Maestra en el arte de la relajación, la pereza es un ingenioso enemigo que nos lleva a la apatía y la dejadez a la hora de salir a entrenar.
Incluso a los que nos encanta salir al campo y entrenar, cuando este entreno está acentuado por un gran objetivo, y por ello se convierte en una semiobligación, puesto que comprendes que será necesario forzarse para llevar a cabo esa empresa que sueñas, algunos días cuesta.
Aunque, la pereza no es más que la mala costumbre de descansar antes incluso de estar cansado.
Cuenta una historia, (ya sabéis quienes leéis este blog que me encantan las historias y fábulas), que un niño fue a casa de sus abuelos a pasar el día. Una vez allí, jugando en el jardín, se topó con "Vago", un enorme y peludo perro que poseían sus abuelos, que estaba apoltronado bajo un árbol y no dejaba de gruñir y gimotear.
El niño se aproximó y le preguntó: "¿Qué te pasa Vago? ¿Estás enfermo?".- "No, no estoy enfermo", le contestó el animal, con voz apática.
Confuso, el niño se dio media vuelta y siguió jugando por el jardín. Un rato más tarde, el niño volvió a fijarse en el perro. Permanecía inmóvil y seguía gruñendo y lamentándose. Tras dudar varias veces, se dirigió de nuevo al animal y le preguntó: -"¿Te encuentras bien? ¿Quieres que llamemos al veterinario?"
El perro levantó la cabeza y le miró con los ojos entreabiertos y la mirada perdida sin decir nada, aunque era evidente que padecía alguna indisposición.
El niño se fijó en la postura del animal. Algo parecía anormal. Era tensa y forzada… y de pronto lo vio: “El perro estaba sentado sobre un gran clavo oxidado”. - ¿Acaso no te has dado cuenta de que estás sentado sobre un enorme clavo?", clamó el niño; - ¡Cuánto más tiempo estés así, más te dolerá!" Y añadió, sorprendido: - "¿Por qué no te levantas?"
'Vago' levantó su abatida cabeza con lentitud y le contestó con despreocupación:-"Porque no me duele tanto como para hacer el esfuerzo de levantarme"...
La pereza es una hábil ladrona de tiempo en todos los terrenos; te roba experiencias, aprendizaje, y te hace sentir indiferente y satisfecho aunque estés sentado sobre un clavo. De ahí que romper con esos días de desgana, “cueste” y requiera honestidad, compromiso y fuerza de voluntad. Yo los remato y los denomino los días de “entrenamiento psicológico”. También son buenos y útiles. Y aunque son de empiece indeciso, la euforia final se acrecienta y compensa el esfuerzo.
Cierto, alguna vez cuesta arrancar...... pero desde luego al final del entreno la sensacion es excelente.
ResponderEliminarMe reafirmo en que eres sabio amigo mio
ResponderEliminarPara curar la pereza hay que romper este circulo poniéndote en acción aun cuando no se sienta el deseo. Al ponerte en acción la pereza desaparece.
ResponderEliminarHoy me siento asiiiii
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