Cada año
sin excepción regreso, y pienso, mas aún, estoy convencido, que existe
una profunda influencia o empeño interior que me lleva a buscar la
energía en este lugar, en una especie de propósito secreto.
En ocasiones en mi vida, establezco un lazo afectivo y especial con un lugar concreto. Se convierte en mi lugar.
Son
lugares mudos, pero que te expresan algo particular. Lugares donde se esfuman
mis problemas si los tengo, y huyen mis contrariedades.
Sitios que se grabaron en mi corazón, y que mi corazón no olvida jamás, porque la memoria no calla y siempre los recuerda.
Mi
idilio con el cañón del río Vero comenzó hace muuuuchos años. Desde
entonces, lo he descendido todos los años de mi vida. Algunos años una, y
otros mas de treinta: En solitario o guiando, corriendo, lloviendo o con
tormenta (accidental), crecido, desaguado, de día, por la noche, hacia
arriba o hacia abajo...
Desde la
primera vez con amigos cercanos, he guiado por su asombroso cauce, a
cientos de personas. El mas mayor de 73 años y el menor no se si 5 o 6
años.
Año tras
año acostumbrado a nuestro deseado y jubiloso encuentro, en un
compromiso que espero seguir manteniendo hasta mi final.
En sus aguas, siento respeto, fervor y humildad, pero me descubro tan enérgico y resuelto como animal salvaje.
Creo que es mi lugar favorito y siempre lo será.
Yo fuy uno de los que guiaste por su cauce, y jamás lo olvidaré. El rio contagia toda esa energia que dices, pero tu tambien. Un abrazo desde Zaragoza.
ResponderEliminarMuchas gracias Ignacio. la mayoria de las veces, no soy ni yo ni el rio, es la aptitud y disposición del que lo desciende. Un saludo
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