miércoles, 7 de abril de 2010

MEMORIAS DEL MAR BALTICO (Cap. 2)

Domingo 7 de Marzo del 2010: Pasé tan dispuesto la noche, que no logré soñar continuamente y tan solo dormitar. Las horas pasaron lentas, mientras mi cuerpo se adormecía en la cómoda cabaña de madera. No podía evitar sentirme algo triste por las bajas de última hora de Rosana y mi buen amigo Miguel. Cuanto me hubiera gustado que estuvieran aquí. Durante meses soñé con eso. A las 6:00 ha sonado el despertador, pero yo ya estaba levantado. Al despertar y ver como nevaba, me preocupé un poco, pero el entusiasmo terminó dominándome en un día tan especial. Teníamos que partir si o si. Aguardando afuera de nuevo, una combinación de muchas de mis pasiones, exploración, naturaleza salvaje, travesía, montañismo invernal, supervivencia, superación, etc., etc. Fragmentos indescriptibles, en una ceremonia de descubrir cómo transcurre el tiempo, las horas, paisajes que estremecen y te remueven hasta lo más profundo del corazón. Conmovidos con tus sentidos, junto a ellos, en un marco exclusivo y excepcional, bajo la implacable disciplina de un entorno desfavorable, pero a la vez muy generoso. Afuera nieva, y según las mediciones hay un viento de sur de unos 40 km/h, condiciones que han endurecido bastante el ambiente. A pesar de todo, las ganas y la ilusión por partir son enormes por parte de los tres. Nos preparáramos en silencio, ante la atenta mirada de Rosa, como en un ritual litúrgico en el que cada uno se libera y exime de sus deberes. Vestuario: el habitual. Gore Tex completo, encima de una recia ropa interior térmica; guantes con manoplas de plumas sobrepuestas; en los pies doble calcetín y unas botas que habíamos alquilado a Lowe porque nos parecieron mas abrigadas e invulnerables al terreno que las que traíamos nosotros de casa, y sobre ellas unas polainas de gore tex; en la cabeza pasamontañas, la capucha para protegernos del viento, y las gafas de ventisca. Santi nos indica que pasemos por su cabaña a almorzar antes de partir, y así mientras llegará Lowe con su moto de nieve para por medio de un remolque/trineo con asientos, intentarnos acompañar un tramo y poder animarnos, filmarnos y fotografiarlo todo. Santi es primeramente un amigo (en mayúsculas) y a continuación, alcalde de Alquezar. Había venido con nosotros utilizando sus vacaciones para hacernos de apoyo. Carismático e inmediatamente querido, de trato afable, y cuya capacidad de concertación es solo superada por su enorme predisposición, respetando las opiniones contrarias, siendo solidario y sobre todo, repito, gran amigo de sus amigos. En esta ocasión, Santi se ha metido estupendamente en su papel, incluso cubriéndose la cabeza con el típico sombrero con cola de mapache al fiel estilo Daniel Boone. En la cabaña vecina, nos agasajan “de nuevo” con unos apetitosos huevos fritos con jamón. Menudo desayuno de lujo para comenzar, mientras detallamos el plan del día y bromeamos sutilmente. Ya fuera esta Lowe, así que acto seguido, aún con el regustillo de huevo frito en la boca, cada uno prepara su pulka, adapta las raquetas (ya hemos comprobado que sin ellas es imposible andar por la cantidad de nieve acumulada), se ciñe el arnés, los bastones a las muñecas, y como en peregrinación nos dirigimos junto al mar por una tibia pendiente lechosa. Al fondo de esta estrecha pista delimitada por taludes de nieve a un lado, y la vereda del mar Báltico al otro, se vislumbra lo que será el punto de partida en el que ya nos aguardan nuestros compañeros para despedirnos. Es un momento emotivo para todos. Muchos ánimos, abrazos y deseos de que todo salga según el guión soñado. Es mejor planear las cosas para que ocurran como queremos, pero siempre, bien es cierto que los sucesos inesperados nos producen más emoción. Nos alineamos delante de la canasta de un globo como en la salida de una carrera. Arcadi de azul, Kike de Verde y pajizo, y yo de rojo (parchís completo). La respiración se hace más profunda, la piel más impresionable y los sentidos se afinan. Sientes como tu propio aliento se confunde con todas las demás sensaciones que circulan a través de la piel mientras miras alrededor intentando evaluar. Santi frente a nosotros, sin dejarnos ni analizar la situación, realiza un breve y cariñoso alegato, y con una impetuosa sacudida bajando su brazo a modo de conmutador, nos da la salida e inicia esta aventura. En los flancos nos aplauden y animan el resto del equipo de apoyo: Rosa , Ángel y Miquel junto a todos sus acompañantes, Rafa Ariño disparando sucesivamente su cámara, e Iván filmándonos con su dispositivo de alta definición. Abrirse al mundo para internarse y conocerse verdaderamente a sí mismo. ¡¡¡Arrancamos!!! Nuestra motivación es excelente, la preparación también, pero si nos detenemos a pensar concienzudamente en el clima, las grietas o vías de agua, los rompe hielos, y las condiciones que “yo ya conozco” y que producen arrastrar unos veinticinco o treinta kilos de material durante unos 140 kilómetros con una pulka, la empresa va a ser bastante complicada, y se tendrá que conjugar con ella como siempre la buena suerte. Mientras doy mis primeros pasos anegados en la nieve, y nos vamos ordenando para alternarnos en la tarea de abrir huella, todo alrededor me parece una sobrenatural tierra de fantasía. Otra vez... Nos dirigimos dirección sureste hacia el primer punto GPS que hemos marcado en una pequeña isla, a unos diez kilómetros mar adentro, usando como referencia visual otra pequeña isla que se perfila lánguidamente en el horizonte nacarado de hielo y nieve. El sol no brilla, sigue nevando, y el cielo está empañado y turbio, pero de nuevo emocionados, de nuevo otro sueño cumplido. Nos lanzamos más allá de nuestros límites, y corremos el respetable riesgo de aniquilar con nuestra propia vida todo lo superficial que nos rodea como lo conocemos, y transformarnos en aquello que imaginamos. No es locura lo que aborda este deseo de ser, sino la sensación de ser el mismo hombre que sueñas ser. Durante la primera hora de marcha, nos van dando alcance con la moto de nieve unida a al trineo con asientos Lowe, Rosa, Santi, Iván y Rafa. Nos alientan, filman y fotografían. Después de un par de paradas, el hielo no debe ser ya seguro mar adentro para el peso de la moto, el trineo y sus ocupantes, así que se despiden definitivamente y desaparecen a nuestra retaguardia para regresar de nuevo a la costa. Nos quedamos solos. Pasan las horas, y la victoria del sol no termina de llegar, mas bien al contrario y hace mucho mas frío. Si te quitas las manoplas de plumas, y dejas solo el guante interior, al poco acabas por volvértelas a poner pues las manos se adormecen por el frío. La humedad helada de la respiración cubre los buf o las mascaras de neopreno con una fina capa de escarcha. Me aíslo contemplando todo tras Arcadi que abre huella, y delante de Kike que cierra el grupo. Ahora nos esperan dos días de lo que yo llamo ajuste y adaptación. Para pasar el rato miro al suelo, y como siempre hago pienso en todas las personas que me vienen a la mente y les dedico un paso o dos. Así me distraigo. Han pasado algo mas de cuatro horas desde la salida, y aún no habíamos parado relevándonos en la tarea de abrir huella, y nos hemos aproximado a una superficie postrada entre dos islas con nieve virgen y algo de agua bajo ella. Ya estamos observando y comentando que en este tipo de terreno se avanza con mas dificultad, y hay que acometerlo con mucha mas cautela, intentando penetrar en el como Lowe nos aconsejo trazando una línea muy próxima a alguna de las islas, y no el centro donde como consecuencia de las corrientes marinas el hielo puede ser mas delgado, frágil y peligroso. Esta maniobra, aun haciendo algo mas de distancia, nos otorga mas seguridad en el recorrido, pero, eso si, nos lo complica la evolución, pues como el viento tiene como único obstáculo en el mar estas diminutas islas, acumula la nieve en sus orillas. Ya cansados de turnarnos para abrir huella casi hasta las rodillas, paramos junto a unas rocas a la orilla de esta isla para avituallarnos, beber, reponer las cantimploras que llevamos a mano para no parar, con las que llevamos de reserva en las pulkas, y configurar de nuevo nuestra dirección con el GPS. Es la una del medio día, y tenemos un margen de unas tres, máximo cuatro horas para intentar llegar a la isla en la cual pretendemos pernoctar, que según el GPS tenemos a poco mas de diez kilómetros. Los tres estamos de acuerdo en que si terreno no mejora, va a ser una operación imposible, pues la marcha será muy lenta, y nuestras fuerzas para hoy ya andan algo ajustadas. Estoy fortalecido y muy contento con mis dos compañeros, y abrigo, percibo, muy buenas impresiones respecto a ellos y nuestra afinidad. Conocí a Arcadi y Kike por mediación de Santi. Él, nos puso en contacto ahora hará mas de un año, para sondearme e interrogarme sobre la posibilidad de unirme a ellos para organizar una Ultra Trail en la Sierra de Guara. La primera vez que me reuní con ellos en Barbastro, lo hice con el firme propósito de decirles rotundamente que no contaran conmigo, y delicadamente que dejaran “mi Sierra” en paz. Al poco de escucharlos hablar y conocer sus anhelos, y sus perspectivas incluso de vida, cambie radicalmente de opinión. Durante la conversación, la carrera paso a un segundo plano, y terminamos hablando del futuro, de barrancos, de los sueños, y de los instintos que nos empujan a realizar nuestras aventuras. ¿Habéis sentido alguna vez esa sensación de familiaridad al cruzaros, o conocer por primera vez a alguna persona desconocida?. La razón no alcanza a comprender esto, pero de alguna manera tu alma sí lo entiende. Comunicación, complacencia, un hondo sentimiento de conexión, afinidad intensa, son algunas de las emociones que parecen invadirte cuando te encuentras con estas personas afines. Existe una expresión que reza "almas gemelas". Desde el primer encuentro existe una afinidad, y la sensación de conocerse desde siempre. La Ultra Trail se llevó a cabo con gran honra y resultado, y de allí surgió su invitación, para asesorarles por mi mayor experiencia en climas fríos y condiciones árticas, conocimiento en alta montaña y participación en la Yukón Artic, y para que formara parte de este proyecto que en un principio ellos habían planteado como una preparación para otro que realizaran mas adelante participando en una carrera por etapas en la Antártida, como remate a su proyecto de “Los cuatro desiertos” (Sahara, Atacama, Gobi y Antártida), en el que llevaban metidos tres años. Durante estos meses de información, investigación, y preparación, poco a poco ya nos hemos dado cuenta que mas que un preámbulo del proyecto, por si solo era un reto mayúsculo. Seguramente tan duro en lo físico como el que vienen a preparar, pero evidentemente mucho mas duro, comprometido y audaz, en el objetivo en si y el escenario virgen e inacabado, pues no es una carrera con infraestructura y organización, si no una expedición. Arcadi, lo podría describir fácilmente basándome en cualquier reseña de un súper héroe de comic: “Aparentemente un hombre apacible, tranquilo, y sin pretensiones, que secretamente se convierte en el Hombre de Acero cuando el mundo a su alrededor corre peligro”... Una persona luminosa, de las que suelen sobresalir, con una sólida formación deportiva y se nota en su compostura y su integración a cualquier terreno. Analista. Solícito y correcto, de trato muy afable y cordial; un gentleman, en su más apropiada definición, que reparará antes de partir en la correcta colocación de todo el equipo y si es posible su pelo jajaja. Kike, Kike es el reverso, y no por eso peor, menos efectivo o enérgico. Aventurero, inquieto, dinámico, alegre, y clara y eficazmente trata de mantener vivo dentro de sí a una especie de "niño grande" . Su alma es de niño. Aparentemente, para él, la vida es una continua aventura y el mundo un territorio inexplorado, donde los héroes triunfan con las armas de la imaginación, el valor y la bondad, en tanto que los villanos, a los que hay que temer, terminan siempre derrotados. Está ansioso por aprender...y se le nota. La verdad que en ambos me veo reflejado en muchas cosas, y me gusta su compañía, o ser yo la suya. Nos esforzamos de nuevo con un balanceo casi esotérico al caminar clavados en la nieve, para salir hacia mar abierto, porque allí el avance es siempre algo mas fácil por haber menos nieve. Al fondo, muy al fondo vislumbramos la que por distancia debe de ser nuestra isla. En ella, al sur de la misma, nos ha dicho Lowe que hay un diminuto pueblo de pescadores, y por ello y por encontrarse perpendicular a la costa de Lulea, quizás pudiéramos tropezar con alguna huella de moto de nieve a la que podernos incorporar, y sobre ella, avanzar mas fácilmente. Llevamos hora y media en línea recta hacia la isla y ni rastro de huellas ni de nada. Son las tres y veinte y está disminuyendo la luz. El ahora intenso frío y una extraña luz domina todo. El hecho se traduce en un frío desagradable, acrecentado por el cansancio de toda la jornada. Estamos agotados y vemos la costa de la isla que en un principio debíamos rodear por el sur para sortear una zona de hielo inestable en su parte norte. Venciendo la apatía del cansancio, pero sobre todo siendo prudentes, decidimos intentar llegar a la parte sur de la isla a la que nos dirigimos para intentar acampar en su costa. Sacamos las cantimploras y bebemos matemática y mecánicamente. Estamos bastante cansado. Es el primer día, no estamos adaptados del todo, y ya llevamos mas de siete horas y media sin parar para cubrir estos casi veinte primeros kilómetros de travesía. Vemos el bosque como se va haciendo mas grande conforme nos acercamos, pero parece no llegar nunca. Los límites de la tierra y el mar están bordeados por un limitado cerco de sotos y bosque. El cielo es una gran bóveda de material sombrío y frío, arqueado sobre nosotros y la tierra. Si bordeamos la isla hacia el sur nos va a sorprender la noche. Paro para hacerles saber a Arcadi y Kike este pormenor que me va lacerando la cabeza, y curiosamente estábamos pensando lo mismo. Además mañana tenemos que remontar desde el sur en dirección norte por el otro flanco de la isla. ¿y si nos arriesgamos y cruzamos la isla mañana por su extremo norte que tenemos mas próximo, aún a riesgo de cruzar un tramo de hielo inseguro? “El que no arriesga no gana”. Los tres estamos de acuerdo, y decidimos acampar en los sotos que tenemos enfrente, a la orilla Oeste de esta isla, y mañana ya descansados y madrugando aventurarnos a atravesar un poco en diagonal hacia el norte buscando la ruta que habíamos proyectado. El hielo cerca de la costa esta roto y hundido bajo la nieve. Como una trampa. Al romperse una capa de hielo y hundirse un poco hacia abajo, crea cuencas irregulares de forma cóncava, como si fueran un platos de sopa, y por sus bordes, que es justo donde está la grieta o falla del hielo, sale agua de mar y entra en estos invisibles hundimientos, formando entre el hielo inferior y la nieve superior charcas de agua que no aprecias hasta que has metido el pie dentro. Tras meter el pie varias veces buscando los mejores sitios para cruzar, conseguimos enclavarnos en un pequeño descanso entre los árboles que parece un buen lugar para acampar. Arcadi y Kike están a expensas este primer día de mis indicaciones para montar el campamento. Además ese era el compromiso. –Hay que aplanar bien la nieve y hacer una plataforma sólida y regular para plantar la tienda y dormir cómodamente, les digo. Así que los tres nos ponemos manos a la obra, y con ayuda de las raquetas que nos facilitan enormemente la labor, hacemos en un momento una utilizable plataforma en la nieve. Mientras hago esta operación, no puedo evitar recordar los campos de altura durante las expediciones cuando agotados como hoy, paleabas nieve durante un buen rato y la pisabas para compactarla. Mientras me asisten, Kike y Arcadi se fijan en todo examinando mis maniobras, el equipamiento, o creo que incluso mi talante, y en cuanto deducen la maniobra que hay que realizar, inmediatamente se ponen manos a la obra sin yo indicarles nada. Yo, concentrado pensando por si hay algo que se me escapa. Escudriñando lo que pueda recordar o incluso aprender improvisando sobre el terreno como tanto me gusta; utilizando esos atajos reflexivos, para que la memoria repase momentos concretos de la experiencias aplicables al momento presente. Utilizando como anclajes las propias pulkas y las raquetas clavadas en la nieve, en un santiamén hemos montado todo en armonía entre la experiencia y el aprendizaje,... inteligencia al fin y al cabo. Ser inteligente es estar con la mente abierta; y no creer que lo sabes todo. Siempre hay cosas que se escapan, siempre hay cosas que aprender. Nos acomodamos en la tienda, si por acomodarse se entiende a meterse tres personas con un montón de equipo y material en una tienda de 1´45 por 2 y poco. Pero bueno, es lo que tiene hacer una travesía ligera, y además la tienda de expedición que nos ha proporcionado Trango es verdaderamente muy buena. Extendemos las esterillas, y nos quitamos vertiginosamente la ropa húmeda de sudor para escondernos en el saco casi tiritando En el fondo del saco, algo de ropa, los botines interiores de las botas para que no se cuajen con el frío, y cualquier cosa que quieras que se seque con el efecto de calor que emane de tu cuerpo. Antes de acomodarnos, hemos cogido con la pala nieve en una gran bolsa, y Kike que le hace ilusión como él le dice “freír nieve”, se ha emplazado voluntariamente junto a la puerta que está operativa con vista al mar, donde se pueden disponer bien los hornillos entre la puerta y el avance del sobre techo sin peligro a pegar fuego a la tienda, y comienza la trabajosa y paciente labor de hacer agua e ir rellenando todas las cantimploras, a la vez que entre medias preparamos alguna sopa para ir temperando el cuerpo y templando el espíritu. La otra puerta está muy pegada a un tronco y hoy no la podremos utilizar para esta labor. Mañana la montaremos mejor, y así podrán hacer esta tarea dos personas, una por cada lado. Con las cantimploras por fin rellenas de agua, comida en el estómago, y dispuestos en el saco bien calientes, bromeamos mirándonos el semblante cansado y gestionando los planes para mañana. Hemos hablado con Santi por el teléfono satélite para confirmarle nuestros planes y las previsiones para mañana. Para mañana se prevé fuertes vientos y los globeros no van a poder salir. Tambien, al hallarnos cercanos a islas habitadas, hay cobertura de móvil y he podido hablar con Rosana. Arcadi ya ronca, mientras el sueño y el calor intentan socorren mi cuerpo. Me tomo una valeriana, e intento dormir con mis dos manos juntas y apretadas en el interior de mis muslos, como quien se dispone a renacer de nuevo.

8 comentarios:

  1. Es que no te puedes imaginar la facilidad que tenia, y lo a gusto que lo hacia...jajaja

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  2. Estupendo Javier. como siempre. Nos estas mal acostumbrando.

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  3. Dicen que el escribir es un arte, pero, el verdadero arte no es sólo escribir sino saber transmitir. Y desde luego tu, sabes eso y mucho más…
    Estoy deseando continuar este viaje

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  4. buen relato me gusto mucho gracias

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  5. estupenda narración, toda ella, especialmente tres apartados: la sensación de familiaridad, la descripción de tus compas, y la última frase....
    jose luis

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  6. Me gusta tu relato y la descripción de un momento de plenitud y de una gran carga emotiva cxon respecto a tus compañeros. ganas de leer mas

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  7. Hace muuuchos años ví una película que me pareció un espectáculo soberbio, era algo como "Circo sobre el hielo". Espectacular. Ahora vienes contando tu aventura "Lo que vivo y siento sobre hielo": amigos y sus cosas, almuerzos y sus huevos, amaneceres; todo sensaciones fuertes
    ¡¡¡Nos vas a hacer ganas de ir!!!
    Otro título de película: "Esperando el tercero"...

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