El
Cañón del Río Vero es el símbolo, el estandarte de la Sierra de Guara.
Ya
sea por el propio cañón, el senderismo popular a su alrededor, como las
pasarelas, o sus pinturas rupestres.
Su
belleza ha hecho, hizo de él, el descenso más afamado de los cañones de la
sierra de Guara y ha traspasado fronteras.
En
él nació a principios de los 80 el Barranquismo como actividad o deporte.
Durante
miles de años, el agua ha ido esculpiendo este espectacular cañón y sus
perfiles, cincelando su roca de tal forma que parece pretender modelar una obra
maestra de la naturaleza.
Confinada
en su interior, seis kilómetros de plena naturaleza, hilada por el río
Vero, en su tramo que va desde fuente Lecina, hasta el puente románico de
Villacantal a los pies del imponente pueblo de Alquézar.
Extraordinarias
escarpas, recónditos caos, badinas, oquedades, fauna, y pinturas rupestres, en
un espectáculo de agua, roca, vegetación, luces y sombras.
Cada año sin excepción regreso, y
estoy convencido, que existe una profunda influencia o empeño interior que me
lleva a buscar mi energía en este lugar, en una especie de propósito secreto.
En ocasiones en mi vida, establezco un
lazo afectivo y especial con un lugar concreto. Y este se convierte en mi
lugar.
Lugares mudos que te comunican.
Lugares donde se esfuman tus problemas si los tienes, y huyen tus contrariedades.
Sitios que se graban en tu corazón, y
que tu corazón no olvidan jamás, porque la memoria no calla y siempre los
recuerda.
Mi idilio con el cañón del río Vero,
como conté en el anterior post comenzó hace muuuuchos años.
Desde entonces, lo he descendido todos
los años de mi vida. Algunos años una, y otros mas de treinta: En solitario o
guiando, corriendo, lloviendo o con tormenta (accidental), crecido, desaguado,
de día, por la noche, hacia arriba o hacia abajo...
Desde la primera vez con amigos
cercanos, he guiado por su asombroso cauce, a cientos de personas. El mas mayor
de 73 años y el menor no se si 5 o 6 años.
Y año tras año acostumbrado a nuestro
deseado y jubiloso encuentro, en un compromiso que espero seguir manteniendo
hasta mi final.
Creo que es mi lugar favorito y
siempre lo será.
Me
paro a pensar que hace más de 20.000 años en esta zona, ya corrían nuestros
ancestros como bien muestran las pinturas que dejaron en los abruptos abrigos
rocosos, y tras ellos Celtas, Romanos, Árabes y Cristianos, y sólo puedo
arquear las cejas, y mirar con admiración y algo de incredulidad a mi
alrededor.
No
puedes evitar que un escalofrío te recorra la médula. Es entonces, solo
entonces, cuando te das cuenta de que aquí puedes creerte cualquier historia o
leyenda que cuenten, porque, en un lugar así, hasta lo más incomprensible cobra
visos de realidad.
Para
mí, un paisaje indescriptible. Un ambiente traslúcido, frío y húmedo en
invierno, y seco y caluroso en verano, que se convierte en el mejor terreno
para cultivar relatos de brujas, gigantes, gnomos, hadas y otras criaturas.
Así,
durante siglos se ha labrado un carácter y un perfil difícil de ignorar si
visitas esta zona, y que te enamorará para siempre.
A
finales de los años 70, fueron algunos guías franceses y devotos montañeros los
que se enamorarán de esta tierra, determinando excursiones, escaladas o el
nacimiento del descenso de cañones o “Barranquismo”, que algunos residentes
tuvimos la fortuna de practicar (sin neopreno) casi desde el principio, guiados
por aguerridos amigos de mayor edad, para después en una especie de cadena
perpetua, así mismo, guiar a los que vinieron detrás en esta especie de relevo
iniciático.
Si
vas a el con la humildad de recibir, encontraras un barranco accesible,
acogedor, amable, y directo al corazón de la Naturaleza y a tu entraña.
Aquí
os dejo la película, que en este caso, y más que ninguna otra es, “MI
PELÍCULA”.
En
cada rincón, en cada zigzag, cientos de recuerdos que no conseguía rebanar a la
hora de editar...
Espero
que os guste este paseo por el CAÑON.
Lo has hecho de nuevo. Te has superado. Impresionante. En el video se nota la mano de un artistazo, pero también la mano de alguien que ama ese lugar.
ResponderEliminarGracias Javier por estos regalos. Me doy por guiado también por ti a ese espectacular lugar.
Mas bien lo segundo. La mano de alguien que ama ese lugar. Muchísimas gracias Miguel Ángel
ResponderEliminarCuando era pequeña subía a veranear a Lecina, desde allí nos íbamos con mi primo a buscar fósiles y a la fuente del río, lugar entrañable para mi (y no existía el barranquismo); como he dicho en anteriores comentarios de tus cañones, nunca hice ninguno de ellos y la verdad que todos me han gustado muchooo, pero ahora al ver este he sentido que éste es el mío, nuestro querido río Vero que lo llevo dentro desde siempre, quería hacerlo pero tenía mucho miedo a el agua y siempre lo deje. Por eso y lo bien que lo haces, "porque es una maravilla verlo", te damos las gracias por regalarnos este increíble momento que nunca creí que lo vería, "eres genial"
ResponderEliminarTe lo agradezco Dori. Uno de los motivos por los que quería filmar estos videos, era este. Llevar en cierta forma dentro del cañón a gente que no lo conocía. Veo que en tu caso lo he conseguido.
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