viernes, 9 de diciembre de 2011

MI JUNGLE MARATHON (Capitulo 2)

Antes de acostarnos en este inédito y hermosísimo emplazamiento, un grupo compuesto de unos veinte niños y niñas dirigidos por quienes parecen ser sus educadoras, nos brindan unos bailes y cánticos de bienvenida. Los miramos, escuchamos y nos fotografiamos junto a ellos cuando al terminar posan con los blasones de Brasil, de la carrera, e imagino que del estado donde estamos. ¿Cuanto habrán ensayado ilusionados para ofrecernos esta deferencia? Para ellos, hoy es un día muy significativo que cada año les aparta de su rutina, y por ello se les nota concentrados y muy entusiasmados. Deberemos estar a la altura de sus atenciones, y aplaudirlos a rabiar como merecen.
La irlandesa promotora de la carrera, Shirley Thompson, concluye esta especie de ceremonia inaugural afirmándonos en su nombre y en el de todas las comunidades de este territorio por donde discurre la carrera: - “Bem-vindo e boa sorte” (bienvenidos y buena suerte). 
Me acurruco en la hamaca, es ya tarde. Me acomodo, y al poco, ya casi estoy dormido, pero..., como si de un terremoto se tratara, la hamaca se balancea sin yo siquiera menearme... Acabo de descubrir otra de las precauciones que habrá que tener en lo sucesivo para instalar la hamaca: Si varias hamacas están anudadas a un mismo tronco, cualquier movimiento que tenga una de ellas se transmite al poste donde está atada balanceándolo, y este a su vez, como una reacción en cadena, trasmite ese balanceo al resto de hamacas sujetadas a él. Así que si has tenido la mala suerte (como es mi caso) de compartir amarre con alguien corpulento además de inquieto, estarás toda la noche danzando espontáneamente al ritmo de sus movimientos. Entre estos incontrolados movimientos, y algún perturbador “mangazo” que nos despierta y altera a todos al apedrear con fuerza alguna lona, provocando algún grito y algunas risitas perversas, la noche no ha sido todo lo placida que desearía.
Escucho movimiento. Veo a través de la redecilla como el sol comienza a iluminar las copas de los árboles más altos, y el poblado lentamente se anima. Son las seis y ya suenan voces, ladridos, cacareos, lo que me parecen cigarras o moscas, y algunos pájaros.…. Apunta el alba.
Me incorporo, y despegando el velcro que mi hamaca tiene en su base para poder salir de ella, asomo. Este velcro está cosido en el fondo de la hamaca desde una esquina hasta justo su mitad, y sirve de puerta de entrada y salida; así, al cerrarlo bien cuando estas dentro, la hamaca que esta envuelta por arriba con tela mosquitera,  queda perfectamente enclaustrada evitando la entrada de insectos o mosquitos. Eso si, tienes que tener el cuidado de acostar la espalda y la cabeza por la parte de hamaca que no está el velcro, y que este quede entre tus piernas, porque si lo hicieras al revés, sucumbiría por tu peso, y te pegarías un imponente espaldarazo contra el suelo...
Al calzarme las chancletas de dedo que llevo para descansar en los campamentos, lo primero que observo en el suelo, son los mangos magullados por el estacazo contra el firme que han caído por la noche, y como atraen el interés de la chavalería, y también de las gallinas que rivalizan con ellos por hacerse con uno. Es como si creyeran que al desperezarnos nosotros se los íbamos a robar.
Con agua caliente que nos proporcionan en una barraca contigua, me preparo y desayuno un liofilizado de muesli con chocolate, y me decido a explorar el lugar paseando por unos disimulados senderos bajo unos enormes árboles complicados por la espesura de unos arbustos que se mezclan con gruesas lianas, grandes hojas, tallos trepadores y grandes raíces, alrededor de unas pocas modestas y diseminadas viviendas. Mientras camino, pienso en mi familia; ya es imposible comunicarme con ellos, y los hecho de menos. Observo que ya están colocadas las marcas de la primera etapa por un sendero ascendente. Son orlas de tela (biodegradables) de color rojo, unas atadas a ramas, y otras ensartadas en alguna hendidura hecha en los troncos de los árboles a golpe de machete.
Allí cerca, encuentro a un anciano extrayendo caucho de un árbol enorme. El, caucho o látex, es un polímero natural empleado ya por los pueblos mesoamericanos desde hace más de 3.000 años, que se dice pronto, y se obtiene a partir de la savia lechosa de este árbol “Hevea brasiliensis” . Por sus propiedades, se fabrican miles de artículos con él para muy diferentes usos, como por ejemplo los neumáticos..
Observo ensimismado como el anciano practica una incisión vertical en el tronco del árbol con una especie de minúscula hoz, en la cual clava una pequeña canaleta metálica que apunta a un cacillo apostado en el suelo. Con la precisión de un cirujano, practica otras dos incisiones horizontales alrededor del tronco rematadas en la primera hendidura por las que el árbol comienza a sangrar, a exudar el látex, asegurándose el escurrimiento hasta el cazo. Observando la corteza del tronco, me doy cuenta de que está repleta de viejos surcos ya cicatrizados. ¡Que curioso! Es algo que nunca había visto.
No veo más que verdor, y no siento más que calor y humedad. Hay tantos árboles y tan altos. Casi detrás de cada casa, está parapetada su letrina. Letrinas que podemos utilizar, y que están hechas, formando una garita de no mas de metro y medio a cielo raso, con tres quebradizos tabiques elaborados con hojas de palmera secas, cerrados al frente por una lona de plástico azul que ejercer de imaginaria puerta. Parecen unos pequeños corrales. Dentro, pisando sobre dos leños estratégicamente distanciados para dejar espacio entre tus pies, y estos sobre un agujero excavado en el suelo, acuclillados, con las piernas separadas y las palmas de las manos sobre los muslos, depositas tus tributos intestinales. Rememoré mis años de campamentos juveniles, cuando no había tantas normas sanitarias y fabricábamos y usábamos este tipo de letrinas pedestres.
Prosiguiendo mi paseo, en lo alto de un montículo al que se accede por unas escaleras, desde donde se divisa muy bien el campamento y el río, se halla una pequeña nacarada y sobria iglesia. Afable por fuera y muy humilde por dentro.
Nos comunican que Shirley junto a Gil, uno de sus colaboradores Brasileños y fotógrafo de la carrera, va a presentar el briefing, así que acudimos todos a la pequeña explanada central del campamento donde han colocado en círculo unos austeros bancos de madera.  Primeramente Shirley diserta con gesto sobrio de burócrata anglosajón. Mientras habla agita con ímpetu sus delgados brazos y dibuja una convencida sonrisa. La observo, ya que como se expresa en inglés, apenas entiendo algunas palabras sueltas de lo que dice. Es de piel enjuta y lustrosa, de pelo liso castaño claro casi rubio, ceñido con una coleta que despeja su frente y su gesto que aparenta unos cincuenta años; es muy delgada, y por ello parece más alta de lo que es en realidad; lleva camiseta rosa con el anagrama de la carrera, y unos pantalones de explorador pardos ajustados bajo sus rodillas con unas voluminosas y ahuecadas espinilleras anti serpientes salpicadas de barro. Esto hace presuponer su determinación y comunión con la carrera. Trasmite la imagen de una persona muy enérgica. De lo poco que entendemos con Julen, es que el tratamiento contra la malaria no es obligatorio tomarlo, porque donde estamos no es zona de riesgo, pero cada cual que haga lo que considere oportuno (Yo ya tenía decidido no tomarlo por el montón de efectos secundarios, así que el escuchar esto me satisface y refrenda aún más); y que en la zona pantanosa que atravesaremos durante la primera etapa de mañana, mientras marcaban, habían avistado una enorme “anaconda”. Esperemos que nosotros como máximo solo hagamos eso, avistarla...
Después Gil, tanto en inglés como en portugués, nos explica algunos tipos de actuación cuando evolucionemos por la “mata” (selva en portugués), sobre todo con respecto a aferrarse a cualquier planta que nos venga a mano sin fijarnos, y las posibles consecuencias si la planta es la equivocada… Gil, es también muy flacucho y escurrido, y hay algo en sus rasgos y en su forma desenfadada de vestir, que le da cierta armonía. Sus canas, su rostro enjuto y jovial golpeado de sol, hacen difícil calcular su edad. Con esa apariencia de hippie maduro, puede ir de los cuarenta y pocos a los cincuenta y tantos. Su pelo grisáceo de robusta melena, le cae casi entre los omóplatos, y barba cana y maltratada parece querer fugársele de la cara hacia sus vividos ojos, dándole un aire muy gótico.
Finalizado el briefing, nos vamos hacia nuestro sector del campamento, y acto seguido, Shirley se presenta con un cuaderno entre sus brazos,  y nos insta a Julen y a mí a efectuarnos el control de material. Ella nos va recitando el listado de material obligatorio, y nosotros se lo vamos mostrando; lo ratifica, y lo marca en nuestra ficha: Brújula, cuchillo, tabletas potabilizadoras, sctiks fluorescentes, silbato, frontal, pilas, los bidones con suficiente capacidad, mechero, repelente de mosquitos, etc, etc… ¡Está todo! . Nos da la conformidad, y también una hoja o ficha para que nos presentemos en un edificio colindante que nos señala para pasar el control médico y de botiquín, y continúa pasando el control de material a otros compañeros. La verdad es que no ha sido tan meticulosa y rigurosa como yo me esperaba, pues algún material del que ha ido pronunciando, mientras se lo mostraba Julen, no me daba tiempo a mostrárselo yo, y aún así, sin verlo, señalándolo en la ficha lo daba por bueno, y decía otro. ¿Será que da por hecho que con un solo objeto de cada nos apañamos los dos, y que en caso extremo de estar extraviados por la selva y tener que utilizar algo, estaremos los dos juntos y podremos compartirlo…? No sé, no sé…Además, le hago entrega a Shirley, de una gran bolsa que contiene piruletas, lapiceros, pinturas y estuches para lápices, gentileza de los Supermercados Simply, y de mi amigo y director Aselo, para que ella a su vez se las entregue a los niños del lugar.
Nos dirigimos con el botiquín y  los papeles en mano (certificados de vacunación, reconocimiento médico y electrocardiograma) al edificio que nos ha señalado Shirley. Es un modesto edificio mezcla entre pabellón y cobertizo con techado, circunvalado con tabiques o tapias de no más de un metro de altura, que le dan un aspecto de chiquero. Allí  dentro se han distribuido todos los médicos y auxiliares en grupos de dos sentados en sillas, para que vayas pasando de unos a otros como si se tratara de una cadena de montaje. Primero control de botiquín, todo correcto; a continuación control de vacunas presentando la cartilla de vacunaciones. En mi caso, fiebre amarilla, Hepatitis A, Antitetánica y la triple vírica. Esta última es debido a unos brotes de sarampión que se habían sucedido en esta zona el pasado año, y a que yo el sarampión no lo he pasado de niño...; al contrario que la hepatitis B (otra de las vacunas obligatorias), que si la pase de pequeño, y no me la he tenido que dar porque la llevo de serie.
Después de  esto, un intensivo reconocimiento medico en el que te explora, te ausculta, y te hacen decenas de preguntas sobre tu salud, entrenamiento que has seguido y condiciones físicas, anotando en tu ficha cada uno de los resultados. Por último, ya al salir de este “circuito de la salud”, das tu ficha totalmente rellena aprobada y certificada, y te asignan el dorsal. El 34 y a Julen el 38. Me ha tocado el número del prefijo telefónico internacional de España; buen augurio. En Sables me toco el 600, número emblemático de nuestro coche más internacional, y la cosa me fue bien...Que dorsales más bonitos: son de tela recia como de fardo antiguo de color grisáceo, que le dan el aspecto gastado de unos tejanos envejecidos, muy acorde con el escenario de la carrera.
Comemos. Esta vez me toca un apetitoso plato de pasta a la boloñesa. Por mas años que llevo empleándola, siempre me resulta asombrosa la comida liofilizada. Abres el sobre, y si puedes evitarlo, es mejor que no mires dentro antes de añadirle el agua caliente, porque verás unos minúsculos fideos envueltos por unos residuos entre grava, cutículas, polvillo de color, y cal; unos cachos de pellejos embalsamados que podrían ser fragmentos de cualquier animal momificado, y granulitos de algún tono y aspecto inconfesable. Todo este consistente mejunje, una vez le añades el agua caliente hasta la rayita que marca en el sobre, lo revuelves, y esperas diez minutos:... ¡tachaann!... por arte de magia, se trasforma en un exquisito plato de fideos gordos con pollo a la milanesa. Menos mal que para acompañar y alegrar el espíritu, como segundo plato aún tenemos pan bimbo con jamón ibérico; ¡eso si es un buen liofilizado!... Abra que sestear un poco, hundidos en la hamaca para hacer la digestión.
Ya son las cinco de la tarde. Hemos de entregar el petate con el equipaje a la organización, y quedarnos solamente con el material y equipo de carrera, con el que deberemos pasar los próximos siete días, así que montamos una vez mas el tenderete para ajustar y desajustar la mochila, y después nos dirigimos al río donde esta atracado el barco de la organización, para entregar el petate perfectamente cerrado y documentado con tus datos personales.
Con pasos prudentes sepultados en arena de playa, lentamente regresamos con Julen al campamento. Charlamos amigablemente y reímos, e incluso invitamos a jamón a los más cercanos a nuestras hamacas. –“Mira qué buena indumentaria lleva ese”; - “Que fuertes parecen esos”; “Observa esos dos, con ese aspecto tan pedante y soberbio, paseándose perfectamente uniformados y con el pecho inflado”… Esos dos, eran dos ingleses, a los que inmediatamente, por su tiesura, excelso aspecto físico ceñido a su perfecta uniformidad, y sobre todo por su evidente altanería que les hacia mirarnos a todos por encima del hombro, bauticé como "Krak y Catakrak". Su fachada y forma de actuar, era un patrón que ya había visto en otras ocasiones tanto en expediciones, como en otras carreras, y lo distinguí inmediatamente, y le dije a Julen: - “Estos dos, petaran”…. -“Igual luego soy yo el que peto, pero esos dos, tan caracterizados, y con esos aires de prepotencia antes de… “nada”, normalmente después resultan los más engañosos y petan”…
Integrados en la carrera y en este delicado equilibrio con la naturaleza, todo está ya listo para comenzar mañana la aventura que llevamos preparando meses. Quién sabe como acabaremos, ¿no? Pero eso forma parte del encanto: tanto el destino, como el camino por el que llegas hasta él.
Disfrutamos de otro asombroso atardecer crepuscular de tinturas rojizas y anaranjadas que se proyectan en el río, dando a todo una envoltura de quimérico sueño, suscitando que tu ánimo esté en armonía con todo lo que te rodea.
Después de cenar, nos distribuyen los primeros mails, y excitados con ellos en la mano, nos hundimos en las hamacas para leerlos a la luz del frontal, anhelando encontrar en ellos el ánimo, el cariño y la confianza necesaria para la aventura que mañana emprenderemos. Estos instantes que parecen insignificantes, puedo decir que son instantes con unas emociones únicas. La noche anterior a comenzar, los mails; instantes que has esperado durante meses. Emociones tan placenteras que no sientes otra cosa. Entendiendo que cada emoción es diferente e intensa en su propio contexto.

Me acurruco como un bebé con los ojos aun vidriosos de satisfacción tras leer los mensajes de mi familia o amigos. Todos tenemos derecho a ser malas personas en alguna época de la vida,  de haber sido orgulloso, tímidos, no saber explicar, de ser perezoso, o de equivocarnos ¿por qué? Porque somos humanos, seres sensibles y vulnerables, y sobre todo porque “no tenemos porque hacerlo todo bien”. Todo en esta vida  es por algo y para algo, y todo está diseñado si te das cuenta, para sacar lo mejor de ti. Me duermo.- “Buenas noches Julen”; - “Buenas noches Javi”

8 comentarios:

  1. 3-2-1... supongo que el proximo dia nos contaras ya por fin algo de la carrereta... anaconda? mangazo? plantas carnivoras? monos agresivos? nativas en bikini? jajaja... eres un crack, en el buen sentido.

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  2. Que ganas de que sigas, y a la vez de que no lo termines nunca. Me encanta.

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  3. Javi decídete y edítalo. Esto no es un blog, es un libro de viajes y aventura. Puedes hacer tranquilamente una trilogía con las tres grandes carreras en las que has participado. Tienes talento y material de sobra.
    Piénsatelo.

    Saludos.

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  4. Hemos pasado el meticuloso examen médico y la revisión/inventario de materiales; donde fuisteis ¿a la selva o a la mili?
    Ya leemos que también le disteis al jamón, ahora como dice sr. ornitorrinco: ¡¡¡ AL TURRON!!! de la carrera, que hay ganas...

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  5. Un verdadero placer seguir tu crónica.

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  6. Estoy de acuerdo con todos, tengo muchas ganas de seguir disfrutando del relato que está por venir, pero a la vez tengo ganas de que este apasionante relato no termine nunca.

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  7. Me cuesta encontrar el momento para disfrutar de la lectura de tu relato, ya que no quiero que nadie me moleste. Una vez lo leo,me gustaría continuar. Genial Javi. Espero con muchas ganas la continuación, y como te dicen muchos ¿Por qué no te planteas editar un libro?

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  8. Muchas gracias a todos por leerme, y tener la paciencia de esperar a que lo escriba. Quiero hacerlo como siempre con detalle, y eso cuesta. ¿Editarlo?.No es la primera vez que me lo dicen, pero... me da cierto... rubor...Una vez finalizado, al igual que los otros relatos, aqui estará, en este mi blog para quien quiera imprimirlo, guardarlo y leerlo. Un abrazo a todos.

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