miércoles, 7 de octubre de 2020

Vuelta 53

Finalizada mi vuelta 52 alrededor del sol, comienzo la 53.Y en un mundo en el que mucha gente se avergüenza de decir su edad, reivindico el valor de nuestros años, sean los que sean.
Puesto que cada uno de los años cumplidos, son nuestro mayor tesoro; nuestro archivo de vida, experiencia, momentos y sentimientos.
Cuantos más años cumplimos, somos mejores, más valemos, y no al revés.
Y avergonzarte de tu edad, es como avergonzarte de tu vida, tus vivencias y tus experiencias.
Yo lo tengo claro, la mejor edad es la que vivo a cada momento. Así que siempre estoy en la mejor etapa de mi vida.
Del mismo modo, tras años de vivencias y experiencias, he aprendido que digan lo que digan, amarse a sí mismo, cuidarse a sí mismo, no es vanidad, ni arrogancia, sino cordura y equilibrio.
Ha completado un año que comenzó corriente, y ahora vive enloquecido, o rabioso, no sé bien; pero si dijera que ha sido un mal año para mí, mentiría.
Lo he completado sereno, fortalecido, con muchos cambios internos, y sintiéndome satisfecho conmigo mismo y de mí mismo.
Convencido del todo de que hay que cuidar tu exterior lo mejor posible, para disfrutar más y mejor esos años cumplidos, pero asimismo el interior para enriquecerse de ello.

Hallar el equilibrio entre el tú visible y el tú invisible.
Por la apariencia se te evalúa incluso sin conocerte, y es lo de menos; pero por tu carácter, por tu contenido, se te ama.
Y doy fe; sentirse satisfecho u orgulloso de uno mismo, hace que ocurran milagros a tu alrededor.
Algunos dicen que tu cuerpo es resultado de tu conciencia. Yo no lo sé.
Pero si que es la resulta de cómo tú te ves a ti mismo.
De alguna manera acuerdas que tu cuerpo es instrumento de tu alma.
Todos tenemos un cuerpo único, especial, y es importante apreciarlo, cuidarlo, y jamás avergonzarnos de él.

Es nuestro verdadero hogar, nuestro vehículo en la vida, y trabaja muy duro a diario para mantenernos con vida.
Eso sí, repito, necesita ser cuidado, respetado y amado.
Y amarse a sí mismo mental y físicamente, ahora mismo, tal y como eres en este instante, es darte felicidad. No esperes a envejecer o morir. Si esperas, ya estás un poco muerto.
Y pese a quien pese, repito lo que he escrito al comenzar: “Amarse a sí mismo no es vanidad, es cordura”.
Vive, ama, pregona, comenta, da, agradece, demuestra, aprende, enseña, acepta, ofrece, entrégate, cumple, trabaja, disfruta, escucha, deja ser, deja ir, deja entrar y, sobre todo, permítete ir siempre donde te dicte tu corazón.
Haz bien, vive y deja vivir.
Vive lo mejor que puedas días, horas y minutos.
Haz de tu vida la mejor de las experiencias posibles, y si fracasas, si te desplomas, que de
vez en cuando pasa, no pierdas tiempo lamentándote, levántate y sigue adelante.

Todo va muy rápido.
Sin darte ni cuenta, ya estás en la hipotética mitad de tu vida o más.
Y digo hipotética, porque nadie sabemos con seguridad cual es nuestra mitad… Y esto nos debe hacer recapacitar.
Por ello también el término "mediana edad" me resulta confuso.
¿Cuál es esa edad? No es generalizable.
Yo imagino que es cuando, tengas la edad que tengas, todo cambia súbitamente en tu interior.
Cuando repentinamente, ya no te importa lo que opinen los demás de ti.
Cuando pasas a ser más dueño de ti mismo.
Cuando al repasar tu trayectoria vital, empiezas a sentirte, a reconocerte, a desarrollarte y sobre todo a aceptarte.
Cuando aumenta tu interés por todos los aspectos que pueden fomentar tu bienestar, incluida la espiritualidad; asunto que antes te parecía una franquicia de frikis sugestionados.
Cuando tu autoestima se asienta, y esto refuerza tu capacidad para verte con más perspectiva y honestidad. 
Cuando, y ya era hora, por fin hallas lo mejor de ti mismo.
Toda esa nueva perspectiva del tiempo hace que goces más de la calidad que de la cantidad, que seas más consciente de que los instantes no vuelven y hay que saborearlos lenta e intensamente.
20 Años
Además, desaparece esa ira hacía…, nunca supiste muy bien que, y aprendes a llevar mejor las preocupaciones, las inquietudes o la ansiedad, ganando paciencia, optimismo y claro está, felicidad.
Envejecer no significa frenar; significa seguir invirtiendo en tus metas, pero con la habilidad que te proporciona esa experiencia acumulada que compensa tus limitaciones.
Unas limitaciones que has aprendido a reconocer, y lo más importante, a aceptar.
Eres totalmente consciente que el “hipotético” tiempo que te queda cada año es menor, y ello te refuerza para aplicar tu energía en lo verdaderamente importante para ti, y únicamente en las relaciones que consideras significativas.
Ya solo estás con quien quieres estar, y aprendes por fin a decir ¡No!
Adoptas una perspectiva más positiva ante la vida, y te vuelves más reflexivo.
En definitiva, amas más y mejor tu vida y lo que te rodea.
El tiempo es relativo, contradictorio y travieso, pero solo eso. 
Ahora sé que no hay que quedarse con conversaciones, perdones o agradecimientos pendientes, no hay que dejar de hacer aquello que persigues, y nunca hay que vivir como si el tiempo fuese ilimitado… En ese aspecto, incluso sin saberlo, creo haberlo hecho bien hasta ahora.
Tu vida es tuya, y toda vida merece ser vivida con la mayor intensidad que nos sea posible.
53 años
Dejar pasar el tiempo, tener tiempo, tomarte tu tiempo, perder el tiempo, o vivir a contratiempo.

Un ser humano de 70 años, vive solamente alrededor de 25200 días.
Realmente no es tan largo nuestro paso por el mundo.
De niños vemos el mundo grande, inmenso y todo parece lejano.
Pero de adultos, hemos atravesado ya suficientes experiencias como para darnos cuenta que el tiempo solo es largo cuando está por delante a modo de meta o deseo, pero realmente pasa en un abrir y cerrar de ojos.
Y nunca nunca se detiene.
Incluso como en mí caso, sin darte ni cuenta, ya se han ido abuelos y padres.
Así que, contando mis años vividos, acepto que tengo menos tiempo para vivir en adelante que el que he vivido hasta ahora, y por eso no tengo tiempo para derrocharlo.
Hay que mirar siempre en dos únicas direcciones: hacia tus pies para saber dónde estás, y hacia adelante para saber dónde te diriges o quieres hacerlo. Jamás atrás y casi nunca al cielo. 

CONCLUSIÓN:
Si reflexionas sobre el pasado, no encuentras respuestas claras; si buscas detener el presente, es imposible; y como el futuro no existe, hay que vivir en el filo que delimita tus actos, porque más allá de ellos no hay nada.
 

¡¡A por la vuelta 53!!