Y no
pretendo hablar de amistad, que también, sino de CARRERAS. Con mayúsculas.
De ese
fuerte vínculo como pocos que logran algunas de ellas con el corredor, y que no
es fruto de la casualidad.
Y como
el vínculo de los amigos, es un amor que no duele, ni aprieta.
En mi
caso, lo concibo como ese afecto personal, puro y desinteresado, que además compartes
con otras personas, y nace y se fortalece con el trato, la amistad, la complicidad
y el cariño.
Y
aunque no lo parezca, estoy hablando de la Trail de Estadilla en la que un año
más participé este pasado sábado.
Probablemente
este post ha surgido por asociación de ideas, porque allí, en Estadilla tengo muchos
amigos, algunos incluso de esos que elijes y considero familia.
La
Trail de Estadilla, es una carrera que siempre sorprende y fascina a partes
iguales.
Porque
carreras tan familiares y afectuosas como esta, donde la línea entre
organizadores, participantes, voluntarios y público es tan sutil que
prácticamente no existe, nos permiten, experimentar reciprocidades, desarrollar
la empatía, sentirnos parte, y por tanto aprender y compartir valores.
Y
aunque el concepto de amistad es personal y, por tanto, subjetivo, en esta
carrereta familiar creada hace seis años por Fernando Latorre, y que tan bien
han sabido sustituir y prolongar Pablo Bardají, Patricia Abad, Pablo Marcuello,
Paloma Citoler y Cristina Martinez, logra un vínculo, que, aunque se modifique con
el tiempo, la experiencia y las circunstancias, intentando año tras año mejorar,
conforme va madurando, busca más la calidad que la cantidad, y tiene más visibles
los rasgos que la definen, que son los que cada año, los que participamos en
ella de una manera u otra esperamos hallar, y siempre hallamos. Amistad, épica
y verdadero afecto.
Encontrarnos con amigos y amigas que desde los diferentes roles de la
carrera (participantes o voluntarios) nos permiten a todos juntos descubrir y
desarrollar distintas facetas de nosotros mismos.
Y no
sé bien cómo, pero nos ayuda a tener siempre emociones positivas.
Me
atrevería a decir, por tanto, que de alguna manera es la carrera de la amistad.
Y en esa
épica de la sierra de la Carrodilla y el calor que ya la define, hace que todos
los participantes vivamos nuestro romance o epopeya personal saliendo siempre
fortalecidos.
Una Trail
para debutar, disfrutar o perpetuarse; para ir solo o acompañado. Confianza e
incondicionalidad.
Rasgos
que definen una carrera entrañable que concluye con una cena de hermandad en la
plaza.
Una Trail
en la que estés como estés da igual.
Siempre
la disfrutas de una u otra manera: Como acompañante, atrás, delante, como
escoba, como voluntario o como speaker. Da lo mismo. Siempre puedes ser tú sin
filtros, de manera sincera y transparente.
Una
carrera basada en la certeza de poder confiar absolutamente en la organización,
los voluntarios, o la persona que corre a tu lado soportando contigo el calor.
Y tanto
cuando las cosas te van bien en ella, como cuando las cosas te van menos bien,
todos te acompañan y transmiten su apoyo, haciéndote sentir siempre ganador.
Reciprocidad:
un vínculo compartido en el que existe bidireccionalidad en comunicación,
acciones, y sentimientos “sin intereses”.
Una
carrera de amigos para amigos.
Motivada
por compartir un buen rato, tiempo y experiencias.
Y siempre
subes deseoso de corresponder y vivir nuevas experiencias que fortalezcan ese
vínculo. No importa el tiempo o los kilómetros que haya de por medio.
Desde
el pistoletazo de salida te permites ser tú mismo y
se basa en el respeto. Al final la Sierra y la experiencia te hace sentir libre
y finalmente no sé cómo mejor persona.
Una
carrera exigente sí, pero que no te exige nada, ni busca hacer de ti alguien
que no eres. Como los amigos de verdad. Esos que elijes.
Quien
tuvisteis la suerte de disfrutarla este u otros años creo que me entenderéis.
¡¡Larga
vida a esta Trail de Estadilla!!
Esas
carreras que, como tus mejores amigos, elijes.
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