
Estos años, he escrito mucho y de diferentes
temas. Recomendaciones, reflexiones, narraciones, muchas filosofadas y algunos
relatos. En concreto, los relatos comenzaron cuando regresé de la Maratón de
Sables, y sentí la necesidad de relatar lo vivido allí. Después, he
narrado minuciosamente por escrito cada nueva “andanza” en la que me he involucrado. Primero con la necesidad de
salvaguardarlas para mi recuerdo, para siempre, pero a la vez para compartirlas
con quien quisiera leerla: Sables, la Yukon Arctik, el cruce del mar Báltico,
la Jungle Maratón, y el ascenso al Kilimanjaro. Incluso hice el ejercicio de
desenterrar y escribir instantes, recuerdos significativos para mí como el día
de cumbre en el Cho Oyu, o en el Aconcagua.
Siempre narrados en primera persona y desde el
punto de vista más de emociones que de destrezas; mas apasionado que técnico;
Expresado o al menos intentado expresar, de manera veraz, instintiva y
explícita. No sé si lo he conseguido...
Después, de esos minuciosos relatos, una vez resumidos,
extraigo el guión para el audiovisual si lo hay.
Pero, el pasado año, al escribir la memoria del
ascenso al Kilimanjaro, descubrí que me suponía un gran esfuerzo, expresar o
narrar en primera persona, la impresión, las emociones, las vivencias, de todo
un grupo a mí alrededor.
Este año, tras el Kala Patthar, antes de ponerme
a escribir se me presentó ese mismo dilema. ¿Cómo lo narro desde un punto de
vista personal, hablando adecuada y verazmente de la vivencia de veinte
personas?.
Así que, tomé la determinación de escribirlo en
tercera persona, y ya directamente el texto que me serviría de guión para el
audiovisual.
De este modo, y pese a lo que pudiera parecer, me
ha costado muchísimo más hacerlo...
Pero... por fin lo he terminado.
Y como siempre, quiero compartir aquí, aunque no
todo (lo haré en su momento), por lo menos el fragmento final. El momento de
cima.
Ahora, a este texto le pondrá voz mi buena amiga
Patricia Frutos (Dobladora profesional), y sobre esa base grabada con su voz (“por primera vez femenina”), montaré
personalmente, (que para eso he practicado narrando barrancos, etc), todas las
imágenes y la música de este nuevo audiovisual, que espero esté listo para
poderlo presentar el mes de Marzo. “Kala Patthar
2014”
A las cuatro de la madrugada desayunamos, nos
equipamos concienzudamente, y nos dirigimos sugestionados y casi hechizados
hacia la cumbre del Kala Patthar.
Marchamos muy bien abrigados, y en silencio.
Vamos muy despacio. El suelo esta helado y
cubierto de nieve fina. Hace catorce grados bajo cero.
La luz de nuestro frontal centellea mientras
custodia nuestros afónicos y apretados pasos.
Tan solo se escucha el chascar del suelo, y el
rumor de los alientos violentados al exhalar obligatoriamente vida.
Poco a poco amanece, y como un prodigioso
grabado, en primer plano florece el enorme glaciar del Khumbu a pies del
Everest.
Han pasado tres horas. Cuanto mérito. Algunos,
aun mordidos de altura, frío y cansancio, pasándolo mal, continúan. Y los que
se encuentran mejor, se vuelcan en apoyarlos y alentarlos.
Son instantes así, los que te hacen apreciar de
verdad la montaña, la virtud que en ella se sacude, y la enorme conciencia de
los manifiestos montañeros. Los de verdad.
Los que participan, alientan, socorren, se
desprenden de su cantimplora o su ropa si es necesario, y además se complacen
de ello, porque saben que otro día, pueden ser ellos quienes lo
necesiten.
Porque ser montañero, significa buscar, soñar y
superarse si, pero también compartir, acompañar, crecer, corresponder y siempre
siempre evolucionar.
Ya casi vemos el objetivo final.
El camino culmina sobre una cúspide de roca
ungida con cientos de banderas de oración que conforman un enorme blasón
multicolor.
Un último esfuerzo, unos pocos pasos más, y...
Estamos en la cima del Kala Patthar a 5.545 m; en
un punto excepcional desde donde contemplar el Monte Everest desde la vertiente
nepalí.
Con ineludibles abrazos, brotan nuestras lagrimas
de emoción y rabia contenida; lagrimas conformadas de compañerismo y esfuerzo,
y también de dudas, suspicacias y temores ocultos tantos días.
Abrazos sentidos, conmovidos por hondas
emociones.
Gestos que nos tambalean, nos quiebran el habla,
y enardecen el corazón y la conciencia.
Instantes donde todos somos uno solo, formando
parte de un sueño que jamás olvidaremos.
El escenario en 360 grados es espectacular.
Sublime.
Seguramente una de las más bellas estampas que se
puedan contemplar en el planeta tierra.
El Pumori sobre nuestras cabezas, que nos amplifica
esa impresión de insignificancia y humildad, y frente a nosotros el Glaciar de
Khumbu y su famosa cascada, el Loptse, el Nuptse y por supuesto el Monte
Everest.
Al evaluar nuestras vidas, es conveniente
analizar lo que le falta, pero nunca olvidar todo lo que hemos logrado.
El Kala Pattar, este viaje al Himalaya, ya
siempre será, siempre formará parte de esos logros y recuerdos si, pero del
mismo modo y de manera más significativa, aquí hemos aprendido a
convivir, a compartir, a ponernos en el lugar de las otras personas, y
saber lo que necesitan, que muchas veces, no dista mucho de lo que tu mismo
necesitas.
Nos ha enseñado a vivir, a soñar, y sobre todo a
no dejar de hacerlo.
FIN