lunes, 28 de marzo de 2016

2. Capitulo 2 (distracción y adhesiones)


Enfundado en el saco de dormir, amparado por el silencio de la noche, y
el soporte sonoro de algunos ronquidos, reviso,  me envuelvo en mi pasado y mis vivencias.
Esas que de nuevo me han concedido el regalo de ser el dichoso rehén de mis sueños.
Sé  muy bien que no me daré por vencido, y esto hace que antes de comenzar de alguna forma ya haya ganado.
En una montaña, existen muchas posibilidades de no conseguir tu objetivo final.
Ni tu ni nadie de los que están aguardando a sus pies: Un mal año, mala época, un violento cambio de tiempo, una avalancha en la ruta, etc, etc. Son numeroso los elementos circunstanciales e imprevistos que pueden dar al traste con tu ansiado objetivo.
Aquí en este desierto, salvo una insólita adversidad jamás sucedida hasta ahora, esta contingencia no existe.
Siempre, cada año, hay quienes terminan la carrera.
Mi propósito ser yo uno de ellos.
Sé muy bien, que si confías en ti mismo tus opciones se multiplican, porque casi siempre somos nosotros mismos  nuestros peores enemigos. Y yo confío en mi mismo. He de hacerlo.
En mi cabeza, ajeno a todo seducido por la oscuridad, se entremezclan revelaciones, alegrías y tristezas. Desde mi última gran  aventura en el Himalaya en 2002, han sucedido muchas cosas en mi vida; amigos inmerecidos, enemigos merecidos, recelos y lucha.
Finalmente me duermo.
Amanezco por primera vez en el desierto.
Al fondo, con la luz imponente del crepúsculo, asoman las indescriptibles e intrigantes dunas de Erg Chebbi cerca de Merzouga.
He dormido placidamente asistido por las pastillas de valeriana que llevo en el botiquín, sutileza que aprendí de Fernando Garrido durante la expedición al Cho Oyu para adaptar el sueño los primeros días.
Aun así, mi espalda se halla algo resentida. Hacia tiempo que no dormía en el suelo, y sustituir la comodidad de un colchón, por la angostura de una esterilla sobre una alfombra en el desierto, cuesta.
Hay enérgica convulsión en el campamento, y  se percibe la impaciencia de lo que está por comenzar.
–“¿A que hora dan el desayuno?;¿A que hora nos toca pasar el control de mochilas?;¿Cuánto peso llevas?” . Son preguntas que se reiteran hoy.
A nosotros nos toca pasar el control de mochilas de una a dos de la tarde. Así que tras desayunar lo más copiosamente posible en la espaciosa carpa de la organización, me dispongo junto con mis compañeros a rehacer por centésima vez mi mochila.
Decido quitar algo de peso del botiquín, dos pares de calcetines (en vez de seis llevaré cuatro), y disminuyo un poco la comida.
Un poco de aquí, un poco de allá, y por fin mi mochila queda en nueve kilos sin contar el agua.
Estoy satisfecho, pues este último mes he entrenado continuamente con once kilos mas agua a mi espalda. ¡Perfecto!. 
Mientras nosotros nos dedicamos a esta tarea de reajustar la mochila, otros vecinos de campamento, han salido a pasear hasta las dunas que mañana nos albergarán en la primera etapa, e incluso se puede ver gente trotando hacia el horizonte. “¡Que moral!, ¿No tendrán suficiente con los 248 kilómetros que nos esperan?”.
A lo lejos, al otro lado del semicírculo que forman las Jaimas, observamos a un individuo gigantesco. Debe medir al menos dos metros, y por su envergadura, como poco es primo hermano de Arnold Schwarzenegger, pero en versión rubia con barba y Neocelandés.
Su mochila por lo menos es del tamaño de Juanma, y la colchoneta que lleva atada a ella, parece la famosa cama auto hinchable Restform de la tele tienda. Y nosotros preocupados con el peso...
Le suplico a Juanma que me siga, y tímidamente me acerco a este coloso neocelandés, invitándole con señas a hacerse una foto junto a mi amigo.
Muy simpático, y con una "enorme" sonrisa, consiente.
De lejos impresionaba, pero de cerca y pegado a Juanma, me hace recordar la película el señor de los anillos, y comparar a Juanma con un Hobbit, que posa plantado junto a un enorme horco.
Charlas con unos, risas con otros, hacen que la mañana discurra sosegada y afable.
Poco a poco, voy conociendo y relacionándome con más cómplices de esta aventura:
Fidel, nuestro veterano español con sesenta y siete años, y el mas experimentado (ocho participaciones ya). Fidel documenta a cualquiera que pida consejo, haciendo gala de su delicioso buen humor, y pregonando en voz alta lo que después comprendimos era su grito de guerra al cruzar cada día la línea de meta:
 - “¡Que se jodan!”, exclamaba al mismo tiempo que alzaba eufórico el brazo, y de reojo observaba la enseña que lucia en su espalda unida a un palo ensartado en su mochila. Su entonada bandera, era la foto impresa de sus tres nietos.
Otros, como Pablo Segura de Barcelona, con hondas preocupaciones de ultima hora. Justo antes de partir, ha dejado a su bebe recién nacido precipitadamente ingresado en una clínica, y naturalmente desde que salió está con la mente y el alma todavía en España. Es evidente y comprensible que él aun no esté disfrutando de Sables, así que no nos queda otra que animarlo cuanto podemos.
Un día después, supo que su bebe ya estaba en casa y muy bien, y por fin comenzó su Sables con energía renovada y una enorme sonrisa. 
Covadonga: componente de la organización de Española, y desplazada para la ocasión como fotógrafa por vez primera, haciendo gala de su simpatía con todos y cada uno de nosotros. A la postre terminamos llamándola "Mamá Covadonga", porque su atención hacia nosotros era similar a la de una madre.
Xavi Aldecoa: periodista enviado por La Vanguardia, y frustrado participante, pues lo que realmente le hubiera gustado era eso, participar; pero una lesión no le ha dejado. Me informa que tras haber conversado familiarmente conmigo en Huarzazate, y confesarle que llevaba entre mi comida Jamón, hoy me menciona en el blog que está escribiendo en la pagina web de la Vanguardia. ¡Vaya sorpresa!.
Tanto Covadonga como Xavi, tal como fueron discurriendo las jornadas, se convirtieron en dos más de nosotros.
Todos atravesábamos el desierto con el deseo de encontrarlos en algún rincón perdido de la etapa, y absorber ese soplo de aire fresco que nos procuraban con sus ánimos y sus sonrisas.
Jordi Aubeso: Burgales varias veces campeón de España de cien kilómetros, y  el mejor clasificado no Africano aquí las pasadas ediciones.
Un referente,  al que por no pertenecer a este mundo de lo runners, yo no conocía. Es una de las personas que más me han sorprendido. Refleja humanidad por todos sus poros y es virtuosamente humilde (cuantos ilustres deportistas debieran aprender...).
Volviendo al panorama del campamento, asoman un montón de niños y adultos bereberes, y se acomodan sentados en el suelo  desplegados en grupitos, impacientes por vendernos pequeños objetos de plata, piedras, fósiles o turbantes, sabedores de que todavía llevamos dinero encima y podremos guardar las cosas aún en la maleta.
Están situados estratégicamente en un paso obligado cerca de las Jaimas. Entre nuestras Jaimas y las letrinas portátiles que dispone la organización.
No voy a entrar en descripciones escatológicas... o sí:
Las letrinas son cubículos de a tres cubiertos con toldos blancos. Austeras cabinas, y en su interior retretes de plástico de los de hacer tus necesidades en cuclillas apuntando por un agujero, que da a un sarcófago demasiado visible, que naturalmente, por el uso, y los nervios de tan larga espera, se va saturando.
Sin querer, podías examinar estupendamente la composición interna del que te precedía en dicho menester. Y después abandonando tu firma a su suerte, igualmente podía ser admirada por el que te sucedía tras el toldo.
Entre dimes y diretes salvamos la mañana. Al fin estamos dispuestos para enfrentarnos al temido control de material, y entregar la maleta que nos retendrá la organización hasta el término de la carrera.
Nuestro temor se queda en nada, tras esta discutible formalidad:
Ordenadamente, depositas el certificado medico, te suministran una bolsita con pastillas de sales para la carrera, y un pedazo de bengala de medio kilo. Bengala que si utilizas, te costará la carrera (porque será tu señal de retirada), y los 180€ de fianza que has depositado.
En realidad se fían de que llevas todo tu material obligatorio conforme, y circulando que hay cola. Los días sucesivos, de forma aleatoria al entrar en meta tras la etapa, te pueden señalar para una inspección sorpresa de material, y sancionarte si no llevas todo; así que allá tu...  
Uno de los miembros del equipo Andaluz, ha tenido problemas con el electrocardiograma actual que debemos entregar. En vez de tres hojitas, solo lleva dos.
¿ El pobre estará incapacitado para correr la carrera, porque su medico corto el electrocardiograma por el lugar equivocado?.
En fin; tras unos asaltos con la furia andaluza, puesto que la organización no atendía a probadas razones, lo dejan participar. Pero, no sabe si le devolverán la fianza...
En cuanto pasamos este control, entregamos la maleta, y nos quedamos metafóricamente hablando “en bolas”. Con lo puesto para afrontar los siete días que tenemos por delante.
La gente sigue obsesionada: -“ ¿Cuánto pesa tu mochila?”.
Comemos aún al cuidado de la organización, y después de "una patriótica mini siesta", comienzo la tarde practicando una de mis rutinas cuando estoy de expedición, que me secunda para además de realizar un íntimo y original diario, para crear buen rollo y estrechar lazos con mis compañeros de aventura. Comencé a dibujar en una pequeña libreta que portaba, algunas caricaturas.
Esa tarde caricaturicé a Jordi Aubeso y a Fidel en mi libreta;  dos personajes que por apreciaciones  este día llamaron mi atención. Tras dibujarlos, se las muestro para que me las autografíen junto a mi firma.
Mas tarde, acompaño a Juanma, a realizar una labor que le ennoblece, y dice mucho de cómo es. En su maleta ha traído unas cuantas pelotitas y bolígrafos con figuras de Walt Disney para repartir a los niños nativos.
Seguro que esta acción no la olvidará nunca y yo tampoco. Presenciar la alegría de esos niños al recibir sus regalos es fantástico.
Ese mismo gesto de solidaridad y conciencia, lo tuvo Jordi Aubeso. Él transportaba en su maleta zapatillas de correr para los atletas marroquíes.
Todos hemos experimentado esa "voz" que nos exige, juzga, acusa o nos felicita por lo que hemos hecho. Pero, ¿cuántas veces le hacemos caso como hoy Juanma o Jordi?.
La tarde se marcha con una ufana ceremonia de presentación de la prueba, que tiene lugar en la amplia explanada que nos brinda el desierto cercado por nuestras Jaimas.
El director y fundador de la prueba Patrick Bauer, erguido sobre el escueto escenario que le procura la capota de un jeep, nos dirige unas palabras en su magistral "francés", y simultáneamente es traducido por una asistente al inglés. Entre unos y otros, mediamos para traducir e ir informándonos de las explicaciones y advertencias que nos transmite.
También, nos ejecutan una arriesgada y casi accidental exhibición de cómo "NO" se debe lanzar la bengala de señalización, y lo peligroso de no sacar la tapa superior de la bengala, y tirar de la anilla inferior. ¡Menudo susto se han llevado!. Casi se caen del jeep frente a todo el auditorio y televisiones de todo el mundo... y por sus caras de sobresalto, creo que no estaba preparado.
Tras este por suerte solamente sobresalto, ejecutan de nuevo la demostración perfectamente. No se para que, si no pensamos activar la bengala... je je .
Nos desean muchísima suerte para la carrera, ¡y ala!, a cenar y a dormir que mañana empieza lo bueno.
Es en estos momentos cuando me planteo que cosas buenas  puedo brindarles a  mis amigos, a mi familia, a los que han confiado en mi, en algo tan trivial como participar en una carrera.
Ya es tarde, estoy de nuevo en mi saco notando ya los efectos de la valeriana, y es como si una película pasara a toda velocidad por mi pensamiento. " Mi vida" " mis errores" "mis aciertos".Siempre es agridulce.
Quizás mañana esté de nuevo arriba de la ola. Quizás no me deje aplastar, y me deje mecer por ella.

 

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