
La constancia de pequeños detalles construye las grandes cosas.
Eso
es cada año la carrera Campo a través desde Castillazuelo al Monasterio
del Pueyo. Doce ediciones dan para mucho y cada año he hablado/escrito
sobre las bondades de esta carrera familiar, aunque cada vez mas
multitudinaria, y de ambiente y paisaje sobresalientes.
Este año, ha
sido mi duodécima participación (todas), y aún con la tendinitis en la
rodilla que me tiene casi imposibilitado desde la maratón de San
Sebastián, no quería perdérmela. Era día para : ¡ No hay dolor!, o como
bromeamos muchas veces con Paco o José Hernán, es el objetivo de la
temporada y Fuimos a Nueva York a prepararla...jajaja
Bromas aparte,
la he visto nacer, y crecer desde los apenas treinta corredores de las
primeras ediciones, hasta los ciento cincuenta de este año, pero sin
cambiar ni un ápice ese ambiente jovial, natural y familiar que la
caracteriza.
Carrera pionera de montaña, que cada cual fragua y
endurece a voluntad al ascender por el magnífico horizonte que une el
pueblo y el monasterio, y en la que la verdadera recompensa es compartir
con compañeros, amigos, familia y vecinos "jornada, ruta y
"longaniza"".
Tan solo la voy subrayar narrando una fábula bien
conocida, pero no del todo, que le viene como anillo al dedo a las
heterogéneas disposiciones en carrera:
La Tortuga y la Liebre:
Una
tortuga y una liebre, siempre estaban discutiendo sobre quién era más
rápida de las dos. Y para zanjar la discusión, decidieron hacer una
carrera.
Eligieron una ruta y a la voz de ¡¡¡preparados, listos,
ya!!! comenzaron a correr. La liebre salió a toda velocidad y corrió
intensamente durante un buen rato. Posteriormente, al ver que le había
sacado muchísima ventaja, decidió sentarse bajo un árbol y descansar
unos momentos, recuperar fuerzas y luego continuar, pero se quedó
dormida. La tortuga, que caminaba con paso lento pero inquebrantable, la
alcanzó, la rebasó y terminó siendo la indiscutible ganadora de la
carrera.
Moraleja: "Los lentos, pero tenaces y perseverantes, también ganan "
Pero....la historia no termina aquí...
La
liebre, contrariada por haber perdido, hizo un examen de conciencia y
reconoció su grave error al subestimar a la tortuga. Se dio cuenta de
que por presuntuosa y descuidada había perdido. Si no hubiese
subestimado a su contrincante, nunca la hubiera podido vencer. Entonces,
desafió de nuevo a la tortuga a una nueva carrera. Esta vez, la liebre
corrió desde el principio hasta el fin sin descanso y su triunfo fue
rotundo.
Moraleja: "Los rápidos y obstinados vencen a los tenaces y perseverantes "
Pero....la historia tampoco termina aquí...
Después
de ser derrotada, la tortuga reflexionó detenidamente y llegó a la
conclusión de que no había forma de vencer a la liebre en velocidad. De
la manera como estaba planteada la carrera, ella siempre perdería. Por
eso, nuevamente desafió a la liebre, pero le propuso correr por una
ruta distinta a la anterior. La liebre aceptó y corrió a toda velocidad,
hasta que se topó en su camino con un ancho río. La liebre no sabía
nadar y mientras se preguntaba qué podría hacer, la tortuga nadó hasta
la otra orilla, continuó con su paso lento pero constante y terminó la
carrera en primer lugar.
Moraleja: "Quienes identifican su cualidad competitiva y cambian el entorno para aprovecharla, ganan" Pero... la historia sigue....
Pasó
el tiempo y tanto compartieron la liebre y la tortuga, que terminaron
haciéndose muy amigas. Ambas, reconocieron que eran buenas competidoras y
decidieron repetir una última carrera, pero esta vez corriendo juntas,
en equipo. En la primera parte, la liebre cargó a la tortuga hasta
llegar al río. Allí, la tortuga atravesó el río a nado con la liebre
sobre su caparazón, y ya en la otra orilla, la liebre cargó de nuevo a
la tortuga hasta llegar a la meta.
Alcanzaron la línea de
llegada en un tiempo récord, y sintieron una mayor satisfacción que la
que habían experimentado con sus logros individuales.
Moraleja:
"Es bueno ser brillante individualmente y tener fuertes capacidades
personales. Pero, a menos que seamos capaces de trabajar con otras
personas y potenciar recíprocamente las capacidades de cada uno, no
seremos completamente efectivos"
Reflexión:
Es importante señalar que ni la liebre ni la tortuga abandonaron la carrera.
Cuando
dejamos de competir contra un rival y comenzamos a competir contra una
situación, o contra nosotros mismos, no solo complementamos capacidades,
compensamos debilidades y potenciamos nuestros recursos, sino que
también obtenemos mejores resultados.
Hay muchas liebres, muchas tortugas... y muchas metas que alcanzar.