REFLEXIONES DE UNA GRIPE DE OTOÑO

Que los seres humanos somos seres contradictorios, creo que está más que demostrado. Resulta que mientras llevamos a cabo una actividad, cualquier actividad que nos compense y guste, si esa actividad se lleva a cabo de una manera automática, continua o rutinaria, dejamos de caer en la cuenta que hacemos eso precisamente porque nos apetece y porque nos gusta. (Hay que exceptuar el trabajo en casi todos los casos...)

Siempre he intentado disfrutar de los deportes que practico. Nunca como una iniciativa profesional a no ser que no quedara mas remedio; y para mí correr, descender barrancos, escalar o ir en bici… significar pasarlo bien, compartir, mantenerme bien y llevar a cabo una actividad original y, desde mi punto de vista, repleta de virtudes y experiencias gratificantes. Pero poco a poco adquieres esperiencia, te comprometes, te implicas o te lías, y… mientras estás inmerso en la preparación de una gran expedición, o unas pruebas como la Yukón Artic o la maratón de Sables, olvidas pensar que eso lo haces porque disfrutas, es más, nadie de los que te rodean consideraría que estás en tu sano juicio si afirmas que haces en torno 35 o 40 kilómetros cada viernes, sábado y domingo inexcusablemente cargado con una mochila durante varios meses porque disfrutas de ello.

Luego acaba la prueba, tu objetivo, tu reto y reflexionas sobre esas largas tiradas, todo ese sacrificio, esos madrugones, todo ese esfuerzo pasado, y te dices: -Realmente, ¡Ha merecido la pena!. Aunque no parezca relacionado, tan solo se trata de aceptar como eres, con todos tus defectos y tus virtudes, hacerte cargo de ti mismo, y asi ser capaz de proponerte cualquier objetivo y cumplirlo.

Es una cuestión de autocontrol, y para lograr el autocontrol algunas veces es necesario aprender a abandonar el control y soltar las cosas que desde el principio nunca fueron tuyas, sino prestadas. Ser tu mismo de verdad. Aprender a confiar primero en ti mismo, pero eso si, después en la vida y en los demás. Hay un lugar en nuestro interior donde existe nuestro verdadero ser: Ese Ser, no conoce el sufrimiento, lo sabe todo, está en equilibrio, y es feliz. Cuando nuestro punto de referencia es ese “Ser”, y no nuestro Ego, la realidad, nuestra realidad cambia y cambia nuestro punto de vista. Todo se hace mas facil. Los grandes genios de la humanidad imagino que lograban sus mejores frutos cuando dejaban de pensar y entraban en ese nivel de la realidad donde no hay objetivos, ni metas, sino providencia y pasión. Sin cometer el error de confundir sencillo con fácil.

Si quieres lograr algo, primero hay que saber qué es ese algo, estar seguro de ello, y luego estar dispuesto a pagar el precio para conseguirlo. Así de simple.

Las limitaciones más graves son aquellas que tú mismo te fijas.