sábado, 7 de octubre de 2023

56. YA NO TENGO TIEMPO PARA TENER PRISA

La mitad de mi vida la he dedicado a vivir aventuras fuera, lejos de mí. A vencer  mis miedos.
Para esta segunda mitad, me di cuenta, que las aventuras, los miedos, están dentro; que mi mayor aventura, con diferencia, comenzó el día que fui padre, y en ella estoy…
Por muy lentamente que me parezca que pasan los días, cuando pienso que esos días nunca volverán a pasar, me parecen brevísimos.
Esto va que vuela.
… Y otra vuelta más alrededor del sol.
Otra vuelta que como todas ha tenido momentos alegres y tristes; este año en concreto ha tenido uno especialmente triste e inesperado… de esos que te sacuden sin remedio y que graban el resto de tu vida.
Me consuelo pensando que nuestros miedos no detienen a la muerte, sino por lo contrario a la vida. Y que hay que seguir viviendo. Por todos. Por los que se han ido, y por los que aún estamos aquí.
Pienso que los desafíos y los dolores de la vida, no deben estar para paralizarnos; están para ayudarnos a descubrir quiénes somos y seguir avanzando.
 Los años me enseñan a reconsiderar.
Los años me muestran la enorme diferencia que existe entre sostener una mano, o tenderla, y encerrar un corazón.
Me han enseñado que la compañía de alguien, no significa seguridad.
Que realizar cosas "solamente" porque me ofrecen un buen futuro, hará que tarde o temprano quiera regresar al pasado.
Los años me han enseñado que sólo quien es capaz de quererte con tus defectos y sin pretender cambiarte, te ofrece verdaderamente felicidad.
Que los besos y los abrazos no son formalidades, ni los regalos obligaciones.
Me han enseñado a reconocer mis errores, y a aceptar mis derrotas con entereza y mis victorias con discreción, y humildad.
Los años han enseñado que cuando caigo, y a continuación me levanto y me creo invencible, me puedo volver a caer.
Que soy mucho más  fuerte de lo que pensabas, y valgo más de lo que creo, o me hicieron creer.
Los años me han enseñado que si estoy al lado de alguien por acompañar mi soledad, acabaré solo.
Que son contados los amigos de verdad; y que, aunque sea feliz con los que tengo, hay días que suspiro por los que dejé ir o ya no están.
Que cualquier cobarde huye o se excusa, y perdonar o pedir perdón es de valientes. Me han enseñado a pedir perdón, decir que quiero, te necesito. Los años me han enseñado que cada instante, cada experiencia vivida es especial e irrepetible.
Que las cosas no tienen un porque, ni un porque no.
Los años me han enseñado que las segundas, terceras, e incluso cuartas partes o mas, “si son buenas”.
Los años me han  enseñado,... que pasan sin remedio, y es mejor aprender que vencer; respetar que despreciar; mirar que eludirse.
Me hallo en una  edad intermedia, en la que aún no sabes bien si vas o vuelves, pero te empieza a dar igual.
Ya no es una edad de hechizos, si no de encantos.
Hemos alcanzado esa madurez,  adquirido esa experiencia que nos otorga en teoría más  inteligencia y en realidad mucha más serenidad.
Ante cualquier dificultad podemos afirmar: “Tarde no es, y prisa no tengo”.
Cada año hago recuento de los triunfos y las desilusiones; ganancias y pérdidas. Y afirmo tras ello: "Estoy aquí". "Estoy vivo". "En realidad no he perdido nada".
En ese instante soy consciente que la vida comienza cada día. Cada mañana.
Ser cincuentón o cincuentona, significa juventud más experiencia.
Piso mirando al frente y no al suelo, y doy más valor a lo que reclama mi corazón.
Reconozco que he vivido, y mi vida, más que nunca, tiene el sentido que yo quiero darle.
Un momento ideal para reflexionar sobre lo que he sido, lo que he hecho, lo que me falta por ser, por hacer, pero sobre todo lo que ya no quiero.
Ya no se trata de contar los años, sino de que cuenten.
Esta vez de nuevo el número 5  asociado generalmente a la energía, la aventura, la libertad, versatilidad, curiosidad y deseo de experimentar; Y el número 6  que se asocia con responsabilidad, el cuidado, la armonía y el servicio a los demás.
Así que combinado ambos para formar el número 56, se puede interpretar como una necesidad de equilibrar la búsqueda de experiencias emocionantes pero con cuidado y responsabilidad. Y si no, pues nada, un año más.

Cumplir 56 años es una oportunidad para celebrar todas las experiencias y logros que he acumulado a lo largo de los años, así como para mirar hacia el futuro con entusiasmo y determinación.
Ya soy un señor maduro.
Y para mí, la madurez es saber cuándo ser inmaduro; esa edad en que uno ya no se deja engañar por sí mismo.
La madurez es saber reírse de la vida, y tomarla en serio solo cuando es necesario. Ya sabes muy bien, que la seriedad no es signo de madurez.







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