miércoles, 30 de mayo de 2018

2 ª EXPEDICIÓN INFANTIL A ESTADILLA



La sección de senderismo infantil y familiar de Montañeros de Aragón Barbastro, lo vienen haciendo muy bien desde hace algunos años.
Variedad de excursiones, casi siempre asociadas a alguna visita cultural o divulgación.
El año pasado tuve la fortuna de poder ayudar organizando una de las salidas.
Ya entonces, a la hora de discurrir que recorrido preparar y como, en mi cabeza se amontonaron diferentas conceptos: juego, diversión, aventura y aprendizaje.
Así que teniendo en cuenta estas reseñas, recordando las excursiones y campamentos de cuando era niño, los años como monitor de alpinismo, barranquismo y escalada en el club, e incluso las expediciones a montañas remotas, fui ideando un juego:
Se trataba de caracterizar una ruta fácil de senderismo infantil la excursión, y transformándola en un juego representando una expedición a una remota montaña. Todo esquematizado.
Y la experiencia fue un éxito.
Así que cuando este año me ha tocado de nuevo organizar, no he tenido ninguna duda en repetir la experiencia.
Volví a pedir colaboración a mis amigos Carmen (Alcaldesa de Estadilla) y Ricardo, que han compartido conmigo viajes de aventura a Nepal, India y Bolivia, y planteamos el escenario en los alrededores de su pueblo de nuevo.
Con esta valiosa ayuda, proyectamos una ruta, en la que combinar unas maniobras con las que hacer una excursión, divertirnos y a la vez aprender conceptos de montañismo.
Conceptos como expedición, aproximación, campo base, campo de altura, vía o ruta, grietas, encordarse, cima, y lo más importante, compañerismo, ayudar y  dejarse ayudar.
La respuesta a nuestra propuesta de nuevo ha sido muy buena pese al tiempo que últimamente nos acompaña: Cuarenta personas, de ellas veinte niños.
Partimos de la base que a los niños, si los motivas bien, y les enseñas que las cosas no son tan complicadas como parecen, se adaptan a todo.
El problema normalmente somos nosotros los padres, cuando pretendemos que comprendan las cosas con nuestros ojos.
De nuevo la clave imaginación, serenidad y la generosidad por parte de todos los participantes.
A las ocho y media de la mañana del sábado marchamos desde Barbastro en nuestros vehículos particulares, que aplicando la imaginación, mágicamente se habían convertido en aviones con los que volar hasta un lejano país llamado Estadilla.
Allí, “tras aterrizar”, nos recibieron los Sherpas locales (Ricardo incluso ataviado con un gorro típico Nepalí), los cuales nos guiarían para aproximarnos hasta la montaña que pretendíamos escalar por una ruta inexplorada.

Y tras una pequeña charla de introducción, comenzamos la aventura aproximándonos en vehículos (esta vez los coches eran Todo terrenos) por una pista hasta el comienzo de la ruta.
Allí comenzaba lo bueno:
Bajamos por una senda y al poco atravesamos un auténtico cementerio de restos de huesos y cráneos de cabras que Ricardo había acondicionado muy bien para ornamentar la aventura y darle ya desde el principio aroma a hazaña de verdad.
Al poco cruzamos uno a uno sobre una escalera de aluminio una imaginaria y enorme grieta en el glaciar.
Pero... progresivamente comenzó a tronar y a caer unos enormes goterones.
Así que un nuevo e improvisado aprendizaje, fue explicarles la multitud de veces que la montaña no te deja subir, y no pasa nada; que una retirada a tiempo es una victoria.
Todos corriendo a los coches.
Aunque parecía amainar enseguida, evaluamos el no ascender ya hacia esa parte de la sierra por ser una zona muy expuesta a los rayos, y haberse empapado además una parte rocosa que debíamos atravesar haciéndola resbaladiza y delicada.
Así que al bajar hacia el pueblo, y ya sin llover, improvisamos una excursión alrededor, en la casi recién estrenada “ruta de las fuentes”.
En ese paseo improvisamos el trepar por una cuerda para ascender un desnivel, encordamos para progresar por una escarpada senda, e incluso para terminar hicimos un par de juegos para recordar que siempre hay que llevar gafas en la nieve o un silbato para pedir ayuda.
Ya en Estadilla de nuevo, al terminar,  nos obsequiaron con unos refrescos y un picoteo. ¿Qué mas se puede pedir?.
¡Está claro!. El contacto con la naturaleza en la primera infancia es una huella imborrable, que se posa como una semilla que germinará más adelante en forma de buenos recuerdos y valiosas lecciones.
Debemos mirar siempre la montaña con ojos de niño.
Lo que uno ama en la infancia se queda en el corazón para siempre.
Gracias a todos los que participasteis de nuevo.

lunes, 14 de mayo de 2018

RAZÓN

¿Cuantas veces cuando no entendemos algo lo calificamos de desvarío, locura o bien directamente lo sentenciamos?
En esto del deporte de aventura, existe una especie de furtiva necesidad que nos obliga a ir más lejos, más alto, a buscar algo más difícil a lo anteriormente realizado, o a marchar hacia lo desconocido. 
Un espíritu que estimula nuestra capacidad de soñar, y más tarde, la necesidad de pretender hacer realidad esos sueños, ¿eso es desvarío o locura?.
Todos lo sentimos a diario, pero quizás no nos paramos a valorarlo, y normalmente tomamos el camino más fácil; aquél que nos proporciona seguridad y tranquilidad, y dejamos ciertas emociones en segundo plano que, no por deseadas, se nos antojan peligrosas o imaginamos irrealizables.
El emblemático montañero Reinhold Messner, con el que tuve la suerte de coincidir en el Pamir en 1997, explica muy bien lo que se experimenta al enfrentarse a situaciones límite: - "En esos momentos el hombre descubre una cualidad hasta el momento oculta. Una doble visión hacia fuera y hacia dentro. Hacia fuera porque ve cosas insólitas y maravillosas, y hacia dentro porque puede conocerse en profundidad".
Aunque para mi, la auténtica hazaña no está en lo conquistado, sino en el camino para llegar a ello; En atreverse a intentarlo y además disfrutar del recorrido, vivir, emocionarse con las cosas, y exprimir unas anheladas sensaciones insólitas y vivencias inéditas, que te obligan a sacar lo extraordinario de ti mismo.
Se trata de fantasear con algo, vencer esos miedos imaginados o tus supuestas limitaciones, e ir a por ello. 
Por otra parte, hagas lo que hagas, propongas lo que te propongas, todo conduce al mismo lugar: A ti mismo.
Una vez oí, que la necesidad espiritual en el ser humano, lo lleva a buscar la energía de la que salió un día para fusionarse de nuevo en ella. Suena bien....
Quizás esta secreta misión te lleva a buscar dentro de ti, pero igualmente fuera, en lo que parece inalcanzable.
La clave está en tu valentía (o tu osadía que da igual), cuando un día decides bajar ese barranco que tanto recelo te daba, correr esa media o entera maratón que te parecía imposible, o ascender esa montaña que te parecía inalcanzable. 
Esa valentía que consigue que sientas por un momento palpitar una especie de eco de felicidad, y que a tu alrededor exista la armonía entre lo que ambicionas, lo que amas y lo que posees.

lunes, 7 de mayo de 2018

SUCEDANEO DE SUCEDANEO DE INDIANA JONES


Recientemente, durante una excursión matinal con niños por el entorno del monasterio del Pueyo, estábamos almorzando cuando unos paseantes que conocían a una de las madres, le advirtieron que tuviéramos cuidado, que allí cerca había un agujero muy profundo; Tanto, que si arrojabas una piedra no la oías golpear contra el suelo.
Algunos se acercaron al lugar a mirar, y otros, para no llamar la atención y curiosidad de los niños nos quedamos esperando.
Tras volver de allí, dijeron lo mismo: -“No se ve el fondo”.
Así que me acerque a curiosear, y a primera vista parecía un derrumbe del terreno ocasionado por las abundantes lluvias de este ultimo mes, que asemejaba una gran madriguera de unos ochenta centímetros de anchura, enmascarada por breñas de tomillo.
Medio metro mas abajo se observaba un chaflán de tierra, así que con cuidado me introduje hasta allí agazapado para intentar vislumbrar el interior.
Y efectivamente, acurrucado desde allí, vi que el boquete no solo continuaba para abajo si no que además parecía ensancharse dentro.
Saque el móvil y con la lámpara del mismo trate de iluminarlo, pero no tenia la potencia suficiente. 
Aunque si distinguí dos  cosas que agudizaron mucho mi curiosidad: 
La caída no era vertical si no que era una rampa de tierra hasta donde alcanzaba la vista, y por eso amortiguaba el sonido de las piedras que arrojaban, y lo más curioso; el techo parecía desde allí un túnel de roca abovedado y bien obrado.
Así que salí, pero con el firme propósito de volver otro dia con un frontal, iluminarlo y ver que descubría.
Y dicho y hecho. Regresé ayer  tomando precauciones básicas; avisar a un amigo con el que había estado de excursión de donde iba, y dejar mi coche cerca para que se viera.
Y con precaución me introduje en la boca como el primer dia. Sin intención de entrar.
Desde allí, desde donde la primera vez, lo iluminé, y ¡Sorpresa!.
Hasta donde se distinguía, era un túnel que descendía en rampa y en el que un poco mas adentro cabía de pie una persona. ¡¡¡Buuuuaaa!!!
Me deslice un poquito mas hacia adentro por el talud, para verlo mejor donde comenzaba a ensancharse.
Si no lo veía seguro no era cuestión de arriesgarse...
Examiné con detenimiento el techo; evidentemente estaba excavado en roca arenisca sólida. 
Se observaban perfectamente las muescas y surcos del cincel o herramienta que se usó para excavarlo. Por tanto era sólido y consistente.
Así que descendí un poquito más, hasta advertir que donde terminaba el hundimiento de tierra, se adivinaban escaleras talladas en la roca.
Antes de seguir descendiendo, ya que me hervía la sangre por saber si unos cuatro metros mas abajo donde parecía acabar continuaba la pasadizo, me surgió la duda del oxigeno allí en el fondo. Así que seguí observando desde allí con el haz de luz
Y de repente, abajo del todo, boca abajo agarrado al techo, descubrí un pequeño murciélago amodorrado.
Eso disipó mis dudas de sí hubiese algún gas irrespirable en el fondo.
Así que poco a poco descendí hasta allí.
Allí se agrandaba un poco, pero terminaba la gruta haciendo rellano.
Era una formación cavernosa con una gran veta entre rocas en una de sus paredes. Y desde allí, mirando hacia arriba se divisaban perfectamente las escaleras de acceso.

Realicé unas cuantas fotos alumbrando con mi frontal, y emergí con la satisfacción de haber descubierto algo fuera de lo normal, pero también con la decepción de que tampoco era para tanto...
Mientras bajaba imaginé una galería que terminaba en una antigua cripta en las entrañas de la montaña bajo el monasterio, y si además había un tesoro, ya para que... jajaja...
Influencias de ver tanto cine y fascinarme la aventura.
Al llegar a casa y revisar las fotos inmediatamente se las mandé con la información que pude darle a Daniel Valles (Ultimo premio Félix de Azara en el apartado de comunicación). Curiosamente estaba a punto de salir caminando hacia el Pueyo.
Dani es amigo y socio de Montañeros de Aragón Barbastro, y un gran divulgador, y estudioso de la historia de la zona, que sabe mucho del tema.
Y enseguida me afirmó que esa zona, es un área de asentamiento de una villa agrícola Romana, y que podría tratarse de un pozo artesiano.
Así que aquí queda este casual hallazgo y su historia. “Entre comillas lo de hallazgo”. Siempre puede surgir el octogenario y entrañable pastor que lo conocía de siempre. 
Y aunque no son las cuevas de Altamira, si es un pequeño vestigio de nuestros antepasados, y por tanto hace ilusión toparse con algo así.