

Ya en Burceat, justo frente a la antigua almazara de aceite del pueblo y las ruinas de lo que fue la abadía de la iglesia, giro a la derecha para bajar hacia el canal que alcanzo enseguida por una viva pendiente de tierra. Aquí, siempre miro una la rampa de cemento que se interna en el agua contigua al puente que cruza el canal , en la que aún puedo imaginar a mi abuelo y mi abuela con sendos pózales y esponja lavando su Renault 8 "amarillo".
En un ligero ascenso, empalmo con la carretera asfaltada de servicio del canal que cojo en dirección a Salas Bajas. Por este paraje de toboganes, visualizo circunstancias, momentos de la Yukon, y durante algún instante me imagino de nuevo allí , en un estado como de trance. En estos intervalos, si marcho solo, mi concentración es tal, que noto de nuevo el peso de la pulka, o mis brazos se mueven métricamente como si estuvieran propulsando unos imaginarios bastones, e incluso en alguna de mis pisadas me parece escuchar el rechinamiento de la nieve y el hielo bajo mis pies. Es un estado de abstracción, concentración y visualización que me encanta.
En pocos kilómetros, llego a la carretera que me lleva de Salas Bajas a Barbastro y me acomodo a ritmo por su arcén hasta llegar de nuevo a casa. Al final, independientemente de las percepciones, siempre te sientes bien. Cada día, cada semana, noto de nuevo más fuerza en las piernas y mejor los pulmones. A sido un buen día, un día de entrenamiento corriente ; 21km que termino con una sesión de estiramientos, abdominales y ejercicios tirado frente al televisor en casa viendo un fragmento de alguna película.