y con un motor fueraborda del cual oblicuamente brota una larga percha de un metro y medio con la hélice en su extremo, para tener maniobrabilidad en aguas menos profundas o enramadas, porque con este sistema se propulsa casi a nivel de la superficie.
Como se detiene justo donde nosotros estamos situados aguardando, somos los primeros de la fila, así que montamos los dos y tres ingleses, (dos mujeres y un hombre), y nos vamos.
El viento en la cara y algunas moléculas de agua nos salpican y eso hace de nuestra travesía un cúmulo de sonrisas y sorpresas. Al rato, el enorme rio se estrecha. Claramente nos estamos adentrando en la desembocadura de otro rio, afluente del Tapajós. Las orillas se ciñen más, pero aun así es un rio enorme. Unas grandes iguanas deambulan en una de las exuberantes orillas, e incluso un par de delfines nos dejan ver sus aletas dorsales cerca de la lancha como dándonos la bienvenida. Es el delfín rosado, también conocido como Boto o delfín del Amazonas; es el delfín de río más grande del mundo; su peso llega a los 185 kg y pueden medir hasta 2,5 m. La aleta dorsal, como podemos ver, tiene poca altura pero es muy larga. Habita en el curso y los principales afluentes del río Amazonas y el Orinoco.
Palmas, manglares y árboles con frutas que no conocemos; un verdadero paraíso. Nos miramos con Julen y nos sonreímos sin decir nada, pero entendiéndonos perfectamente: “Ahora si estamos en ambiente”.
Regocija de tal manera tu vista todo esto, que por dentro cobras como una fuerza y te alzas sobre ti mismo alcanzando, sintiéndote arrastrado por una especie de energía, por un eco que suena y suena en tus entrañas.
Llevamos media hora de lancha. En el espectacular trayecto también nos cruzamos con un barco grande de tres pisos, pero no tan grande como el que nos ha traído. Supongo que en términos náuticos se diría que tiene muchos menos metros de eslora. Por lo visto, el nivel del río está mas bajo de lo normal, y el barco grande no puede acercarse pues se quedaría varado; así que con este otro, con un solo trayecto transportaran a todos los que quedan.
Nos detenemos en una playa; en un arcaico amarradero hecho de troncos y ramas. A lo lejos, tras la playa de unos cien metros de ancho, pueden verse algunas austeras casitas. ¡Allí es!, ¡Por fin!.
Con paso lento pero firme, por la fragosa y blanda arena, con las chanclas, con el petate y la turbación propia del que acaba de salir de la inestabilidad de una barca, cruzamos el arenal hasta lo que parece una pequeña plazuela de piso arenisco sitiada por cuatro sobrias construcciones e imponentes arboles. Algunos lugareños nos indican un área plagada de largas y gruesas estacas de madera de unos dos metros clavadas en el suelo, para que instalemos en ellas nuestras hamacas. Estamos en Prainha, el primer poblado y campamento desde donde partiremos pasado mañana para recorrer la primera etapa. Prainha es una humilde aldea conformada por no más de 10 o 15 casas de madera y ladrillo y una pequeña iglesia en lo alto de un pequeño montículo, donde viven los nativos zambullidos en plena naturaleza. Todo está rodeado de floresta y espesura. No son nativos como pudiéramos imaginar, tan solo sus rostros elípticos y tostados nos recuerdan a esos tantas veces vistos en los documentales etnográficos. Sus vestimentas son tan normales como las nuestras.
Viven de la agricultura, la recolección de caucho, la pesca y la ganadería, y su sistema económico está basado en el autoconsumo.
Un grupo de niños y niñas ataviados con camisetas de la carrera, curiosean vergonzosamente nuestras maniobras, y unas cuantas gallinas campan a sus anchas por el suelo, picoteando cualquier objeto que les parezca alimenticio.
Aquí donde disponemos las hamacas, la mayoría de los arbolés que nos cobijan son mangos. Unos grandes árboles de 10 a 15 m de altura, con su tronco  más o menos recto, cilíndrico y de corteza color gris. Sus hojas espaciadas irregularmente a lo largo de las ramas de color verde nos dejan ver su fruto; una especie de gran melocotón aceitunado de forma ovoide y muy carnosa, y que debe de pesar un mínimo de 200 gramos o más. ¿Porque describo este fruto concretamente entre tantos otros?: Pues porque mientras montamos las hamacas, repentinamente, como si se tratara de un enorme pedrusco, calló a pocos metros un mango produciendo un gran estruendo bronco al chocar contra el suelo. Sobresaltados, todos instintivamente miramos al suelo, y al ver el fruto, miramos hacia arriba descubriendo que los árboles estaban atestados, y siendo conscientes de que si en lugar de contar el suelo, se topa con nuestra cabeza, nos podía haber hecho bastante avería.
Le digo a Julen: -Acabo de descubrir el significado de la palabra “mangazo”; Y no era como decía mi abuelo, que te dieran con el mango de la jada, sino por lo que veo, es que te caiga un mango maduro desde 10 metros de altura en la cabeza. Habrá que tener cuidado, y incorporar el techo de la hamaca bien tenso sobre ella para preservarnos de algún desafortunado “mangazo” mientras dormimos... 
Mientras vamos atando con Julen nuestras hamacas, vigilando de reojo la verde bóveda, una niña nos mira casi de manera desvergonzada. En sus ojos, radiantes como un crepúsculo y vivos, arde un misterioso fuego. Le insto, y le hago una foto.
A partir de hoy, se levanta en lo profundo de mi espíritu goces indescriptibles…
Aquí me siento bien, por fin mi espíritu ha despertado. Mi espíritu estaba adormecido tras tantos meses de obligatoria preparación y férreo entrenamiento, en el que al final me sentía como un árbol a la espera del último hachazo; hasta me había acostumbrado a obedecer leyes peregrinas, y no las de mi corazón. Aquí mirando, escuchándolo y sintiendo, inexplicablemente me olvido de todo aquello. Cuanto deseo ver brillar las estrellas desde aquí, internarme en la selva y oír su rumor.
¿Dónde terminará este camino? No lo sé, pero quiero seguir andando, no pararme. Ya estamos todos en el campamento, y presenciamos atónitos  a uno de los atardeceres más soberbios que hemos visto nunca.
Al final, ha sido un satisfactorio día de cumpleaños. Mañana Briefing y controles y pasado mañana comenzamos.

viernes, 11 de noviembre de 2011

MI JUNGLE MARATHON: Preámbulo

"El espíritu, tu espíritu, se fortalece a través del conocimiento, del deseo conquistado o frustrado, del contacto con la naturaleza, y sobre todo del silencio y la sensatez "
Me ha costado muchísimo mas esfuerzo del deseado preparar este nuevo reto tras encadenar cuatro años consecutivos de proyectos desde 2008: (Sables, Yukón Arctic, el cruce del mar Báltico helado, y ahora la Jungle Marathon). Mas de cinco meses de un gran esfuerzo físico, pero mucho mayor psicológico, anímico, personal y familiar. Partí hacia Brasil desde Barcelona el día 3 de Octubre con escalas en Lisboa, Fortaleza y una última etapa en Santarem, siempre con un estremecimiento o percepción dentro de mí de compromiso o responsabilidad, que no había sentido de este modo en anteriores ocasiones. Y aunque procuraba esquivar esta incómoda sensación sabiendo por propia experiencia que existen muchos factores en esta efectiva ecuación, además de la buena suerte, que tu no puedes manejar, esa siniestra procesión iba por dentro y reclamaba para si el objetivo de terminar la carrera, y darles una gran alegría a la gente que se sentían implicados, o me habían ayudado, y así, de esa manera, poder concluir todos estos meses de privaciones y esfuerzo con una gran satisfacción para poder dedicársela a todos ellos, pero muy especialmente a mi mujer Rosana por todo el respaldo que me había dado, tolerando esa egoísta y apática aptitud que nos domina por un tiempo a los que nos obstinamos en alcanzar una de estas gesta que designamos sueño o pasión . En Lisboa me reuní con Julen Urdaibai. Julen, al enterarse que yo también pretendía participar en esta carrera como era su propósito, se había puesto en contacto conmigo hacia unos meses para coordinarnos, y si me parecía bien compartir viaje y compañía. Me pareció perfecto; como no. Habíamos coincidido con Julen durante nuestra participación en la maratón de Sables en 2008. Durante las largas horas del viaje, no nos costó entablar una manifiesta y afable conversación en la forma; en el fondo, como aún no te conoces con profundidad, en el diálogo va camuflado un disimulado metódico y analítico interrogatorio, tratando escrutar en el menor tiempo posible a tu compañero de andanza. Sin mucha dilación por mi parte, pude prever que me hallaba en muy buena compañía, aunque la experiencia me decía que son los peores momentos donde se muestran y definen definitivamente las personas, y esos momentos aun estaban por llegar. Julen, enjuto y afilado como cualquier corredor de fondo y aunque de semblante serio y circunspecto, disimula una mirada que emana inocencia, honradez y franqueza. Prudente en palabras cuando no hay suficiente confianza, te observa y aparentemente te examina, para convertirse en un gran conversador, cómplice y buen oyente con el paso de las horas, síntoma manifiesto de su visto bueno; indicio claro de que conectas con él, o mejor, de que él conecta contigo, volviéndose seguidamente un agradable amigo de los de toda la vida, al que fiarías sin dudarlo tus secretos mas ocultos. Llegamos agotados al aeropuerto de Samtarém el día 4 a las tres de la madrugada, y tomamos sin rebuscar ni regatear (no estábamos para mas contratiempos a esas horas) un taxi que nos llevó a nuestro hotel en Alter do Chao a unos cuarenta kilómetros. Solo soñábamos con acostarnos y descansar cuanto antes. Nos alojamos, en el Hotel Beloalter. Un pintoresco y agradable hotel situado a la entrada del pueblo. El recepcionista nocturno del hotel está claro que no nos esperaba a esas horas, porque tras restregarse los ojos con tal fuerza que pareció que se los iba a desaparecer dentro del cráneo, y con gesto de ausencia, terminó por reanimarse y asignarnos nuestra habitación. Creo que lo despertamos... La habitación es de planta baja adosada a otras, con dos camas sencillas y un baño decente. No queremos más. Caímos molidos en la cama casi sin desvestirnos. “Esto nos viene bien para cambiar el horario”, comentamos. A la mañana siguiente, temprano, nos dispusimos con Julén a descubrir Alter do Chao. La verdad es que a primera vista y a esas horas, el pueblo no parece que tenga nada que ofrecerte, y además para los forasteros recién aterrizados y no aclimatados como nosotros, soportar un calor y humedad increíble mientras paseas, hace que la visión sea aún mas borrosa, y que esos primeros vagabundeos por sus calles sean casi angustiosos. Eran paseos tan taciturnos y dolientes, que el bicho viviente que más avistábamos, y en que más nos fijábamos era un ave carroñera; el buitre negro americano, también llamado golero o gallinazo. ¡Que par de almas en pena!. Posteriormente, ya mas asentados, y durante otros paseos fuimos descubriendo la extraña ambigüedad que envuelve a este pueblo incapacitándote a primera vista ver nada que llame especialmente tu atención, para posteriormente, como las buenas películas, gane con mas visionados. De este modo, poco a poco vas descubriendo su gente, su vida y el verdadero encanto de Alter Do Chao, que es muchísimo. Alter do Chao situado en el estado de Pará y perteneciente al municipio de Santarem, se formo a partir de una aldea de pescadores de los indios Boraris, y ahora es un afamado pueblo de la Amazonia , que, al igual que otros lugares del estado de Pará, debe su nombre a una villa portuguesa llamada igualmente Alter do Chão. Está brillantemente enclavada en la entrada de un lago que se forma en la margen del río Tapajós. El río Tapajós es un largo y caudaloso río amazónico brasileño; el principal afluente de la margen derecha del afamado río Amazonas. Su longitud es de 810 Km., con extensiones entre sus orillas de hasta 15 Km. y que se caracteriza por sus aguas azul-verdosas. Es por esa combinación de aguas y arenas claras, que a este lugar se le conoce como el Caribe Amazónico. El río debe su nombre a otra tribu de nativos, los indios Tapajós. A causa de su casi inaccesible selva, y las dificultades de navegación debida a sus múltiples cascadas y rápidos, es un río muy poco poblado, lo que hace un marco ideal para la aventura de la que vamos a formar parte. En definitiva, terminas admitiendo que Alter do Chao es una maravilla de sitio... Que decir de un pueblo rodeado por un precioso lago, próximo a la confluencia del río Tapajós con el río Amazonas, que en la estación seca, que es la que estamos ahora, al retroceder sus aguas deja al descubierto unas sugestivas playas de arena blanca. Porque, la villa está rodeada por el “Lago Verde” y a pocos metros frente a su “paseo marítimo”, separada por un pequeño arenal y un estrecho brazo de agua de no mas de medio metro de profundidad, se encuentra, la principal atracción de Alter do Chao: La Isla del Amor. “Ihla do Amor”. “No quise preguntar porque se llamaba así... quizás en otra ocasión, durante otro viaje con motivos mas plácidos, y sin desestimar a Julen, en otra compañía...” Esta pequeña isla, es un largo y estrecho islote de arena blanquísima, árboles esmeralda y chiringuitos de playa con sombrillas de mimbre y brezo, y mesitas prácticamente sobre las aguas. Un característico lugar que curiosamente en temporada de lluvias desaparece sumergido en el lago. Todo el pueblo tiene un matiz natural y muy tropical. Edificios de planta baja y ninguna edificación que desentone, en lo que parece una equilibrada organización urbanística, que hace pensar que tienen cierta conciencia ecológica. En el corazón del pueblo, frente a su “paseo ribereño”, su pequeña y presumida plaza mayor de apariencia colonial, presidida por un pequeño quiosco y una minimalista iglesia de tonos azulados. Cerca de allí descubrimos su humilde escuela. Un edificio desabrigado con una techumbre sobre cuatro escuetas paredes de ladrillo. Solo la pared frontal con tabique hasta el techo donde pendía una gran pizarra, las otras tres con grandes aberturas o marcos, pero sin ningún ventanal ni puerta, por lo que pudimos arrimarnos y curiosear, atrayendo sin quererlo la mirada de los aproximadamente veinte niños y su profesor. Así que al ser sorprendidos y con cara de escrúpulo, simulando gestualmente la acción de fotografiar, consulté expresivamente al profesor para que me permitiera hacerles una foto a los niños; el profesor respondió afirmativamente con una gran sonrisa, y con una señal reveló a los niños nuestra intención. Estos, impetuosos y joviales se pusieron a posar para nuestras fotos. Posteriormente, pasear, descansar tumbados en el hotel, (Julen con su Aipod oyendo música, y yo con mi mini DVD viendo alguna película, en una especie de abstracción o introversión antes de la batalla), y comer. Esa era nuestra pauta o rutina. Casi siempre comíamos en el restaurante del hotel, que ocupa un gran espacio natural techado al aire libre y con vistas al bosque y a una playa privada del Lago Verde rodeada de manglares, donde disfrutar de una buena comida mientras a tu alrededor observas pájaros, pequeños lagartos o incluso grandes iguanas trepando por los árboles o los maderos del propio comedor. Una manifiesta exposición de naturaleza selvática integrada en la civilización. Aprovechamos igualmente esta segunda mañana para desplazarnos a Samtarem y alquilar una pequeña lancha (con su capitán), y navegar por el río Amazonas. Me hacia mucha ilusión verlo y sobre todo tocar sus aguas. En cuanto estuve navegando, no pude resistirme a meter la mano en el río y sentir un salpicado cosquilleo, casi escalofrió, que como una amable sacudida brotaba de mi mano mojada, ascendía por mi brazo, e iba directo al corazón. “Estoy acariciando el río Amazonas”; eso si, aunque no dije nada, sin querer vino a mi mente la imagen de una piraña enganchada a mis dedos... Cuanto daño ha hecho el cine a nuestro estrecho conocimiento... jajaja. Es extraordinario ver la confluencia del Tapajós en el Amazonas, y como sus aguas de distintos colores (marrones las del Amazonas y azules las del Tapajós) , se juntan, componiendo una acuosa e incorruptible línea divisoria bicolor. Como si en realidad no quisieran ni hermanarse ni siquiera conocerse, y evitaran sus miradas por cuestiones de liderazgo, ambición o autoestima. El Tapajós que es un río colosal, se extingue como simple afluente del reputado Amazonas pasando casi al anonimato. Este singular fenómeno se produce a causa de la distinta densidad de las aguas y el efecto es realmente asombroso. El Amazonas, 6800 Km. de agua (el más largo del mundo), desde que nace cerca de Arequipa (Perú) hasta que desemboca muy cerca de aquí en el Atlántico en Belem. Se me pone la piel de gallina imaginando a Francisco de Orellana , cuando con unos cincuenta hombres, y al cabo de siete meses de travesía pasó por este mismo punto el 26 de agosto de 1542. Fue durante ese viaje cuando el Amazonas adquirió su nombre. Se cuenta entre otros muchos sucesos, que la expedición fue atacada por unas sanguinarias mujeres guerreras, similares a las amazonas de la mitología griega, y es por eso que le pusieron el nombre. Tras este fantasioso y relajante paseo en lancha, hemos visitado el exiguo y anodino museo de la ciudad, en el que los mayores tesoros son: la osamenta de una ballena que murió varada aquí hace años, el despacho de su actual alcalde (la única sala con aire acondicionado), y unos oxidados y mohosos grilletes de la época de la esclavitud... Menos mal que el coste de la entrada (que pagas a la salida), es la voluntad. Tras esta decepcionante visita, pero con el espíritu preñado de Amazonas, cogemos de nuevo el autobús urbano y regresamos a Alter do Chao. Es asombroso transitar por estas carreteras. No puedes apartar la vista del paisaje. Todo invadido de vida ingobernable y amotinada floresta. La experiencia es de inmersión total. Si te detienes a pensar, y a las pocas horas lo haces, estamos en el pulmón del planeta, y desde aquí todavía puedes imaginar como pudieron ser otros lugares hace miles de años. Como aquellas viejas crónicas romanas que nos narraban en el colegio, que hablaban de Hispania como un lugar donde una ardilla podía atravesar su territorio sin bajarse de los árboles. Aquí efectivamente puedes dar crédito de esa artificiosa imagen, y el precio que hemos pagado por el desarrollo y la civilización en el malamente apodado, “primer mundo”. Esta última tarde noche, paseando por la plaza, descubrimos que a la caída del sol se reúnen lo que aparentan improvisados grupos de músicos con largas rastas, pantalones anchos y llevaderas ropas, para tocar con sus tambores y timbales y canturrear formando un círculo, mientras en el medio bailan capoeira. La capoeira surgió hace muchos años como un deseo de revolución de los esclavos negros frente al control de la colonia portuguesa en Brasil, originando esta especie de coreografía espontánea que representa la lucha constante del hombre, su evolución, y el arte en movimiento. Mirándolos, percibías algo entre mágico y solemne; una especie de alegre ritual, que al observarlo te transmite una instantánea euforia y embrujo; vida. La banda sonora de una aventura que estaba por comenzar. El tercer día, el día 6, nos levantamos deseosos de incorporarnos por fin esa misma tarde noche a las obligaciones de la carrera y salimos temprano a trotar por los alrededores para avivar las piernas adormiladas de viaje y suspensión. Debíamos estar a partir de las seis en el muelle mas apartado del pueblo, lugar donde embarcaríamos para viajar por la noche río arriba durante unas ocho horas de travesía. ¡Como Orellana...! Pasamos el día haciendo y rehaciendo la mochila, e intentando que cupiera todo el material y la comida en ella, con rostros de concentración y recogimiento, y hablando por última vez hasta dentro de unos diez días con casa. Los hecho de menos. El hablar con Rosana me conforta, y percibir de fondo los balbuceos y gorgoritos de la pequeña Nayra, me emociona y a la vez estimula una especie de éxtasis en la boca de mi estómago, que es nueva para mí. Que ganas de verlas. Aunque lógico y conveniente para nuestra aclimatación, estos días de preámbulo antes de la carrera se nos están haciendo algo largos. Julen está igual que yo. Embelesado y con ojos muy despiertos me habla de su mujer y de su hijo... los dos estamos de acuerdo en la buena fortuna de haber coincidido, pues hace más digeribles estos días de morriña, que si hubiéramos estado solos. Ya estamos listos. A las cinco y media, nos dirigimos al embarcadero. Nos costó encontrarlo, pero gracias al conductor (que aparentaba 14 o15 años) del furgón ¿Taxi? con el que nos trasladan desde el hotel, que ha ido preguntando, hemos llegado. Es un bonito embarcadero de perenne madera teñida de rojo que surge en mitad de una simétrico edificio también de madera en forma de arco o marco. Parece una gran boca cuadrada mostrando su lengua al río; lengua sostenida por pilastras y con baranda también de madera. Curiosamente en esta época de decrecida del río, da a unos grandes bancales de arena muy alejados del agua, y perceptiblemente ningún barco, que no transite sobre ruedas, podrá atracar aquí hoy para recogernos. Aunque está claro que el sitio es este, porque ya vemos algunos participantes, unos seis, fácilmente reconocibles, como nosotros, por sus mochilas y petates. Los saludamos con Julen con la mayor simpatía y celo posible, y les preguntamos con gesto amable: - ¿Jungle Marathon?. Uno de ellos, el mas alto, contesta con una magistral sonrisa rellena de dientes: -¡Yes!, Where are you from?. ¡Ja!, mi parco ingles me da para esto, pienso, y anticipándome a Julen afirmo vanidoso: - ¡Spain!. Seguidamente, ante mi desenvoltura se viene arriba, y me lanza su siguiente pregunta. Así que, recurro a otra de mis aleccionadas frases: -I do not know; I speak little English..., levantando mi mano y acercando los dedos índice y pulgar a un centímetro, haciendo un gesto que signifique “poquito”, sin tener ni pajolera idea de que era lo que me acababa de preguntar. Por suerte Julen, que habla y entiende un poco más que yo, tras chapurrear me detalla que este “ropero de tío” es australiano. No podía ser de otro sitio con esa percha, pienso. Solo le falta el sombrero, el machete y un collar repleto de dientes de cocodrilo. Al poco, estos otros competidores, advertidos por otro que aparece y gesticula a lo lejos en la playa, cogen sus equipajes y se dirigen hacia allí. Los observamos con Julen y parece que saben donde van. Así que decidimos bajar también a la playa, y marchar tras ellos. Y, seiscientos metros río abajo, allí está, varado próximo a un bancal de arena blanca. Es un gran barco de orondo casco de madera pintada de blanco, y de tres pisos con barandas de extremo a extremo, engalanado con grandes neumáticos viejos colgados con cuerdas de sus costados. Si le aplicaras mas ornamentos, detrás un enorme cilindro de palas, y dos imponentes chimeneas, parecería esos que navegan por el río Misisipi. En su parte delantera más arrimada a tierra, desde la cubierta inferior o principal desciende una escalera azul de madera de austeros y resbaladizos escalones, por la que acceder, secundada por una cuerda fija para aferrarte. Pero esta simple maniobra cargados con pesados petates que no te permiten apoyar bien las manos se hace muy embarazosa. Sería una innoble exhibición y presentación para unos “imponentes atletas aventureros” el resbalar torpemente en unas simples escaleras, teniendo que lidiar con una selva los próximos días, y caer al agua con todo el equipo ante la atenta mirada de otros competidores. Así que lo más esforzada y decorosamente posible ascendemos como podemos sin perder la compostura. En las tres cubiertas del barco, hay habilitados amplios espacios con barrotes y ganchos en los techos, donde poder colgar nuestras hamacas que desde hoy serán nuestras leales y austeras cómplices de sueño y descanso. Verdaderamente todo parece ya un sueño. A veces es difícil distinguir la realidad. – “¡Ya estamos Julen!”, le digo… Dicen que las alegrías, las satisfacciones, cuando se comparten se amplifican. Por el contrario, con las desdichas pasa al revés. Si se comparten se atenúan. Tal vez el motivo, es que al compartir, lo que se agranda es tu corazón. Y un corazón amplificado es más agudo para embriagarse con las satisfacciones, y termina más protegido para que los reveses no lo dañen. Estoy contento de estar aquí con Julen.