
Concretamente desde 1987 estando como directora Elena
Martija.
Desde niño me gustaba mucho dibujar.
No se me daba mal, y lo hacía de forma espontánea, autodidacta,
como hobbie.
Así que un buen día, no recuerdo bien el por qué, me
acerqué con varios de mis dibujos, y me ofrecí como dibujante al semanario de
Barbastro.
Supongo que, llevado por esa vanidad de los veinte años,
que hace que te creas el mejor en lo que tú mismo supones que sabes hacer.
Y la respuesta de su directora Elena fue afirmativa, pero
con una sorprendente propuesta: Dibujar viñetas o chistes: - “Una tira cómica”
fueron sus palabras exactas.
Casualmente, a la vez se había ofrecido también otro
dibujante: Santi (Santiago Sánchez).
Así que la oferta de colaboración fue para ambos:
Realizar una viñeta en semanas alternas. Una semana cada uno.
Y aunque era algo que ninguno de los dos habíamos hecho jamás,
no sé si algo inconscientemente (hablo por mi), aceptamos el reto.
En mi caso, comencé a hacerlo inspirándome en consagrados
viñetistas a los que admiraba como Forges o Quino, y poco a poco empecé a discurrir
y dibujar lo que buenamente podía, basándome en sucedidos locales al principio,
para paulatinamente hacerlo con estímulos más globales.
Y treinta dos años después, aquí continuábamos cada semana
intentando sacar una sonrisa al personal en la contraportada del periódico.
Y para bien o para mal, en tantos años hemos aprendido un
poco, y evolucionado en la forma, en el fondo, e incluso desarrollando un estilo
propio.
Cada cual el suyo.
Y como todo en la vida, a unos les gustaremos más, a otros
menos, e incluso a alguien nada de nada. La calidad de nuestro trabajo, no seré
yo quien la juzgue.
Ciertamente, y seguro que hablo también por Santi, siempre
lo he realizado con el mayor entusiasmo, respeto y sin ánimo de ofender a nadie.
Partiendo de la base de que no somos profesionales.
Y, asimismo, después de tanto tiempo, declaro que este
tipo de creación es muy complicada, debido a tu propio nivel de exigencia
personal y a esa búsqueda de equilibrio entre lo desvergonzado y la corrección,
entre tu propia sensibilidad y la de quien lo lee.
Pues bueno…Llevaba mucho
tiempo dándole vueltas a la cabeza.
Barajando pros y contras,
pero sobre todo recapacitando si aún lo realizaba por mí mismo y para mí, o ya como
una obligada rutina, casi tradición, que los demás esperaban de mí.
Siempre hay que ser fiel a
lo que nace dentro de ti.
Así que, he llegado a la
conclusión de decir adiós, o hasta luego (nunca se sabe) a esta etapa como
dibujante de viñetas para el Cruzado Aragonés.
Treinta y dos años y más de
setecientas viñetas resultan; que se dice pronto.
Y como me gustan los finales
abiertos, en el cine, televisión, literatura, e incluso en la vida; esos
finales que suponen un estímulo para imaginar cómo continuará la
historia, deseo pensar que esta historia no ha terminado del todo. Sencillamente
cierra un capítulo de mí diario personal.
Se trata de finalizar una
etapa para poder emprender otras que estarán por llegar y todavía desconozco.
A estas alturas de mi biografía,
he comprendido, que nuestra vida está llena de ciclos que comienzan y otros que
acaban.
Percibiendo que, muchas
veces, un final en algo, es tan solo otro principio.
Y tener finales, comporta tener
principios. Con doble sentido.
Así que una vez más, cierro ciclo
en una faceta concreta de mí vida, y voy del final al principio. De la
contraportada a la portada, para descubrir posiblemente un nuevo título en ella.
Un
final de esta bonita y dilatada etapa, que aun habiéndolo decidido yo mismo,
siempre sabe agridulce, porque de manera silenciosa su acontecer se ha
entremezclado con el mío.
Enfrentarse al final de una
historia que te apasionó nunca es fácil, pero si persigues tu certidumbre es
necesario.
Para mí la vida es cíclica,
y cada etapa tiene su momento.
Todo
comienza y acaba, incluso eso, la vida.
Me reitero: Un final es tan solo
otro principio. Nada más… y al mismo tiempo, todo eso.
Y no hay que llorar porque
terminó, si no alegrarse porque ocurrió.
Quiero dar las gracias de
todo corazón primero a todos y cada uno de los colaboradores y periodistas con
los que he compartido páginas en El Cruzado durante estos treinta y un años; A
su actual directora también de muchos años Lolo, y toda la junta directiva; A
mi buen compañero Santi, y, sobre todo, a todos vosotros los lectores, que en mayor
o menor medida habéis esbozado una sonrisa con mi trabajo, y habéis al menos
tratado de entender que el humor, es solamente eso, humor. Un modo de enjuiciar
la realidad, buscando su cara más amable.
Y no, no voy a dejar de
dibujar nunca. Es algo que me sigue apasionando.
Únicamente lo haré sin una
obligación a la que en este momento no encontraba sentido.
Lo haré como cuando niño,
para mí mismo, como hobbie, y claro, cuando lo desee lo compartiré. Hoy en día
esto es fácil.