jueves, 25 de octubre de 2018

SENDERISMO EVOCATIVO INFANTIL


Este pasado sábado, realizamos otra jornada de senderismo infantil con Montañeros de Aragón Barbastro, por un recorrido auspiciado y dispuesto por Jesús Grasa, por el término de La Torre, las casas de Escapa (lugar que le vio nacer y donde vivió de joven), y Castejón del Sobrarbe.
Colaboraban el ayuntamiento de Ainsa, así como los vecinos de Latorre y Castejón de Sobrarbe.
Tras dos intentos frustrados de realizar este recorrido, una vez más se obró acertado el dicho de que a la tercera va la vencida.
He de confesar que nunca había estado por este cercano rincón del Sobrarbe, y me sorprendió gratamente.  
A punto mañana llegamos a La Torre, y nos recibieron a los cuarenta participantes entre adultos y niños con un re- desayuno: chocolate, torta, magdalenas y bizcochos. ¡Menudo comienzo!
Después nos mostraron lo que ahora era un bonito edificio social, y antaño fue la escuela, lugar al que Jesús de niño venia andando cada mañana desde las casas de Escapa cruzando el barranco de Talavera.
Tras el agasajo, comenzamos a seguir a Jesús por una ruta circular que rezumaba nostalgia de su propio pasado.
Se le observaba entusiasmado, y muy responsabilizado y atento en todo momento apoyando o relatando. Como cualquier buen anfitrión intentando mimar a sus invitados.
Resultó un precioso y ameno recorrido que atravesaba los pequeños barrancos de Talavera, Escapa y Riparez, que, debido a las últimas lluvias, llevaban un poco de agua, dándole al recorrido un plus de aventura y divertimento para los niños.
Este recorrido circular nos llevó por las casas de Escapa donde él nació y se crio.
Dicen que los mejores recuerdos no están ni en las fotos, ni en nuestra memoria, están en nuestro corazón. Observando la cara y la disposición de Jesús, me atrevería a decir que tiene muy buenos recuerdos de este lugar, y desde luego lo transmitía.
Desde estas casas en medio del monte, masticadas por el tiempo y la espesura, él partía cada mañana al colegio del que habíamos salido.
Un pajarito cercano a él, me reveló, que muchas veces se “distraía” por el monte y se olvidaba de llegar a la escuela, pero eso sí, agazapado desde lejos y muy atento, se comía el bocadillo a la hora; cuando observaba que en la escuela salían a comérselo los demás niños …
De su casa quedaba poco, pero si había restos de una impresionante casona (Casa Alta), en la que, pese al abandono de los años y la maleza, se podía vislumbrar el señorío de tiempos pasados: Grandes habitáculos, corrales, establos, bodegas, pozo, fuente, e incluso una capilla y un curioso túnel secreto por donde, según nos relató Jesús, tras la guerra civil, escapaban los Maquis escondidos en la casa cuando aparecía la guardia civil.
Después caminamos por unas pistas entre verdes campos de alfalfa, hasta la hermosa y bien restaurada ermita de San Hipólito donde descansamos.
Ermita donde realizan la romería los pueblos de la zona.
Para terminar, atravesando de nuevo el barranco de Talavera por una zona que se había adornado para la ocasión con un hermoso salto de agua, llegamos a Castejón de Sobrarbe donde de nuevo sus orgullosos y amables vecinos nos recibieron con un aperitivo. Esta vez brochetas de plátano con chocolate y guirlache de almendras casero. Extraordinario de nuevo el entusiasmo y entrega de los vecinos.
En la iglesia de este pueblo, bautizaron a Jesús. Todo su pasado en el contorno de esta bonita excursión. Su presente y futuro caminaban a su lado en forma de hijos y nietos. Que estampa más bonita.
Esta circunstancia me ha hecho reflexionar a lo largo de estos días:
Dicen que, si llevas tu infancia contigo, jamás envejecerás. Que verdad. En algunos instantes de la jornada, me pareció ver a Jesús rejuvenecer orgulloso junto a sus herederos.
La felicidad solo es real cuando se comparte. Y de eso trata este senderismo infantil, y en definitiva el montañismo.
Abuelos, padres y niños compartiendo en la naturaleza.
Las personas mayores, los abuelos, son tan importantes para los niños en muchos sentidos; son los mejores transmisores de esa maravillosa cultura popular que por desgracia no nos ha llegado a muchos de nosotros; o a algunos se nos ha olvidado por el camino…
Son grandes conocedores de historias, anécdotas, o leyendas propias de cada lugar. Y por ello me ha parecido muy acertada esta iniciativa de Jesús.
Cada persona, cada familia, guarda relatos propios o ajenos en la memoria, e impregnados de costumbres pasan de padres a hijos.
Y compartiendo estas historias crecemos, nos conocemos y posiblemente hasta nos reconocemos.
Qué bueno que generaciones distintas disfrutemos juntos de un día en la naturaleza, y como en esta ocasión disfrutemos además de historias que nos trasladan años atrás.
Qué bueno que además de inculcar a nuestros hijos este amor por la naturaleza, podamos igualmente transmitirles hechos y vivencias de tiempos pasados: Darse cuenta de cómo vivían o se divertían otros niños ahora mayores cuando no existían ni televisión ni videojuegos.
Todo esto, estoy seguro que irá haciendo que aprendan a conocer mejor el entorno, su historia, a conocer un mundo diferente al que viven ahora, pero no tan lejano y que forma parte de sus orígenes, recordándoles de dónde vienen.
Senderismo evocativo, retomando raíces y enseñanzas para aprender a apreciar la diversidad.  Una actividad que “rejuvenece” a mayores, y enriquece y estimula a los niños.
Estos momentos compartidos, en familia, perduran en la memoria de los niños, y con suerte, en el futuro, ellos mismos contarán esas historias y esos relatos a sus hijos y nietos, evitando que se pierdan en el tiempo.
En definitiva, es aprender y enseñarles, que observar no es solo mirar.
Enseñarles a compartir; Porque cuando compartimos, aprendemos la importancia tanto de dar, como de recibir.
Como ha hecho Jesús llevando a cabo esta excursión, conectémonos con nuestro niño interior y disfrutemos plenamente de espacios compartidos con nuestros hijos, o nietos.
Gracias Jesús por esta deliciosa mañana y por esta receta tan gratificante que habría que repetir más a menudo. A mí me ha gustado mucho.

jueves, 18 de octubre de 2018

10 AÑOS DE BLOG


Octubre de 2008.
Diez años de no poder reprimir algunos de mis pensamientos, muchas de mis ilusiones y algunas de mis ideas habitualmente peregrinas.
Diez años de incontinencia.
Al principio cuesta desnudarse. Después te das cuenta que ese striptease mental no es negativo, si no todo lo contrario.
Y he de admitir, que nunca he sido consciente de que lo que aquí escribo lo lea nadie. 
Diez años en los que me han pasado muchas cosas en lo deportivo y en lo personal. Buenas y malas; como a todos.
Aunque la vida se vaya disipando progresivamente, cierto es para mí, que envejecer es signo “de vida”.
Existen una buena cantidad de razones para tomarse el tiempo de escribir y publicar un blog.
Personalmente me ha ayudado a recapacitar sobre mi vida, sobre mis objetivos, sobre los temas que me interesan y que deseo compartir.
Me brinda la posibilidad de analizar lo que me rodea.
Hace ya diez años, alentado por algunas personas y amigos, y por su interés en seguir de cerca y respaldar las peripecias que poco a poco me conducirían a participar en la Yukón Artic Ultra, nació este blog.
Despues sirvió para relatar proyectos ilusionantes como el cruce del Báltico, la Jungle Marathon, o incluso durante cinco años los Trekings que acompañé a Tanzania, Nepal, Perú, India y Bolivia.
Desde el comienzo intenté y todavía intento con mayor o menor fortuna ir aportando y explicando mi modesta búsqueda, compartir mis relatos, dar mi punto de vista, compartir fotos, o simplemente manifestar mis impresiones y sentimientos.
Hoy, diez años después, continuo con este proyecto de contar cosas, relatar mis metas, lo que me gusta y lo que no.
Este es un sencillo blog, humilde diría yo, relleno con mis pasiones: Naturaleza, amigos, deportes, dibujos, pero sobre todo sueños y su consecución como un objetivo de vida.
Gracias a todos: lectores, blogers, amigos, turistas, residentes e internautas por pasaros por aquí algún momento durante  estos diez años.
Quiero dedicaros estas líneas de aniversario a todos vosotros por especiales, sensibles, afectuosos, soñadores, románticos, entusiastas y dinámicos corredores de sueños alcanzables.

jueves, 11 de octubre de 2018

51

Esto es un no parar.
Un año más de experiencia, y uno menos de vida.
Sumando años, restando vida.
Y hay algunos años, que incluso creo que restan más.
Pero permanente deseamos que lo próximo venga sea mejor que el anterior.
Y cuantas derrotas van ya a golpe de errores, tropiezos y estacazos; pero igualmente cuantas razones aún para continuar viviendo y buscando nuevas ilusiones.
Cincuenta y un años de crecimiento, de evolución, únicos, inolvidables, algunos tristes, de mudanzas, de posibilidades, de alternativas; de expectativas, de frustraciones, e incluso de descanso.
El cincuenta y uno es un número impar, múltiplo de uno, tres y diecisiete.
Pero si hay algo famoso, misterioso e intrigante sobre este número, esto es sin duda la famosa… Área 51.
Esa remota y discreta base aérea del ejército norteamericano, que se encuentra en Nevada, donde  dicen que se  prueban aviones o armas secretísimas  en desarrollo.
Allí se dice que llevan la investigación sobre vida extraterrestre, los viajes en el tiempo, algunos increíbles sistemas de propulsión para futuras naves espaciales, o se hacen las autopsias a cadáveres alienígenas.
La numerología atribuye al 51 un tinte de buen augurio, de seguridad y trabajo bien hecho. También hace referencia a ideas nuevas e inspiradoras.
Para los chinos, el 51 es el número de la excitación, entendida como un despliegue de energía inesperado. Así que, misterio, buen augurio, seguridad y ¿alienígenas?... Parece que será un año interesante.
Para mí, significa de momento, un año de experiencia como cincuentón.
Ya voy tomando consciencia, que independientemente de los derroteros de tu vida, pasar de los 50 años tiene mucho de apelación a la libertad individual.
Y por suerte, por genética, e imagino que, porque me lo he currado y me lo curro, físicamente no me puedo quejar.
Me encuentro igual que siempre y con muy buena salud.
Y que dure. Al menos, en lo que está en mi mano, haré lo posible para que así sea. La vida es dura, pero nosotros más.
Y aunque no lo parezca, intento siempre aprender de mis errores. Y tomarme todo con más calma.
Ahora, no sé bien si por la edad, ya no te afectan tanto las cosas que no lo merecen, y realizo una especie de rebelión particular afirmada mas en el aquí y el ahora.
Creo que he entrado en un rango de edad, en el debes estar por fin encantado de haberte conocido.
Y aunque no seas el más rico, ni el más listo, ni el más guapo, ni el mejor en nada, te da igual.
Las cosas son como son, sabes, aceptas, y asumes tu espacio.
Quienes consideran los cincuenta y pico años como los nuevos treinta y pico, posiblemente sea porque han malgastado veinte años de sus vidas.
Es una edad en la que está bien no saber si aún vas o ya vuelves.
Por eso; Porque comienza a darte igual.
Y ya no es tiempo de pronósticos, si no de certidumbres.
El envejecimiento lo vemos como un proceso perverso en el que vamos perdiendo capacidades y volviéndonos tristes.
Y creo que es, al contrario: a medida que nos hacemos mayores, nuestro cerebro se vuelve más resistente al estrés, tienes menos remordimientos, te vuelves más positivo, emocionalmente algo menos volátil, aprovechas más el momento, y conectas mejor con la gente.
Vives con más placidez, aceptando por fin tus limitaciones, pero consciente de tus convicciones, tu juicio y sobre todo de tu realidad.
Así que, continúas abriéndote paso entre las contrariedades, recurriendo a ilusiones y sueños.
Cada año, por mucho que haya pasado un año más, recuerdo una frase que he escrito en varias ocasiones:
“Tarde no es, y prisa no tengo”.
Estamos aquí y estamos vivos.
La vida no empieza a a ninguna edad concreta.
La vida comienza cada día; Cada mañana.
No eres tan ignorante como para no saber dónde está la acción, ni tan viejo como para no poder dirigirte a ella si lo deseas y seguir actuando con cualquier edad y en cualquier momento.
Cumplir años te permite cada vez más,
pisar mirando al frente y no al suelo.
Me gusta reconocer que he vivido. Pero soy consciente de lo mucho que me queda por vivir.
Soy “Bur-bastrense” (De Burceat y Barbastro), puesto que mi infancia siempre estuvo ligada (y eso jamás se olvida) a este vecino pueblo de mis abuelos paternos.
Y lejos de banderas, símbolos y nacionalidades, me siento ciudadano del mundo. Un mundo que me encanta descubrir.
Y me siento muy privilegiado por el hecho de haber nacido y vivir aquí; Al lado del Pirineo, y junto a mi querida Sierra de Guara. Y siempre me enorgullezco de ello.
Al final la vida es una sucesión de eventualidades recubiertas de emociones y sentimientos, que en un instante pueden alzarte o derrumbarte.
Y podremos decir lo que sea, pero cada edad, cada año, siempre es nuevo; y siempre nos rodeará en él la inexperiencia y la ingenuidad.
Muchas cosas en nuestra vida las decide el destino, pero muchas no.
Y mucho de lo malo que haya sucedido en la mía, seguro que es por mi culpa; pero mucho de lo bueno también.
Y por suerte, a estas alturas, sigo sintiéndome un aprendiz.
Y sigo soñando como siempre, dentro de esa senda que marca mi imaginación y mi corazón.
Eso sí; Demasiadas ausencias ya. Aunque fortalecido para siempre con el recuerdo de las mismas.
Echar de menos no tiene brazos, pero aprieta muy fuerte el corazón.
Cada año, deseo atesorar muchos recuerdos buenos para equilibrar los malos que siempre florecen.
Por suerte están los amigos. Esos de verdad que nunca te defraudan.
Esa familia que elijes, porque ellos también te eligieron a ti.
Siempre siento que me resguardan buenas sombras, por haberme arrimado a los mejores árboles.
Deseo alcanzar mi cima dentro de veinte, treinta o cincuenta años más, y allí arriba no arrepentirme de nada que haya hecho, pero sobre todo de nada que haya dejado de hacer.
Y recordar siempre: "Las palabras bonitas muchas veces no son sinceras, y las palabras sinceras habitualmente no son bonitas". Así reconoceréis a los verdaderos amigos.

jueves, 4 de octubre de 2018

CORRER ES DE VALIENTES


Pasado fin de semana. Media maratón de Barbastro.
Ha sido mi notengoniput…idea del número de mis participaciones.
Llevo muchas. Las primeras cuando aún se subía a Salas bajas.
Durante unos años era la única carrera en la que participaba.
La he visto nacer, crecer, y desarrollarse. Y he visto a mucha gente debutar en ella. Yo también lo hice en su día.
Algunos para iniciarse y continuar, otros como un insólito reto.
En tiempos, cuando solo corría la gente que competía y se organizaban muy pocas medias maratones, era una media puntera a nivel nacional.
Con una participación similar a las cifras actuales.
Una participación que proporcionalmente a la gente que entonces corríamos, era muy abultada.
Y fue creciendo hasta llegar en pleno Bum del runnig a los mil participantes.
Actualmente, después de la súper expansión como negocio de la organización de carreras, o “eventos deportivos” y tras ese Bum, es una más de los cientos que se organizan a lo largo del año.
Y se ha estacionado en un alcance participativo corrientemente local y de proximidad. Y en los tiempos que corren esto es normal.
O está organizada en una gran ciudad (Madrid, Barcelona, Zaragoza), o es una carrera que se ha convertido ya en clásica (Behobia); o tienes alguna particularidad diferenciadora que llame la atención de los corredores populares respecto a las centenas de carreras que se lanzan (Carrera de la mujer, Templar, …), o no esperes una altísima participación.
Porque estamos saturados.
Personalmente la he corrido motivado e incluso sin motivar. Casi siempre en tiempos decentes para un corredor popular, subiendo al podio local en alguna ocasión.
Pero he de admitir, que las veces que más me ha significado y las que no olvido, son las que he acompañado a algún amigo.
Como este año:
Como escribí recientemente, hace no muchos meses, contagiados por el excepcional ambiente de la carrera de la mujer, y estimulados por alguna que otra caña, dos buenos amigos míos manifestaron: - “A que no hay huevos de apuntarnos a la media maratón…”
Cuanto de malo y de bueno ha traído este enunciado a la vida de cualquier aragonés de a pie… Incluso los que tienen solo un apellido, pero muy enraizado.
Así que uno de ellos, como ya narré, me instó simplemente a ayudarle. Quería correr.
Y comenzamos a entrenar “disfrutando” de breves trotes y charlas de apenas diez minutos, que en unas semanas ya eran de media hora despacito, sin sufrir (esto lo considero muy importante).
Tan solo unos meses después de haber comenzado su andadura de correr, ya veía  resultados. Corría tranquilo y sin sufrir.
Así que intentando no presionar, simplemente acompañar, contagiar y motivar, los fui estimulando, y se convencieron mutuamente que podían hacerla; decidieron apuntarse a la media maratón como habían largado bravucones aquel día en el Coso hará apenas siete meses.
El propósito era terminarla. No sufrirla.  
Amigos, cómplices, compañerismo y desafío. Que hermoso puzle de piezas únicas.
Muchas veces, intentar correr una media maratón nos parece extraordinario, y por eso, nunca nos atrevemos a intentarlo. Pero no lo es. Los que lo hacemos, no lo somos.
Lo más difícil de todo el proceso es solo eso: “decidirse”; “atreverse a intentarlo”. Ser valiente.
Ya ese día, circunstancialmente en la línea de salida se nos unió otra amiga que debutaba en la distancia. Y para crear ambiente, avenencia y pandilla,  a su vez nos habíamos juntado con otros dos buenos amigos ya corredores habituales: Carmen y Ricardo; para mi como família.
Esto también lo considero importante para suavizar la experiencia. Acompañarse bien; ir en un grupete bien avenido que arrope.
Así que Juan, Santi, y Mapi como debutantes, custodiados por Carmen, Ricardo y yo mismo, formamos un disciplinado y alegre equipo.
Cuando acompañas a alguien el miedo escénico previo a una carrera, desaparece en ti, pero lo ves reflejado en tus escoltas.
Tú transitas en otro esquema de carrera, y otro modelo de satisfacción.
La habíamos preparado bien. Tanto física como mentalmente. No tenía ninguna duda de que la terminarían.
Tanto es así, que, para celebrarlo después, les había preparado como sorpresa unos trofeos conmemorativos con ayuda de Olga (Chaca Sport- Spasi) ¡Gracias Olga!
Otra cosa seria el ritmo, que en carrera siempre se ve viciado por la embriaguez del momento y la cadencia de los que te rodean, tendiendo a ser más elevado y pudiendo al final pagarlo.
Pero para eso estaba yo allí. Para sosegarlos y frenarlos, al menos hasta el kilómetro diez en Pozán. A partir de allí, ir viendo.
La carrera fue bien. Según lo previsto en mi cabeza.
A la subida habíamos rebasado cómoda y gradualmente al globo de las dos horas que portaba mi buen amigo Paco. Y eso quieras que no, anima.
Corres el riesgo de que si más tarde te alcanza, el efecto es el contrario: Te desmoraliza.
En este perímetro de carrera, había muchos amigos y amigas, y eso también hacía más fácil la broma y la distracción para afeitar el esfuerzo.
Incluso al llegar a Pozán, como gracieta, me avituallé con el porrón de vino que me ofreció el bueno de Marcén (Ex presidente del Club de Atletismo).
Allí en Pozán se hallaba como juez de carrera tomando nota, el padre de Juan.
Su padre fue fundador de esta media maratón.
Me pareció emocionante acompañar a Juan en esta su primera media, siendo además la que ayudó a fundar su padre hace veintiséis años. Imagino que la conmovedora procesión de padre e hijo les iba por dentro.
Ya de bajada se nos unió José Luis Pera; otro veterano corredor con mucha experiencia, que curiosamente habia sido profesor de varios de los que allí estábamos, aportando charla y transmitiendo su serena actitud en carrera también al grupo. Un buen fichaje pensé.
No en vano, era consciente como así sucedió, que el ritmo, era  más elevado que en los entrenamientos habituales, y la acumulación de kilómetros, podían pasar factura los últimos kilómetros.
Pero no aflojaban. Algunos momentos me sentí como si condujera una cuadriga. El más rezagado era yo intentando frenar un poquito el grupo.
Pero… “mientras no peten, no seré yo quien diga nada”, pensé.
En esta circunstancia, no pensaba poner yo el ritmo. Yendo aparentemente bien cómo iban, que lo pusieran ellos.
Yo trataba de animar, sosegar, avituallar, hacer alguna que otra foto, y entretenerlos para distraer su cabeza.
Al final, los últimos kilómetros hubo que apretar los dientes, como por otra parte suele ser normal.
Pero como habíamos soñado estos últimos meses, allí estábamos componiendo una cadena de amigos emocionados cogidos de las manos en la recta de meta: Juan, Santi, Carmen, Ricardo, Mapi, José Luis, mi hija Nayra que nos salió al paso, y yo mismo.
Una prueba más de que la vida no se mide por suspiros, si no por momentos que te quitan la respiración.
Quien realmente quiere, siempre puede. Correr ha sido de valientes.
Otra aventura más de preparación, inquietud y miedos, junto a estos dos grandes amigos que se materializó con la consecución de esta media maratón.
Seguro que preámbulo a muchos kilómetros juntos. 
Abrazos como siempre emocionados que nos fueron transmitiendo absolutamente a todos el entusiasmo y la emoción. Incluso alguna lagrimilla me pareció ver.
Otra carrera especial, emocionante y emotiva que nunca la olvidaré.
Es un estremecimiento único ser copartícipe del sueño de un amigo.
Momentos en los que el tiempo se detiene por un instante.
Después, comimos y brindamos para celebrar lo que sin duda fue otro día inolvidable.