
Esta vez será
a Marruecos para tratar de ascender el Toubkal de 4167m. La montaña más alta
del Atlas.
Las circunstancias
del viaje serán parecidas a las de los que hemos realizado hasta ahora
(Tanzania, Nepal, Perú, India y Bolivia), pero en un tiempo más breve y unas
fechas muy viables (seis días de semana santa, de los cuales cinco son festivos).
Siempre
habían sido viajes de quince a veinte días de duración.
La filosofía,
eso sí, la misma de siempre.
Y para que la
conozcáis, si no la conocéis ya, esa filosofía, aquí os transcribo el escrito
de presentación de esta aventura que redacté para los participantes:
---------------------------------------------------------------------------------------------------
Que enorme satisfacción supone cometer
algo deseado con un grupo de “amigos”.
Porque, aunque algunos aún no os
conozcáis entre vosotros, no me cabe ninguna duda que terminareis llamándoos
“Amigos”.
Una vez más nos ha asociado el destino,
la suerte, la ilusión de imaginar, de actuar, y finalmente el anhelo de
compartir.
Y lo que hace nada era una ilusión, ya
es una realidad.
¡¡Nos vamos a Marruecos!!
Unos venís con la tranquilidad (que no
indiferencia) que da la experiencia, y otros…, otros sentís por vez primera esa
incertidumbre y esa duda de: ¿seré capaz?; ¿estaré a la altura? ¿aguantaré a
esa altitud? ¿seré un estorbo para el grupo?...
Os suplico que dejéis de lado esa
preocupación.
Porque todos somos capaces de “intentarlo”.
Y solo se trata de eso. No hay más.
Se trata de un estupendo viaje a
Marruecos con muchas cosas, entre las cuales estará disfrutar del intento de
ascender el Toubkal.
Repito: “Disfrutar”.
Una aventura (porque para mí esto son
aventuras), nace de la actitud.
La actitud para enfrentarse a algo
desconocido, aceptando las condiciones.
Aceptando esa avidez interna que surge
ante un destino que desconocemos y a la vez tememos un poquito; aceptando esa incertidumbre,
esa oportunidad deseada, el sendero hacia ella y la suerte o la falta de esta.
Con anterioridad nadie sabemos si
llegaremos o no a pisar esa cima.
Porque eso nunca depende de nosotros totalmente.
Hay que aceptar esa regla desde el principio.
Aparte de que afrontar cualquier
desafío conociendo su final, haría perder ese matiz de aventura, incertidumbre
y valentía que nos motiva. ¿No?
Así que, a los que venís por primera
vez, quiero recalcaros, a riesgo de decepcionaros, que el objetivo fundamental
de este viaje no es pisar si o si la cima del Toubkal; el objetivo principal es
disfrutar de cada paso mientras lo intentamos, y después de hacerlo.
Cuando bailas, tu propósito no es
llegar a ningún lugar de la pista de baile; tu propósito es disfrutar de cada
paso del baile. Pues aquí es lo mismo.
También quiero subrayaros que esto
será una familia.
Una familia en la que todos somos
semejantes.
En la que los que puntualmente se
encuentran más fuertes, ayudan a los más cansados; los más rápidos ralentizan
su paso para caminar con los más lentos, y donde se comparte, se alienta, y se
apoya.
Las claves del éxito de los cinco
viajes precedentes, por encima de otras, han sido: Compañerismo y humildad.
Aquí, (y eso si se puede garantizar)
todos, absolutamente todos, aportaremos nuestro granito de arena para construir
el grupo y forjar un viaje inolvidable lleno de momentos entrañables.
Y aún con estas condiciones, no se
puede garantizar que pisemos la cima, pero si se puede garantizar la
satisfacción y la probabilidad de sentirte pequeños, pero a la vez enormemente
grandes.
Y también se puede garantizar que todo
ello estará encuadernado con el entusiasmo de amigos conocidos y por conocer, y
que será un gran viaje.
Ahora a centrarnos en la preparación
(sin volverse locos) y la mentalización.
Después vendrá la introspección, la
meteorología, y finalmente la “suerte”.
Y con estas aptitudes, ¿Qué puede
salir mal?, Pues Nada.
Todo es conocido y todo es nuevo; todo
es fácil y a la vez complejo.
Únicamente quiero que sepáis que para
mí, el indiscutible deportista o montañero, es como todos nosotros; el
aficionado.
Aquel que desarrolla el deporte que le
gusta únicamente como un medio para encontrar un punto de equilibrio mental y
corporal; para encontrarse a sí mismo. Aquel que aprovecha las oportunidades
que “busca”, no para coleccionar cumbres, ganar medallas, ni a nadie, sino para
ahondar en sus propias limitaciones y “disfrutar” de ello.