jueves, 11 de octubre de 2018

51

Esto es un no parar.
Un año más de experiencia, y uno menos de vida.
Sumando años, restando vida.
Y hay algunos años, que incluso creo que restan más.
Pero permanente deseamos que lo próximo venga sea mejor que el anterior.
Y cuantas derrotas van ya a golpe de errores, tropiezos y estacazos; pero igualmente cuantas razones aún para continuar viviendo y buscando nuevas ilusiones.
Cincuenta y un años de crecimiento, de evolución, únicos, inolvidables, algunos tristes, de mudanzas, de posibilidades, de alternativas; de expectativas, de frustraciones, e incluso de descanso.
El cincuenta y uno es un número impar, múltiplo de uno, tres y diecisiete.
Pero si hay algo famoso, misterioso e intrigante sobre este número, esto es sin duda la famosa… Área 51.
Esa remota y discreta base aérea del ejército norteamericano, que se encuentra en Nevada, donde  dicen que se  prueban aviones o armas secretísimas  en desarrollo.
Allí se dice que llevan la investigación sobre vida extraterrestre, los viajes en el tiempo, algunos increíbles sistemas de propulsión para futuras naves espaciales, o se hacen las autopsias a cadáveres alienígenas.
La numerología atribuye al 51 un tinte de buen augurio, de seguridad y trabajo bien hecho. También hace referencia a ideas nuevas e inspiradoras.
Para los chinos, el 51 es el número de la excitación, entendida como un despliegue de energía inesperado. Así que, misterio, buen augurio, seguridad y ¿alienígenas?... Parece que será un año interesante.
Para mí, significa de momento, un año de experiencia como cincuentón.
Ya voy tomando consciencia, que independientemente de los derroteros de tu vida, pasar de los 50 años tiene mucho de apelación a la libertad individual.
Y por suerte, por genética, e imagino que, porque me lo he currado y me lo curro, físicamente no me puedo quejar.
Me encuentro igual que siempre y con muy buena salud.
Y que dure. Al menos, en lo que está en mi mano, haré lo posible para que así sea. La vida es dura, pero nosotros más.
Y aunque no lo parezca, intento siempre aprender de mis errores. Y tomarme todo con más calma.
Ahora, no sé bien si por la edad, ya no te afectan tanto las cosas que no lo merecen, y realizo una especie de rebelión particular afirmada mas en el aquí y el ahora.
Creo que he entrado en un rango de edad, en el debes estar por fin encantado de haberte conocido.
Y aunque no seas el más rico, ni el más listo, ni el más guapo, ni el mejor en nada, te da igual.
Las cosas son como son, sabes, aceptas, y asumes tu espacio.
Quienes consideran los cincuenta y pico años como los nuevos treinta y pico, posiblemente sea porque han malgastado veinte años de sus vidas.
Es una edad en la que está bien no saber si aún vas o ya vuelves.
Por eso; Porque comienza a darte igual.
Y ya no es tiempo de pronósticos, si no de certidumbres.
El envejecimiento lo vemos como un proceso perverso en el que vamos perdiendo capacidades y volviéndonos tristes.
Y creo que es, al contrario: a medida que nos hacemos mayores, nuestro cerebro se vuelve más resistente al estrés, tienes menos remordimientos, te vuelves más positivo, emocionalmente algo menos volátil, aprovechas más el momento, y conectas mejor con la gente.
Vives con más placidez, aceptando por fin tus limitaciones, pero consciente de tus convicciones, tu juicio y sobre todo de tu realidad.
Así que, continúas abriéndote paso entre las contrariedades, recurriendo a ilusiones y sueños.
Cada año, por mucho que haya pasado un año más, recuerdo una frase que he escrito en varias ocasiones:
“Tarde no es, y prisa no tengo”.
Estamos aquí y estamos vivos.
La vida no empieza a a ninguna edad concreta.
La vida comienza cada día; Cada mañana.
No eres tan ignorante como para no saber dónde está la acción, ni tan viejo como para no poder dirigirte a ella si lo deseas y seguir actuando con cualquier edad y en cualquier momento.
Cumplir años te permite cada vez más,
pisar mirando al frente y no al suelo.
Me gusta reconocer que he vivido. Pero soy consciente de lo mucho que me queda por vivir.
Soy “Bur-bastrense” (De Burceat y Barbastro), puesto que mi infancia siempre estuvo ligada (y eso jamás se olvida) a este vecino pueblo de mis abuelos paternos.
Y lejos de banderas, símbolos y nacionalidades, me siento ciudadano del mundo. Un mundo que me encanta descubrir.
Y me siento muy privilegiado por el hecho de haber nacido y vivir aquí; Al lado del Pirineo, y junto a mi querida Sierra de Guara. Y siempre me enorgullezco de ello.
Al final la vida es una sucesión de eventualidades recubiertas de emociones y sentimientos, que en un instante pueden alzarte o derrumbarte.
Y podremos decir lo que sea, pero cada edad, cada año, siempre es nuevo; y siempre nos rodeará en él la inexperiencia y la ingenuidad.
Muchas cosas en nuestra vida las decide el destino, pero muchas no.
Y mucho de lo malo que haya sucedido en la mía, seguro que es por mi culpa; pero mucho de lo bueno también.
Y por suerte, a estas alturas, sigo sintiéndome un aprendiz.
Y sigo soñando como siempre, dentro de esa senda que marca mi imaginación y mi corazón.
Eso sí; Demasiadas ausencias ya. Aunque fortalecido para siempre con el recuerdo de las mismas.
Echar de menos no tiene brazos, pero aprieta muy fuerte el corazón.
Cada año, deseo atesorar muchos recuerdos buenos para equilibrar los malos que siempre florecen.
Por suerte están los amigos. Esos de verdad que nunca te defraudan.
Esa familia que elijes, porque ellos también te eligieron a ti.
Siempre siento que me resguardan buenas sombras, por haberme arrimado a los mejores árboles.
Deseo alcanzar mi cima dentro de veinte, treinta o cincuenta años más, y allí arriba no arrepentirme de nada que haya hecho, pero sobre todo de nada que haya dejado de hacer.
Y recordar siempre: "Las palabras bonitas muchas veces no son sinceras, y las palabras sinceras habitualmente no son bonitas". Así reconoceréis a los verdaderos amigos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario