
Friki: adjetivo que se
utiliza para señalar a personas consideradas excéntricas o raras, o personajes
que se entregan de manera obsesiva y desmesurada a ciertas aficiones.
Pero Friki también lo
aplica a una persona apasionada, que disfruta de y con su afición como un puto
crio; alguien curioso y valiente que no se deja estandarizar.
Una persona que ha consagrado
muchas horas de dedicación a su estímulo o pasión.
Y un friki nos recuerda
que las cosas que valen la pena (al menos para él) requieren sudor, esfuerzo, dedicación
y paciencia.
Y sabe, como cualquier
corredor de largas distancias, o montañero de casta, que el premio está
indistintamente en el camino y el esfuerzo, y no únicamente en la meta.
Y hoy en día, en un
mundo trillado, establecido y algunas veces monótono, esta capacidad de
entusiasmarse y recrearse, es una delicia.
No sé si yo soy un
Friki, pero todo esto me suena familiar.
Tengo pasiones
enraizadas, algunas desde hace más de treinta años, como la montaña, los
barrancos, el correr, dibujar, escribir, el cine, o “compartirlas” …
Porque solo me faltó
leer, que una vez descubierta su pasión, el friki insiste a amigos y conocidos
para que la compartan con él. Y no escatima esfuerzos para enseñar con
paciencia y de modo desinteresado los entresijos de su afición.
Así que friki es una
persona con enorme ilusión por o hacia algo; lo que sea. Bien sea disfrazarse
de protagonista de Juego de Tronos, coleccionar pelusa de ombligo, o correr a
horas intempestivas para ver amanecer.
Así que señoras y
señores, por todo lo anteriormente expuesto, imagino que: ¡Soy un Friki!
Y si no lo soy, reivindico
igualmente esta figura como uno de los prototipos humanos más atractivos e
incluso necesarios.
En una sociedad
cansada, individualista, a veces incomprensible y algo aburrida, un friki:
ilusionado, original, sociable, con ganas de vivir y de compartir, es un enorme
soplo de aire fresco.
¡Larga vida a los
frikis!
Volviendo a mi frikada
de este año:

Y días después, cuando
participé de la primera subida social organizada por el club de atletismo de
Barbastro, ya llevaba tres o cuatro (no recuerdo).
Así que comencé a
pensar: “¿Cuántos Pueyos debo hacer en un año?; y… ¿Por qué no los cuento?”.
Así que dicho y hecho.
Al llegar a casa, con un sistema hipermegasupertecnológico, comencé a anotarlos
en una pizarra que tengo en la pared de mi cocina, y ya que estaba, algo que
tampoco jamás había computado nunca: La suma de los kilómetros que corría
durante este mismo año (independientemente que estos se sucedieran camino del
Pueyo o no).
Para muchos, esto es
tan fácil como conectar su reloj gps inteligente al ordenador, y listo; pero
para mí, que jamás he descargado los datos de mi reloj, y muchas veces no lo
utilizo, porque conozco perfectamente las distancias de los recorridos por
donde corro, no era viable ese método para computar el total.
Así que pizarra y tiza.
Resultado un año
después:
Hoy 31 de diciembre de
2019, he subido de nuevo al Pueyo, haciendo una suma total desde el 1 de enero
de este mismo año, de 128 Pueyos corridos en un año.
Y esto no es ninguna
hazaña, simplemente una curiosidad.
Es más, sospecho que
hay gente que ha subido más veces que yo caminando o incluso corriendo.
He subido con frio, con
calor, con sol, con luna, sereno, nublado, con niebla, e incluso en alguno me
he mojado.

He visto gatos, perros,
perdices, conejos e incluso “corzos”; Chicos, chicas, andando, corriendo, en
bicis, motos, quads o caballos.
Y estos han sido los friki
números:
128 Pueyos en total,
que, divididos para 52 semanas, hace la bonita cifra media de “2,46” Pueyos a
la semana en un año; o el equivalente a haber subido sucesivamente, absolutamente
todos los sábados y domingos, más los catorce festivos del año, y diez días más.
¿Y kilómetros?:
Los Kilómetros totales
corridos han sido 2163 en este año.
Divididos para esas
mismas 52 semanas, hacen una media de 41’59 kilómetros semanales, o 5’94 km
diarios durante 365 días; O el equivalente salir a correr ininterrumpidamente,
media hora todos los días del año.
Para pueblo no está
mal.
En resumen, esto no es
nada, ni significa nada, pero simplemente es importante ver las cosas desde
otro punto de vista. Ilusionarse.
Respira profundo,
embriagarte con lo que sea, ubicarte en tu entorno y sobre todo termina lo que empiezas.
No es nada Friki, o si,
buscar tu paz interior, aprender del pasado, prepararte para el futuro, pero
sobre todo vivir el presente.
La paz mental debe ser algo
Friki, porque te permite dejar
ir lo que está de más y aprender a gozar lo que tienes.
Nuevo Año:
No me obsesiono con el futuro, ni tampoco ya con el pasado. Nuevo año,
nuevas oportunidades de crecer.
Desde hace muchos meses trabajo en mi presente, me concentro en el aquí y ahora, lo disfruto, y soy mucho más
feliz.
“Porque si no eres feliz aquí y ahora, nunca lo serás”
¡Feliz 2020!