Hoy,
con el paso de los años, lo mejor de estos placeres, es que ya no suelen ser
excepcionales. Y por elegidos, son más maravillosos aún.
Porque
la reputación nos emplaza a todos, si, pero aún más debería hacerlo la
autenticidad.
Y para mi lo mejor, es que a lo largo de tantos años, mi capacidad de emoción sigue intacta.
Y para mi lo mejor, es que a lo largo de tantos años, mi capacidad de emoción sigue intacta.
Muchos
ya sabéis, que cuando llega el buen tiempo en esta época del año, una de las
actividades que me hace sentir, sentirme privilegiado, y disfrutar de una
manera difícil de explicar, es el descenso por mis queridísimos barrancos de
Guara.
Será
por la soledad (aunque ahora, según a qué horas cuesta encontrarla), por la
manera en que el agua vanidosa murmura mientras libre corretea por esta
excitada amplificación de naturaleza, o puede ser simple apasionamiento de
lugareño, o todo al mismo tiempo; pero lo cierto, es que en los cañones y
barrancos de Guara habita una paz que para mi es difícil de encontrar en
cualquier otro lugar donde haya estado.
Lo
que menos miente es un paisaje. Porque lo espontáneo no tiene ni dobles
interpretaciones, ni aspiraciones a ser nada que no se sea ya.
Tengo
la misma sensación que cuando al escalar una montaña, llegas a la cima, y de
pie, absolutamente quieto, escuchando, contemplas toda la magnitud, sintiendo y
llevando tus pensamientos a una abstracción total.
Y
es bonito sentirlo, pero asimismo contagiarlo y hacer partícipes a los demás.
Un
barranco es un ambiente “mágico”, y engloba tanto el consciente como el
subconsciente, llevándome a un estado de fuerza tal, que exteriorizando mis
emociones, todo se somete a ese estado de ánimo.
La
naturaleza, el contacto con ella, posiblemente sea la mejor escuela de vida que
existe. Desarrolla valores casi extintos, y fortalece, pero a la vez
sensibiliza.
En
un barranco consigues conectar tu alma con ese mundo de extraños contrastes, de
frío y calor, de miedos paralizantes e indestructibles alegrías; de vida y de
muerte.
Al
progresar poco a poco por el corazón de uno de estos barrancos, imaginando te
cuestionas... pero poco a poco, paso a paso, disminuye tu temor, aumenta la
confianza y te asalta la embriaguez del entusiasmo, el respeto y la admiración.
Y
regresas año tras año con tus nuevos sentimientos, con tus nuevas sugestiones,
y siempre se descomponen al contacto con la primera de las gélidas pozas... Te
manifiestas capaz de maniobrar en una frecuencia más alta de conciencia,
voluntad, compañerismo y valor.
Eso
si, si tu corazón y tus sentidos no están abiertos, simplemente será un parque
acuático natural; Una exótica excursión a un lugar pintoresco con cuantiosos
peligros que presumido y exagerado, puedas contarles a tus amigos con una
cerveza en la mano.
No
es sólo la paz lo que me atrae de los barrancos o las montañas, sino esa magia
que los envuelve y hace de estas líneas un texto incapaz de recoger este
grandioso y magnífico entorno. Pero, los mejores sitios son aquellos que no se
pueden describir con palabras ni mostrar con fotografías.

Con
este barranco, La Palomera, que es una pequeña joya junto a Colungo que hay que
aprovechar a descender en primavera o tras época de lluvias, he comenzado mi
proyecto de filmarlos y hacer una pequeña película de cada uno de ellos como un
recuerdo personal “compartido”.
Cuando
miramos adelante, siempre tenemos bifurcación: podemos elegir él comunicarnos,
o podemos no salir de nosotros mismos.
Yo
elijo comunicarme.
Esta genial, nos ha gustado mucho, parece increible por donde pasas, esperamos másssss
ResponderEliminarGracias Dori.
ResponderEliminarHabrá más...
Peculiar como una serpiente =)
ResponderEliminarSi. ;uy peculiar.
EliminarGracias por visitar mi blog desde Rusia!!