miércoles, 19 de agosto de 2015

SIN LIMITES



Unos días en Marina D,or, (no hay mal que por bien no venga) me han hecho recapacitar

sobre lo vivido, cuando me acerco pacíficamente a los 48 años, y entreveo mas cerca que lejos mi medio siglo de vida, sintiéndome igual de entusiasta que hace treinta años, aunque mas robustecido y cauteloso.
Un método: Iniciación, progreso, disfrute, y después llega tal vez la “obsesión”...
Más tarde madurar, respeto, pasión, humildad, y camino íntimo.
En definitiva, búsqueda.
Cuando una personal traspasa la frontera de lo acostumbrado, descubre que su fuerza y valor no dependen necesariamente del contexto, la altura, la distancia, o el prestigio; incluso ni de si mismo.
Descubrirse montañero o ultrafondista en particular, o aventurero, “inquieto” en general... es más, mucho más que un montón de metros, kilómetros o hazañas.
No son distinciones que sumar, son vivencias que atesorar.
¿Qué nos empuja a desafiar el frío, los aludes, el calor, la sed, el agotamiento físico y mental?. ¿A desafiarnos a nosotros mismos?
Posiblemente el espíritu. Un espíritu pertinaz, grabado de sueños y fraguado en campamentos, cabañas, refugios, noches estrelladas, ilusiones y esperanzas. 
Una búsqueda que inicias desde que naces.
Buscamos nuestro destino intentando enamorarnos profundamente del camino elegido para llegar a él.
Vista y corazón. Estos sentidos son la mejor indicación de cual es.
Mi camino, desde pequeño, siempre ha sido la naturaleza y el deporte en ella.
Correr, descender barrancos, o escalar montañas … ha significado y significa primero pasarlo bien, después compartir, mantenerme en forma, y llevar a cabo actividades que desde mi punto de vista me llenan por estar repletas de virtudes y cargadas de experiencias gratificantes.
Adquieres experiencia poco a poco, e incluso llega un momento que te comprometes e implicas.
Y mientras estás inmerso en la preparación de una gran expedición, o unas pruebas deportivas o de aventura como la Yukón Artic o la maratón de Sables, casi descuidas recordar que eso lo haces porque disfrutas; Es más, nadie de los que te rodean consideraría que estás en tu sano juicio si afirmas que haces en torno 35 o 40 kilómetros cada viernes, sábado y domingo cargado inexcusablemente con una mochila grabada de peso durante varios meses porque disfrutas de ello.
Luego acaba la prueba, tu objetivo, tu soñado reto, y reflexionas sobre todo ese sacrificio; y te dices: -¿Realmente, ha merecido la pena?.
Siempre te respondes -¡SI!
Tan solo se trata de aceptar como eres, quién eres, con tus defectos y virtudes; entonces hacer de ti mismo un compromiso, para así ser capaz de proponerte cualquier objetivo y cumplirlo.
Es una cuestión de autocontrol, y para lograr ese autocontrol algunas veces es necesario aprender a abandonar el control y soltar las cosas que desde el principio nunca fueron tuyas, sino prestadas.
Hay un lugar en nuestro interior donde existe nuestro verdadero ser.
Ese “Ser”, no conoce el disimulo, lo sabe todo, está en equilibrio, y es feliz. Cuando nuestro punto de referencia es ese “Ser”, y no nuestro Ego, la realidad, nuestra realidad cambia y con ella nuestro punto de vista y la forma de ver las cosas.
Imagino que los grandes sabios, lograban sus mejores frutos cuando dejaban de pensar y entraban en ese nivel de la realidad donde no hay objetivos, ni metas, sino pasión y destino.
Sin cometer el error de confundir lo sencillo con lo fácil.
Si quieres lograr algo, primero hay que saber qué es ese algo, y luego estar dispuesto a conseguirlo. Así de simple.
Las limitaciones más graves son aquellas que tú mismo te señalas.
Ahora, a dos años de comenzar mi segundo medio siglo de vida, yo no pido riquezas, ni grandes esperanzas, ni ya que la gente me entienda; tan solo un cielo sobre mi cabeza, un camino bajo mis pies, y seguir sintiendo que cada dia es un principio por descubrir.

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