martes, 26 de noviembre de 2013

EL SAFARI


Si quieres llegar rápido, camina solo; pero si quieres llegar lejos, camina acompañado. 
De eso tratan los proyectos/viajes de aventura que estamos promoviendo junto con viajes Barceló de Barbastro.
Del viaje al Kilimanjaro, dejé sin relatar, porque creo que merecía un capítulo aparte, el safari posterior que la  mayoría pudimos disfrutar tras ascender la montaña (Tres regresaron a casa por motivos laborales.)
Fueron tres días de safari en los parques nacionales de Tarangire, Ngorongoro y lago Manyara allí en Tanzania.
El parque nacional más conocido quizás sea el Serengueti, pero no eran las mejores fechas para visitarlo debido a la migración a Kenia de los animales.
Tras haber pasado ya una noche en la civilización en Moshi (la ciudad más cercana a la montaña), regresamos a Arusha. Esa misma madrugada, habían partido rumbo a España Miguel, Juanan y Javier, y el grupo se había quedado en nueve.
Tras la expedición, que era el principal objetivo del viaje, y por añadidura el correspondiente logro, me hallaba muy relajado, y hasta casi laxo y sobrecogido por el contento de todo el grupo.
El día anterior estimulamos muy bien ese contento generalizado con cervezas Kilimanjaro y muchas risas. Me sentía tan tan aliviado, que incluso había aflorado un dolor nervudo en la boca del estómago, debido seguramente a alguna inconsciente o refleja tensión que sin darme cuenta debió acumularse a lo largo de la semana en la montaña. Pero, con tres enfermeras en el grupo, no me duro mas allá de un solo omeprazol.
Ahora, teníamos por delante tres días de safari, en los que si soy sincero, no tenía depositada ninguna expectativa. ¿Por qué?. Pues porque no me las había creado. Me sentí tan abstraído y engullido con la preparación y proyección de la expedición a la montaña, que dejé a un lado calcular o analizar nada sobre un safari que para mí “entonces”, era un complemento secundario.
Al llegar a Arusha, tan solo me impliqué demandando a través de la agencia de España, que Gregorio, que nos había acompañado en el Kilimanjaro, fuera uno de los dos guías del safari. Primero porque me había gustado mucho (decorosamente hablando) su temperamento y disposición, y porque además supuse, que si venía un guía ya conocido, esa confianza mutua le reafirmaría más a la hora de subrayárnoslo todo.
 Y así fue. Aunque Gregorio era novato, y por tanto aún algo inexperto en safaris,  la confianza con él, y su buena disposición con el grupo, fue crucial a la hora de contener y moderar en cierto modo a Daniel, el segundo guía que nos acompañaba en el safari.  Daniel era de la tribu masai (Gregorio era Chagga, tribu del Kilimanjaro.) Era muy jactancioso y algo déspota, y desde el primer momento, he de reconocer que no me entró por buen ojo. Desconfío de las personas que solo conocerte sé autocalifican puntualizando sus bondades con los menoscabos ajenos; por otra parte, desde un principio trató de manipularnos como a incautos turistas a los que vender acuerdos, que nunca le quisimos comprar, como la característica recepción en un pueblo masai para hacernos la foto mientras “nos bailan”, previa “donación” de veinte dólares por cabeza (¡180 dólares!), o las visitas previamente concertadas a “pabellones” de subvenirs, en los que cobraría su pactada comisión....  El bueno del masai, que el primer día figuraba un tío campechano, poco a poco se fue definiendo como un egocéntrico y un categórico machista. Terminó casi abrumando a las chicas del grupo describiéndoles los hábitos y costumbres de los hombres y las mujeres masais, que distaban muy mucho de ser equivalentes... Pero esto merece un post aparte.
Como anécdota, relatar que “según él”, hablaba tan bien en castellano gracias a las películas de Torrente, y nos remitió recuerdos para Santiago Segura... Desde aquí se los hago llegar: -Santiago, amiguete, recuerdos de Daniel desde Tanzania”
Nuestro alojamiento durante estos días se realizó en el Afgani Tented Lodge.  Un Lodge, situado estratégicamente en la falla de Rift Valley, inaugurado en Julio de este mismo año, y próximo a los tres parques que íbamos a visitar... Su reciente y sospecho que precipitada inauguración, se apreciaba claramente en que no estaba terminado del todo, y los servicios que brindaban en su folleto (piscina, wifi, etc.), distaban mucho de ser aún ciertos. Por suerte para ellos, veníamos de estar una semana en el monte, y todo nos parecía lujo y postín. En su defensa diré, que nos ganaron por su excelente servicio “humano” y por el estómago, con unos desayunos, picnics y cenas que casi nos hacían saltar las lágrimas, hasta el punto de requerir que el cocinero saliera de su cocina para aplaudirle enérgicamente.
El gran Valle de Rift, donde estaba ubicado este Lodge, es una gran fractura geológica en dirección norte-sur de África, que comenzó a formarse hace “30 millones de años”, y que en la actualidad se sigue ensanchando; Dilatación que con el tiempo se convertirá en una cuenca oceánica (ya lo es en la zona del mar Rojo). Pero... no estábamos preocupados, porque según los pronósticos, faltan otros diez millones de años para que se divida definitivamente y África se convierta en dos continentes distintos...
En los safaris, como éramos nueve personas, nos desplazábamos en dos jepps descapotables; La capota se desdoblaba hacia arriba formando una especie de consistente palio, con lo que poniéndote de pie, podías asomarte por todos los flancos del vehículo. En uno  íbamos cuatro, Gregorio como guía, y un chofer, y en el otro los cinco restantes con Daniel el masai, que operaba de las dos cosas, chofer y guía.
Bueno... dicho todo esto, voy al meollo; “Los safaris”:
Camino de Lotge, visitamos primero el parque nacional del Tarangire:
El nombre del parque proviene del río que lo atraviesa, siendo este río la única fuente de agua para los animales, en la estación seca.
Solo atravesar la puerta del parque y recorrer los primeros metros por una polvorienta pista, me revelé contra mí mismo y mi templanza. ¡Aluciné!. Un paisaje salpicado  de enormes árboles  Baobab, densos arbustos y prominentes hierbas, y a cada pocos metros junto al camino, asomaban, gacelas, ñus, búfalos o cebras, como si nos estuvieran congratulando por la visita. Nos observaban de reojo totalmente despreocupados,. ¡Boquiabierto!...Y qué decir cuando avistamos en todo su esplendor, una manada de enormes elefantes africanos. El chofer detuvo el jeep, paro el motor, y a cuatro metros de nosotros, que siguiendo las advertencias de Gregorio, nos hallábamos asomados en nuestro exclusivo balcón sobre ruedas inmóviles, casi paralizados, y muy silenciosos, pasaron majestuosos  casi intimidándonos. Solo esto, ya justificó y rubricó un recuerdo que jamás olvidaré.
A partir de este instante, me encandilé. Entendí como África posee la nobleza de lo sencillo, de lo básico, pero además, sin ningún tipo de reparo hacia el visitante.
En un santiamén, y sin previo aviso, el paisaje y los animales me cortejaron, y sin preámbulos me empujaron a la palpitación, abrazándome en una especie de trance de extremos y constantes sacudidas.
Los aromas, los olores, los colores, todo se mecía entre lo amable y lo preciso.
Por fin pude sentir por que África es un continente conmovedor, y que como otros lugares señalados, tiene la capacidad de convertirse a simple vista en una pasión.
Pues bueno, esto se quedó corto, respecto a lo que iba a ser al día siguiente el cráter de Ngorongoro, que después de haberlo visto, refrendo las palabras que escribió Reinhard Künkel acerca de él: -"Si los ángeles hubieran fotografiado el Edén, las imágenes tomadas se semejarían al cráter del Ngorongoro.”
El cráter de origen volcánico, está a 2.236 metros, y constituye la mayor caldera de derrumbe del mundo sin brechas en las paredes. Mide 19,2 kilómetros de ancho y ocupa una superficie de 304 kilómetros cuadrados. Hace miles de años, antes de que este volcán erupcionase, el Ngorongoro era aún más alto que el Kilimanjaro que acabábamos de andar.
Sólo el hecho de que la mayor caldera volcánica del mundo encierre un ecosistema con la densidad de fauna más alta del continente africano, lo hace un lugar único en el mundo.
Por la mañana, cuando llegamos y lo vi por primera vez desde un mirador junto a la pista, me impresioné como pocas veces en mi vida. Y eso que aún no era consciente de lo que vería en esta maravillosa Arca de Noé.
Desde aquí, ya se podían divisar el Lago Magadi teñido de rosa por el reflejo de los Flamencos, y a su alrededor manadas de Búfalos y Ñus pastando a sus anchas.
Aún en la pista de acceso que transitaba próxima a numerosos poblados masais, se podían ver las laderas del cráter cubiertas de un tapiz verde suave, y nativos masai pastoreando ovejas y vacas, tapados con sus típicas túnicas rojas, y ataviados con sus llamativos collares de marfil. Incluso en el mismísimo borde antes de descender, presenciamos como una manada de jirafas (animal que es símbolo nacional en Tanzania), adornaban el horizonte con sus majestuosos y acompasados andares.
Hay lugares en el mundo que se distinguen por su enorme belleza natural, o por su fascinante cultura; otros como este conjugan las dos condiciones al mismo tiempo.
Que decir. Que ha sido una de las maravillas naturales más extraordinarias que he tenido la oportunidad de ver en toda mi vida hasta ahora.
Resumiendo, por vez primera en mi vida, durante estos tres días, contemplé en su hábitat natural, en directo, y no en los documentales de la 2, ni en un zoo, Elefantes, leones, hienas, chacales, cebras, ñus, búfalos, hipopótamos, diversidad de antílopes, gacelas, aves ,monos, flamencos rosados, y un largo etc. de animales salvajes.
Ver como una pareja de impecables, regios y jóvenes leones pasean majestuosos; Ver una manada de hienas emboscando a una gacela, o como otras dos pugnan a dentelladas, con sus hocicos aún teñidos en sangre por un pedazo de carne de algún desafortunado animal; Como una leona agazapada en un reguero, acecha a sus confiadas presas mientras pastan; Un lago alumbrado en rosa por el reflejo de cientos de flamencos; La mirada calada e indolente de los enormes hipopótamos asomando a la superficie del agua para tomar aire; e incluso el mariposeo de un enorme avestruz que sin ningún miramiento, en vez de conquistar, violó frente a nosotros a una avestruza. Cuando este se marchó como si nada, ella se incorporó con la mirada extraviada, oscilando, y arrastrando las alas por el suelo... No sacaba ninguna pinta de ir a denunciar la agresión...
Tarangire, el lago Manyara, pero sobre todo el Ngorongoro,  fueron una experiencia, que ahora en la distancia, me parece un sueño, y no se me ocurre una guinda mejor para el pastel de Kilimanjaro. Un sueño totalmente recomendable.
Es importante prepararse, aun lo es más tener paciencia,  pero aprovechar tus momentos, esa es la clave de la vida. Porque como dice el tópico, “la vida no se ha creado para comprenderla, si no para vivirla”.

PD: En breve espero poder anunciar, el que será el viaje del 2014, y el jueves en el palacio de congresos de Barbastro a las 20:00h, proyección sobre la experiencia en el kilimanjaro.

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