viernes, 13 de febrero de 2015

REHACER



El sábado pasado asistí a la cena anual del Club de Atletismo de Barbastro. Aunque mi club de siempre es Montañeros de Aragón Barbastro; club en el que llevo al menos dos tercios de mi vida; donde me he instruido y he desarrollado mi “trayectoria deportiva “, por afinidad, respaldo, y afecto con muchos soci@s, igualmente soy socio desde hace poco del C.A.B.
La cena en su disposición fue muy cordial y animada, pero alrededor, las circunstancias eran un tanto agridulces por la dimisión previa de la junta directiva actual, presidida por el afable Fernando Torres, y secundada por dos auxiliares de lujo como Javier Sanpedro y Yago Soler.
Agridulce, no por este hecho normal y periódico, pues el listón y el club sin duda lo han dejado en lo mas alto, si no porque de momento no hay relevo; no ha aflorado ninguna otra junta para reemplazarlos....
Así el club queda cojo en manos de una junta ¿rectora? para mantener las actividades administrativas. Pero en lo referente a las organizativas, excepto la inmediata exitosa carrera de la mujer, todo queda en el aire.
Que fácil es contemplar y enjuiciar abrigados desde la barrera...
Cuando hay que saltar al ruedo, todos nos amilanamos. Y  esto dicho/escrito, desde la circunstancia efectiva de la realidad. Desde la franqueza de que es muy difícil ceder altruistamente tu tiempo libre, cuando todos estamos hartos de deberes y obligaciones y nuestro tiempo libre vale oro. Además, si decides hacerlo, como si no fuera bastante, exponiéndote a que te juzguen y te reprochen por ello...
Y sé bien de lo que hablo, porque durante unos cinco años, estuve como vocal en la junta directiva de montañeros, y a cargo directamente de los cursos de iniciación a la escalada deportiva, alpinismo y barrancos, y sin ser culpa de nadie, terminé bastante abrasado...
En fin, ojalá salga alguien, y allí estaremos para apoyarlos.
Tras mi modesta experiencia durante seis años en la Ultra Trail de Guara, se me ocurre una formula y aquí la dejo caer:
Independientemente de la labor de dirección del nuevo presidente y su junta, determinar grupos de tres cuatro personas voluntarias, que se dediquen única y exclusivamente a organizar (una vez al año), una de las carreras que se promueven desde el club, y se ocupen exclusivamente de esa carrera como si fuera exclusiva:
La carrera de la mujer un@s, otr@s el diez K, que remozado con una divertida carrera 5 K a relevos por parejas, estoy convencido sería un gran éxito; la junta directiva, volcarse en la carrera estrella: “La media maratón”; y después otr@s organizar la Castillazuelo el Pueyo,  e incluso otro grupo la San Silvestre; Hasta con la masa social multitudinariamente popular y muy entusiasta que ahora hay, estaría genial recuperar la Huesca al Pueyo por relevos... (Doy fe que por la carretera vieja es ahora una gozada, porque la he hecho...).
Así, un grupo dedicado a una sola actividad lo haría con convicción, perspectiva e ilusión, y de paso atenúan el trabajo de la junta y su presidente durante el año.
Aquí lo dejo caer, pudiendo estar pecando de necio, y diciendo un montón atrocidades, ya que hablo desde el total desconocimiento. Así, que si así es, no me lo tengáis en cuenta, porque lo hago con absoluta buena fe e ingenuidad.

Cambiando de tema:
... ¡¡ satisfecho!! ...
Independientemente del resultado, a poco más de dos meses y medio de la operación del menisco, este próximo domingo ya participo muy ilusionado en la media maratón de Barcelona.
Estos días, tras correr, tras entrenar, cuando me tumbo en casa en el suelo, sobre la alfombra a estirar, reflexiono. ¿Cuántas veces caes, y cuantas te levantas?... Muchas.
Cuando te desmoronas, conviene aprender a observarse a sí mismo, sin caer en infravalorarse, ni mucho menos sobrevalorarse.
Aprender a redefinir tus fracasos, tus lesiones, tus decepciones, como simples capítulos o exhortaciones que te ayudan a progresar. Capítulos que te guíen para analizar qué cambiar para mejorar en el siguiente lapso; aprendiendo a valorar cualquier progreso por pequeño que este sea. Encaminarse a colaborar, a dar, y sobre todo a saber “pedir” ayuda.
Plantearnos siempre objetivos realistas, emprendiendo las acciones adecuadas para alcanzarlos. Y medirse solo consigo mismo.
La comparación con uno mismo, te permite adquirir un sentido de progreso personal. Porque no es nada bueno compararse con los demás.
Tanto en la vida, como en el deporte, cuando uno se extravía en su más profunda cartografía, cuando uno no sabe cómo definir lo que experimenta, el plano que puede guiarlo e indicarle dónde se encuentra y qué camino seguir puede encontrarlo solamente es sus propios sueños.
Un leñador un buen día le dijo a su hijo: Hijo, tienes ya 12 años y debes hacerte cargo de tus responsabilidades, así que te entrego esto: y le dio un hacha.

El pequeño, eufórico de ser considerado ya mayor, se emocionó.

- Gracias Papa!! Soy muy feliz.

El padre, le indicó un grueso tronco y le dijo:- Estrénala y corta ese tronco!!

- No sabría como cortarlo papa! es demasiado grande para mí !!, expresó el chaval con pesadumbre y confusión.

El padre le dijo: -“Nunca lo sabrás si no lo intentas”.

El joven era consciente que era un tronco demasiado recio para sus fuerzas, pero pese a eso, para no decepcionar a su padre, alzo con esfuerzo el hacha y encajó el golpe más fuerte del que era capaz. El hacha quedó clavada en el tronco y el muchacho hacia esfuerzos impotentes por liberarla sin lograrlo.

Con una sonrisa, su padre le puso la mano en su cabeza y le dijo: Hijo, lo primero que tienes que aprender es que la verdadera fuerza no está en tus brazos. Esta en tu cabeza. Con inteligencia y esfuerzo conseguirás lo que te propongas.

No tienes que fijarte objetivos desmesurados y fuera de tus capacidades para lograrlos de inmediato.

Todo será más sencillo si regulas tus fuerzas a tu nivel y usas tu inteligencia. Tomó el hacha y, dándole una pequeña inclinación dio un golpe suave en un sentido y otro más en el sentido contrario produciendo una pequeña muesca en el tronco. Luego, pasó el hacha a su hijo, y lo invitó a que continuase haciendo lo mismo.

El joven, dando golpes en un sentido y en otro empezó a profundizar el corte, y al cabo de una obstinada y esforzada hora, el grueso tronco con un fuerte ruido de fractura, cayó al suelo en dos pedazos.

Feliz y dolorido de cansancio, el muchacho se dirigió hasta donde estaba su padre y le dijo:- “¡¡Lo entendí!!, cuando una tarea es demasiado grande para terminarla de un solo golpe, debo encararla dividiendo la misma en objetivos más pequeños !!, y si soy constante y no cedo terminaré siempre por lograrlo”.

"No basta dar los pasos que te puedan conducir hasta la meta, sino que cada paso debe ser una meta, sin dejar de ser solamente eso, un paso"

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