lunes, 13 de abril de 2009

MI YAU (Capitulo-3)

15/16-Febrero-2009 Territorio Yukón (Canadá) :
En la primera hora de marcha, por lo que aparentaba ser una pista que se retiraba entre bosques, abandonamos el curso del Yukón river. Tras de mi andaba Salva en silencio. Al igual que yo, creo que avanza abrumado por el tremendo frío. Seguro que sospecha que hoy no era buen día para marchar al raso, o mas bien él no ha marchado nunca al raso en un día como hoy. Seguro que su instinto o su cabeza le advierten del peligro que conlleva una situación así en un lugar como este. Todos tenemos ese instinto, y no es otro que el instinto de supervivencia. Experimentas un vago y amenazador temor que te subyuga, te bloquea, y te induce a cuestionarse todo, a ti mismo, a buscar refugio en algún lugar físico o en alguien que te conforte, a querer huir, gritar, desaparecer. ¿Quién no se ha sentido así en algún momento de su vida física o emocionalmente? Andamos varios kilómetros entre algo semejante a abetos, superando también, por lo que parece distinguirse hasta donde alcanzan nuestras linternas frontales, una ancha llanura cubierta de angulosos y descarnados matorrales, que si nos aproximamos a los márgenes de la huella, parecen querer palparnos y acariciarnos con sus brotes, y así, si nos confiamos demasiado, transformarse en esqueléticas y oscuras garras, atraparnos y arrastrarnos fuera de la pista hundiéndonos en la nieve donde nadie nunca pueda encontrarnos. Ja Ja Ja... Mi cansancio empieza a hacer mella.... Entre figuraciones fantasías y recuerdos, cambio mi buf por otro mas grueso de forro polar que llevo en la mochila, pues el fino ya no me calienta suficientemente el morro; por si la cosa fuera peor, también llevo una máscara de neopreno que me cubre la nariz y la boca, que junto a las gafas de ventisca me cubren toda la cara en forma de espectacular careta. Me pongo las manoplas de plumas y esto hace que me sobren los bastones, pues con las voluminosas manoplas son difíciles de agarrar. Así que atravieso cruzados mis bastones sobre la bolsa frontal de mi cintura como si fuera una valla horizontal, y apoyo mis antebrazos en ellos dejando suspendidas mis manos por delante, como si estuviera apoyado sobre una barrera ambulante . Cuando la pista es mas ancha, procuro ponerme paralelamente a Salva para detallarle e instruirle sosegadamente en todo lo que me viene a la mente: Cosas vitalmente imprescindibles como no olvidar nunca unos guantes secos de repuesto, cubrirse la cabeza, proteger sus pómulos, ponerse crema o vaselina incluso en los orificios de la nariz, hidratarse aunque el cuerpo en estas condiciones no te lo demande, o pequeños trucos que por experiencia he ido aprendiendo a lo largo de los años: Colocar el hornillo, el cartucho de gas de este, sumergiéndolo dentro de un recipiente con el primer agua caliente de la nieve que derrita, para que caldeando el cartucho, agilice la combustión del gas y active mas la llama aligerando el deshielo; Colocar el hornillo encima de la pala y no sobre la nieve; Forrar las partes metálicas de las cosas u objetos metálicos que manipule con cinta americana, para que no te roben el calor; dormir no olvidando nunca fuera del saco nada vital y que no quieras que se congele, e incluso calentar agua y rellenar una cantimplora con esa agua antes de acostarte, para con ella improvisar una agradable estufa de agua caliente en el interior del saco donde poder colocar los pies. Sobre todo quería aleccionarle en la calma y serenidad antes de hacer las cosas, y, exteriorizarle que ante una situación extrema, el peor enemigo son los nervios, tu mismo. Hay que pararse a pensar y analizar las cosas primero antes de actuar precipitadamente o mal. Como siempre digo, si la cosa tiene solución ¿por qué te preocupas?... y si no la tiene ¿por qué te preocupas?.En un sitio así, la precipitación o los nervios te pueden llevar a situaciones muy peligrosas. Cualquier cosa que se me ocurría, se la sugería rápidamente. Su súbita pérdida de inocencia o virginidad ártica, creo que le caía más fría y pesada que la oscuridad amortajada que ahora nos rodeaba andando por el bosque. Que lejos quedan esas frías noches de campo base en el Himalaya, cuando después de la cenar en la tienda comedor, tan solo recorres unos 50 metros para llegar hasta tu tienda a través de un sendero cubierto de nieve y piedras solapadas con diminutos guijarros. Y eso me parecía severo.... Tras dos horas de marcha, ahora en silencio medito sobre este maldito y bello momento que hoy guía nuestro destino. Estoy muy muy cansado y el frío no parece dejar de aumentar. Quiero encontrar algún escenario junto a la senda que por esta noche nos deje descansar sin necesidad de hacer mayor esfuerzo que extender las esterillas e introducirnos en el túnel de plumas que forma el saco de dormir. No tengo ninguna gana de palear nieve, pues llevamos casi doce horas de actividad; calculo unos cincuenta o cincuenta y cinco kilómetros andados; es el primer día y se nota. Sería muy simple tenderse sencillamente sobre la huella esculpida ayer por todos los trineos de la Yukón Quest y ahora avivada por nosotros, pero está totalmente prohibido por la organización bajo sanción de exclusión de la carrera. Me parece bien, pues sería peligroso tumbarse en plena traza, y que en un accidental tropiezo una moto de la organización te pasara por encima. Que este incidente quebrantará tu sueño, seria lo de menos.... Me voy exhortando e impulsando a mi mismo mientras caminamos como dos almas errantes. -“He crecido corriendo por los campos de los alrededores de Barbastro, disfrutando del agua fresca de los ríos y cañones de Guara, recreado en las montañas del Pirineo para después intentar grandes aventuras en distintos lugares de la tierra como este, donde he asimilado enseñanzas de personas notables y admiradas con las que he tenido la fortuna de cruzarme. Encontrar una salida a esta oscura cueva no debería ser un problema para mi. Llegamos a una especie de llano de algo que parece exiguo y pequeño parking dentro de un parque natural con algún letrero de madera explicativo de la ruta, que en verano debe ser una indicada senda trans Canadiense. En un rincón, hay literalmente tiradas cinco personas envueltas en sus sacos de dormir, y junto a ellos aparcadas sus pulkas. Este es un buen sitio. - Dormimos Aquí- Le digo a Salva mientras coloco mi pulka, y me quito el arnés para alcanzar el saco y la esterilla. Me pregunta: - ¿No comemos nada?. A lo que yo le respondo,- Hazlo tu si quieres, pero yo me meto rápidamente en el saco haber si entro en calor y te recomiendo que hagas lo mismo. Él, no lo duda y observando mis movimientos por el rabillo del ojo, hace lo mismo que yo. Extiendo la esterilla, introduzco el saco de plumas en la funda de vivac de goretex y me quito única y vertiginosamente el gore para esconderme en el saco casi tiritando. La pulka la dejo al lado, para así poder alcanzar cualquier cosa dentro de ella tan solo incorporándome un poco. El saco de dormir ya está helado por dentro y por fuera, pero me sumerjo en este túnel de plumas, me hundo hasta el fondo y desde allí conforme me caliente iré emergiendo un poquito... pero solo un poquito. He metido las cantimploras en el fondo del saco, algo de ropa, también las zapatillas para que no se cuajen con el frío, y comida para que se descongele con el efecto de calor que emane mi cuerpo. Mientras el sueño y el calor intentan socorren mi cuerpo, mastico con feroces dentelladas un sobre de jamón congelado de los que me aprovisionó mi buen amigo Pedro. Me tomo una valeriana, e intento dormir algo acurrucado en posición fetal con mis dos manos acopladas juntas y apretadas en el interior de mis muslos, como quien se dispone a renacer de nuevo. Duermo unas dos horas y me despierto con los pies helados y ninguna sensación de calor. Es la una y media de la madrugada y nuestros vecinos, por lo que me parece escuchar han empezado a moverse y al poco se marchan, Tampoco deben estar muy cómodos. Comienzo a ser consciente de la particularidad de esta carrera. Ahora mismo estamos en evidente peligro. Existe claro riesgo de congelación y nadie va a venir a por nosotros; nadie nos va a ayudar ni a asesorar. Tengo que tomar las riendas de la situación, pensar con claridad y tomar las decisiones acertadas ante este temor que ahora me gobierna y me sujeta para arrugarme mas dentro del saco y no moverme, con la vicisitud evidente que ello conllevaría. Intento abstraerme mentalmente , dormirme y así despertar una vez la pesadilla haya finalizado . Cierro los ojos con una visión recurrente de un rostro que me vigila y vela por mi, que a veces se me antoja impreciso e indescifrable en cualquier intento de evocarlo, en cambio, con una precisión y claridad asombrosas, en un instante muy concreto al final, entre la vigilia y el frío sueño, y aún sin abrir los ojos, soy consciente de la existencia de un mundo real allá fuera, detrás de la cortina de mis ojos. Sólo en ese momento, tan brillante y efímero, puedo hallar en mi memoria un recuerdo que me lleve a decidir correctamente. Luego, con la naturalidad con la que el viento barre la arena del desierto, abro los ojos y la imagen se pierde, se evapora, y no importa que intente dormir de nuevo, hace mucho frio y no vuelve. Recuerdo un relato de dos hombres que fueron condenados siendo inocentes. La retorcida sentencia consistía en que un día determinado durante los próximos veinte años, sin previo aviso, serían torturados lentamente hasta la muerte.Al escuchar esta cruel sentencia, el más joven se arrugó de la pena y del dolor, y a partir de ese día, cayó en una profunda depresión. -¿Para qué vivir?" se preguntaba, "van a matarme cualquier día de estos, y de una manera espantosa" Ya no fue el mismo. Poco a poco, se fue encerrando en su amarga soledad y su miedo, y murió mucho antes de que se cumpliera el plazo de los veinte años. El otro hombre, al escuchar la injusta y cruel sentencia, lógicamente también se asustó y se impresionó, sin embargo, tras el primer amargo trago, a los pocos días decidió que como sus días estaban contados, los disfrutaría y afirmaba: - No voy a anticipar el dolor y el miedo empezando a sufrir desde ahora, y, - “Voy a agradecer con intensidad cada día que me quede viviéndolo a tope”.Así que, gradualmente, se convirtió en un hombre humilde, sabio y sencillo, conocido por su alegría y su espíritu de dedicación. Tanto, que mucho antes de los veinte años, se revisó su caso y le fue perdonada su condena. El noventa y nueve por ciento de nuestros miedos no se realizarán y son infundados y sin embargo nos paralizan. Hay que creer en tu propia fuerza y disfrutar la libertad de ser feliz. La verdadera libertad no está en lo que haces, sino en la forma que eliges vivir lo que haces, y sólo a ti te pertenece esa facultad. Mi saco de dormir es de una temperatura de confort de menos veinticinco y una temperatura extrema de menos cuarenta. Estoy literalmente helándome y eso quiere decir que hace menos cuarenta o quizás menos. No podemos quedarnos aquí tumbados. Es hora de vencer el miedo, la pereza, enfrentarlo y actuar. Me incorporo sin salir del saco y dentro de el, realizando ejercicios de contorsionismo me abrigo lentamente mientras medito hilaridades como “No tengo miedo al invierno, con mis recuerdos llenos de Sol”. Emergiendo eventual y rápidamente, voy cogiendo de la pulka toda mi ropa y poco a poco poniéndomela . Miro cerca a Salvador y este no se mueve ¿Estará dormido? Lo llamo: -¡Salva!- No me contesta. Quizás esté dormido. Al poco, al escuchar el ruido de mis movimientos emerge de su saco y me mira. Le digo: - Me estoy quedando helado, así que me voy a poner en marcha- Tampoco es cuestión de abandonarlo sin avisar, ni de obligarle a marchar si el esta bien. Se incorpora y me replica: - Yo también estoy helado y tampoco he podido dormir. Se va incorporando y sale del saco tal cual. De repente veo que sus zapatillas están perfectamente alineadas junto a su pulka, “al raso”. Lo miro y le digo: _ ¿te has dejado fuera las zapatillas?¿no te avisé que las metieras dentro del saco?. Esta muy nervioso; Asustado diría yo. Recoge de forma precipitada y con las manos desnudas mientras me mira y de nuevo mira sus cosas. Si vemos un rostro con los ojos bien abiertos, las aletas de la nariz muy muy ensanchadas con la sangre que se ha retirado por completo. es muy probable que delante de ese rostro, esté el conde Drácula o haya un hombre con una máscara y un cuchillo en la mano, o una moto sierra. Es la tradicional cara de miedo, ¿no? Hay una explicación biológica para esta cara, no sólo es una cuestión estética para el cine. Su función biológica es que altera la forma en que nuestros sentidos perciben el mundo e incluso los agudiza. No es la primera vez que veo una cara como la que Salva tiene esta noche, la he visto otras veces y en algún momento de mi vida seguro que la tuve yo mismo. Sus manos se hielan y me lo dice. Le indico, - Ponte las manoplas rápidamente, abrígate bien y camina por aquí mientras termino de sujetarte la pulka. En unos pocos minutos, mientras yo termino de amarrar nuestros equipos y él pasea aplanado con sus brazos cruzados como si intentara abarcarse así mismo, con las manos metidas bajo las axilas, todo esta listo, excepto.... mi bajo vientre que con un etéreo retorcijón se contorsiona y me comunica que quiere evacuar. Si se trata de orinar (indicio de buena hidratación) , en el caso de los chicos no es mayor problema, incluso en el interior del saco puedes hacerlo en un bote preparado y “marcado” para ello, cerrándolo bien después claro, y teniendo en cuenta su contenido a la mañana siguiente, no vayas a confundirlo con alguna bebida isotónica y la liemos.... ¡puajj!. Pero se trata de evacuar sólidos y no líquidos . En cualquier otro momento, me hubiera satisfecho este anuncio de buena adaptación y aclimatación, pero a estas horas, helado a cuarenta y tantos bajo cero, esto no es ninguna dulce consagración. He de actuar rápido. Cojo toallitas y las preparo muy accesibles, casi en la mano ya , pues es muy importante la rapidez cuando haces tus necesidades a tan bajas temperaturas. El pantalón de goretex, está prevenido con unas cremalleras para descobijar únicamente salvada sea la parte sin bajártelos hasta los tobillos, y tan solo quedarte literalmente con el culo al aire, y yo ya he cursado este menester en lugares extremos en otras ocasiones . Destapar esta parte un momento no es ningún problema, el problema viene si cuando evacuas, no te limpias o lustras rapidísimamente, y algún resto suspendido se congela y solidifica en segundos causándote heridas, llagas, daño y secuelas justamente porque esa parte del cuerpo no es precisamente la mas aseada del mismo causándote infecciones. Como en una coreografía bien ensayada, todo ha salido bien y tan ligero como he desenmascarado mi trasero y he comenzado a notar el intenso frío en él, ya estaba higienizado, cubierto y dispuesto para la marcha. Así que sobre las dos de la madrugada, emprendemos camino. A las pocas horas vamos atravesando una extensión desnuda, entre un bosquecillo de algo parecido a pino negro para regresar a el lecho del río Takhini River afluente del Yukon River. Al oír el rápido y uniforme crujir de nuestros pasos en la nieve: -krunch- krunch- krunch... todo parece lleno de misterio en medio del silencio de la noche. Este hecho no me preocupa. Estoy hecho a la ausencia de sol, a la oscuridad, pues he entrenado y corrido este invierno muchas horas nocturnas. Voy mirando atrás periódicamente e indagando como se encuentra Salva mientras avanzamos como noctámbulas y entumecidas ánimas ambulantes. El río, con mi frontal parece tener unos ciento cincuenta metros de anchura en algún tramo. Es increíble pienso, que un río lleno de vida yazca oculto bajo una capa de hielo sobre la que después se ha acumulado un manto blanco inmaculado que forma suaves ondulaciones. Hasta donde alcanzaba mi lámpara frontal se extiende ininterrumpida su blancura, a excepción de las líneas oscuras de abetos que serpentean como nosotros en la dirección del río. Siento bajo la camiseta de coolmax las barritas energéticas y los geles en contacto con mi piel desnuda. Aquel es el único modo de evitar que se congelen. Palpo con la mano bajo mi chaqueta, manoseándolos para asegurarme de que se van derritiendo y reblandeciendo para ir consumiéndolos poco a poco intermitentemente cada poco rato. Ahora nos introducimos entre gruesos abetos. El sendero es apenas visible por la oscuridad, pero no hay pérdida. Me sorprende todavía, la intensidad del frío. Realmente hace mucho frío y no puedo dejar de llevar tapada íntegramente mi cara o quitarme las manoplas de plumas para así solo con los guantes, utilizar los bastones e impulsar mejor mi marcha. En cuanto me quedo solo con los guantes, mis dedos se duermen en cuestión de segundos, obligándome a poner de nuevo las manoplas. Son las seis y media, llevamos cuatro horas de marcha. Acaba de amanecer un día azulado y gélido, extraordinariamente azulado y gélido, por este sendero palpablemente visible, pero escasamente transitado que se abre entre bosques de gruesos ¿abetos?. No se ve aún el sol ni se vislumbraba siquiera su destello, pero es un día despejado y la sensación es de que una especie de manto cubre la superficie de todo con una sutil tristeza que ensombrece el ambiente por la ausencia de sol. Hemos andado unas horas mas en silencio y bajo la luz indecisa del amanecer: súbitas elevaciones, un sinfín de relucientes sotos helados, y lo que deben de ser kilómetros y kilómetros de bosques cubiertos de nieve. Es un sendero fiel a lo que esperaba. ¡Alucinante!. Horas mas tarde el sol anima todo, incluso nuestros semblantes. En un ancho del camino donde se notan rodadas de motos de nieve, paramos. Hablamos e incluso bromeamos. Nos hacemos fotos, nos filmamos mutuamente con la cámara que nos ha cedido la TV-3 y Aragón Televisión, comemos, bebemos y comenzamos de nuevo la marcha. Salva saca buena cara y parece feliz y adaptado. Su mal momento ha pasado. Me describe lo que yo ya sospechaba, lo mal que lo pasó durante la noche y que estaba apunto de darle un ataque de histeria. Yo me río y le quito hierro al asunto. Es normal lo que le ha pasado con la experiencia que traía; incluso a mi, teniendo experiencia me ha costado reaccionar, borrar esa sensación de amparo que me dejó la maratón de Sables, recordar las expediciones y rescribir en mi cabeza la partitura que debo interpretar para encontrarme a mi mismo, las buenas sensaciones y avanzar en esta prueba tan austera, dura y diferente. Poco a poco, voy incrementando lo que puedo el ritmo con la intención de llegar a buena hora al control numero dos “Dove Grave Lake”, superarlo y anticipar algo hacia el control tres. Mirando hacia atrás, advierto que Salva se va rezagando , pero como ya apalabramos con anterioridad debe ser así y no nos preocupa este hecho a ninguno de los dos; cada cual debe seguir su ritmo. Pasa el medio día, comienza la tarde y me adentro por un bosque lleno de rampas donde ya noto el agotamiento por otra parte normal, pues llevamos andando unas trece horas desde las dos y media de la madrugada, y calculo que me quedan mínimo otras tres sin parar para llegar al control; si todo va bien, dieciséis horas sin parar hasta el control . Escucho el rumor del motor de una moto de nieve a mi espalda. Supongo que es alguno de los motoristas de la organización que inspeccionan el recorrido con el propósito de localizarnos si tienes cualquier incidencia, advertirnos o simplemente situarnos por lo menos una vez al día . No es de la organización. Es un tipo orondo y rollizo de amplia sonrisa encuadrada por un grueso sombrero de piel. Muy abrigado, de aspecto duro y saludable, ojos grandes alegres y verdosos; bastante barba muy mal nacida y peor afeitada, casi blanca; parece tan afable y tan inofensivo como una calabaza. En este mismo contexto, pero con otro medio de transporte y con otra indumentaria hubiera manifestado que se me acababa de aparecer “Santa Claus”... Para junto a mi, y muy sonriente me explica algo, o por lo menos lo intenta, que con mi escaso ingles no alcanzo a entender. Finalmente, y ante mi cara de, “no tengo ni idea de lo que me dices”, me pregunta: -¿Spanis?. Yo, que eso si lo entiendo, le contesto afirmativamente, y el trata de expresarme que una media hora mas atrás hay otro “Spanis” (evidentemente Salva) y que me restan unos diez kilómetros para el próximo punto de control . Mientras se explica, destapa un gran termo de te caliente y me invita casi manda beber de el. Yo acepto. Además hacia un rato que marchaba sin agua y estaba apurando esta cuestión creyendo que se hallaba mas cercano el punto de control . Me insta para que beba mas: -more, more-. Me repite una y otra vez.... Definitivamente debe ser Santa Claus de paisano. Posteriormente me explica algo que tampoco descifro, pero si interpreto que intenta advertirme que se presenta una gran pendiente, un gran desnivel mas adelante tras una curva cercana . Por detrás de nosotros surgen dos trineos de perros, y por fin entiendo que lo que me advertía era de esto, y me preguntaba si no me importaría apartarme y dejarlos pasar. Lógicamente me aparto. Se despide muy amigablemente y observo el espectáculo de los dos trineos pasando tirados por sus imponentes perros. Los musers con innumerables capas me miran sonrientes y saludan. Me da la sensación de que se trata de dos turistas que “Santa Claus” está guiando en una travesía en trineo. Por este frondoso pinar que me recuerda a la parte mas angosta del “mata chulos” del Valle de Estós, acometo la larga cuesta. Mis gemelos se están contracturando y esto me está comenzando a preocupar. Tiene una explicación lógica, muchísimas horas andando, poquísima hidratación, mala alimentación y casi nada de descanso. A mitad de la cuesta las punzadas en los gemelos son alarmantes y agudas. En un falso llano una vez coronada esta, decido parar a descansar, derretir nieve, hacerme comida y rellenar todas mis cantimploras. Si faltan diez kilómetros y a este ritmo, serán mas de dos horas de marcha, así que la mejor opción es parar y recuperarme o finalmente será peor. Mientras preparo unos sopinstans, como un poco de longaniza y lleno todas las catimploras, esperaré que Salva aparezca y así continuaremos juntos hasta el control. Saco el hornillo y ubicándolo sobre la pala bien hundida y nivelada en la nieve como una pequeña plataforma, lo enciendo con facilidad . Recordar de nuevo la sensación o los sentimientos que me despiertan algunas cosas antiguas y banales como esta acción, sentir que sobreviven al tiempo y a mí mismo, que permanecen incorruptas e impasibles me hace sentir muy a gusto. La verdad es que me gusta todo esto; estas sensaciones de supervivencia y soledad, crean un vínculo necesario con toda mi alma entera, o simplemente el recuerdo de algo, de lo que sea, un agradable recuerdo. Ha pasado media hora o mas y Salva no llega. Comienzo a inquietarme. ¿Habrá comido?,¿habrá bebido?,¿estará bien?. Mis gemelos están fatal e incluso al enfriarme noto un afilado dolor en el interior de la cadera izquierda. Mi doloroso estado físico, mi fatiga y quizás un algo de ego y fanfarronería me hace recapacitar: - Si yo estoy así, ¿cómo estará Salva?. Decido llenar bien una cantimplora con isotónico, y como otras veces he hecho en la montaña, e incluso el pasado año en la maratón de Sables, sacar mi perfil de héroe protector, subyugar la inercia que me señala que pasito a pasito hacia delante es un pasito menos, dejar allí la pulka, desandar el camino e ir a su encuentro. Esta buena acción también la aprendí de los admirados maestros que me aleccionaron en el pasado, además, concibo que la generosidad se recompensa por si misma casi al instante, pero que si haces un gesto de favor, de alguna manera quizás psíquica, este acto te estimula y te hace crecer. Mientras termino de preparar la cantimplora, me doy un buen susto con un peludo y corpulento perro blanco que vagabundea por el sendero como un perro fantasma, que intenta husmear en mi comida. Es dócil, manso y parece disciplinado, pero no oigo ni vislumbro a nadie que lo conduzca. Ante su mirada impresionable que me recuerda al gato con botas de la película Shrek , le cedo un trozo de longaniza que aun me quedaba en la mano y contento y reposado continua su camino. Quizás sea el rezagado cierre del séquito del motorizado Santa Claus y sus dos turistas. Por un momento imagino que se sujeta a mi arnés y arrastra mi pulka hasta el campamento dos como agradecimiento.... pero no... Al poco, aparece una chica muy desenvuelta y abrigada sobre esquís de fondo (Cyd Fraser de Whitehorse, Canadá) . Cyd y su hermano Scott, participan con esquís en las 400 millas. Me asombra que con esquís estén por detrás nuestro. Seguro que han dormido bien y no han madrugado tanto como nosotros. Aun así, representa facciones cansadas, pero se la nota sólida y con gesto disciplinado y pétreo en su manejo y marcha. Se detiene junto a mi y me pregunta en ingles cuanto falta para el campamento. La comprendo y le respondo. Me expresa, y extraordinariamente también entiendo, que tras ella viene su hermano, y que cuando lo vea, le indique a este que la he visto pasar. – OK-, le respondo. Con paso firme de patinador se aleja impulsándose ferozmente con sus bastones. Con la cantimplora en la mano, comienzo a retroceder por la senda, parando de vez en cuando para escuchar cualquier sonido o indicio que me haga descubrir que Salva ya está cerca. Mis gemelos y mi cadera duelen crónica y agriamente, y me exigen caminar irregular y anómalamente. Al poco aparece jadeante el que imagino es el hermano de Cyd, Scott. Gesticulo un saludo y se detiene a mi lado. Scott es espigado, esbelto y parece tan atlético como su hermana, aunque algo mas menudo; su tez si bien ahora encendida de esfuerzo y frío bastante blanca, barba apenas crecida y nariz un poco aventajada respecto a su cara y su gorro de lana. En grotesco ingles, le afirmo que su hermana acaba de pasar hace diez minutos. Saca cara de exhausto y articula alguna palabra en Español, así que nos interpretamos bien mutuamente, y me informa que Salva se halla muy cerca de aquí. Despidiéndose amablemente continua. Sigo despacio, y de vez en cuando grito: -¡Salva!. Pero no me contesta. En una sinuosidad del pinar, aparece bruscamente arrastrando con fuerza su pulka escarlata . Se presenta silbando, alegre y risueño; tan campante. La verdad es que su aspecto es saludable, parece relajado, y muy alejado de la imagen preconcebida que esperaba encontrar. Al verme allí injertado en medio del camino y sin equipo, se asombra, y me interroga. – He parado a comer, porque me duelen mucho los gemelos... he preparado algo de agua también para ti...y....- Le explico. Él, ahuecado y casi orgulloso me comenta que también paró hace un rato a comer, saco el hornillo y se preparó agua. El socorrista se convierte en el descalabrado. Me evoca una frase de Aristóteles que dice: “Pobre discípulo el que no deja atrás a su maestro” . Desde luego ha aprendido rápido lo que le enseñé. Y yo preocupado. Juntos, alcanzamos el lugar donde dejé mi pulka, y tras Salva, con intenso dolor en mis extremidades llegamos a el campamento de Dove Grave Lake unas dos horas mas tarde mientras anochecía. El campamento es una exigua tienda de campaña naranja de la que surge la humeante chimenea de una estufa. Adyacente a la carpa una enorme pila de leña apostada contra un imponente abeto donde hay adherido un termómetro de esfera circular que marca “menos veinte grados centígrados”. En la bifurcación de la pista, frente al campamento, cuatro pulkas. Dos serán de los hermanos esquiadores Fraser, y otra, por sus rótulos de exponsors es del equipo ingles “Team Helmut”, equipo de cinco titánicos ingleses al que apodo desde el primer día “los mediáticos” (Apelativo que el pasado año establecimos con Juanma para referirnos a la Jaima de Luis Enrique y compañía, en la maratón de Sables). En este caso, este equipo Ingles se presentaba meses antes en un vídeo de You Tube realizando feroces entrenamientos arrastrando neumáticos de camión por la nieve, y acontecían en medio del torneo Seis Naciones de Rugby en el Twickenham Stadium de Londres ante 80.000 espectadores, presentándose y saludando como mediáticas estrellas, mientras todo el estadio aplaudía . Es como si nosotros saliéramos en medio del Santiago Bernabeu o el Nou Camp en el descanso de un Barsa Madrid para ser aclamados y aplaudidos antes de nuestra participación en la Yukon Arctic Ultra. Este superficial hecho me anima. No andaremos tan mal si están aquí dos participantes con esquís y por lo menos un componente del equipo “Team Helmut”. “Mal de muchos consuelo de tontos”... o eso me diría mi abuelo si supiera lo que estoy pensando. Nos metemos en la estrecha tienda y secamos nuestras ropas colgándolas en unas cuerdas sobre la estufa de leña. Hay dos mujeres de la organización. Nos preguntan los nombres y tras apuntar nuestra llegada nos arreglan un sobre de comida liofilizada que días antes habíamos elegido en un listado de menús para avituallarnos en este campamento. En mi caso pollo al curry. Sentados junto a los hermanos Fraser, intercambiamos escuetas frases y jamón... también jamón. Una de las mujeres, es la enfermera de la carrera y nos obliga a descalzar para auscultar el estado de los dedos de los pies, uno a uno, y visualmente y con fuertes pellizcos, asegurarse que no sufrimos congelaciones. Al poco llegan otros tres corredores, les cedemos amablemente nuestras constreñidas sillas plegables y salimos con el propósito de dormir unas horas. Esperemos que hoy si podamos descansar. No me preocupan los fuertes dolores. Sabia de antemano que los dos primeros días de adaptación iban a ser muy duros. Venia prevenido para ello, y también soy consciente que ya estamos en el segundo día. Hemos avanzado unos cien kilómetros y tan solo hemos dormido, por decir algo dos horas en unas cuarenta y cuatro horas de las cuales seguro que treinta las hemos pasado andando. Me encojo en el suelo, en el interior de mi saco cerca del gran abeto. Mañana, si descanso bien todo irá mejor. Cuando el día a día se hace más difícil porque el cuerpo no responde, y los objetivos se alejan, o simplemente porque ya no los tienes, puedes perder la motivación. No voy a dejar que esto me ocurra. El hoy es discípulo del ayer y maestro de mañana. Solo hay una manera de ser maestro: ser discípulo de mí mismo.

12 comentarios:

  1. Como siempre dices, si la cosa tiene solución ¿por qué te preocupas?... y si no la tiene ¿por qué te preocupas?...
    Un abrazo.

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  2. Si tu supieras la de veces que me he acordado de tus palabras en sables este año!! Eso de manolo el hielo de "como, bebe y al llegar la tarde sentirás un subidón, entonces corre..." lo sentí en mis carnes de una forma increible.
    Gracias por todo!!!

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  3. Grácias Javi, por fin me has alcanzado, ya estaba preoucupado, ya estamos en Dog Grave. Poder recordar una experiència con dos puntos de vista es extraordinário, tu me recuerdas cosas que a lo mejor no me he me he parado a pensar y yo espero hacer lo mismo desde mi blog.
    Cuidate mucho.

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  4. Como siempre... épico!!!! que grande!!!!

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  5. Realmente tu relato es increíble! Mis ojos están muy emocionados. Actualmente yo estoy entrenando con mi hermano y nunca corrí ni una maratón, pero ese es mi sueño y relatos como los tuyos me animan a conseguirlo. Bueno, te mando mis saludos y mis felicitaciones esperando un nuevo capitulo de esta tu apasionante YAU. Sólo el que hace algo con tanto ímpetu y pasión puede comprender el esfuerzo del otro.

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  6. El pasado año me trasportaste y corri el maratón de Sables contigo, este año estoy participando en la Yukon. Por favor Javi, no pares de hacer cosas, y sobre todo no dejes de relatarlas asi, para que los que ni soñamos con estas cosas, podamos vivirlas de este modo. Gracias.

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  7. Impresionante y genial!!!!

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  8. Vaya experiencia hermano, es la leche...sólo de pensarlo se me ponen los pelos como escarpias...
    esperaremos el siguiente capítulo...
    Un abrazo

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  9. Javier, tu relato me deja pasmada! Por un segundo me puse en tu lugar y sentí mucho miedo y frío.
    Espero saber pronto como continua. Un saludo para ti y Salva

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  10. Eres todo un ejemplo.

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  11. Cuánto frío hemos pasado, primero tú y los otros competidores, depués tú recordando y más tarde tú escribiendo y nosotros leyendo (me entran tembleques). ¡¡Pero qué rápido desalojas!!.
    Tantos kilómetros para ver dos esquiadores chapurreando inglés,a la próxima que vengan a Cerler y aprendar Ribagorzado, y Salvador también, ya vale de catalán, que ya se lo sabe.

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  12. inimaginable el frio,
    impresionante la aventura,
    sufrimiento y disfrute, qué extremos tan próximos en esas circunstancias!

    gracias por compartir y felicidades

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