viernes, 11 de noviembre de 2011

MI JUNGLE MARATHON: Preámbulo

"El espíritu, tu espíritu, se fortalece a través del conocimiento, del deseo conquistado o frustrado, del contacto con la naturaleza, y sobre todo del silencio y la sensatez "
Me ha costado muchísimo mas esfuerzo del deseado preparar este nuevo reto tras encadenar cuatro años consecutivos de proyectos desde 2008: (Sables, Yukón Arctic, el cruce del mar Báltico helado, y ahora la Jungle Marathon). Mas de cinco meses de un gran esfuerzo físico, pero mucho mayor psicológico, anímico, personal y familiar. Partí hacia Brasil desde Barcelona el día 3 de Octubre con escalas en Lisboa, Fortaleza y una última etapa en Santarem, siempre con un estremecimiento o percepción dentro de mí de compromiso o responsabilidad, que no había sentido de este modo en anteriores ocasiones. Y aunque procuraba esquivar esta incómoda sensación sabiendo por propia experiencia que existen muchos factores en esta efectiva ecuación, además de la buena suerte, que tu no puedes manejar, esa siniestra procesión iba por dentro y reclamaba para si el objetivo de terminar la carrera, y darles una gran alegría a la gente que se sentían implicados, o me habían ayudado, y así, de esa manera, poder concluir todos estos meses de privaciones y esfuerzo con una gran satisfacción para poder dedicársela a todos ellos, pero muy especialmente a mi mujer Rosana por todo el respaldo que me había dado, tolerando esa egoísta y apática aptitud que nos domina por un tiempo a los que nos obstinamos en alcanzar una de estas gesta que designamos sueño o pasión . En Lisboa me reuní con Julen Urdaibai. Julen, al enterarse que yo también pretendía participar en esta carrera como era su propósito, se había puesto en contacto conmigo hacia unos meses para coordinarnos, y si me parecía bien compartir viaje y compañía. Me pareció perfecto; como no. Habíamos coincidido con Julen durante nuestra participación en la maratón de Sables en 2008. Durante las largas horas del viaje, no nos costó entablar una manifiesta y afable conversación en la forma; en el fondo, como aún no te conoces con profundidad, en el diálogo va camuflado un disimulado metódico y analítico interrogatorio, tratando escrutar en el menor tiempo posible a tu compañero de andanza. Sin mucha dilación por mi parte, pude prever que me hallaba en muy buena compañía, aunque la experiencia me decía que son los peores momentos donde se muestran y definen definitivamente las personas, y esos momentos aun estaban por llegar. Julen, enjuto y afilado como cualquier corredor de fondo y aunque de semblante serio y circunspecto, disimula una mirada que emana inocencia, honradez y franqueza. Prudente en palabras cuando no hay suficiente confianza, te observa y aparentemente te examina, para convertirse en un gran conversador, cómplice y buen oyente con el paso de las horas, síntoma manifiesto de su visto bueno; indicio claro de que conectas con él, o mejor, de que él conecta contigo, volviéndose seguidamente un agradable amigo de los de toda la vida, al que fiarías sin dudarlo tus secretos mas ocultos. Llegamos agotados al aeropuerto de Samtarém el día 4 a las tres de la madrugada, y tomamos sin rebuscar ni regatear (no estábamos para mas contratiempos a esas horas) un taxi que nos llevó a nuestro hotel en Alter do Chao a unos cuarenta kilómetros. Solo soñábamos con acostarnos y descansar cuanto antes. Nos alojamos, en el Hotel Beloalter. Un pintoresco y agradable hotel situado a la entrada del pueblo. El recepcionista nocturno del hotel está claro que no nos esperaba a esas horas, porque tras restregarse los ojos con tal fuerza que pareció que se los iba a desaparecer dentro del cráneo, y con gesto de ausencia, terminó por reanimarse y asignarnos nuestra habitación. Creo que lo despertamos... La habitación es de planta baja adosada a otras, con dos camas sencillas y un baño decente. No queremos más. Caímos molidos en la cama casi sin desvestirnos. “Esto nos viene bien para cambiar el horario”, comentamos. A la mañana siguiente, temprano, nos dispusimos con Julén a descubrir Alter do Chao. La verdad es que a primera vista y a esas horas, el pueblo no parece que tenga nada que ofrecerte, y además para los forasteros recién aterrizados y no aclimatados como nosotros, soportar un calor y humedad increíble mientras paseas, hace que la visión sea aún mas borrosa, y que esos primeros vagabundeos por sus calles sean casi angustiosos. Eran paseos tan taciturnos y dolientes, que el bicho viviente que más avistábamos, y en que más nos fijábamos era un ave carroñera; el buitre negro americano, también llamado golero o gallinazo. ¡Que par de almas en pena!. Posteriormente, ya mas asentados, y durante otros paseos fuimos descubriendo la extraña ambigüedad que envuelve a este pueblo incapacitándote a primera vista ver nada que llame especialmente tu atención, para posteriormente, como las buenas películas, gane con mas visionados. De este modo, poco a poco vas descubriendo su gente, su vida y el verdadero encanto de Alter Do Chao, que es muchísimo. Alter do Chao situado en el estado de Pará y perteneciente al municipio de Santarem, se formo a partir de una aldea de pescadores de los indios Boraris, y ahora es un afamado pueblo de la Amazonia , que, al igual que otros lugares del estado de Pará, debe su nombre a una villa portuguesa llamada igualmente Alter do Chão. Está brillantemente enclavada en la entrada de un lago que se forma en la margen del río Tapajós. El río Tapajós es un largo y caudaloso río amazónico brasileño; el principal afluente de la margen derecha del afamado río Amazonas. Su longitud es de 810 Km., con extensiones entre sus orillas de hasta 15 Km. y que se caracteriza por sus aguas azul-verdosas. Es por esa combinación de aguas y arenas claras, que a este lugar se le conoce como el Caribe Amazónico. El río debe su nombre a otra tribu de nativos, los indios Tapajós. A causa de su casi inaccesible selva, y las dificultades de navegación debida a sus múltiples cascadas y rápidos, es un río muy poco poblado, lo que hace un marco ideal para la aventura de la que vamos a formar parte. En definitiva, terminas admitiendo que Alter do Chao es una maravilla de sitio... Que decir de un pueblo rodeado por un precioso lago, próximo a la confluencia del río Tapajós con el río Amazonas, que en la estación seca, que es la que estamos ahora, al retroceder sus aguas deja al descubierto unas sugestivas playas de arena blanca. Porque, la villa está rodeada por el “Lago Verde” y a pocos metros frente a su “paseo marítimo”, separada por un pequeño arenal y un estrecho brazo de agua de no mas de medio metro de profundidad, se encuentra, la principal atracción de Alter do Chao: La Isla del Amor. “Ihla do Amor”. “No quise preguntar porque se llamaba así... quizás en otra ocasión, durante otro viaje con motivos mas plácidos, y sin desestimar a Julen, en otra compañía...” Esta pequeña isla, es un largo y estrecho islote de arena blanquísima, árboles esmeralda y chiringuitos de playa con sombrillas de mimbre y brezo, y mesitas prácticamente sobre las aguas. Un característico lugar que curiosamente en temporada de lluvias desaparece sumergido en el lago. Todo el pueblo tiene un matiz natural y muy tropical. Edificios de planta baja y ninguna edificación que desentone, en lo que parece una equilibrada organización urbanística, que hace pensar que tienen cierta conciencia ecológica. En el corazón del pueblo, frente a su “paseo ribereño”, su pequeña y presumida plaza mayor de apariencia colonial, presidida por un pequeño quiosco y una minimalista iglesia de tonos azulados. Cerca de allí descubrimos su humilde escuela. Un edificio desabrigado con una techumbre sobre cuatro escuetas paredes de ladrillo. Solo la pared frontal con tabique hasta el techo donde pendía una gran pizarra, las otras tres con grandes aberturas o marcos, pero sin ningún ventanal ni puerta, por lo que pudimos arrimarnos y curiosear, atrayendo sin quererlo la mirada de los aproximadamente veinte niños y su profesor. Así que al ser sorprendidos y con cara de escrúpulo, simulando gestualmente la acción de fotografiar, consulté expresivamente al profesor para que me permitiera hacerles una foto a los niños; el profesor respondió afirmativamente con una gran sonrisa, y con una señal reveló a los niños nuestra intención. Estos, impetuosos y joviales se pusieron a posar para nuestras fotos. Posteriormente, pasear, descansar tumbados en el hotel, (Julen con su Aipod oyendo música, y yo con mi mini DVD viendo alguna película, en una especie de abstracción o introversión antes de la batalla), y comer. Esa era nuestra pauta o rutina. Casi siempre comíamos en el restaurante del hotel, que ocupa un gran espacio natural techado al aire libre y con vistas al bosque y a una playa privada del Lago Verde rodeada de manglares, donde disfrutar de una buena comida mientras a tu alrededor observas pájaros, pequeños lagartos o incluso grandes iguanas trepando por los árboles o los maderos del propio comedor. Una manifiesta exposición de naturaleza selvática integrada en la civilización. Aprovechamos igualmente esta segunda mañana para desplazarnos a Samtarem y alquilar una pequeña lancha (con su capitán), y navegar por el río Amazonas. Me hacia mucha ilusión verlo y sobre todo tocar sus aguas. En cuanto estuve navegando, no pude resistirme a meter la mano en el río y sentir un salpicado cosquilleo, casi escalofrió, que como una amable sacudida brotaba de mi mano mojada, ascendía por mi brazo, e iba directo al corazón. “Estoy acariciando el río Amazonas”; eso si, aunque no dije nada, sin querer vino a mi mente la imagen de una piraña enganchada a mis dedos... Cuanto daño ha hecho el cine a nuestro estrecho conocimiento... jajaja. Es extraordinario ver la confluencia del Tapajós en el Amazonas, y como sus aguas de distintos colores (marrones las del Amazonas y azules las del Tapajós) , se juntan, componiendo una acuosa e incorruptible línea divisoria bicolor. Como si en realidad no quisieran ni hermanarse ni siquiera conocerse, y evitaran sus miradas por cuestiones de liderazgo, ambición o autoestima. El Tapajós que es un río colosal, se extingue como simple afluente del reputado Amazonas pasando casi al anonimato. Este singular fenómeno se produce a causa de la distinta densidad de las aguas y el efecto es realmente asombroso. El Amazonas, 6800 Km. de agua (el más largo del mundo), desde que nace cerca de Arequipa (Perú) hasta que desemboca muy cerca de aquí en el Atlántico en Belem. Se me pone la piel de gallina imaginando a Francisco de Orellana , cuando con unos cincuenta hombres, y al cabo de siete meses de travesía pasó por este mismo punto el 26 de agosto de 1542. Fue durante ese viaje cuando el Amazonas adquirió su nombre. Se cuenta entre otros muchos sucesos, que la expedición fue atacada por unas sanguinarias mujeres guerreras, similares a las amazonas de la mitología griega, y es por eso que le pusieron el nombre. Tras este fantasioso y relajante paseo en lancha, hemos visitado el exiguo y anodino museo de la ciudad, en el que los mayores tesoros son: la osamenta de una ballena que murió varada aquí hace años, el despacho de su actual alcalde (la única sala con aire acondicionado), y unos oxidados y mohosos grilletes de la época de la esclavitud... Menos mal que el coste de la entrada (que pagas a la salida), es la voluntad. Tras esta decepcionante visita, pero con el espíritu preñado de Amazonas, cogemos de nuevo el autobús urbano y regresamos a Alter do Chao. Es asombroso transitar por estas carreteras. No puedes apartar la vista del paisaje. Todo invadido de vida ingobernable y amotinada floresta. La experiencia es de inmersión total. Si te detienes a pensar, y a las pocas horas lo haces, estamos en el pulmón del planeta, y desde aquí todavía puedes imaginar como pudieron ser otros lugares hace miles de años. Como aquellas viejas crónicas romanas que nos narraban en el colegio, que hablaban de Hispania como un lugar donde una ardilla podía atravesar su territorio sin bajarse de los árboles. Aquí efectivamente puedes dar crédito de esa artificiosa imagen, y el precio que hemos pagado por el desarrollo y la civilización en el malamente apodado, “primer mundo”. Esta última tarde noche, paseando por la plaza, descubrimos que a la caída del sol se reúnen lo que aparentan improvisados grupos de músicos con largas rastas, pantalones anchos y llevaderas ropas, para tocar con sus tambores y timbales y canturrear formando un círculo, mientras en el medio bailan capoeira. La capoeira surgió hace muchos años como un deseo de revolución de los esclavos negros frente al control de la colonia portuguesa en Brasil, originando esta especie de coreografía espontánea que representa la lucha constante del hombre, su evolución, y el arte en movimiento. Mirándolos, percibías algo entre mágico y solemne; una especie de alegre ritual, que al observarlo te transmite una instantánea euforia y embrujo; vida. La banda sonora de una aventura que estaba por comenzar. El tercer día, el día 6, nos levantamos deseosos de incorporarnos por fin esa misma tarde noche a las obligaciones de la carrera y salimos temprano a trotar por los alrededores para avivar las piernas adormiladas de viaje y suspensión. Debíamos estar a partir de las seis en el muelle mas apartado del pueblo, lugar donde embarcaríamos para viajar por la noche río arriba durante unas ocho horas de travesía. ¡Como Orellana...! Pasamos el día haciendo y rehaciendo la mochila, e intentando que cupiera todo el material y la comida en ella, con rostros de concentración y recogimiento, y hablando por última vez hasta dentro de unos diez días con casa. Los hecho de menos. El hablar con Rosana me conforta, y percibir de fondo los balbuceos y gorgoritos de la pequeña Nayra, me emociona y a la vez estimula una especie de éxtasis en la boca de mi estómago, que es nueva para mí. Que ganas de verlas. Aunque lógico y conveniente para nuestra aclimatación, estos días de preámbulo antes de la carrera se nos están haciendo algo largos. Julen está igual que yo. Embelesado y con ojos muy despiertos me habla de su mujer y de su hijo... los dos estamos de acuerdo en la buena fortuna de haber coincidido, pues hace más digeribles estos días de morriña, que si hubiéramos estado solos. Ya estamos listos. A las cinco y media, nos dirigimos al embarcadero. Nos costó encontrarlo, pero gracias al conductor (que aparentaba 14 o15 años) del furgón ¿Taxi? con el que nos trasladan desde el hotel, que ha ido preguntando, hemos llegado. Es un bonito embarcadero de perenne madera teñida de rojo que surge en mitad de una simétrico edificio también de madera en forma de arco o marco. Parece una gran boca cuadrada mostrando su lengua al río; lengua sostenida por pilastras y con baranda también de madera. Curiosamente en esta época de decrecida del río, da a unos grandes bancales de arena muy alejados del agua, y perceptiblemente ningún barco, que no transite sobre ruedas, podrá atracar aquí hoy para recogernos. Aunque está claro que el sitio es este, porque ya vemos algunos participantes, unos seis, fácilmente reconocibles, como nosotros, por sus mochilas y petates. Los saludamos con Julen con la mayor simpatía y celo posible, y les preguntamos con gesto amable: - ¿Jungle Marathon?. Uno de ellos, el mas alto, contesta con una magistral sonrisa rellena de dientes: -¡Yes!, Where are you from?. ¡Ja!, mi parco ingles me da para esto, pienso, y anticipándome a Julen afirmo vanidoso: - ¡Spain!. Seguidamente, ante mi desenvoltura se viene arriba, y me lanza su siguiente pregunta. Así que, recurro a otra de mis aleccionadas frases: -I do not know; I speak little English..., levantando mi mano y acercando los dedos índice y pulgar a un centímetro, haciendo un gesto que signifique “poquito”, sin tener ni pajolera idea de que era lo que me acababa de preguntar. Por suerte Julen, que habla y entiende un poco más que yo, tras chapurrear me detalla que este “ropero de tío” es australiano. No podía ser de otro sitio con esa percha, pienso. Solo le falta el sombrero, el machete y un collar repleto de dientes de cocodrilo. Al poco, estos otros competidores, advertidos por otro que aparece y gesticula a lo lejos en la playa, cogen sus equipajes y se dirigen hacia allí. Los observamos con Julen y parece que saben donde van. Así que decidimos bajar también a la playa, y marchar tras ellos. Y, seiscientos metros río abajo, allí está, varado próximo a un bancal de arena blanca. Es un gran barco de orondo casco de madera pintada de blanco, y de tres pisos con barandas de extremo a extremo, engalanado con grandes neumáticos viejos colgados con cuerdas de sus costados. Si le aplicaras mas ornamentos, detrás un enorme cilindro de palas, y dos imponentes chimeneas, parecería esos que navegan por el río Misisipi. En su parte delantera más arrimada a tierra, desde la cubierta inferior o principal desciende una escalera azul de madera de austeros y resbaladizos escalones, por la que acceder, secundada por una cuerda fija para aferrarte. Pero esta simple maniobra cargados con pesados petates que no te permiten apoyar bien las manos se hace muy embarazosa. Sería una innoble exhibición y presentación para unos “imponentes atletas aventureros” el resbalar torpemente en unas simples escaleras, teniendo que lidiar con una selva los próximos días, y caer al agua con todo el equipo ante la atenta mirada de otros competidores. Así que lo más esforzada y decorosamente posible ascendemos como podemos sin perder la compostura. En las tres cubiertas del barco, hay habilitados amplios espacios con barrotes y ganchos en los techos, donde poder colgar nuestras hamacas que desde hoy serán nuestras leales y austeras cómplices de sueño y descanso. Verdaderamente todo parece ya un sueño. A veces es difícil distinguir la realidad. – “¡Ya estamos Julen!”, le digo… Dicen que las alegrías, las satisfacciones, cuando se comparten se amplifican. Por el contrario, con las desdichas pasa al revés. Si se comparten se atenúan. Tal vez el motivo, es que al compartir, lo que se agranda es tu corazón. Y un corazón amplificado es más agudo para embriagarse con las satisfacciones, y termina más protegido para que los reveses no lo dañen. Estoy contento de estar aquí con Julen.

12 comentarios:

  1. Biiiieeeeennnnn. Aún no lo he leido,pero me ha alegrado el dia ver que comienza la aventura. Que ganas de disfrutarlo!!. Cuando lo lea te pongo otro comentario.

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  2. Joder Javi, eres una esponja...
    ¿tomas notas cuando viajas?
    Como disfrutas de tus vivencias, absorbes todo lo que ves, se nota cuando escribes. Es un placer leer tus crónicas.

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  3. Me ha encantado y me has dejado con ganas de seguir. Joooo. Me gusta muchísimo como escribes, porque trasmites mas allá de los meras andanzas y explicas perfectamente lo que sucede por fuera, pero también lo que sientes por dentro. Estoy ansiosa de seguir leyendo

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  4. Gracias Merche. No Andrés, no tomo notas (Julen te dará fé), pero cuando me pongo a escribir, curiosamente recuerdo todo.

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  5. Me gusta mucho tu relato, porque, sin caer en lo de casi todos que es en temas mas físicos, sabes transformarlo en nítidas imágenes, y recrear todo intensamente y consigues que el que lo lee lo viva. Muchisimas ganas de seguir leyendo, y si fuera unlibro ¡Lo compro!

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  6. Muy bonito, escribes muy bien como siempre.
    es un placer leerte.
    feliz semana esperando un nuevo capítulo.

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  7. SOLO DEJAR CAER ESTA PAGINA JAVI A VER QUE OPINAS EVEREST TRAIL RACE ESTE AÑO ES LA PRIMERA EDICION VEMOS COMO VA Y EL AÑO QUE VIENE TE MANDAMOS JEJE

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  8. Ja ja. Este año he mandado de avanzadilla a mi buen amigo Jordi Aubeso. La carrera, como todas, me parece muy bien, pero prefiero ir al Himalaya sin ninguna exigencia ni compromiso y disfrutarlo como otras veces. Es más, deseo que la próxima vez que vaya sea con mi familia, porque es mi lugar favorito y sueño con compartirlo con ellos.

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  9. Como ya estaba avisado de las otras aventuras, me he tomado tiempo para leer este primer capítulo con esa calma que requiere cuando quieres degustar lo que intuyes que va a ser bueno...
    Este cumple lo prometido y te he "visto" por el barco, por la playa con el compañero,con esos otros "extranjeros", bueno:... ¡¡muy bueno!!
    Tengo ganas de entrar en "faena", esperaremos con impacienci.a

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  10. Si Edgar. No tengo la menor duda de que lo es. Uno de tantos amarillos en mi vida. Un abrazo

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