
Las
reliquias de la memoria que no paran de resonar queriendo hablar no de lo
sucedido, si no del glorioso pasado que hoy representa en mi tu sombra, más
alargada de lo que jamás pensaste o yo te dije; tu recuerdo y tu eterna
sonrisa.
Las
luces se extinguen, los sueños discurren, las estrellas solo gesticulan su
brillo, y el tiempo siempre se cobra las víctimas que no lo quieren abrazar.
Porque
tú así lo valías, los que estaban cerca de ti se han volcado en intentar
rescatarte.Y los que estábamos lejos, impotentes, hemos suplicado durante
cuatro días arrojándote una enorme cuerda de deseos y ánimos que se ha
frustrado, pero no se ha partido. Muy por el contrario, hoy llorando en
tu nombre se ha hecho mas fuerte y más extensa de lo que tu, en tu modestia
seguro nunca imaginaste.
Ahora
tras intentar aferrarte a la vida durante cuatro agónicos días, estarás ya
bien. Estarás junto a Iñaki, Pepe Chaverri, Pepe Garcés, Javier Escartín , Javier Olivar, Lorenzo Ortiz, Félix,
Tolo, o tantos otros, que como tú, cuando intentaban alcanzar la cumbre
de sus pasiones, se marcharon pero permanecen envueltos en su añorado sueño.
Estarás junto a ellos velando por tu familia y por todos nosotros. Estoy
seguro.
Conocí
a Juanjo en el campo base del Manaslu en 1999. Y no se me ocurre un lugar más
extraordinario para conocer de verdad a una persona tan soberbia como Juanjo.
Donde era él al 100%.
Compartíamos
permiso y expedición, montañeros de Aragón Barbastro y un grupo de Al filo de
lo imposible, del que Juanjo era miembro, que pretendía filmar la ascensión de
Carlos Soria a esta montaña.
De que
grupo más portentoso de alpinistas me beneficié, y tuve la suerte de tratar y
conocer aquellos días: Nuestro jefe de expedición, Pepe Chaverri que lógicamente
ya conocía bien, al mismo tiempo Iñaki Ochoa, Carlos Soria, Ferrán Latorre y el
bueno de “Juanjo Garra”.
Con
Juanjo hicimos migas desde el primer día. Bueno, él las hizo con todos
nosotros.
De
entrada y sin conocerle, era un tío afectuoso, cordial y simpático, que le
gustaba presentarse en las tiendas de los demás para charlar de cualquier cosa,
o si te veía ocupado con alguna tarea que creyera que precisaba su ayuda, a
cooperar.
Lo
primero que me llamo la atención de Juanjo, y seguramente es el motivo por el
cual me identifiqué inmediatamente con él y lo sigo haciendo, es que parecía
una persona “corriente”.
En un
universo que entonces yo tenía idealizado, y me parecía cobijo de súper
hombres e imponentes y bravucones montañeros, donde yo me había
infiltrado (o así lo sentía) Juanjo era humilde y “normal”.
Él fue
el primero que me hizo desmitificar esta idea, y sentirme parte de ese mundo
con pleno derecho. Después, le siguieron el resto, si, pero él, tan
inmediato, cercano y cariñoso, tenía ese don; Tenía el don de la humildad, la modestia y la
sencillez, y lo transmitía a su alrededor, camuflando lo excepcional como
corriente. Ser una persona extraordinaria,
que figuraba ser ordinaria.
Durante
un mes, fuimos vecinos de tienda, y como una nevada bloqueó nuestro avance
durante más de una semana, obligándonos a pasar largas horas como buenamente
podías en el campo base, a mí me gustaba mucho visitarlo y charlar.
Hablábamos
de lo divino y lo humano, e incluso bromeábamos sobre los dedos que le faltaban
en su mano derecha, y como los malogró. Por eso, por esas bromas, en la
caricatura que le dibujé en mi cuaderno de expedición, le pinté un cepo para
ratones atrapándole los dedos...
Era tan buena gente, que incluso siempre he
sospechado que fue él quien organizó la comida “sorpresa” que se realizó para
celebrar mi 32 cumpleaños allí.
La
expedición se sucedió, y no viene al caso hoy extenderme con ella.
Después
de la misma, nunca perdí el contacto con Juanjo, e incluso estos últimos años se
arraigó debido a nuestra mutua afición por correr.

Al
terminar la carrera me preguntaba: -“¿Qué tiempo has hecho?””, y tras
indicárselo, con una sonrisa me apuntaba: - “”¡Serás maricón!””...
Eres
quien eres, y te encuentras dónde estás porque así ¿Dios? lo quiso.
Haber
conocido a personas como Juanjo me hace estar aún mas dichoso de ser y de estar.
Una
persona que sin él saberlo influyó en mi, enseñándome a valorar eso que
dice: "“Sé feliz con lo que eres y con lo que tienes, mientras persigues lo que
deseas"…”.
Gracias
Juanjo. Nunca te olvidaré. D.E.P.
Javi