La diferencia entre una decisión en tu vida diaria como deportista (quizás también en otros ámbitos) basada en tu confianza natural, en tus verdaderos deseos, tus propias habilidades, y la arrogancia o el faroleo, es muy tenue y a la vez desastrosa.
La motivación es buena, pero también tiene sus lados tenebrosos: Uno, que dura muy poco; un día, o unos cuantos te encuentras súper motivado, pero cuando transcurren otros, todo se vuelve rutinario y aburrido, y lo que parecía motivador, ahora resulta asmático y cansino; y dos, que precises de alabanzas o de aplausos como vía de motivación. Y no me refiero a salir en la prensa, si no a la ratificación de tu entorno mas cercano para reafirmarte. Entonces deberías preguntarte: ¿realmente me gusta esto que hago?
Todo tiene un empiece, y en los comienzos hay que ser indulgente, pero con el tiempo, con la madurez, necesitas tener un cierto nivel de auto reproche para darte cuenta cuándo estás demasiado orgulloso de ti mismo, y así no caer en el sentirte motivado por la necesidad constante de aprobación o alabanza.
Debes seguir haciendo las cosas por ti, por el placer; como cuando empezaste. Entiendo perfectamente a quien corre su primera carrera, escala su primera montaña o desciende su primer barranco con la motivación del reto en si mismo (¿seré capaz?), pero cuando has hecho esto muchas veces, debes pararte un segundo, y preguntarte si sigues haciéndolo porque te gusta, (capaz ya sabes que eres), o porque es lo que los demás esperan de ti y se ha transformado en una etiqueta, una denominación de origen de un personaje que necesita revalidarse continuamente simplemente para ser.
Existe una línea excesivamente fina entre ser ingenuo, y tener un ego fuera de control. Y puedes cruzar esa línea a cualquier hora del día.
Hay que aprender a tener confianza en ti mismo para saber que es lo que quieres y lo que no. Si por ejemplo te gusta correr, terminaras corriendo sin la necesidad de participar en carreras o competir; si te gusta escalar, escalaras sin la obligación de atesorar vías ni importarte coronar una y otra vez por la misma ruta, o descender año tras año los mismos barrancos una y otra vez; por eso, porque de verdad te gusta.
Tampoco hay que caer en el exceso. Muchas veces, el exceso te lleva a sobrevalorar tus habilidades (todos tenemos), y te lleva a pensar que no puedes fallar para nada, y que lo sabes todo (otro gran peligro).
Mientras más triunfante y prepotente te vuelves, más difícil es tener un verdadero sentido de ti mismo. Quizás al final ni sepas quien eres.
En definitiva, dicen que los engreídos creen que pueden predecir el futuro, sin embargo son los sabios los que intentan anticiparse a sus posibles consecuencias.
Solo debes... ,tienes que demostrarte algo a ti mismo. Tu sabrás que es y cuando.
¿La clave de la humildad? Hacer y desaparecer. Muy buen post Javier.
ResponderEliminarMuy bueno. Muchos no tienen la capacidad de hacer examen de conciencia
ResponderEliminarMe has dado mucho en que pensar. Solo por eso. GRACIAS
ResponderEliminarGran reflexión, como siempre. Creo que a todos nos pasa que a veces nos toca parar, sobre todo cuando tienes alguna lesión y es cuando verdaderamente sientes por qué te dedicas a esto, porque disfrutas correr la vereda junto al río de tu casa. No hacen falta grandes retos, te basta con eso. Esos instantes lo explican todo. Ir al Mont Blanc o al desierto es la guinda y es maravilloso. Son retos que asustan e imponen respeto lo que los hace más atractivos porque te hacen sentir vulnerable. Creo que nunca me he sentido tan seguro de mí mismo como para afrontar con garantías un maratón, por ejemplo. Sí coincido en que a veces te puedes ver arrastrado por la imagen que proyectas. Es cuando debes recordar esa respiración agitada subiendo tu monte preferido. Sin mayúsculas. Ahí está la verdad, la explicación.
ResponderEliminarMuy bueno.
ResponderEliminarA veces es difícil darse cuenta, a mí por lo menos me pasa, o por querer hacer lo que hacen tus compañeros o por esa obsesión que a veces nos entra por entrenar más y más. En mi caso diría que más que buscar las alabanzas de los demás he pecado de buscarlas en mi mismo, expectivas u objetivos que se acaban convirtiendo en algo negativo. Cuando empiezas a tener problemas y ves que no puedes cumplir con lo que pensabas te pones de mal humor y no disfrutas de nada... Es ahí cuando te das cuenta de que vas por el camino equivocado.
Difícil equilibrio el de buscar metas que te motiven y te hagan crecer pero que no te obsesionen, espero conseguirlo!
Gracias por la entrada!
Muchas gracias a todos por"comprender" esta reflexión en voz alta.
ResponderEliminarFuracán, tienes mucha razón tambien,y es algo que olvidé escribir.