domingo, 16 de mayo de 2010

MEMORIAS DEL MAR BALTICO (Cap.5)

Miércoles 10 de Marzo: Algunas personas miran al mundo y dicen ¿Porque?. Otras miran al mundo y dicen ¿Porque no?. Eso fue lo que nos preguntamos nosotros hace unos meses mientras preparábamos esta expedición.... ¿Por qué no? Noche espantosa. Al dormir en la litera mas alta arrimado al techo de la cabaña, casi no puedo respirar de aire caliente, carbónico y humo. O esa es mi incómoda percepción. Tanto, que a mitad noche me he levantado desnudo (vaya imagen) a abrir un poco las puertas de la cabaña para que entrara aire fresco. Mi cabeza no ha dejado de prever y ajustar kilómetros y horarios. Especulo y especulo tácitamente en duermevela las horas que nos costaría llegar si aceleramos.: -¿Y si pudiéramos llegar hoy a pie de vía del rompehielos de Röyttä? ... Nos encontramos bien y la pierna de Kike parece aguantar. Suponiendo que nos queden cuarenta kilómetros hasta allí, si lográramos una media de cinco kilómetros a la hora y sin ningún contratiempo, partiendo a las cinco de la madrugada, podríamos intentar llegar en unas nueve horas deteniéndonos lo justo para avituallarnos e hidratarnos; o diez si la media es mas baja. Es una jugada decidida a la que hay que apostar si o si. Las cuatro. Toco diana y soñolientamente Arcadi y Kike van desperezándose un día mas. Hoy nos costará menos partir gracias a hallarnos en esta sencilla pero eficaz cabaña. Tan solo prepararnos, desayunar, y disponer la pulka, sin las apreturas y embarazos de la tienda, y ponernos rumbo este hacia Seskaro, cuyo litoral podemos ver desde aquí laureado por unos minúsculos (vistos desde aquí) modernos molinos de viento sobre un estirado bosque. Así lo hacemos: Desayunamos, nos equipamos bien ya en un ritual conocido, y prácticamente a las cinco de la madrugada estamos reforzando la puerta de la cabaña bien sujeta con la piedra tal cual la encontramos. Comienzo a avanzar ascendiendo por la sutil depresión de nieve que nos dirige casi instantáneamente a la pendiente entre árboles hacia mar abierto, y la punzada que siento en mi tobillo a cada paso es como un intenso bocado con un afilado dolor casi insoportable, consecuencia de haberlo majado ayer durante tantas horas con el pliegue de la bota. La punzada es tan rabiosa e insufrible que me obliga a cojear aparatosamente. Si no mengua el dolor con la marcha, va a ser muy jodido el avance hoy, pienso. Por ello, me quedo atrás e incluso me rezago cuando poco a poco Arcadi y Kike van perfilando en la nieve y el hielo ese surco hacia el horizonte. El día, como mis ojos, está nublado pero de momento no nieva, y la temperatura como nos pronosticaron está comenzando a descender. El cielo grisáceo, arrastra la resaca de la nieve, y condensaba el frío ambiente. Un mosaico de tonos blancos, de ligeros declives de hielo fracturado junto a la ausencia de civilización en la zona, procura un silencio entre tenso y agradable, solo quebrado por el punzante dolor de mi bota que poco a poco, paso a paso parece aplacarse, o simplemente amansarse conforme el tiempo pasa. Casi tres horas caminando sin darnos realmente cuenta, cautivados por el espectáculo del entorno y nuestra propia abstracción, advertimos que estamos cerca de las exuberantes costas hendidas por los formidables molinos de viento de Seskaro, y hacemos un giro dirección sur para rodearla pasando entre dos islas repujadas con unas humildes cabañas con aspecto de estar habitadas, o por lo menos mas visitadas que la que habíamos dejado atrás esta madrugada. La curva que hace la isla, no nos dejaba divisar todavía nuestro siguiente propósito al otro lado y eso nos mantiene con la incertidumbre de la ubicación real de nuestro destino final consultando el GPS y despertando cada vez más nuestra curiosidad por hallar fielmente la situación de este rebaño de menudas islas en el mapa. La nieve inestable, variable y profunda , y se hace largo y desalentador. ¿Cuándo íbamos a llegar al mar abierto de nuevo? Es insoportable, y si la superficie no mejora, no podremos avanzar mas de tres kilómetros a la hora....Arcadi va en silencio delante, yo cuando hago mis relevos, me noto hoy muy agotado y gastado por la mala noche pasada, y Kike aguanta como puede con el intenso dolor de su pierna que tangiblemente le esclaviza. Paramos a descansar y tomar aliento brevemente y sin pensarlo mucho, decido sacar mi perfil de héroe protector, subyugar la inercia que me señala que pasito a pasito hacia delante es un pasito menos, e insisto de nuevo a Kike para distribuir algo de su carga entre las Pulkas de Arcadi y la mía. Kike finalmente accede. Nos partimos algo de su peso, y cuando arranco de nuevo me retraigo en silencio avasallado por la obesa y pesada pulka, sobre el ingrato sembrado de nieve profunda y rigurosa; - “intentaré aguantar como sea, haber si el terreno mejora” pienso. Mi doloroso estado físico, mi fatiga y quizás un algo de ego y fanfarronería me hace recapacitar: me doy cuenta que quizás no era el mejor día para el favor, para hacerme el superhombre y cargarme con este exceso, pues mis energías hoy andan mas bien dudosas. Siempre concibo que la generosidad se recompensa por si misma casi al instante, y que si haces un gesto de favor, de alguna manera quizás moral, este acto te aviva y te hace crecer... pero. ¡Ufff! Menos mal que Arcadi se encuentra bien, y con gesto disciplinado, pétreo en su manejo y su tez encendida de esfuerzo y frío va abriendo huella delante. Tras un par de curvas advertimos el hielo azul del mar, disminuye el espesor de nieve y se avanza mejor. La nieve acentuada es de color triste oscuro, casi negro, igual que las pocas rocas que asomaban entre el hielo cerca del litoral. A la izquierda el paso se cierra con un lejano puente que acuna la singular cala que atravesamos. Torcemos mas a la derecha, bordeando la orilla, y al frente se extienden varias islas y un cielo mortecino, sobre el mar. Las horas pasan y las fuerzas se tambalean cada vez mas. De pronto, Kike nos grita por detrás:- ¡Se ha roto mi pulka! Se ha partido completamente uno de los brazos o varas de anclaje de su pulka. Una de esas perchas que ensamblan y articulan desde el arnés de tu cintura hasta el frontal de la pulka, y la está remolcando sujetándola difícilmente con su brazo para mantenerla vertical y que no se ladee. Al ver la barra partida en dos, pienso en silencio en la dificultad de ensamblar dos expeditas barras sin fisuras y de plástico recto y liso (como el palo de una moderna escoba), e inmediatamente y sin dar demasiadas explicaciones actúo. La experiencia del pasado, me hace llevar siempre conmigo y en cualquier situación dos cosas básicas de reparación que me han sacado de mas de una situación comprometida: Cinta americana y una bolsa de bridas. Efectúo en cada lado de la unión a unos cuatro centímetros de cada extremo de la fractura dos bolas bien ceñidas dando vueltas de cinta americana, para que hagan de obstáculo o traba, y las bridas no se deslicen al tira de nuevo de la barra, partiéndose de nuevo. Conecto dos bridas en forma de argolla alrededor de cada barra al otro lado de estas bolas de cinta, y estos dos anillos aún flojos, los voy enhebrando con bridas horizontales paralelas a la barra y rodeándola completamente. Una vez hecho esto, aprieto fuertemente los dos anillos apresando en su interior todo el manojo de bridas, y una por una las voy cerrando y tensando alrededor de la barra. Cuando está bien prieta toda esta artesanal madeja de bridas, la cubro bien con cinta americana alrededor de la percha. - ¡Creo que funcionará!. Mientras lo reparo, Arcadi me filma en video, y Kike con su cándido interés y su voraz apetito de instruirse y aprender, me da bombo con tanta gracia que hace de este rato, un rato de relajamiento y descanso. Me encantan todo este tipo de improvisados recursos de fortuna. Aprovechamos esta breve y accidental parada para comer algo, recalcular la ruta y recuperar algo las fuerzas. Llevamos casi siete horas y media de marcha continuada y si hoy echamos el resto, podríamos llegar a pie de la refinería de Röyttä, justo donde llegaron las expediciones que cruzaron con esquís, pero a pie. Después del breve descanso continuamos. Algo del peso que esta mañana le he quitado a Kike, se lo he devuelto y lo carga de nuevo él. Lo agradezco; él se encuentra mejor, y yo hoy no estoy para tirar cohetes, ni correr ningún encierro. Comienza el ocaso y nos adentramos por una especie de bahía llena de depresiones de nieve y hielo, donde una especie de manto cubre la superficie de todo con una sutil tristeza que ensombrece el ambiente por la ausencia de sol. Al poco, en una islita que dejamos a nuestra derecha, vemos una pequeña acumulación de casas de tablones corroídos y descoloridos, mostrando sus decadentes entrañas entre los maderos desnudos. Es la viva estampa de un pueblo fantasma, tal como uno se lo imagina. Se muestra desierto, sin más, como si sus habitantes hubiesen huido precipitadamente presos del pánico, o esa es la sensación que a mí me produce al mirarlo de reojo al pasar. Parece como si el tiempo se hubiese detenido, en este rincón escondido. Es entre turbador y fascinante. Movidos por el instinto, y por lo misterioso de este escenario, propio de una película de terror, dejamos poco a poco atrás el decrépito poblado, y asomamos la cabeza seguida de todo el cuerpo arrastrando los trineos, de nuevo en mar abierto, para escuchar el frío eco de nuestra propia respiración. El paraje es cautivador. Estamos en un lugar recóndito en medio del mar y si te paras a pensar, hasta resulta inspirador. “Quien mira hacia afuera sueña, quien mira hacia adentro realmente despierta”. Tras unas dos horas mas de marcha, en silencio medito sobre este condenado y bello momento que hoy nos guía . Estoy muy muy cansado, y el frío no parece dejar de aumentar conforme acontecen las horas, y al fondo, por fin se distingue nuestro objetivo. Se ven claramente los humos de la refinería de petróleo, y la isla de Torne-Furö (Parque Natural) en la frontera con Finlandia, donde pretendemos acampar, y... ¡Mierda!... Un barco va desgarrando el paisaje desde la refinería dirección sur hacia mar abierto, y con el paisaje seguro que está mutilando el pavimento congelado del mar.... ¡El rompehielos!. ¡Bueno!, era lo que esperábamos ¿no?. Ahora toca invocar la suerte para que sea su última travesía hasta mañana por la mañana, y que esta noche haga mucho frío para que se congele y podamos atravesar su ruta de hielo en nuestro camino hacia Kemi. Cerca de la isla salvamos zonas de caos de hielo, bordes rotos por la fuerte presión y acumulación de nieve, (superficies en la que se hace muy trabajoso avanzar con las pulkas). Tras un día muy duro en lo físico, hemos llegado al destino previsto para la mejor previsión de la etapa, en la costa de esta isla de Torne-Furö, habiendo avanzado unos cuarenta kilómetros y unos cien o ciento diez desde que partimos de Brandön hace cuatro días . El viento comienza a soplar de sur algo mas fuerte, con lo que la sensación térmica empieza a ser muy baja. Me gustan estas sensaciones de supervivencia y soledad, crean un vínculo necesario con mi alma y si estas en verdadera consonancia (como es el caso), también un vinculo con tus compañeros. Disponemos montar el campamento y la tienda directamente sobre unas placas de hielo en la superficie misma del mar. Para esto, traje unos tornillos de hielo. Mientras vamos preparando el equipo, de repente, por detrás asoman dos motos de nieve que se acercan rápidas hacia nosotros. Son dos policías con significadas motos de nieve de policía con su rotativo y todo. Se detienen a nuestro lado, paran los motores y se retiran los cascos dejándonos ver sus robustas y sonrosadas caras. ¡Esto si es nuevo!. Primero nos entra la inquietud de que no nos permitan acampar aquí, que nos llamen la atención por algo, o imaginas inmediatamente que te van a decir: - ¡A ver!, ¡carné de conducir Pulkas, seguro obligatorio y certificado de la ITV!... Además, tras el palizón de hoy, estamos como para continuar... Muy al contrario, después de esta imaginaria y errónea sacudida, son muy cordiales, y están impresionados por hallar en su trillada y despoblada ronda fronteriza (La refinería es objetivo militar), en medio del helado mar, a tres desequilibrados intentando acampar sobre el hielo a veinte bajo cero, y tan solo nos interrogan para saber desde donde venimos, asombrándose casi cara de incredulidad tras nuestras explicaciones. Les relatamos nuestra aventura con nuestro abreviado pero suficiente (no gracias a mi) ingles, y nuestro propósito de llegar mañana a Kemi. Los interrogamos sobre la posibilidad o no de cruzar la vía del rompehielos, y su dictamen no es muy tranquilizador: Primero nos confirman lo que ya habíamos visto, (acaba de pasar el barco), y nos puntualizan que mañana, muy temprano, teniendo mucho cuidado y comprobando bien el piso golpeando fuertemente con los bastones, podemos intentarlo, pero que si no hace mucho frío esta noche, lo ven difícil. Nos hacemos una foto con ellos, o ellos con nosotros, y despidiéndose simpáticamente, se ajustan los cascos y los guantes, arrancan las motos, y aceleran casi derrapando como cuando de joven querías impresionar e interesar a la chica que te gustaba con tu “ciclomotor”. Mientras los miro partir, escucho gritar a Kike: - ¡Eeeeeeeeeyyyyyyyyy!. Con su ostentosa maniobra de arranque, con el envite, a uno de ellos se le había caído una señal indicadora de STOP en forma de pala de ping pong. Se distancian dándonos la espalda tan rápidamente, y con el bullicio de los motores, que no se advierten los gritos ni los aspavientos de Kike; así que, Kike adquiere una señal de STOP gentileza del mar Báltico y de unos amables pero despistados policías. Tras esta inesperada y sorprendente visita, continuamos con el montaje de la tienda y la engarzamos en un santiamén al suelo con los tornillos de hielo. Coloco primero uno, y así tanto Arcadi como Kike que desconocían esta cilíndrica herramienta que normalmente utilizamos para escalar en hielo; ven su funcionamiento, colocación, y su elemental modo de anclaje por medio de un mosquetón a la ligadura de la tienda, y colocan ellos el resto en los demás vértices para practicar. Después, se acomodan dentro y recogen en bolsas de plástico nieve para fundir, mientras yo cubro los faldones de la tienda con las propias pulkas, pues ha empezado a nevar y mover algo de viento, y si este se introduce bajo la tienda podría desgarrarla y dejarnos literalmente “con el culo al aire”. Una vez acomodados, hidratados y comidos. Nos hemos permitido el lujo de comer mas de lo habitual, porque mañana de una u otra manera llegaremos a destino y no tenemos que reservar; ya sea hasta Kemi, o como les ocurrió a las otras expediciones, si no podemos atravesar el hielo abierto, a algún punto cercano de la refinería a este mismo margen. Embutidos en nuestros sacos de plumas y tomados de frío, enchufamos el teléfono satélite y conectamos con Santi en Brandön, y con Rosana en España. Ambos nos felicitan y manifiestan lo mismo:- “No será posible atravesar la ruta del rompehielos” . Santi, Iván, Rafa y Rosa (nuestro equipo de apoyo), habían pasado el día en Kemi, y mientras fotografiaban en el puerto un barco rompehielos, casualmente, observando su filmación, les había abordado el dueño del propio barco. Ellos le habían relatado nuestra aventura y el propósito de preparar un documental, y este los había invitado a visitar el barco y filmarlo desde dentro. Habían disfrutado de una visita a un rompehielos guiada por su propio capitán. Incluso les había mostrado unas cartas de navegación de las rutas. Tras ello, las previsiones de cruzar, pesimistas. Según el capitán, “ninguna”, nos cuenta Santi.Aún así, proyectamos con Santi, las diferentes posibilidades para mañana: Primero, intentar llegar a Kemi, atravesando la gran ruta abierta que circula desde la península de Roytta hacia el sur, siguiendo la línea imaginaria de la frontera entre Suecia y Finlandia. El plan para ello, madrugar y cruzarla si está helada, y antes que transite ningún otro barco. Si esto no fuese posible, entonces me explica que tendríamos que acabar en Roytta (un pueblo al noroeste de la refinería) la aventura. Yo le explico, porque así lo hemos previsto y discutido entre los tres, que si encontramos el mar roto, subiremos por esta orilla dirección norte, para intentar bordear por la refinería, o si es necesario pasar por tierra aunque sea por el muelle del propio puerto, para regresar de nuevo al mar al otro lado ya en Finlandia, y llegar a Kemi a primera horas de la tarde. Santi, tras escucharme, abiertamente y con voz afectuosa me manifiesta: -Eso quería escuchar; tener mucho cuidado y ya me informareis. - Nos vemos en Kemi. Le preciso que madrugaremos mucho, y si lo logramos, podrán verlo en el ordenador por medio del Spot, y que aun así, les mandaré una señal de “ok” para que lo sepan con seguridad. Tenemos que descansar. “El futuro no es un regalo, es una conquista”. Mañana debemos conquistarlo.

8 comentarios:

  1. Tu siempre haciendo de McGiver con tu cinta y tus bridas... Artista. Cuando me falle el cortacesped te llamare.
    Preciosa aventura rumbo a Kemi...

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  2. preciosas .Transmites tanto, que te trasladas a esos lugares tan bien descritos.¡Una gozada!

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  3. Mis estrellas para ti amigo, excelente este relato

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  4. Me llegaste de verdad con ese trocito de cielo y aventura en plabras.
    Muchas gracias

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  5. Siempre es un gusto inmenso leerte. y cuando veo que ha actualizado el blog entro para ver y siempre me encuentro con tus entadas que me encantan.

    siempre ses un placer visitarte

    saludos fraternos con mucho cariño
    un y abrazo inmenso. Me encantan estas memorias

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  6. Estaba a punto de recomendarte que te trataras de alguna forma, porque siempre he pensado que los que haceis estas cosas estais un poco locos, pero vistos los resultados y leídos tus escritos, sigue así, Javier, sigue así. ¿Para cuando el siguiente capitulo?¿y la siguiente aventura?
    Has conseguido que casi lo entienda. Gracias ..

    PD: El de la maraton de Sables, me parece extraordinario. el de yukon aún no lo he leido, pero lo haré

    Lucía Portela Caceres

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  7. Gracias Lucia.Es una "sana locura" jajaja

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  8. Esos locos geniales. genial. eres sencillamente genial.
    A.J

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