martes, 13 de marzo de 2018

EL PRIMER PASO DE UN AUDIOVISUAL



Por fin he comenzado a escribir el guión de lo que será el audiovisual sobre la última aventura en Bolivia el pasado mes de octubre. Tras el proceso de escritura, vendrá el de doblaje, y después montaje de imágenes, música, etc. Así que aún tardará un poquito. Pero llegará.
Para hacer boca, comparto aquí el texto de uno de los pasajes.
Nuestra visita a la isla del Sol en el lago Titicaca:
  
La isla del Sol.
Habitualmente nunca te encuentras a ti mismo cuando te buscas, lo haces por sorpresa cuando menos te lo esperas.
En un pequeño fondeadero de Copacabana,  tomamos una lancha para dirigirnos a la Isla del Sol.
Al poco, nos hallamos navegando por el famoso lago sagrado Titicaca (Puma de piedra). Titi- Puma; Caca – Piedra. En alusión a la roca sagrada que se encuentra en la Isla del Sol.
Con una extensión de unos 8.500 kilómetros cuadrados, casi el tamaño de la Comunidad de Madrid, es el lago navegable mas alto del planeta: 
204 Km. de longitud por 65 Km. de anchura máxima,  y una profundidad media de 107 m.
Una imponente masa de agua compartidas entre Perú y Bolivia.
Mientras lo navegas y el viento te abraza y te besa en la cara, es como si te hipnotizara; no puedes apartar la mirada de sus misteriosas aguas.
Cuando lo piensas bien, cuando tomas conciencia de donde te hayas, una especie de excitación, de pálpito, recorre tu cuerpo.
Todos nos miramos conscientes y cómplices, y nos sonreímos.
Cuenta la leyenda, que un día ya lejano, el dios Inti (el sol) miró hacia abajo para ver cómo iban las cosas en la tierra, y lo que vio no le gustó nada.
La humanidad vivía en un estado de salvajismo y miseria tal, que se entristeció.
Vivían en discordia, desconocían la agricultura, no sabían construir herramientas, e ignoraban cualquier tipo de norma de comportamiento social.
Ante tal situación, el sol decidió tener dos hijos, y que estos enseñaran a la gente los fundamentos de la civilización, y los guiaran.
Y se retiró a la isla del Sol junto con la luna para amarse y concebirlos.
De allí nacieron  Manco Capac y Mama Ocllo.
Estos, cumpliendo el mandato de su padre, enseñaron a los hombres civismo y los rudimentos de la agricultura, y a las mujeres a ser excelentes trabajadoras, esposas, y hábiles artesanas.
Y allí y desde allí, se desarrolló y propagó la cultura Inca, que se asentó después en Cuzco (Perú).
Que hermosa introducción nos relata Luisa (nuestra guía) durante el viaje en lancha para esta isla que estamos a punto de pisar.
En mas o menos una hora de navegación, desembarcamos en la zona Sur de la isla del Sol; en la comunidad Yumani.
Caminamos en ascenso por un perceptible sendero rumbo al poblado, atravesando el yacimiento arqueológico de Pilcocaina (Residencia de los pájaros).
Un señero edificio de la  época prehispánica, que algunos dicen que era la residencia del mismísimo soberano inca  cuando se desplazaba hasta la isla, y otros señalan como un templo de culto al sol, puesto que todas sus aberturas se emplazan en dirección este (lugar dónde se sucede el amanecer).
Lentamente, pues no olvidemos que nos estamos a casi cuatro mil metros de altura, llegamos a  Yumani. Comunidad de origen Quechua y Aymara.
La población más grande de la Isla, y el lugar en el que se concentra la mayor parte de los comercios, restaurantes y alojamientos.
Nos alojamos en el sencillo hostal Pachakuti; todo un lujo en un lugar así.
Que verdad es que la felicidad arraiga en la sencillez de las cosas, de las personas y de los lugares.
Por desgracia mañana no podremos visitar la parte norte de la isla como era nuestra intención, porque hay conflictos entre la comunidad Yumani (donde nos hallamos) y la comunidad Challapampa de la parte norte, y esta parte  ha quedado cerrada al turismo por completo.
Aun así que magnitud,  matices, entorno y placidez.
Aquí todo se ordena para disfrutar de una fascinante representación de avenencia entre la tierra, el agua y el cielo.
El ocaso, la alborada, las horas que pasas en esta isla, suponen inhalar serenidad, sosiego, placidez y en definitiva magia.
Si hay magia en este planeta, que la hay,  muchos de nosotros aseguraríamos que este lago y su isla del Sol, es uno de los lugares donde descubrirla.
Quizás por una especie de áurea que rodea este entorno, por su dimensión, o las leyendas y misterios que se mecen a su alrededor, pero percibes claramente que el lugar es mágico.
Y esta magia vive en cada rincón; solo hay que observar atentamente.
Al amanecer; El horizonte ensalza al sol mientras este irradia su primer misterioso resuello de perfil purpúreo.
Y de nuevo nos regala un brindis a la vida simplemente sublime.
En este lugar realmente conectas con el entorno.
Tras desayunar, subimos paseando hasta el mirador Pallakasa.
Y desde allí contemplamos toda la extensión del lago rodeado por las imponentes cimas nevadas de Los Andes.
Y toda la isla del Sol , que  tiene 14,3 kilómetros cuadrados: 9,6 de largo y 4,5 en su parte más ancha.
Terrazas de cultivo, las humildes casas de los campesinos, las mujeres engalanadas con sus faldas multicolores, los rebaños de ovejas o llamas, o los niños el rostro encendido de sol inmisericorde. Que bodegón más espectacular!!
Aquí, observando a sus gentes,  cobra sentido eso de que no es más rico el que más tiene, si no el que menos necesita.
Todo nos dispone a la emoción de forma definitiva.
Viendo la inmensidad azul del Titicaca desde esta atalaya natural, no es difícil dejarse arrastrar por mitos y creer a pies juntillas, que de estas aguas nacieron los hijos de Inti para civilizar a los hombres.
Bajamos de manera vertiginosa hacia el embarcadero a través de La Escalera del Inca.
A medio camino se encuentra la Fuente de las Tres Aguas, o de la eterna juventud. Una muestra del dominio hidráulico de los pueblos prehispánicos.
Muy curioso también el sistema de terrazas de cultivo en los costados de la escalera, conocido como el Jardín del Inca.
La mística de las islas del Sol y de la Luna, casi enfrente a esta, atrae cada equinoccio de Primavera (21 de septiembre) y solsticio de Invierno (21 de junio)  a miles de turistas que buscan experiencias ‘sobrenaturales’.
Entendemos que la Paz viene de dentro de cada uno, y no deberíamos buscarla fuera, pero escenarios como este ayudan a encontrarla dentro de ti.
La Isla del Sol. Un lugar que jamás olvidaremos.

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