Hace poco, me llegó un mensaje de un amigo al
móvil, para ofrecerme tomar un café y charlar sobre “su motivación”.
En el mensaje me especificaba, que como ya me
contó una vez, hacia unos años, motivado por una charla que yo di en un taller
de iniciación para corredores, él había comenzado a correr carreras por
montaña.
Su problema era, que ahora por diferentes motivos, le costaba
encontrar esa motivación y calzarse las zapatillas para salir a correr.
Pensaba que yo podía inspirarle, y ayudarle a
recuperarla.
Su mensaje me halagó, y a la vez como no, me
empujó a pensar en ello. No por él (era un honor), también por mí mismo.
Yo nunca he perdido las ganas de salir a
correr, aunque si las de participar en carreras. Habitualmente suele suceder lo
contrario. La gente pierde las ganas de salir a entrenar, si no tiene en mente
alguna carrera que lo motive a hacerlo.
La principal diferencia que se me ocurre a
priori, es que yo cuando comencé a correr a los diecisiete años, lo hice sin
ninguna meta; sin ninguna carrera o desafío en mente. Simplemente para
mantenerme en forma. Al poco me cautivo.
Es mas, tardé algunos años en participar en
una carrera propiamente dicha.
Bueno, tampoco por entonces existía la
propuesta de carreras que hay hoy en dia. Durante años, muchos elogiaban mi
fuerza de voluntad a la hora de salir a correr a cualquier hora; incluso de
noche a oscuras por los caminos.
Pero como revelo, esto no tenía ni tiene
ningún merito, porque me gusta hacerlo. Incluso lo necesito.
Así que, tras pensar en ello, en vez de un
café quedé con él de buena mañana a correr un rato y charlar.
¿Que mejor manera de abordar una conversación
sobre motivación para salir a correr, que saliendo?, Pensé.
Mas de una vez me han preguntado: -“¿Tu
le temes a algo?",
Y siempre salgo del paso con una respuesta
trivial: - “A mí mismo”.
Pero pensando en ello mas sosegadamente, creo
que temo a lo mismo que la mayoría: “A todo lo que viene e ignoro”. A esos
avatares que tiene la vida, que se manifiestan súbitamente, y no sabes como
sobrellevar.
Pero siempre llego a la misma conclusión; sin
duda hay algo más fuerte que el miedo y lo vence: La ilusión, la esperanza, el
optimismo, y esa amable sensación de avanzar que té da ir haciéndote mas... ¿mayor?.
Pues bien, durante la salida trotando con este
amigo en animada charla, esto es lo que traté de explicarle. El optimismo, las
ganas de vivir. Esa es la principal motivación.
Todos tenemos periodos apáticos o reacios, en
los que nos cuesta calzarnos las zapatillas y salir. La diferencia es la
suficiencia.
Yo busco algo que engañe a la mente, algo
simple, tan simple que pase casi desapercibido. Un entreacto, un vacío
temporal, un placebo.
Porque si verdaderamente te gusta correr,
después de someter ese obstáculo previo de la pereza a salir, lo encuentras, y
averiguas que siempre siempre, té compensa.
Creo que no es su caso, pero muchas veces nos
dejamos llevar por los demás, y por las modas. Así que hay que pensarlo bien, y
ser sincero contigo mismo.
Si todo el mundo juega al padel, jugamos; si
lo que mola es correr, pues a correr; si se lleva la bici, me compro una...
¿Pero, verdaderamente te gusta?.
Si realmente no te gusta, o lo haces por
razones equivocadas, cuando hayas alcanzado todos tus objetivos y marcas,
primero aparecerá esa pereza, posteriormente la apatía y la indiferencia, y al final renunciaras y abandonaras.
Trate de explicarle y que comprendiera, que
horas para correr, para caminar, para ir en bici, por si solas son horas de
hacer deporte, o preparar una carrera, sí. Pero también, y mas importante, son horas para reflexionar, para pensar,
recordar y sacar impresiones. Para profundizar, y evolucionar.
Y esto si es un buen motivo para no dejar de
hacerlo nunca.
Lo primero de todo, en esos días, o esas
temporadas que nos cuesta, es catequizarse de optimismo. Una simple maniobra
mental esperando lo mejor del día que comienza en particular, y del futuro en
general.
Hoy comienza un nuevo día lleno de
posibilidades, y nada me puede parar.
Y si, sé que por bonito que suene todo esto,
no siempre se puede.
Porque los lances normales del día a día ya se
encargan continuamente de desmotivarnos, y es normal tener altibajos. Pero hay
que acostumbrarse a ello sin hacer demasiado caso.
No ganan los que nunca se abaten, sino los que
tras abatirse se alzan. Los que cuando los demás ya han parado, dan un paso
más.
Por eso, esas veces que te cuesta un esfuerzo
terrible salir a entrenar, pero finalmente vas, no solo te sientes genial sino
orgulloso de ti mismo.
Todos tenemos pregrabados un montón de avisos
negativos que continuamente se nos repiten: "no puedo ",
"siempre lo mismo", " mala suerte", "no me va
bien" “me duele”...
Hay que detenerlos, y transformarlos en
máximas positivas: "si puedo", "esta vez no " " bien
seguro "”un poco más”.
Aprovechando un símil montañero, los pequeños
obstáculos solamente son pasos algo mas técnicos para alcanzar más altitud y
acercarnos a esa anhelada cima.
Cada situación, inclusive las malas, son
oportunidades de progresar.
Nuestro cerebro es una gran máquina
programable y hay que sacarle partido de alguna manera ¿no?.
Si consigues ofuscar a tu mente y positivizar,
cualquier acción acostumbrada, como salir a correr, puede resultar positiva,
atractiva y hasta divertida, obteniendo al final un resultado muy provechoso.
Incluso cuando estés mal, la mejor práctica
será salir a correr solo por el campo y reflexionar; lo curioso, será, que
cuando estés bien, también.
Claridad mental que para muchos quisieramos. Dory ;)
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