lunes, 22 de julio de 2013

LANCES PRE KILIMANJARO



Los miedos son muy fáciles de atesorar, incluso de crear. Pero las ilusiones son irreverentes con los corazones que las alojan, y germinan solas. Son así...
Ilusión. Esa es la emoción que despierta en mí lo extraordinario. Ese sentimiento me acompaña desde muy pequeño, cuando, para lo bueno y lo malo (que también tiene), me negué a aceptar la realidad y siempre miré el mundo a mi manera. Sentía y siento firmemente que entre dos cosas que parecen muy alejadas, hay oquedades por las cuales puedes abrirte camino. Y esto no puede explicarse con códigos, ni con lógicas.
En poco más de cinco semanas, partiré al frente de un grupo de viajes Barceló de Barbastro con la certidumbre de alcanzar junto a todos ellos la cubre del Kilimanjaro en Tanzania. No puedo ni afrontarlo ni imaginarlo de otro modo.
Mientras tanto, y en esta época del año, y desde hace ya... muuuucho, una de las actividades que me hace apasionar más, figurarme único, y me compone de una manera muy difícil de expresar, es el descenso por mis queridísimos barrancos de Guara.
Es algo tan mágico que sus sensaciones siguen reeditándose año tras año como desearías que ocurriera en otros aspectos de la vida.
Este año es especial por lo climatológicamente anómalo del comienzo del verano, y después por las frecuentes tormentas, y por tanto gran volumen de agua y mucho lodo, que en algunos casos limita los descensos, pero por el contrario, otros barrancos que para estas fechas ya se habrían secado, siguen vivos.
El domingo, de manera programada, guié a alguno de los miembros de la expedición al Kilimanjaro, y descendimos el Formiga. Un barranco clásico que me encanta, y al que temo estos últimos años por la masificación. Pero madrugando, siempre intento obrarlo, ya sea solo, con grupo, o con amigos, lo mas aisladamente posible,...
En este tema de Guara, puede que me deje llevar, y sea la pasión de un lugareño cautivado por su tierra, pero lo cierto es que para mí, en los cañones y barrancos de Guara habita un sosiego y orden difícil de encontrar en cualquier otro lugar. Allí, escuchando, sintiendo, y llevando tus pensamientos a una abstracción total, contemplas otra dimensión. (y no tiene nada que ver con la ridícula, risible y cínica octavilla que le dedicó a los barrancos de Guara el programa Cuarto Milenio de Iker Jiménez... )
Por eso, ahora en temporada alta, madrugar y hacerlo temprano, es la única manera de percibir, en como el agua murmura convencida de su poder, mientras pasea libre por esta extensión de naturaleza batida.
A mí me encanta experimentarlo, pero también transmitirlo, hacer participes a los demás y disfrutarlo en compañía.
Siempre intento señalar, que descender un barranco, (o “subir una montaña”), no es ninguna batalla que haya que ganar, si no un placer que hay que disfrutar. Es un ambiente "mágico" con efectos únicos, que actúan conformando nuestro mundo interior con el exterior que te rodea, y engloba tanto el consciente como el inconsciente.
La naturaleza... el contacto con ella, posiblemente sea la mejor escuela de vida que existe; fortalece y sensibiliza a la vez.
Y siempre, una frase de Napoleón que me apropié y adapté a este medio: “ Un cobarde vale para dos barrancos”...
Me fascina, (como este domingo a Eduardo y Ana), acompañar a alguien por primera vez; Dicho finamente, desflorarlos.
Al final, tras el descenso, cuanto mérito: con vértigo, con recelo, con inexperiencia, con desconocimiento, con ambigüedad, pero siempre acorde a las posibilidades de cada cual, todos consiguen conectar con este mundo de extraños contrastes, de frío y calor, de miedos paralizantes y alegrías perpetuas; de vida y de muerte.
Se trata de transmitir, esa sensación que yo tuve cuando contemplé por vez primera la cara escondida de uno de estos cauces: Me recorrió, y aún me recorre el cuerpo una combinación de fascinación, asombro, desconfianza, temor, placer y poder.
Ayudarles a progresar por su vísceras, y ver como gradualmente su temor disminuye, su confianza aumenta, y les asalta la embriaguez del entusiasmo, el respeto y la admiración por este medio.
Cada año regreso con mis recientes o ya disipadas capacidades,  con mis nacientes o antiguas vanidades, y todo ello se desfigura al contacto con la primera poza...
Por un instante, me manifiesto capaz de actuar en una frecuencia más elevada de conciencia, voluntad, compañerismo y valor.
Los barrancos de Guara: Si entras en ellos humilde, respetuoso y dispuesto a sentir, sentirás. Pero si no, será simplemente un parque acuático natural; una excursión a un lugar pintoresco con cuantiosos peligros que describirles jactancioso a tus amigos.
No es sólo la aventura lo que me atrae de los barrancos o las montañas, sino la magia que los envuelve.




3 comentarios:

  1. He sentido una envidia maravillosa. Gracias por la entrada y las fotos...

    Saludos sureños.

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    1. Gracias Lola. la verdad es que que bien se está cuando se esta bien; tan lejos de todo, o tan cerca de ti mismo. Ahí cobra sentido esta frase . Sólo hay un problema: crea adicción.

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  2. Como bien dice Lola, envidia cochina pero no sólo por lo que haces, sí no por como lo haces. Que suertudos !

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