
Para este post he hilado dos temas que he tenido en la cabeza tras la extraordinaria excursión que realizamos con niños este pasado sábado desde Bierge hasta Fuente Tamara, improvisando posteriormente la ruta de regreso por el tramo inferior del rio que tantas veces he descendido haciendo el barranco de la Peonera.
Un día redondo. Medio senderismo, medio
descenso de barrancos.
Los
mejores recuerdos de mi infancia van ligados a la naturaleza.
Veranos
explorando y jugando por el monte de Burceat y el barranco de Ariño con mis
hermanos, excursiones por los alrededores de Barbastro y campamentos de verano
en el Pirineo con mis amigos.
Todo
permanentemente armonizado con el ecosistema que nos ha tocado en suerte.
Después, de adolescente y adulto que voy a decir… Que arrastro las
consecuencias de este sano veneno.
Y
que suerte hemos tenido: Somontano, Sierra de Guara y Pirineo.
¡Menudo
jardín de infancia!
Seguramente
son esos gratísimos recuerdos los que hacen que a su vez deseemos educar a
nuestros hijos con ello: Excursiones, travesías, esquiadas, escaladas, correr.
Eso
sí; Siempre todo voluntario y nada obligatorio; Todo transformado en juego y nunca
en un deber.
Que
excelente herramienta para educar sus valores y convivencia.
Porque,
¿Qué recordarán la mayoría de los niños de hoy en día de su infancia? ¿Televisión,
videojuegos, parques temáticos, etc, etc?
Habitamos
en ciudades o pueblos de ladrillo y hormigón, envueltos en alambres, cables, reglas,
cánones, pautas, y prisas. ¡Qué triste!
Y
yo, como la mayoría, quiero que mi hija recuerde de su infancia: ríos,
barrancos, praderas, bosques, animales, risas, amigos y juegos.
Y al menos aquí, lo tenemos al alcance de
la mano; La naturaleza.

Y si esto nos ocurre de adultos, ¿Qué
efecto tendrá en los niños?
Tengo claro
porque lo observo, y porque lo sentí en mi propia piel, que desarrolla las capacidades.
Oler,
ver y tocar.
Jugar con y en la naturaleza desarrolla tus
habilidades: fuerza, coordinación, equilibrio, atención y observación.
El medio natural nos alimenta con fuertes
estímulos que favorecen la psicomotricidad: correr, trepar, saltar; y también
las aptitudes positivas: Voluntad, valor, capacidad de esfuerzo, compañerismo.
Un conjunto de estímulos transcendentales
para cualquiera, pero para un niño en etapa de desarrollo y crecimiento son valiosísimos
y muy provechosos.
Además,
claramente, a mí la naturaleza, el contacto diario con ella, aunque sea saliendo
a correr un ratito, me reduce ese estrés diario de la rutina.
Porque vivimos estresados: siempre corriendo
y siempre con prisas.
Y esto a diario ya lo viven igualmente
nuestros hijos a los que además cargamos de actividades extraescolares.
¿Cuantas veces cuando realizamos una
actividad en la naturaleza, percibimos una satisfacción embriagadora y decimos
tener la impresión de que el día ha durado más?
¿Quién no quiere eso para sus hijos?
Disfrutar de horas de calma en la
naturaleza, activa un juego sosegado, variado, creativo e imaginativo; y si vas
en grupo, favorecer la comunicación, la capacidad de participación y
compañerismo. ¿Qué más podemos pedir?
Pues aún hay más: Otro indiscutible
beneficio es que esta actividad mejora la salud.
La
vida actual y todas sus comodidades son buenas y necesarias, pero cada vez
fomentan más la comodidad, el sedentarismo y el desarreglo de la salud.
Por todo ello es importante que avivemos el amor de los niños por la
naturaleza.
Pero, además, esto
hará que aprendan a querer y valorar su entorno
natural y a proceder respecto a esos sentimientos, colaborando en el futuro en
su conservación.
Que tomen conciencia de que el campo o la
montaña es un lugar agradable para recrearse, educarse, y además un hermoso
lugar donde conviven plantas y animales con nosotros. Que tal como está el
patio, no está de más que se vayan concienciando que la naturaleza es un regalo
que hay que custodiar, y no un ornamento del que servirse.
Y cambiando un
poco de tercio, fomentar su cariño hacia y por la naturaleza, también conlleva prevenirles poco a poco sobre las precauciones que
se debe tomar para moverse por ella. Desde pequeños.
Venimos de un verano donde vemos que los
accidentes en montaña se han multiplicado mucho. Así que también hay que irles
inculcando respeto, y el conocimiento, que no el miedo.
Muchas veces miedos irracionales de los
padres los trasferimos a los hijos. Miedo a la altura, a resbalar, a los
animales, etc.
Reír, llorar, enfadarse.
Sentir emociones es algo común en niños y
adultos. Y el miedo, también.
Y aparte de normal es incluso positivo.
Es un buen instrumento de alerta que protege
de posibles riesgos.
¿Y en los niños?
En los niños hay temores corrientes que
todos hemos tenido alguna vez. Muchos son momentáneos, supongo que asociados su
fase de desarrollo, particularidades sociales o emocionales por las que pasen.
Ahora bien. Muy frecuentemente, somos los
propios padres los que involuntariamente les traspasamos nuestros propios
miedos, o incluso voluntariamente porque
recurrimos al miedo para protegerlos de condiciones que nos parecen peligrosas
(animales, coches, alturas, al agua).
Y estos son innecesarios.
Así que, pese a nuestros propios miedos, debemos tener un talante
comprensivo.
Es muy importante transmitirles seguridad
y confianza, siempre con un tono y entorno relajado. Que la vean en ti.
Y de ese modo, alentarlos a que de forma gradual se enfrente a sus temores con confianza, y repito, con seguridad.
Y de ese modo, alentarlos a que de forma gradual se enfrente a sus temores con confianza, y repito, con seguridad.
Aunque lógicamente al principio sea con
nuestra ayuda, de la mano, sin forzarlos, y siempre elogiando su valerosa conducta.
Fomentar su autoestima y su autonomía, es una forma creo yo de enseñarles maneras de contrarrestar la ansiedad y relajarse·
Fomentar su autoestima y su autonomía, es una forma creo yo de enseñarles maneras de contrarrestar la ansiedad y relajarse·
Hemos un poco que predicar con el ejemplo
dentro de nuestras posibilidades, de forma que tenga en nosotros un modelo
adecuado de superación.
Estas actividades, y vencer sus miedos, ofrece al niño una visión más positiva del mundo.
Estas actividades, y vencer sus miedos, ofrece al niño una visión más positiva del mundo.
En una improvisada excursión por el
campo, puedes enseñarle a no preocuparse excesivamente por las cosas y a
encontrar soluciones a los problemas que le surjan.
Y siempre con mucho humor. Indispensable.
Y siempre con mucho humor. Indispensable.
Un buen antídoto para el miedo, es convertir
esos aspectos que nos aterrorizan en características graciosas mediante una
risa o una broma.
Infancia y Naturaleza; Dos preciosos
ecosistemas que creo deben ir de la mano.