jueves, 11 de julio de 2013

THE NORTH FACE LAVARERO UT 2013:

El jueves 27 volamos de Barcelona a Venecia, y desde allí, con un coche de alquiler nos dirigimos 145 Km. al norte, hasta Cortina d'Ampezzo, pueblo situado en una amplia depresión rodeada de altas y características montañas, en el corazón de los Dolomitas.
El embrujo de su paisaje y las numerosas actividades deportivas que ofrece, hacen de Cortina desde siempre, uno de los objetivos para los amantes de las montañas y la naturaleza.
Paseando por sus calles, descubrimos el confort, la atmósfera y la distinción de los locales, la particularidad de las tiendas, de sus restaurantes y de los hoteles, que obedecen a un tipo de oferta turística de una “exclusividad”, con la que nosotros no nos identificamos demasiado, pero... aquí estamos encantados.
No es broma. Es un pueblito pequeño, pero a lo largo de la calle principal hay tiendas tan exclusivas, que puedes comprar la mejor moda italiana, artesanía, joyas, antigüedades y material deportivo, pero a unos precios, acordes a la exclusiva clientela de este rincón de Italia. ¿Cervezas a cinco euros y medio y seis?... Hasta en la plaza de San Marcos de Venecia creo que son más baratas, pero al mismo tiempo tienes música en directo.
La tarde ha sido moderada en gasto de energía, y aunque no lo exteriorizo, extremadamente reflexiva, porque no me apetece demasiado “la paliza” de mañana por la noche.
Vamos arribando cada cual en horarios diferentes toda la expedición Barbastrense, y nos reunimos a cenar en un agradable restaurante cuya especialidad es el jamón (Italiano), pasando un rato muy agradable.
Duermo como un lirón, y al día siguiente viernes, día de la carrera, estas meditaciones son quebrantada por la noticia que me manda Paco, y que ha leído, del recorte de la carrera por exceso de nieve en las cimas altas. Desde la ventana del hotel se ve perfectamente la nevada...
Por la lesión que arrastro desde hace más de mes y medio, he llegado falto de entrenamiento, nervio, emoción y hasta motivación, así que este rebaje en mi caso es un motivo de alegría.
Está claro que esta “carrera” (no la denomino reto, ni aventura), no la estoy viviendo ni sintiendo como uno de esos grandes retos o aventuras, en los que la incertidumbre y la valentía me rigen. ¿Por qué?: Porque aquí, en mi caso, ya no existe ese escepticismo o titubeo ante el desafío. Porque ya averigüe que en condiciones normales, un reto de estas características, mas deprisa o más despacio puedo hacerlo. Porque los seres humanos somos contradictorios y yo también. Mientras llevamos a cabo una actividad, cualquier actividad que nos compense y guste, si esa actividad se lleva a cabo de una manera automática, continua y rutinaria, dejamos de caer en la cuenta la hacemos precisamente porque nos apetece y porque nos gusta.
Estoy muy a gusto por el marco y la compañía,eso si.
Ya por la tarde, tras el briefing comunicado por el organizador, al que, por su discurso entrecortado y afligido por su yo creo que simulado dolor ante el recorte de la carrera, bautizamos como “Simone Llorone”, nos fuimos a cenar, y a dormir, para descansar para esta carrera definitivamente de 85Km, según la organización, 86,5 Km. me marcó a mi en el GPS.
El sábado, puntuales, un poco antes de las 8  estamos en la calle principal de Cortina, Corso Italia, los 700 participantes de 32 países listos para partir..
Tras desearme buena suerte con Paco, a Luis, Paco Lo y David, ya no los vi,  permanezco cerca de primera fila, pues siempre me agobia salir muy atrás. Prefiero que me vayan adelantando, a ver ahogado mi ritmo en una estrecha senda en medio de una aglomeración. 

Suena música de Ennio Morricone, y tras esta la cuenta atrás. Ciertamente no siento nada especial. Ahora, ni la emoción de ver a mi familia, pues al ser tan temprano Nayra no se ha levantado, y tampoco quería forzarla a que lo hiciera y así se lo dije a Rosana. Hemos quedado vernos durante el día y a la llegada. Suficiente.
Salimos de Cortina d'Ampezzo, y por delante “solo” 86 Km. y 5 puertos de montaña. Al abandonar Cortina, las primeras rampas aunque son unas muy practicables, cómodas y exuberantes pistas ciclables colmadas de abetos, pinos y hayas, por el éxtasis y entusiasmo del arranque que acelera corazones y ritmos, nos emplazan casi en fila india,. Yo intento mantenerme frío y a mi ritmo.
Forcella Posporcora a 1720 m. Desde allí unas espectaculares vistas del valle de Cortina y algunas de sus cimas, que me obligan a parar a hacer unas fotos, y me van vivificando y alegrando el corazón. Me concentro. Esto acaba de empezar, no es como empieza, si no como termina, y quedan muchas horas de recorrido. 
Al contrario que ayer, hoy hace un muy buen día. El primer avituallamiento, no llega hasta el  K18 en Ospedale. Un enorme arco hinchable de Red Bul, a modo de pórtico, da acceso a unas expeditas carpas donde avituallarse.  Me tomo un vaso de Coca Cola, una tostada con Nutela y un trozo de plátano y rápidamente continúo. De momento, y aunque noto la sospechosa rigidez de la cadera, voy todavía bien, y me recreo en estos esplendidos paisajes. 
Comienza otro prolongado y aún tendido ascenso al borde de un río donde al rato, a los costados del sendero aparece la nieve. Afanando el ritmo, coronamos en una estación de ski situada en la cara sur del Cristallo con unas montañas y corredores nevados que mirándolos se me hace la boca agua y siento algo parecido a palpitación. Es precioso. Estoy a unos 2110 m de altura, en el K25, y me encanta este paisaje.
Se abre un espectacular descenso por  un sendero austero, riguroso, despejado de flora, y muy técnico por el barro y las gradas en alguna de sus curvas, que supone concentración y nervio a la par. Incluso atravesamos una lengua de nieve que, en pequeño, me recuerda a
la bolera del Mont Blanc. Disfruto tanto bajando por allí, que en un suspiro llego hasta el segundo avituallamiento en el  Km 33 (Hotel Cristillo). Coca Cola, un vaso de red Bul que tiro a medias (no me gusta), y otra tostada con Nutela. 
Emprendo inmediatamente el ascenso hacia el Lago Misurina, que marca mitad de carrera, y donde seguro estarán esperándonos Rosana, Nayra, Eugenia, Paco Jr y Laura. 
La marcha se sucede por unas pistas envueltas de colores esmeraldas provocativos y agresivos. He proscrito por fin esos espejos críticos que me empañaban el ansia,  y con ellos las imágenes negativas, y estoy gozando una vez más. Verdes, esmeraldas, eléctricos aceitunados plenos de gritones mosaicos de rocas intratables, me entregan e este camino y al olvido. Como estoy gozando.
El tiempo ya no existe. Pero....en Ronda el dolor apareció en el Km. 30, y aquí de momento sigue aguantando, aunque ya con una opaca molestia. Que menos. 
Voy hacia mitad de carrera, y sigo entero, aunque esta especie de ahogo en la musculatura de la cadera que ya conozco, me hace pronosticar que no será así hasta el final. Y aunque este engaño, que toca con delicados acordes de un réquiem que está por llegar, ahora he de olvidarlo y concentrarme. Si llego al lago, km 42 en poco más de cinco horas como es previsible por como voy, (una o una y media), habré cobrado un margen de dos horas para hacer la segunda mitad, y llegar como deseo antes de las diez de la noche. 
Asciendo hasta un puerto (Forcella) a 1913 m. y de nuevo un resuelto descenso por un terreno húmedo, fangoso y embarazoso, donde observo muchos resbalones y tropezones, me conduce hacia el lago Misurina a 1752 m.
¡¡Allí están!! Gritando y jaleando, aparece nuestro animado y consagrado equipo de apoyo: Nayra, Laura, Rosana, Eugenia y Paco Jr. Me paro, los saludo, charlamos y les explico que de momento y aunque comedido voy bien. Nayra se va caminando hasta su carrito de bebe dándome la espalda...¿¿¿???... Regresa. Ha ido a buscar una de sus galletas de chocolate para dármela...Le doy las gracias timbradas con un enorme y emocionado beso, y me despido eso si, comiéndome la sabrosa galleta que me ha dado mi hija. 
Hay un lugar en nuestro interior donde existe nuestro verdadero ser: Y ese ser, no conoce el sufrimiento, lo sabe todo, está en equilibrio, y es siempre feliz. Cuando nuestro punto de referencia es ese “Ser”, y no nuestro Ego, o lo que piensan los demás, la realidad, nuestra realidad cambia y cambia nuestro punto de vista. Entonces todo se hace más fácil. Un simple gesto, una simple “galleta”, hace que los mejores frutos aparezcan, y  deje de pensar, y entre en ese nivel de realidad donde no hay  metas, solo destino, disposición y pasión. 
Al final del paseo por este precioso e idílico lago pleno de paseantes y excursionistas, en el Km 43 me topo con el tercer avituallamiento. En la salida había dejado una bolsa identificada con algo de ropa para cambiarme aquí, y también un sobre con jamón ibérico del que  con un trozo de pan del propio avituallamiento doy buena cuenta. Unos vasos de Coca Cola para acompañar, y reanudo la marcha. Son las 13:30 pasadas, y de llevo poco más de 5,30 horas.
Dispongo de ocho horas para llegar con buen horario. Ahora solo es una cuestión de autocontrol, y para lograr ese autocontrol, algunas veces es necesario soltar las cosas que desde el principio nunca fueron tuyas, sino prestadas. Aprender a confiar en ti mismo, sin cometer el error de confundir sencillo con fácil.
Para lograr algo, primero hay que saber qué es ese algo, (cosa que hoy yo no tenia nada clara), estar seguro de ello, y luego estar dispuesto a pagar el precio para conseguirlo. Así de simple. Ahora si lo tengo claro. Quiero llegar a la meta y entrar de la mano con mi hija Nayra. 
Salgo por una carretera en ascenso en dirección hacia Refugio de. Auronzo, pero por la modificación del recorrido dejo el desvío del mismo y de las famosas Tre Cime, continuando recto por Val Rinbianco... Desciendo por una aérea y espectacular senda que bordea un escarpado barranco, donde mi lesión, ahora, si comienza a reanimarse y a doler mucho en cada pisotón. La bajada es efusiva y violenta, y esto no hace acrecentar mas el dolor. Me tomo un primer ibuprofeno.
  Finalizada la garganta, me encuadro en unas prolongadas pistas abiertas e interminables junto al Lago di Landro, y una carretera. Me recuerda a la Jorgeada (pero de día). El dolor se ha agudizado mucho, así que decido caminar a buen paso deseando que el ibuprofeno lo mitigue un poco y me permita volver a trotar.
Estoy caminando en el sitio más corrible de toda la carrera, pero... es lo que hay. Son las tres y media de la tarde, y llevo unos 53 km, aunque caminara lo que me resta a 5 km por hora, llegaría a las nueve de la noche. ¡¡Perfecto!! Aguantaré como pueda.
Pasé por el cuarto avituallamiento, llegue a Cimebanche K57, y para arriba de nuevo. Ya que marchaba andando, agradecía que el camino picara para arriba, así todos caminábamos... Era una larga subida hasta Lerosa a 2020 m.
Y por fin llegó de nuevo la bajada por unos prados  verdes y arcillosos. Allí, nada mas comenzar la bajada, fui testigo de un hecho, de los que me hacen odiar la competitividad que ya está llegando a este hermoso deporte de superación personal, y “compañerismo”: Veía perfectamente a cuatro corredores delante de mí; el que estaba mas distanciado, en un momento dado dio un traspié, y sin reflejo ni instinto alguno para recuperar la verticalidad, supongo que ya por el cansancio acumulado, se desplomó como un autentico saco de patatas, esparciendo por el suelo su estirado ser, los botellines de hidratación, y algunos geles y barritas que debía llevar accesibles en la mochila.   ¿Os podéis creer que los tres corredores que le precedían lo sortearon sin sí quiera hacer amago de ayudarle?....Eso si, tuvieron la deferencia de no pisarle los geles... ¡Mecagüen sus muelas!.
Me paré, le ayudé a levantar, y a recoger sus avíos, y le pregunté: -“¿OK?”, y el me respondió: - “¡Yes thanks!”.
Continúe, intentando trotar despacito, ya que era bajada con buen piso, y el ibuprofeno había mitigado un poquito el dolor, pero durante un buen rato, no pude quitarme de la cabeza el suceso de la caída de este hombre (era esbelto y atlético, pero en apariencia madurito). No se me ocurría ninguna excusa para el feo gesto de esos tres corredores que le precedían, ni el agotamiento, ni la falta de  civismo llevados por el cansancio… Ya sea en lo deportivo o en lo personal, los que no bajan la vista, los que no dejan de mirarse el ombligo, terminan confundiendo sabiduría con egoísmo, e independencia con exclusivismo. Hay que aprender a pararnos. Dejar de pensar en que si alcanzo mis metas soy un ser superior. “ Humildad" y sobre todo “Compañerismo”. Esto es deporte, deporte en la naturaleza, y además amateur.... 
En fin.... corramos un tupido velo, y pensemos que gente así son una minoría. 

Llegue de nuevo muy dolorido al quinto avituallamiento Malga Ra Stua Km 67. Me queda menos de una media maratón. Puedo hacerla andando y llego a buena hora. Así que decido parar y comerme una riquísima sopa para así tomarme otro ibuprofeno que me alivie un poco la carga hasta meta. Este ratito comienza a diluviar, aunque para enseguida. Casualmente me pilla bajo techo.
Mientras me equipo para continuar, veo aparecer a Paco Lozano. ¡Que alegría verlo!. Lo saludo, y le digo que lo espero, pero él me dice: -“ no, tranquilo, continua”. Le revelo, que continuo, pero que enseguida me pillará, porque me duele mucho la lesión e iré caminando.
Comienzo el ascenso hacia el quinto y último puerto de la jornada, que era el mismo que el primero de la mañana,  pero subiendo por otra cara, para bajar hacia Cortina por donde habíamos subido de salida temprano.

 Al iniciar el ascenso, miro atrás y ya diviso a Paco, así que me paro y lo espero. Cuesta arriba, como no hay que correr podré ir con él. En animada y afable charla con Paco (no lo conocía), descubro a una persona afectuosa, análoga a mi manera de ver y sentir las cosas, y con las ideas muy claras (un agradable 
descubrimiento). Juntos y en algunos momentos sin divisar a nadie ni por delante ni por detrás, se eclipsa completamente la impresión de carrera, y encaramos unas imponentes rampas con un perfil, con el que ironizo señalando que habrá que sacar la cuerda y los arneses. 
Km 76 Forcella Posporcora 1720 m . De allí a meta tan solo unos 9 kilómetros y de bajada, con un ¿avituallamiento en medio? (en realidad fueron 10 km).
Ansío correr junto a Paco. Es cuesta abajo, y por un muy buen terreno. Lo intento, pero no puedo. Me duele enormemente, y ya no quiero violentarlo más. Bastante ha aguantado ya. Ahora, ya llego andando, y seguramente antes de las ocho de la tarde, que era el horario mas optimista que me había fijado. Así que persuado a Paco para que corra hacia la meta el solo y disfrute su excelente momento.
Me quedo solo, llamo por teléfono a Rosana, y le advierto que estoy a unos siete u ocho kilómetros, que calculo haré en una hora.
Tras pasar el último avituallamiento en el que me tomo un rápido vaso de coca cola tan solo para preguntar cuanto falta a meta, continuo rápidamente. En la bajada me está adelantando mucha gente, pero me da absolutamente igual. Es normal; entre eso, bajada, y el aroma a meta, lógicamente todos  se animan y vuelan. En el avituallamiento me han dicho que quedan tan solo cuatro kilómetros. Paso por el Lago Ghedina, (precioso), y el GPS me marca ya Km. 83, así que de 85 nada. Será uno o dos kilómetros de carrera más. Y,...aquí... este relato enlaza con el ya escrito en el anterior post: 
A las ocho menos cuarto de la tarde, irrumpí en las primeras calles de Cortina, con el deseo emocionado de hallar, de ver a Rosana y a Nayra en la recta de meta de la calle principal. Ese último kilómetro en el que se produce esa especie de magia atenuante física y mental, te reanimas y nada te duele.
Allí, unos cien metros antes de la línea de llegada, estaban animándome Rosana y Nayra, junto a la familia de Paco (Eugenia, Paco JR y Laura) y Paco Lozano que había llegado pletórico hacia unos veinte minutos haciendo de heraldo.

Me detengo y les doy un gran beso mientras aún me gritan y jalean, y le tiendo la mano a Nayra, con la esperanza de que me acompañe, pero con la incertidumbre de que si lo haga (tiene dos años, y como tal es imprevisible). 
Y si, pasa como una centella bajo la cinta de balizar que une las vallas del circuito, me trinca fuertemente la mano, y comienza a correr a mi lado. No paró de correr en los cien metros que nos separaban de la línea de llegada, en los que éramos escoltados por dos corredores que me precedían, y que aunque les sugería agitando mi mano que nos adelantaran, no quisieron rebasarnos (bonito detalle y totalmente opuesto al vivido horas antes con otros corredores). 
Yo me olvidé del mundo y miraba a Nayra entre conmovido y emocionado, mientras ella miraba con ojos gigantescos y curiosos a uno y otro lado, asombrada por como la gente nos aplaudía y clamaba.
Rebasamos la línea, y la cogí en brazos palpitando no de cansancio, si no de emoción, mientras Nayra también me abrazaba, y me soplaba al oído con voz melosa: -"Papi"... 

Me reitero: “Son instantes en los que percibes que los besos no son formalidades, ni los abrazos obligaciones;  momentos únicos por los que merece la pena vivir”. 
FIN

6 comentarios:

  1. Alucino siempre en como eres capaz de describir y hacernos vivir los sentimientos por encima de lo tecnico o lo fisico. Enhorabuena Javi. Eres un verdadero campeón

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. es lo principal no? Lo que sientes por dentro. Ese es el verdadero motor de todo. Muchas gracias Merche

      Eliminar
  2. Enhorabuena, como siempre nos haces reflexionar y querer un poquito más este deporte, este maravilloso deporte. Pero lo más importante, nos muestras una visión de la vida en la que prevalecen valores olvidados en esta sociedad.
    Lo que me sorprende que no te centres en recuperarte de la lesión, recuperarte completamente....
    Un placer leerte cada semana.
    Eduardo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. gracias Eduardo.
      Lo de no parar y recuperarme totalmente, ha sido un cúmulo de circunstancias: Cuando me lesioné, estaba a poco de la Jorgeada. Fui al médico, me infiltraron y la pude terminar aunque muy tocado. Allí se sumo ese haber podido, con algo de tozudez, y unas nuevas infiltraciones, y aunque a Ronda ya bajé “por bajar” y porque bajaba un amigo, aún volví a correr media carrera 55km, y no la agravé, porque pare inmediatamente, pero si ralenticé de nuevo la recuperación. Desde Ronda mis entrenos más largos y cuando me sentía bien, fueron de dos horas, porque a Lavaredo, a no ser que viera claramente que no podía dar un solo paso iría si o si; era un viaje programado desde hace muchos meses, ya pagado y además con familia y amigos, asi que en las mejores condiciones que me fueran posibles, no para hacer un carreron, pero si para intentar, iria.
      Ahora ya está. Ahora si voy a recuperar (espero), y exceptuando mis salidas habituales tranquilamente y sin forzar, y mis queridos barrancos, no la voy a machacarme en meses, esperando ilusionado el Kilimanjaro.
      Gracias de nuevo Eduardo

      Eliminar
  3. Un placer haber compartido esos dias contigo y tu familia por los Dolomitas. Ahora como dice Eduardo tienes que recuperarte. Trotamos mañana ?

    ResponderEliminar
  4. Genial como siempre Javier. Enhorabuena

    ResponderEliminar