Dos veces había pisado el continente africano; en
Egipto, y en Marruecos; pero hasta ahora en Tanzania, no había tenido la
percepción real de haberlo hecho.
Porque, ¿qué decir de un continente con un
contorno que aparenta ser un corazón humano?. Que aún con lo poco que he podido
ver y percibir durante estos doce días, puedo atestiguar, que en África, la
genuina África, se percibe algo parecido a la fascinación por nuestro ayer, por
nuestro origen. Una tierra esmaltada en color sangre, bañada en una
conformada y profusa naturaleza que té cautiva de una manera difícil de
expresar.
El Kilimanjaro es con sus 5.895 metros de altura, la montaña más alta
del continente. El Uhuru Peak no solo es punto más alto de África, además es la
montaña más alta del mundo que no pertenece a ninguna cordillera. Es el
centinela del continente negro, y por tanto un anhelo para mucha gente que
adoramos subir montañas. Su nombre en masai es "Ngáje Ngái", que
significa "la Casa de Dios". Con ese nombre, ¿cómo no ansiar asomarse
a su cima?.
¿Habéis ascendido al Kilimanjaro? Me han contado que
es muy fácil.
¿Cuanta gente piensa esto equivocadamente?.
Es cierto que no tiene dificultad técnica, y esto
hace más accesible su ascenso, e igualmente ofrece una fácil retirada, motivos
ambos que atenúan su peligrosidad. Pero la realidad, es que ascender el
Kilimanjaro es duro, muy duro.
Marchas de siete horas diarias saliendo de tres
mil metros, aclimatándose a la altura durante cuatro o cinco días consecutivos,
y un último día en el que habrás de
remontar unos eternos 1200 metros de desnivel por encima de 4700 m,
probablemente a bajas temperaturas y con viento, habiendo descansado (que no
dormido) unas tres horas; y esto además, será solamente la mitad de una jornada
que entre ascenso hasta 5895m y descenso hasta la cota de 3700 m, te exigirán
16 horas de continuado esfuerzo.
¿Fácil? Esa es la infeliz leyenda de una montaña que venden con ese
enunciado, con tal de sacar dólares a turistas incautos o andarines inexpertos,
que o sufren lo inenarrable, o abandonan a las primeras de cambio.
Son simples reseñas comerciales que incluso se conceden inventar una supuesta
cima, Stella Point (a 5.730 metros) 165 metros de desnivel y una hora mas
abajo de la auténtica cima, acreditándola igualmente con un
certificado que el parque Kilimanjaro entrega
por haber llegado hasta ella, y así poder afirmar sin sonrojo
que has subido al Kilimanjaro.
Pero bueno, esta es nuestra historia, y nuestra
anhelada historia empezó el 3 de Septiembre en Barcelona, cogiendo el vuelo que nos llevaba a Estambul y desde allí otro a
Arusha (Tanzania): Atrás quedaron meses de preparación, ilusiones compartidas y
organización, saboreando como siempre cada momento empleado en coordinar esta
aventura que surgió de la combinación entre Viajes Barceló de Barbastro (David
y Carlos) y un servidor.
Al final del recorrido, once personas nos entregaron con confianza sus deseos comunes
salpicados de ilusión; bueno, en realidad fueron muchas mas las que se
inscribieron, pero por unas u otras causas (personales, económicas, etc), el
grupo se quedó en once, conmigo como coordinador y asesor, doce: ocho de
Barbastro: Mª José, Luisa, Carmen, Miguel, Pepe, Juanan, Rosana y yo mismo; de
Binaced: Marisa; de Graus: Javier; de Zaragoza: Edu, y Miky de Linares.
Que decir de todos ellos. Que han sido un gran
grupo. Y esto, no lo digo por decir, ni por quedar bien. De ser así me callaría
y punto.
Cuando David me planteó este reto compartido, y
elegí el destino del mismo, el principal objetivo que me plantee, fue la
mentalización y la motivación del grupo. Convencerlos de que es mejor marchar
repletos de esperanza e ilusión que llegar. Sabia que si el grupo estaba
ilusionado, convencido, y por supuesto, hacía piña, tendríamos un cincuenta por
ciento ganado. Se sube con las piernas, si, pero de ellas estira la cabeza, el
corazón y la motivación. Acto seguido, fue la fortuna la que hizo que se
juntaran una serie de personas que parecieran entenderse de toda la vida, y que
unidas, se ajustaban como un exquisito reloj Suizo:
El equilibrio y experiencia de Miguel y Javier;
La alegría de Marisa y Miky; la disposición y responsabilidad de Luisa y
MªJosé; La suficiencia de Juanan y Edu;
la veteranía de Pepe y Carmen, y el apoyo y cursada sensatez de Rosana,
se fusionaron con familiaridad y armonía.
En fin: Equilibrio, experiencia, alegría,
disposición, responsabilidad, suficiencia, veteranía, apoyo y sensatez. ¿Qué
mas podía pedir para un grupo?. Esa era la principal garantía de un viaje que
para muchos era iniciatico y un sueño muy deseado.
04-09-13
Llegamos de madrugada al aeropuerto de Arusha,
donde nos esperan dos vehículos que en una hora mas de viaje nos trasladaron
hasta el hotel.
Al día siguiente madrugue y di un pequeño paseo
matutino. Todo me era nuevo, pero nada desconocido. El bullicio de las
calles con sus desarrapados y
descuidados edificios cuarteados, que la mayoría albergaban en su parte
baja algún tipo de escaso comercio de ropa o comida; o malogrados vehículos
circulando junto a otros más modernos y animales de tiro. El planeta cada día está más globalizado, tanto
en el primer como en el tercer mundo. Nada me era del todo extraño, y todo me
recordaba a otros lugares en los que he estado; La única diferencia, la gente,
la cultura y la raza. Evidentemente me
encuentro en África.
Regresé al hotel donde poco a poco se iba
desperezando el grupo, y al poco apareció Gregorio preguntando por mi.
Gregorio, era uno de los guías locales que nos
acompañarían en la expedición, y que yo reclamé a la agencia Tanzana porque
hablaba castellano. De piel oscura (como no), estrecho, delgado, metro noventa.
En su cara cincelada con sobresalientes labios y ungida con pelo corto y crespo
de color nativo azabache, destacaban sus ojos grandes, amplios y saltones que
emanaban naturalidad y franqueza. Nos dimos un apretón de manos, y nos sentamos
a charlar en el sobrio hall del hotel.
Su mirada expresiva y crédula, no se apartaba de
la mía cuando me hablaba, ni cuando yo me dirigía a él, y eso me significaba
confianza y convicción. Se defendía en Español, y estuvimos conversando sobre
el plan de ascenso, mis sugerencias, la logística, los suministros, y las
características del grupo. Todo lo que me detalló Gregorio, exceptuando
pequeñas puntualizaciones que le fui efectuando en lo referente al ritmo de
aclimatación, me pareció correcto. Gregorio, me calló bien y a primera vista me
dio buen rollo.
Me detalló, que debíamos coexistir como una
manada de jirafas. Todos juntos. Las jirafas viven en colectividad. Si tienen un problema
lo resuelven juntas, me afirmaba.
Bonita versión Africana del plan que me había
previsto para el grupo, desde que ya en España proyecté varias actividades
comunes y una cena apelando este objetivo. Esta claro que estamos en la misma
sintonía.
Incluso por la tarde acordamos reunirnos de nuevo
para presentarle al grupo, y tras ello se ofreció a hacernos de escolta y guía
durante un pequeño paseo por Arusha.
Salimos a comer todos juntos por Arusha, y
escudriñando por la ciudad acabamos en un restaurante que varias personas nos
recomendaron, y que nos gustó realmente, excepto que por su condición musulmana
(que desconocíamos), no nos sirvieron ninguna cervecita.
Antes de iniciar una expedición, hay que ser muy
cauto con lo que se come o lo que se bebe, porque cualquier despreocupación en
esta cuestión, puede hacerte enfermar los días sucesivos con algún tipo de
virus estomacal causándote fiebre y
descomposición, dando al traste con todos los anhelos albergados durante meses.
Así que hay que cerciorarse bien de donde comes, de lo que comes (evitar
verduras crudas y frutas peladas), y de lo que bebes (siempre embotellado); Yo
por experiencia cercanas, evito igualmente las verduras cocidas, por si están
mal cocidas...
Por la tarde salimos con Gregorio de caminata,
mas bien por el compás del paseo, de vagabundeo, por esta palpitante y convulsa
ciudad, que realmente no pareció tener nada destacable, exceptuando por
definida, una ilustre plaza donde un ingente monolito determina justo el centro
del continente Africano.
Posteriormente, y no antes de catar la cerveza
local Kilimanjaro (muy buena por cierto), regresamos al hotel, consagrados a organizar
el equipaje personal para salir temprano hacia la montaña.
El día 5 iniciamos pronto el trayecto en un
longevo autobús de unas veinticinco plazas cargado hasta los topes con nuestros
petates y mochilas, nuestros guías locales, y el cocinero con sus equipos, por una
fecunda carretera rodeada de
extensos campos con acacias aquí y allá.
Rebasamos alguna pequeña población que
nos mostraba unas condiciones similares
de precariedad, ensalzadas con extensos montes pajizos repletos de rebaños
de cabras, vacas africanas y burros,
que pastaban conducidos por desaliñados niños masai que no
debían tener ni seis años.
Tras hacer una parada para comprar víveres en un
pequeño supermercado, y posteriormente en una destemplada carnicería casi al
aire libre que en España estaría censurada, cercada, denunciada, y hasta
incinerada por quebrantar todas las leyes de sanidad, desinfección e higiene,
proseguimos la marcha por una carretera mas montañosa. Era evidente que estábamos
en la montaña y un territorio mas humedo, porque las grandes superficies semi
desérticas se hallaban sustituida por frondosa vegetación y cultivos (sobre
todo bananas y café).
En unas dos horas, llegamos a Machame Gate para
iniciar la primera etapa: (Machame Gate
- Machame Hut (12 kilómetros; de 1.800 a 3000 metros).
Aunque hay varias rutas, yo había elegido la
Machame, por haber leído que era la más impresionante, que permite contemplar
todo tipo de paisajes, y cubre las mejores partes de cuatro de las otras rutas,
pero sobre todo, porque era buena para posibilitar la aclimatación.
Cada expedición, por precepto oficial, e
independientemente del número de sus componentes y de su experiencia, cuenta
con un guía local por cada dos personas (en nuestro caso seis guiás), uno o dos
cocineros y sus asistentes (nosotros dos de cada), y tres porteadores por cada
uno, que portean 20 kilos cada uno (que finalmente para nosotros fueron 40).
Esto quiere decir, que a una expedición como la nuestra, la asistían 50 personas nativas. ¡Menudo desfile!.
Tras realizar todas los tramites de inscripción
en la oficina principal del parque, y la asignación de fardos y pesos a los
cuarenta porteadores, comenzamos a caminar, con una clara palpitación en los
rostros y los gestos, que significaba el estar por fin cometiendo el arranque
de un anhelado sueño. Las montañas, las selvas, los mares o los desiertos, son
nuestros parques indómitos, y son tan necesarios como el comer o el beber;
componen lugares de plenitud, donde puedes caminar, correr, pararte, mirar,
meditar, utilizar tu energía y eficacia, y hacer palpitar tu corazón y tu alma.
Frente a estas colosales montañas y su imagen de la eternidad, somos la imagen
misma de la fragilidad.
Fueron varios kilómetros de ascenso por un
impresionante bosque tropical. A cada lado del cada vez más polvoriento camino,
enormes y estriados árboles nos guarecían. Nos circunda un extraordinario
verdor saciado de árboles, lianas,
helechos arborescentes y frondosos arbustos. El camino está tan bien cuidado y la vegetación resulta tan espectacular y frondosa, que pareces estar
caminando por un excepcional jardín botánico.
Los porteadores, con los enormes petates de unos 20 kilos, asentados casi siempre sobre sus
cabezas, nos sobrepasan y se alejan
pista arriba a gran velocidad. Yambo (hola) les
manifestamos, y amablemente y con una sonrisa nos contestan.
El grupo está como no, boquiabierto con esta
gente. Es el mismo sentir que tuve yo la primera vez que formé parte de una
expedición en Nepal, y contemplé a los corpulentos serpas, que allí cargan
hasta 35 Kg. los hombres, y 25 Kg las mujeres...
En unas cinco horas, llegamos cansados y muy
satisfechos a Machame Hut 3000m, donde nuestro equipo de apoyo había hecho ya
su trabajo, y tenían instalado nuestro campamento, formado por seis tiendas y
dos grandes carpas aceitunadas (una comedor y otra cocina).
Inmediatamente la obligada visita a la cabaña del
guarda del parque para registrarnos uno a uno en el libro de visitas y poner
nuestro nombre, nacionalidad, Nº de
pasaporte, ocupación (aquí, como me hace gracia, desde hace años siempre pongo
bandolero; pero Miki, con su gracejo andaluz, no pudo evitar poner
follador...).
Nos acomodamos todos por parejas en las tiendas,
y sobre las siete, nos avisan para que nos sentemos en el comedor. La cena está
lista. ¡Que lujo!.
Al entrar en el comedor, me abordaron por
sorpresa recuerdos de otras montañas, de otros viajes pasados, de otros viejos
amigos.... algunos de los cuales, ya no están.
Pero, aquí, en esta montaña, estaba consumando otro de mis añorados
sueños, compartir algo como esto con gente como mi pareja Rosana, o mi
amigo/hermano Miguel. ¿Cuántas veces les había hablado de esto?. Hoy, por fin
aquí, podíamos compartirlo y disfrutarlo juntos.
La cena es eufórica y distendida, y aunque me
hago pesado, continuo, ayudado por los guías locales, con la insistencia en
beber mucho y comer. Es muy importante para la aclimatación los dias
siguientes. A partir de mañana, a 3500m, pueden comenzar a aparecer los
síntomas de la hipoxia de altura. Pero de momento, Akuna matata (no hay problema).
... madre mia Javi .. donde sigue estoooo? ..no puedo parar de leer... NURIA.
ResponderEliminarPacieeeenncia....Gracias Nuria
Eliminarun exquisito reloj suizo cuya fuente de energía era tu compromiso, tu esfuerzo y tu humildad.
ResponderEliminaruna jirafa que caminó tranquila y unida gracias a la confianza y la seguridad que nos procuraste a cada uno de nosotros.
quien te conoce lo sabe.
marisa
Cuando pasas a ser líder de un grupo, el éxito es el crecimiento de los demás. Y este grupo creció y creció desde el primer día. Porque cualquier dirección si no se basa en la agrupación, es frágil. El merito es todo vuestro, porque la fuerza está en unir nuestras diferencias, y no en nuestras similitudes, y lo hicisteis a la perfección. Gracias Marisa
EliminarJavi!! digo lo que Nuria... ¿cómo sigue la historia?
ResponderEliminarme he quedado, con lo poco que he leído, con la boca abierta, emocionada y por un momento me he sentido parte de la manada de jirafas....
Fuiste parte de esa manada, porque hubo algunas personas que estuvisteis a punto de venir (y me hubiera gustado mucho), y por circunstancias no pudisteis, que siempre llevé en mi cabeza. Un besete y paciencia.
EliminarEsto se parece a estas expediciones que salen en las películas....que envidia.Como siempre Javi, eres un maestro de las palabras y las emociones.
ResponderEliminarMuchas gracias. Cuando existen emociones y ganas de compartirlas es facil.
EliminarQue ganas tenía de volver a viajar con tus relatos. Gracias Javi. Deseando que continué, como todos
ResponderEliminarMuchas gracias Merche. yo tambien tenia ganas de tener uno que contar ;)
Eliminar50 señores morenos, jirafas, bananas, cerveza Kili, Gregorio, bandoleros e incluso folladores... la verdad es que uno siente no haber ido para allá ... en fin, me tendre que contentar con leer el relato de los hechos y de las sensaciones... por favor sigue, bandido.
ResponderEliminarYo tambien lo sentí Paco, pero... seguro que en el futuro...
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